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Yofuke No Amore

El presente OS participa en el concurso #PartnerShipAwards creado por TheCrystalOfDreams y donde son jueces TheDreamyLadybug & CristalHeart28

Escrito por Ethan (yo) y Hassy (___WINGS-MYUNGJOON)

Sin más que decir por mi parte, disfruten la lectura

Sus ojos estaban fijos en el firmamento, esa noche la Luna brillaba con inclemencia ante los ojos de la japonesa, el aire helado chocaba contra su piel descubierta, enfriándola.

Dejó escapar un suspiró notando como su aliento se condensaba frente a ella. Esa noche el cielo estaba despejado.

Un maullido captó su atención, era un minino de hermoso pelaje negro; que se camuflaba con la oscuridad nocturna y unos brillantes ojos verdes. Sonrió con cierta melancolía, su blanca mano fue a la cabeza del felino, quién ronroneo gustoso ante el tacto.

Kagami volvió la vista al cielo. El cielo, la noche, el gato le recordaban a él. Ese chico de mirada y sonrisa felina, mismos que hacían a su corazón latir desbocado. El héroe parisino, Chat Noir.

Su relación inició con simple compañerismo cuando el rubio le pidió, o le concedió el honor de, convertirse en heroína para ayudarles a él y a Ladybug en una misión difícil. Después de aquella batalla, el héroe comenzó a frecuentarla y ella a buscarle.

Con el tiempo ese compañerismo se convirtió en amistad y esa amistad en tentación.

Tentación por poder probar aquellos bellos belfos durazno que captaban su atención cada vez que Chat Noir hablaba.

Tentación de querer abrazarla y consolarla cuando sufría, pero sentía que no estaba en derecho de hacerlo.

Tentación de querer sus cuerpos más cerca, sentir el calor del otro.

Tentaciones en las que cayeron una tarde mientras acampaban en el bosque Boulogne.

― Hey, Chat. ¿Sabes que es el Touch-é? ― Preguntó la pelinegra con picardía. Él la miró con curiosidad.

― No. ¿Qué es? ― Tsuguri sonrió ante la curiosidad reflejada en la mirada felina. Era su oportunidad para saciar su hambre y no la iba a desaprovechar.

― Es una nueva tendencia entre esgrimistas. ― Tomó su fiel florete rojo en sus manos, ― Se trata de un duelo, el primero en anotar tres victorias gana ― puso la hoja de su arma frente al rostro de ambos. ― ... El ganador puede obtener un beso ― acortó las distancias en sus rostros, solo la fina hoja del florete separaba sus caras. ― el perdedor lo acepta sin rechistar. ― Los labios de la chica besaron la fría hoja, dejando al héroe pasmado. ― ¿Te gustaría intentarlo?

Una sonrisa traviesa se formó en los labios contrarios, enloqueciéndola más.

― Claro. Te advierto que soy bueno en esgrima. ― Canturreó poniéndose de pie y ayudando a la japonesa a pararse.

― Dudo que seas mejor que yo. ― Dio un golpecito en la nariz enmascarada. ― Perderás ante mí.

Dicho y hecho. Kagami obtuvo las tres victorias sin esfuerzo alguno, ganándose el desconcierto del felino.

Ella rió ante la cara de shock total de Chat. Ignorando ese hecho, acorralo al héroe contra la pared hierba, haciendo obvia la diferencia de estaturas.

― Gané, ahora quiero mi premio. ― Susurró con una sonrisa coqueta que fue imitada por el héroe de la destrucción

Esa sonrisa la dislocó y el pequeño roce de sus labios contra los propios mató su cordura. Como si su vida dependiese de ello, en una mano acunó el rostro del rubio mientras que con la otra lo tomaba por la nuca; obligándolo a profundizar el beso.

Un jadeo de sorpresa fue suficiente para que la lengua nipona atacara a la francesa con avidez y hambre. No tardó en sentir las manos del héroe sobre sus caderas mientras ambos se deleitaban con el dulce sabor de sus bocas y el sentir de la tibieza de sus respiraciones.

Se sentía extasiada ante el sabor de aquellos labios que tanto había deseado probar. ¡Era mil veces mejor de lo que había imaginado!

Kagami llevó un dedo a sus labios ante el recuerdo, esa había sido la primera vez que se besaron. Hubieran llegado a más de no ser por el llamado de la heroína de la creación.

De ese beso siguieron mucho más y con ello sentimientos más complejos que los hacían sentir plenos.

Con el pasar de los meses el amor había nacido entre ambos y como un par de tontos enamorados se prometieron amor eterno.

Desgraciadamente se dieron cuenta que no existía tal amor.

