💫Capítulo trece: Mi dulce alegría y una noticia inesperada. [LEIRE]
Viernes a las 16:00h.
Mar y Jesús me acababan de llamar. Antes de colgar, me insistieron con urgencia que tenía que ir a casa —la que compartía con ellos—. Por activa y pasiva me ordenaron que tenía que ir sí o sí aunque no querían decirme el motivo —y mira que yo les reiteré—. Por un momento, llegaron a preocuparme pero procuré no decir absolutamente nada.
—¿Qué pasa?
—Mar y Jesús quieren que vaya a casa —le informé.
—¿Y eso? —me preguntó con Canela en brazos.
—Ni idea.
—¿Nos acercamos ahora? Así puedes estar con ellos un rato y también te enteras de lo que quieren —me incitó a ir.
—Si, voy a vestirme y nos vamos —me acerqué a él, le di un beso en el moflete y otro a Canela—. Coge sus cosas que también nos la llevamos —fui diciendo mientras desaparecía por la puerta de la terraza, ya que estábamos en la mesa de fuera tomando el aire—.
***
Cuando tomamos la decisión, Fer ya estaba vestido así que no tardamos mucho en salir de casa junto a la pequeña.
Ulteriormente, mi familia y yo llegamos a mi casa. Aparcamos el coche y Fer sacó a Canela con el transportín después de estar los dos fuera del auto. Subimos por la escalera y yo abrí la puerta con mi llave. Nada más entrar, noté un olor muy familiar y querido pero, pensé en que podía ser producto de mi imaginación.
—¡Hola! ¿Dónde está la vieja del visillo y su marido? —preguntó divertido mi niño.
Entramos los tres y cerré la puerta detrás de Fer.
—Que silencio... a ver si ahora no van a estar.
«Me los cargo si me hacen venir para nada».
Escuché un ruido que provenía del salón y nos dirigimos hasta allí. De repente, escuché movimientos por el suelo y Canela no podía ser porque la llevaba aún Fer en su transportín.
Las lágrimas me brotaron cuando vi venir hacia mi a Miki.
—Me muero, ¡mi niño! —grité al verlo chillar con desesperación alrededor mío y haciéndome las fiestas.
—¡Ay! ¡Si es tu pequeño! —exclamó Fernando ilusionado por la sorpresa—. ¡Encantado de conocerte, Miki!
Cogí a Miki en brazos y me lo comí a besos.
—¿Pero qué haces tú aquí, cosita mía? ¿Quién te ha traído?
—¿A qué están tus padres por aquí? —se acercó a nosotros Fer y saludó a mi bolita de pelo negrita—. ¡Encantado de conocerte! Mira... te presento a tu hermanita —le acercó a Canela y ambos perritos movieron la colita.
Lo miré.
—¿Tú crees?
—Digo, es una posibilidad —me sugirió.
En ese instante, por el ventanal, una voz desvío nuestra vista hacia ella. ¡No podía ser verdad lo que estaban viendo mis ojos! ¿Qué hacía ella aquí?
—Hombre, no soy tan importante como los papis pero, ¡sorpresa, aquí estoy para ver a mi princesa! —vitoreó—. Ya que Mahoma no va a la montaña, la montaña vendrá a Mahoma.
Anya se quedó mirando a Fer y lo ignoró después de hacerle un análisis despectivo, juraría que supo quién era desde que tuvieron el primer contacto visual.
—Muchas gracias por traerlo, ¡de verdad! —le agradecí feliz pero un poco incómoda. Fer no sabía nada de ella aún y cuando se enterase no estaba segura de cómo podía reaccionar.
—Dame las gracias de otra forma, baby.
Jesús y Mar aparecieron cuando Anya se abalanzó sobre mí y me besó. Todos los presentes nos quedamos de piedra —incluida yo—.
—¿Se puede saber que haces? —se le nubló la vista a Fer.
—Besar a la que un día fue mi novia y la que seguramente volverá a serlo pronto —dijo con todo su descaro—. He venido hasta aquí para luchar por ella.
Fernando se tensó pero, soltó una risotada amarga. Acto seguido, me miró sin dar crédito a lo que acababa de pasar.
—¿Porqué no... salimos a tomar el aire? —planteó Jesús para ver si se relajaba el ambiente.
—Salid vosotros, quiero hablar un momento con mi novia —enfatizó las dos últimas palabras.
Justo cuando Anya iba a replicar mis amigos se la llevaron con historietas para entretenerla.
—¿Esa chica ha dicho la verdad? ¿Has sido su pareja?
—Si, pero antes necesito que me escuches —avisé.
—Te escucho —dijo serio mientras se acariciaba la nuca.
—Cuando estuve en Argentina, tuve dos parejas.
—Entendible. ¿Rodrigo, cierto? —me sorprendió que lo supiera.
—Y Anya. Es decir, la chica que conociste ahora.
—Entonces no entiendo, ¿desde cuándo te gustan las chicas? —me preguntó confundido—. ¿Qué sientes tú hacia ella? ¿Eres bisexual? Perdón por tanta pregunta pero es que estoy... no sé explicarlo —se quedó blanco.
Poco a poco le conté cómo se dio todo, hasta la faceta que me nació de bailarina y los campeonatos.. Estaba aterrada porque lo veía afectado.
—No me considero bisexual, simplemente me ganó la situación y empecé a sentir cosas nuevas. Y lo intenté —cogí aire—. El amor es libre o eso es lo que dicen.
