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💫Capítulo diecinueve: Una velada agradable. [FER]


Izan estaba friendo todo lo gocho que había encontrado por el congelador. Hizo un estilo de picnic de fritos. Además, yo le ayudé cortando un par de patatas naturales y friéndolas.

—La pedroche ya la tengo, lo único que me falta es ir a buscarla —seguí con mi labor y cuando ya tenía las patatas listas, las volqué sobre una fuente con una base de papel absorbente y le eché una pizca de sal.

—¿Y cuando piensas entrar a la acción? —hizo lo mismo con el resto de fritos. Le retiró el papel y lo llevó a la mesa, una vez que lo había colocado en una bandeja, de la terraza seguido de Canela. Las alitas y toda la carne en general, era su auténtica debilidad.

Cogí el plato de canela con su pienso y el de las patatas.

—Acosadora, aléjate de mis alones —bromeó con Canela—. Son míos. Tu a comer pienso perruno. Esas que parecen cagarrutas duras cuando se secan.

La reina de mi hogar le puso carita inocente y de pena. Incluso empezó a hacer ruiditos hasta que le ladró.

Mientras observaba la batalla alitil, me acerqué y puse sobre la mesa las patatas. Me senté en una silla y Canela se subió a la de al lado, me miró y empezó a llamar mi atención.

—Ya mi amor, no le hagas caso al pollino que para ti también hay.

—Ponle un cubierto y un plato ya que estás —se carcajeó.

—Cuando no hay nadie lo hago, pero la he educado tan bien que no mete los morritos en ningún plato.

—Illo, ya quisiera más de uno —sonrió y la acarició—. ¿Qué traigo de beber?

—Fite tu —cogí una alita, la partí en trocitos y se la mezclé entre las bolitas. Seguidamente, lo puse en el suelo y Canela se puso a comer moviendo el rabito—. Lo que sea.

—Voy a por las bebidas —Izan se dirigió a la cocina y trajo un par de cubalibres que había preparado con anterioridad y tenía en una jarra refrigerándose.

Al mismo tiempo que él lo traía, nada más que Canela terminó de comer le retiré el plato y lo llevé a la cocina, seguido le puse más agua fresca en el bol de la terraza y ésta disfrutó bebiendo muy alegre..

Una vez estábamos en la terraza mi amigo y yo nos sentamos.

—¿Cuándo has preparado eso, so gachón? —le pregunté refiriéndome a la jarra del mejunje.

—Mientras estabas jugando con Canela, aproveché para prepararlo.

—Me apetece pero que mucho —cogí la jarra y nos serví dos vasos hasta los topes.

—A mi también, y ahora... ¡al ataqueeeeeer! —imitó al gran Chiquito de la calzada.

—Qué aproveche —empecé a picotear mientras observaba de vez en cuando a la reinita.

—Bua, qué hambre me había entrado —miró a Canela—. Wow, no pide.

—Ya te lo dije que estaba bien educada —le recordé orgulloso.

—Lo puedo corroborar —asintió y siguió comiendo.

Canela alzó la cabecita y me miró sin pedir. Yo con cariño le acerqué otro cachito de alita cortado en trozos diminutos.

—Qué fina, dásela entera y que se la coma agusto.

—Los cojones, se puede atragantar. Yo se lo parto así y es mejor para ella, salvaje —repliqué.

Izan le acercó un calamar a su hociquillo y le giró la cara. Me mofé de él y premié con un beso a mi criatura.

—Joder, ha salido también delicada —anunció flipando.

—Delicada no, simplemente algunas cosas no les llama la atención.

—Ya la voy conociendo a la princesita, ¿le sirvo un filete de ternera a la plancha o prefiere un cachopo con patatas?

—Anda que no dices patochadas .Aunque ya que estás nos ofreces las dos, una para la hija y otra para el padre.

—Aprovechado eres —soltó una risilla.

Un buen rato después terminamos de comer. Cuando lavamos los platos y teníamos la cocina recogida, nos tumbamos en las hamacas de la terraza con un par de cubalibres más. Con la tontería, ya habían pasado más de las seis de la tarde.