La japonesa bufó furiosa al recordar su discusión de hace unas semanas con el felino:

El eco de la lluvia era el único sonido que gobernaba la habitación que compartían todas las noches.

Ella estaba furiosa y él parecía a punto de llorar, tuvo que ser fuerte para no correr y sostener aquel hermoso rostro entre sus manos. Estaba molesta y debía mantenerse así.

Vio como el hombre frente a ella sacudía su cabeza en un intento de ahuyentar las lágrimas.

― ¡¿Cómo puedes creer en las palabras de un montón de desconocidos antes que las mías?! ― Gritó con voz ligeramente quebrada, trató de acercarse pero ella se alejó. ― Son solo rumores...

Tenía razón, eran solo rumores callejeros en los que basaba su enojo, pero aquellos rumores que había escuchado tenían fundamentos y eso le dolía.

― Confío en esos rumores porque parecen ciertos. ― Habló ignorando el sentimiento que crecía en su pecho. ― Tú te enamoraste cuando la conociste, la amabas... ¿La sigues amando? ― Inquirió sintiendo su corazón hundirse mientras un sentimiento de incomodidad se extendía por todo su pecho.

― Tú lo has dicho: ― sintió su corazón detenerse por un segundo. ― La amaba. Yo ya no siento nada por Ladybug. Porque te conocí a ti y no pude pensar en nadie más. ― Sintió el cálido látex hacer contacto con su piel cuando él tomó sus manos entre la suyas. ― Yo te quiero a ti, tú eres lo que elijo, te necesito para sentirme completo. ― Sintió como aquellas garras acariciaban sus mejillas con suavidad. ― Te amo.

Sintió que se le iba el aliento ante esas dos simples palabras que para ellos significaba un mundo entero. Aquellas delicadas manos masculinas acunaron su rostro con delicadeza mientras acortaban la distancia entre sus rostros.

Miró esos labios color durazno, ansiaba poder probarlos otra vez, besarlos hasta dejarlos rojos e hinchados, probando que eran suyos, que le pertenecían. Con ese pensamiento cerró los ojos dispuesta a dejarse llevar, lo hubiera hecho de no ser por la escena que saltó en su cabeza.

― ¡Mientes! ― Se separó abrutapmente sintiendo sus ojos arder. ― ¡Yo los...! ¡Se esta-esta... Es...!― No pudo terminar aquella oración pues ya estaba descomponiéndose en llanto.

Chat Noir solo la vio con asombro, no entendía que estaba pasando con ella, porqué creía que era capaz de engañarla, pero no necesitaba entenderlo para saber que necesitaba abrazarla y decirle que la amaba mientras besaba sus suaves cabellos.

Los pasos del felino acercándose hicieron eco en sus oídos, miró por el rabillo del ojo como se acercaba con cautela. Fue fácil leer sus intenciones.

― No... Te acerques. ― Trató de sonar firme pero el reciente llanto, que aún no ha cesado por completo, se lo dificultaba.

― Pero...

― ¡Dije que no! ¡Aléjate! ― Bramó entre lágrimas, logrando que Chat retrocediera. ― No quiero verte, vete.

― Necesitamos resolver esto, Kagami, no podemos dejarlo así.

― ¡Ya vete! ¡No quiero verte! ¡Te odio! ― Gritó y un fuerte trueno hizo eco en la habitación.

El silencio gobernó, solo se escuchaban las gotas de lluvia al caer. Kagami fue incapaz de escuchar algo más que su propio corazón latir con fuerza. Ninguno dijo nada, ella sintió una paz momentánea que fue reemplazada por pesar cuando fue capaz de escuchar los pasos de su pareja alejarse.

¿Era correcto llamarlo “pareja” después de lo que acababa de pasar?

Inmediatamente su mente comenzó a trabajar correctamente, analizando todo mientras se preguntaba que había hecho mal.

“¡Te odio!”

Su propia voz iracunda resonó en sus oídos, dándose cuenta de la tontería que había hecho. Salió rápidamente al balcón solo para ser bañada con la torrencial lluvia, forzó su vista a través del agua solo para darse cuenta de que ya no había rastro del minino de la mala suerte.

Escondió su rostro entre sus manos por aquel amargo recuerdo, miró el cielo como comenzaba a nublarse.

Soltó un suspiro de tristeza; una noche como esa su amor comenzó a ahogarse, llenando sus sueños de lágrimas.

Cerró los ojos para poder visualizarlo. Sus ojos felinos de un bello esmeralda que bajo el mató estrellado parecía el firmamento mismo de color esmeralda, sus rubios cabellos que parecían estar hechos de finas hebras de oro puro de no ser por su increíble suavidad, su bella sonrisa de perfectos dientes blancos.

