💫Capítulo diez: ¡Mis abuelos son lo mejor! [LEIRE]
Unos días después, al terminar mi jornada laboral, Fer me acompañó a visitar a mis abuelos. Y allí seguíamos hasta que se hizo casi de noche. Qué alegría sentí al estar con mi Fonsi y mi Alba, ayudándoles con sus vídeos que les prometí que haríamos para YouTube. Gracias a mí Fer, nos pudimos grabar los tres y como en la maleta me llevé un portátil pequeñito que no usaba, se los regalé para que se entretuvieran. Además, me encargué de explicarles su funcionamiento y de ponerles una conexión de internet para que pudieran navegar a sus anchas de forma segura. Ante mi sorpresa, ¡hasta a mí abuela le gustó la idea!
—Cómo nos alegramos de verte —le dijo mi abuela a Nando.
—Que fuerte, y a mi ni una mijita —hablé mientras cenábamos—. La vihen, ya me estás quitando el protagonismo
Fernando se rió cuando me dirigí a él.
—Oju, qué celosa —se rio una jartá mi abuelo.
—Ji home, lo mío es siempre mío —pronuncié entre risas.
—Yo también me alegro mucho de verlos, en cuanto me lo dijo Leire. No dudé en acompañarla.
—Y aquí tienes tu casa, no hace na de falta para que saques ni la alcancía.
—Y mi piso también está disponible las 24h para vosotros —informó Fer.
—Anda, como una farmacia de guardia —soltó mi abuelo.
Los cuatro nos reímos.
—Y bueno, ustedes qué —nos miró mi abuela a Fernando y a mí—. ¿Cuándo pensáis arrejuntarse?
—Eso digo yo, cuando erais pareja se os veía francamente bien —la apoyó mi abuelo.
Fer y yo nos miramos.
—Ya estamos arrejuntaos, no nos ven —me despeinó—, uno al lado del otro.
No pude evitar que me saliese un gruñido y entre los comensales, unas risitas.
—Miarma, me refiero a como antes —corroboró mi abuela.
—Pronto, muy pronto —comuniqué mientras Fer me miraba.
Terminamos de cenar y entre todos recogimos, fregamos y colocamos. Estando en la cocina:
—Eso espero, que sea más pronto que tarde —insistió Alba. Cuando se acercó a mí, me susurró—. Nieta, a éste no lo dejes escapar que hay mucha zagala fresca suelta y sino, me llamas que le arreo un viaje a quien sea.
Me reí bajito y miré de reojo a los dos hombres de la casa. Con cuidado le conté la historia de Fer con esa tal Ingrid y cuando se acercaron hicimos como si nada.
—Ahora más que nunca voy a ir a por él —le susurré.
—Y yo ésta noche, te voy a ayudar.
Enarqué una ceja temiéndome algún plan de mi segunda madre.
—¿Qué harás?
—Dame una oportunidad y lo verás —seguía cuchicheando.
Fer y Fonsi nos miraron.
—¿Qué tanto cuchicheais, so Marujas? —preguntó mi abuelito.
—Cosas de mujeres —le respondió, aunque mi Abu quiso saber más.
Fer me miró y luego le echó un vistazo a nuestro reloj. El campanario del pueblo empezó a sonar anunciando que acababan de dar las once de la noche.
—Lei, deberíamos irnos ya. Mañana tienes que madrugar.
—Y tú tienes la presentación por la tarde —le recordé ilusionada contándoles a mis abuelos lo que sucedería al día siguiente.
—Ni hablar, tan tarde no os dejo que la vayáis y no acepto réplicas —empezó mi abuela a empujarnos hacía una habitación y nos hizo entrar.
—Pero abuela, aquí no tengo pijamas ya que me sirvan —hablé para que no se notase que intuía lo que quería hacer mi abuela.
—Ahora mismo arreglo yo eso —anunció triunfante mi abuelo cuándo dejó encima de la cama un camisón para mí y otro de él para Fernando,.
—¡Buenas noches! —nos desearon mis abuelos mientras encendían la luz del cuarto y nos daban con la puerta en las narices.
Cogí el mío y lo miré.
—Bueno... me lo esperaba peor —me reí.
—¿Peor? ¿Pero tú pretendes que me ponga este vestido? —señaló su pijama.
—Es de hombre, y es perita —me carcajee—. Anda, póntelo que vas a estar muy gracioso.
«¡Mis abuelos son lo mejor!».
—Y tanto, voy a parecer algo raro.
—Un escocés, solo te faltarían las medias y el cacharro ese.
—La gaita —me recordó y yo pensé un poco mal.
—Entonces eso no te hace falta, ya tienes —continué riéndome.
—Te vía da una mascá, que ya verás tú.
