Cap. 2: Guia turistico.
Canción: Mi vida empieza así - Enredados soundtrack.
Mi maleta cae al suelo de forma abrupta. Me giro de un salto y corro a recogerla. Mi bolso baja de mis hombros al agacharme y suelto un suspiro intentando mantener las dos cosas en su lugar. Incluso siento como las pinturas que no llegaron a entrar en la pequeña maleta se remueven golpeándose entre sí en mi bolso. Me enderezo de golpe. No se me puede botar nada.
Con maleta en mano y bolso colgado a mi hombro, sonrío entrando al bus. Saludo al conductor de forma alegre y él me observa con hastío.
Ok, entiendo. No está de buenas.
Giro buscando un asiento disponible, lo que no es para nada difícil teniendo en cuenta que soy una de las primeras personas en subir. Camino hasta el centro del autobús y me acomodo en el primer asiento más cercano a una ventana que encontré. Siempre me ha gustado observar el camino, y disfrutaré cada minuto de estas dos horas con música y la vista hacia el paseo.
Una sensación a mi izquierda me obligó a despejar mi mirada de la ventana. Una persona a mi lado se sienta sin fijarse en su compañera de al lado. No es cuando me empuja el brazo al intentar colocar el suyo en el reposabrazos que se gira hacia mí.
—Ah, hola —dice como si nada.
Lo primero que noto de él son sus ojos almendrados de color marrón. Después mis ojos suben a su cabello castaño y los cortos mechones que caen a cada lado de su frente, mi mirada recorre toda su piel blanca y se detienen en sus cejas un tanto pobladas.
Entrecierro los ojos calculando la edad que podría tener. Me parece entre la mitad de los veinte o inicios de los treinta.
—¿Qué? ¿Tengo algo en el rostro? —me sobresalto al escucharlo hablar. En cambio, él tiene una sonrisa de lado que incluso lo hace ver un poco más joven.
Carraspeo.
—Hola... —saludo de mal humor, recordando la forma brusca en que cayó mi brazo por su culpa.
Acomodo mi brazo en mi regazo con molestia. Giro de nuevo hacia mi ventana intentando que esto no arruine mi buen humor. El autobús no tarda en empezar su camino y reviso la hora en mi celular marcando el momento en el que voy a tardar en llegar ¡Estoy emocionada de viajar!
—Y... —escucho la voz de mi compañero de asiento interrumpiendo mi instante mágico— Tu eres...
Lo observo, confusa.
—¿Con quién hablas?
Él suelta una carcajada que muestra la línea superior de dientes blancos. Sus ojos se entrecierran con picardía, y, a pesar de no querer ser maleducada, no puedo esconder mi mala cara.
—Pues con la chica más guapa que mis ojos han visto —su voz sale como una melodía y resisto las ganas de rodar los ojos—, que, afortunadamente está a mi lado.
—Sí, solo por obligación —murmuro entredientes.
—Yo prefiero llamarlo destino —sube y baja sus cejas repetidas veces.
—Ah, qué raro, yo lo llamo karma —suelto con más sátira de la que hubiese deseado y me giro de nuevo hacia la ventana.
—¿Qué vas a hacer en la ciudad?
Vuelvo a verlo, frustrada.
—Nada que te incumba —mantengo una sonrisa que debe verse totalmente falsa.
—¿Vas por el concurso, ¿verdad?
Entrecierro los ojos al notar cómo atina. Me giro hacia él con mayor interés
—¿Tu igual?
Coloca su vista al frente y se remueve en su asiento de manera relajada. Mueve su boca de un lado a otro, como si estuviera masticando su respuesta.
—Algo así.
—¿Cómo que algo así? —Arqueo una ceja.
Se gira hacia mi dirección con la misma sonrisa galante de hace rato.
—Estoy meditando la idea, todavía no estoy muy seguro de participar. Aunque ya estoy tomando el bus. Esa debe ser una señal ¿No?
—¿Y qué es lo que te detiene a participar? —pregunto curiosa.
Sus ojos se conectan con los míos.
—Porque puede que el premio se lo merezca alguien mejor que yo.
Suelto una carcajada con sus palabras.
—¿Qué? ¿Esta es tu forma de coquetear?
También ríe. Su rostro se acerca un poco más al mío.
—¿Funciona?
—Olvídalo —suelto sin querer darle más vueltas a este asunto.
Vuelvo hacia la ventana, esta vez buscando en mis bolsillos los auriculares, pero antes de que pueda escuchar mi música, unos molestos dedos tocan mi hombro obligando que me voltee con mirada de pocos amigos.
—Conozco la ciudad. Puedo ayudarte a encontrar lo que deseas.
A pesar de mi disgusto, esas palabras cambian todo lo que pensaba hacer en este momento.
—¿En serio? —entrecierro los ojos con desconfianza.
—Claro. He ido varias veces, conozco muchos sitios interesantes que pueden servir para tu obra.
—Pero, ¿no ibas a participar? ¿Esto no te crearía competencia?
Se encoje de hombros con desinterés.
—Cambio de planes. Ahora quiero ayudarte a ti.
Sopeso las palabras varias veces con la duda latente en mi cabeza. Y a pesar de que no puedo obviar que prácticamente lo acabo de conocer, algo me insta a aceptar, al fin y al cabo, si pasa algo... siempre puedo golpearlo con un sartén para defenderme.
—Bien. Llévame a conocer la ciudad.
Su sonrisa se expande aún más. Antes de que diga algo, le acerco mi mano para pactar este trato.
—Un gusto, soy Flor.
Él toma mi mano sin dudar.
—Encantado, flor. Soy Flynn Rider, tu nuevo guía turístico.
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