¡Oh, como amaba esa hermosa sonrisa! Esa sonrisa era capaz de cortarle el aliento y de pararle el corazón, y sobretodo cuando eran dirigidas o provocadas por ella, tal vez sonaba posesiva pero le encantaba ser dueña de los encantos de ese hermoso minino.

Las sonrisas de Chat Noir eran simplemente perfectas e inolvidables. Sus sonrisas eran imposibles de superar.

Él era imposible de superar.

― Te extraño, Kiti. ― Susurró viendo la ciudad en todo su esplendor nocturno.

― Yo también, Petite. ― Sintió como cubrían sus ojos mientras escuchaba la voz que la hacía estremecer. Se giró rápidamente para quedar frente a frente al dueño de esas manos. Esa hermosa sonrisa le robó el aliento una vez más. ― Siempre te extraño, Ma Petite.

No dudó en unir sus labios en un demandante beso que después se convirtió en uno puro, dulce y lleno de amor.

Cuando se separaron, no dudó en hablar. ― Lamento tanto lo que dije esa noche, yo realmente no siento eso... Te juro que lo primero que hice cuando razone fue pensar en ir a buscarte.

― Realmente espere que lo hicieras. ― Confesó con vergüenza antes de depositar un beso en la cabellera negra. ― Siempre esperaré por ti.

Ella sonrió, sintiendo su corazón latir de alegría. ― Yo también, siempre esperaré. Incluso me perdería por ti. ― Lo último provocó una risa en el rubio. ― Realmente lo s-

Un rápido roce la calló y él sonrió ante el leve sonrojo.

― Tranquila, fue solo un contratiempo, una cruel broma del destino, pero la superaremos ¿no es así? ― Ella desvió la mirada por segundo antes de mirarlo a los ojos.

― Tienes razón. Ahora, ¿Por qué no vamos a dentro? ― Preguntó entrelazando sus manos mientras veía aquellos orbes que tanto amaba.

Entraron al apartamento que pertenecía a ambos y comenzaron a bailar su canción.

Kagami comenzó a pensar. Él era un héroe y ella una simple civil, a pesar de que ella sabía quién se escondía tras el antifaz gatuno, nadie podía saber de relación furtiva. Solo ellos.

Eso generaba rabia en ella, había muchas mujeres que decían “amar” a su hombre y ella quería callarlas y gritarles que le pertenecía pero aquello era imposible. Tenía que tragarse sus celos.

― ¿Qué ocurre? ― Inquirió él acariciando su rostro.

― ¿Realmente crees que esto tenga futuro? Ya sabes... Lo nuestro. ― Ambos pares de ojos se encontraron en busca de respuestas que sus bocas no podían dar.

Chat Noir sabía más que nadie lo hermosa que era su pareja, ¡Maldición, realmente lo sabía! Para él era de esperarse que tuviera un gran número de pretendientes a creerla soltera, eso le había hecho hervir la sangre hace muchos ayeres pero ahora no. La razón era simple.

Aunque conozca a muchas personas, jamás me desharía de ti, de esto. ― Besó el anillo que los unía. ― Porque sin importar qué, tú siempre seguirás en mí. Eres perfecto para mí.

Sus ojos fueron a dar a la delicada mano de la fémina, donde brillaba orgulloso un anillo de oro blanco puro adornado con hermosos diamantes que simulaban ser una rosa de cristal. Miró esos hermosos ojos cafés que lo habían conquistado y asintió.

― Sí. No importa que pase nosotros estaremos juntos. Lo prometo. ― Selló la promesa besando el anillo en mano de la hermosa dama.

Ella asintió y ocultó su rostro entre el cuello y hombro de su minino, disfrutando el aroma de su perfume mientras seguían bailando su canción.

Su amor estaba condenado al fracaso, lo sabían, vaya que lo sabían pero les era imposible no desearse.

Se deseaban tanto que no verse les era doloroso.

Sus peleas eran solo una cruel broma del destino que ellos querían superar. Porque no importa que pasase les era inevitable volver a los brazos del otro cada noche.

Cada noche volvían a aquel apartamento donde sus corazones se entregaban entre sí después de haber vagado en las calles parisinas.

Algún día querían ser capaces de encontrarse y creer que podían hacer la genuina ley del amor.

Por ahora se conformarían con dormir abrazados esa noche y disfrutar su felicidad.

La melodía desoladora volvería a sonar obligándolos a bailarla y ellos volverían una noche más al corazón del otro.

Porque ese era el destino de sus noches y de su amor.

...
Palabras: 2084

Esperamos que les haya gustado.

Se despiden... Hassy & Ethan.

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