—No me importa si eres bisexual, no voy a dejar de luchar por ti por esa pequeñez. Pero, ¡joder! —se le saltaron las lágrimas—. Me niego a perderte, y menos ahora que revivimos todo y he apostado por una segunda oportunidad junto a ti.
Me rompió el alma verlo así. Dejé en el sofá a Miki e hice que dejase a Canela en el suelo. Lo abracé muy fuerte.
—No llores, por favor —me empezó a temblar todo. Con esa reacción, ahora no me quedaba ninguna duda de lo que Fer sentía por mi.
—¿Volverías con ella? —me preguntó y yo no supe responder.
En ese momento apareció Anya.
—¿Qué intensidad, no? Quién diría que el famoso Fer está hecho un... ¿flan? ¿o como un jarrón cuando se cae?
Miré mal a Anya y le hice un gesto para que se callara. Fer se soltó de mi y se encaró a ella.
—¿Y porqué no te callas, coges tus cosas y te largas por donde viniste? —contraatacó Fer.
—No lo pienso hacer porque la nenita me lo pida, no tienes pantalones —lo miró de arriba a abajo desafiante, le puso una mano en el pecho y él se la apartó.
—No me toques, señor machito —dijo irónico.
Se juntó el hambre con las ganas de comer.
—Ya vale —me puse en medio.
—Vine a por ella y regresaré con ella.
—Eso será si yo te lo permito —Fernando seguía luchando.
En ese momento aparecieron mis amigos y nos los llevamos al salón para que se calmasen, sacamos del transportín a Canela después de las presentaciones y dejamos que Miki y ella, jugasen juntos y empezarán a convivir. Al menos entre los peques, reinaba la paz.
***
20:00h.
Fer se levantó del sofá y me miró.
—Me voy a casa, ¿te vienes?
—Pero hombre, quedaros a cenar y a dormir —interpeló Jesús
—No puedo, tengo los biberones y todo lo de Canela en casa, y en menos de una hora tengo que alimentarla.
—En la bolsa, ¿no queda suficiente? —le pregunté.
—No.
Miki se subió encima mía y se acurrucó.
—Quedaros a cenar, yo preparo algo rápido y os vais —propuso mi amiga.
—O ve a casa a por bibis y te lo traes —dio otra alternativa su pareja, en cambio, Anya no decía nada. Por el momento, era mejor que permaneciera en ese estado.
—Fer, hagamos eso y dormimos ésta noche aquí —intente que pasaremos la noche en mi casa, aunque no era la mejor opción.
—En otra ocasión, hoy ya está todo demasiado tenso y no quiero cambiar de aire de repente a Canela —empezó a recoger todo lo de la pequeña y yo lo ayudé triste.
—Por favor.
—Quédate por Miki y ya mañana os venís, ¿vale, cariño? Mañana no trabajas y no tienes que ir a la protectora. Yo vendré a recogerte cuando tú me digas —añadió.
—Pero no quiero que estés solo.
—Está Canela conmigo y de verdad, ahora llamo a Izan y le digo que se venga a mí casa —me dijo.
—Solo te dejaré ir si lo llamas delante mía y estando con él me haces una videollamada.
Fer marcó el número de Izan y éste aceptó ir a pasar la noche allí.
—Te quiero —me dijo Fer y me besó.
—Y yo a ti —lo acompañé al coche y la pareja también lo hizo—. Avísame cuando llegues y hazme una videollamada.
—Si tardo un poco más no te asustes —me acarició la cara—. Pasaré a por Izan antes y ya vamos a mi casa. Quédate tranquila, y si te molesta me avisas que vengo volando a por ti.
—Estará bien, y si no sucede nosotros mismos te avisamos —habló Jesús.
—Gracias, pareja —los abrazó y vio por la ventana a su actualmente dolor de cabeza.
Fer metió a Canela en el transportín nada más le di un beso de buenas noches y ya después de que se despidiese de todos, partió.
Las lágrimas brotaron por mis ojos y mis amigos me abrazaron sin aplastar a mi pequeño —aún lo llevaba en brazos—.
—Haz lo que tu corazón dicte, hermana —me animó Mar.
—Si sientes algo por ella, ahora que los tuviste enfrente a los dos y es más fuerte que por lo que sientes por Fer, lucha por la mejor opción.
Después de estas palabras sabias entré con ellos y le di de cenar a mi pequeño. Como me dolía no haberle dedicado su espacio de tiempo como se lo merecía por toda la bomba que explotó.
Un rato después, hice una videollamada con Fer y Izan desde la casa de mi amor. Luego, jugué con Miki y cuando se durmió en mi habitación fui a hablar con Anya. Cuando terminé la conversación y ella intentó pasar la noche conmigo, yo decidí dormir sola con Miki en mi habitación. Era la primera noche después de varias durmiendo con Fer, que no estaba con él.
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💞Número de palabras según word: 1646.
💞Canela y Miki son reales y parte de mi vida. La foto de ambos es de hace muchos años cuando eran pequeñitos. Esta historia es un homenaje para los dos. En la historia hay una variación. Canela si tiene el mismo nombre que en realidad pero Miki, en la vida real se llama Rocky. ¡Por ellos, mis ángeles del cielo! Queda prohibido el robo de cualquier imagen personal de ellos. Os amo, mis peques.
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C A N E L A.
LA REINA DE MI CORAZÓN.
TE QUIERO.
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