Riéndome y sin darme la vuelta me quité la ropa delante de él y me puse el camisón.
—Foh, ya estoy lista para los carnavales. Te toca —lo animé y él me miró con los ojos muy abiertos mientras yo colocaba en una cómoda mi ropa—. ¿Qué pasa? ¿Te da cosa cambiarte delante mía? No me asusto, ¿eh?
«De hecho, me encantaría». Pensé.
Fer se quedó en boxer y se puso el camisón de mi abuelo. Mientras él se observaba no muy convencido, ya llegó el punto que hasta se mofó de nuestras pintas.
—¿Me concedes un vals, princesa? —le hice una reverencia.
—¿Y usted a mí... o mis pintas no le agradan a mí principeso?
—Usted me agrada de todas las maneras —sonreí coqueta.
Fer me cogió de una mano y con la otra rodeó mi cintura. Durante un buen rato bailamos sin música pero cuando tuve oportunidad, salí a por mí móvil al salón y regresé. Luego quise inmortalizar el momento tan preciado capturando en fotos estos momentos juntos tan divertidos. Más tarde, Fer me cogió en brazos —como en los viejos tiempos— y me metió dentro de la cama. A continuación, él se sentó en un sillón y se puso cómodo cerrando los ojos.
—Eh —quise llamar su atención.
Fer abrió los ojos y me miró.
—¿Qué pasa?
—¿Qué se supone que haces? —le pregunté.
—¿Intentar dormir?
—¿Ahí? ¿Estás seguro? —hice pucheros.
—Claro, como que no me apetece dormir en el suelo.
—¿Y quién te dijo que durmieras en la alfombra? —intenté que pillase la indirecta.
—Pues nadie.
Le hice un gesto para que se tumbase a mí vera.
—¿Segura? No te quiero incomodar —él siempre tan cauteloso.
—Me incómoda más que estés ahí partiéndote la espalda y como no vengas, te enteras.
Se levantó sin hacer ruido y se tumbó a mi lado. Con solo su proximidad ya se me erizaba la piel.
—¿Contenta? —me miró.
—Más contenta estaré cuando haga esto —no le di oportunidad a nada, simplemente apagué la luz y me acurruqué en su pecho.
Fer nos tapó con la manta y empezó a acariciarme el cabello. Suspiró y yo incliné la cabeza para poder verlo.
—¿Qué sucede?
—Me vinieron recuerdos —hizo una pausa—, de nosotros.
—¿Y eso es malo?
Negó con la cabeza.
—Una parte de mí, necesitaba estar así y poder sentir la paz que no volví a sentir tras romper contigo.
—Pero, ¿eso es bueno, no? Aquí me tienes y si tu me dejaras, no volveríamos a dormir nunca más separados —le comuniqué seriamente y diciéndoselo de verdad.
—Muy bueno, pero no sé si lo que estoy sintiendo por dentro estará bien que lo haga —me respondió.
Aunque me picaba la curiosidad y por mí, estaríamos jugueteando un ratito. Quise saber más de lo que sentía.
—¿Qué tal si dejamos la mente en blanco, cerramos los ojos y nos relajamos? —divisé sus pupilas.
—De acuerdo, buenas noches —cerró los ojos, dejó caer su cabeza en mi dirección y yo me acomodé mejor sobre un ladito de él para apoyar nuestros semblantes.
Pegué mi frente a la suya, le di unos dulces besos por el moflete y el mentón para que se relajase y noté como nuestros corazones latían a la par. Acto seguido, cerré los ojos y me percaté que cada vez nuestros labios estaban más cerca. Sin esperarlo, noté su aliento cada vez más cerca y un cosquilleo me recorrió por completo. Fernando apresó sus labios con los míos y me dio un beso corto, pero significativo.
«Ay vihen, si quieres llevarme ya, ya puedo morir tranquila».
—Buenas noches —fue lo último que dije tras notar el contacto de su piel. Y aunque me moría de ganas por abalanzarme sobre él y besarlo. Quise darme mi lugar y poder darle la oportunidad de que él también se acercase.
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Hiciste brillar mis días y ahora me iluminas desde el cielo.
I miss you.
Te adoro.
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💞Numero de palabras según word 1349.
💞Na es nada
💞Alcancía es una hucha donde se guardan los ahorros.
💞Arrejuntarse es cuando las mujeres mayores lo dicen porque una pareja no se quiere casar.
💞Perita es cuando algo gusta o es bueno.
💞Te vía dar una mascá es un golpe.
💞Foh es una exclamación de apatía que expresa negatividad.
💞Ay vihen se utiliza cuando algo asombra o genera sorpresa.
💞So maruja se utiliza para decir que alguien es cotilla.
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