—Volviendo a lo de antes, cuéntame qué piensas hacer con la petarda de Leire —bebió de su vaso—. ¿Cuándo pasarás a la acción y cuáles son tus planes? Si me necesitas solo tienes que pedírmelo. No te lo pienses dos veces, ¿eh?

Acomodé a la bebé encima mía y bebí de mi vaso.

—Mañana quiero ir a buscarla —estiré mi brazo para chocar el puño con él en señal de agradecimiento—. El sentimiento es recíproco.

—¿Tienes idea de dónde puede estar?

—No, y aunque le pregunte a quienes lo saben tampoco me lo van a decir así que lo mejor es que me las apañe yo solo —dije seguro de mí mismo.

—¿Por dónde vas a empezar? Porque si, ellos dudo que te digan nada si no lo han hecho ya.

—Por eso mismitico —otro trago más—. Voy a ir al lugar dónde cualquier persona huiría para alejarse del mundo.

—¿Y dónde es ese lugar?

—Conociéndola, me juego la mano que habrá ido con sus abuelos.

—¿Tú crees? ¿Pero sabes ir? Llámalos a ver si te dicen algo.

—Si, he ido con ella así que me sé el camino —negué con la cabeza—. Tampoco dirán nada, por eso creo que está allí. Es el único lugar de paz que tiene en este momento.

—Si quieres te acompaño —se ofreció—. Tiene mucha lógica lo que dices.

—Demasiada, por eso mañana temprano me encaminaré hasta allí. Lo único que me gustaría es que me hicieras un favorcito —dejé caer antes de lo previsto.

—Dime, compadre.

—Solo necesito que de vez en cuando te eches un voltio por aquí para ver a Canela. Le dejaré las camaritas Tappo para controlarla desde el móvil y el dispensador de agua y comida, pero sí puedes, contrólala tu también.

—Sin problema, además mañana trabajo desde casa. Así que perfectamente puedo venirme temprano aquí o me la acercas tú a mi casa y así ella está conmigo.

Se me iluminó la mirada.

—¿De verdad puedes hacer eso?

—Por supuesto, así que ya es lo que te venga bien.

—Pues si no te viene mal, vente aquí. Así está en su entorno y está agusto —comenté agradecido.

—Entonces, eso haré.

—Qué haría yo sin ti, eres el más grande de mis apoyos hermano —me sentía muy afortunado de tenerle.

—Y tú el mío. Los dos haríamos cualquier cosa por ayudarnos, lo sé de sobra.

Me levanté de la hamaca y me fui hacía él para abrazarle aunque estaba tumbado.

—Muchísimas gracias.

—Ahórrate las gracias y piensa un plan para convencer a la reina durmiente.

—Eso ya cuesta más pero, pero lo intento. Te digo que lo intento y con todas mis fuerzas.

—Cree en ti como la canción de Reik.

https://youtu.be/snFhcHHdzT0

—¡No lo dudes!

Al caer la noche decidimos no cenar por el hinflón de comer que nos habíamos pegado.

—Me piro ya, mañana te veo —dijo en el rellano del edificio.

—Hasta mañana hermano —me despedí con Canela dormida en mis brazos.

—Dúchate bien y no te olvides de echarte mucha colonia. No puedes presentarte allí oliendo a búfalo.

—Me voy a poner mis mejores galas, antes iré a por un ramito de flores y con la copia de lo escrito.

—Ahí, ahí a dejarla sin palabras. ¿A qué hora quieres salir?

—Cuando tu llegues, me voy yo.

—Estaré pronto aquí.

Nos despedimos desde la puerta y cuando él desapareció del edificio. Me fui a dormir con Canela.

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Quiero devolver el tiempo para poder verla.
Revivir lo que sentí, volver a conocerla.
Te prometo que esta vez no volveré a perderla.

https://youtu.be/_9X9dzwIczM

Te quiero.

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💞Patochás quiere decir tonterías.

💞Chiquito de la calzada es un humorista y actor español.

💞Número total de palabras 1243.

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