Parte 3
La oscuridad empezaba a desvanecer y la necesidad de abrir los ojos era esencial para María; sintió su cuerpo débil y ligero, también se sentía algo adolorida y desorientada. Empezó a escuchar algunos murmullos y voces desconocidas, poco a poco empezó a abrir sus ojos e intentó adaptarse a la luz del sol.
— Mi señora — murmuró la voz de una anciana — Que bueno que ha despertado.
— ¿Dónde... dónde... estoy? — dijo con dificultad — ¿Que pasó?..
— Mi señora; trate de permanecer tranquila, después se le explicará todo lo que desee saber. — aconsejó aquella anciana. — Juliana, ve a buscar a la reina Isabella y al rey Lorenzo. — indicó a su compañera.
— De inmediato — respondió la voz de la otra mujer. Después de eso se escucharon los pasos de la mujer y estos poco a poco iban desvaneciéndose hasta que se dejaron de escuchar, lo que indicaba que ya se había ido.
— Lorenzo... — murmuró María intentando ubicar su nombre en alguna parte. — ¿Quién es?..
— Mi señora, el nombre que ha mencionado es el nombre del rey. — informó — El es su futuro esposo, el rey Lorenzo Constantino I.
Fue entonces cuando la mente de María empezó a funcionar correctamente. Abrió sus ojos de golpe e intentó levantarse pero el dolor en su vientre se lo impidió.
— ¡Ay! — gritó con dolor mientras sostenía con su mano la zona que le provocaba el dolor.
La anciana la ayudó a recostarse mientras le explicaba la situación:
— Mi señora, aún no debe levantarse; ha pasado por un parto difícil y necesita reposo. — explicó la anciana — Por favor, trate de mantener la calma.
— ¿Dónde está mi hijo? — exigió Maria.
— Ella está perfectamente bien, es una bebé saludable y muy hermosa — dijo la anciana con felicidad.
— ¿Una qué? — exigió María con disgusto y negando lo que había escuchado.
— Felicidades mi señora, tuvo usted a una hermosa niña.
— No... no — negó María — Tiene que ser una broma.
— ¿Una broma? — preguntó la anciana con notable confusión. — No mi señora, nunca bromearía con algo así. Su bebé resultó ser una niña saludable, incluso se parece a usted. — volvió a decir aquella anciana con alegría.
María intentó objetar en contra de ello pero la puerta de la habitación se abrió de par en par dejando ver a Lorenzo.
— María — dijo el rey al verla — Nos alegra saber que está despierta.
— Mi rey... — murmuró ella con alegría — Oh mi señor, que paz siento al verle.
— Mmm — murmuró el rey — Es bueno saberlo. Trate de permanecer tranquilamente en esta habitación, sugerencias que dio el médico — indicó Lorenzo. — Él está en camino; mientras tanto no se esfuerce demasiado y permanezca en cama.
— Pero mi señor... yo... deseo ver a mi hijo... — mencionó María — Deseo verle...
— Enviaré por Isabella; debe estar con ella — comentó Lorenzo.
— Ya he enviado por ella, mi rey. — informó la anciana.
— Muy bien — felicitó Lorenzo a la anciana para luego dirigirse a María — Entonces debe permanecer en calma hasta que lleguen.
Lorenzo puso al tanto a María durante ese tiempo, le explicó la dificultad al momento del parto, también le explicó que permaneció inconsciente durante tres días. Pero Lorenzo no prestó atención a un detalle muy importante, y era al género del bebé. María tampoco preguntó más por su hijo, solo escuchó atentamente a Lorenzo. La joven peli negra estaba segura que su hijo era varón, se negaba a creer que era una niña.
Algunos pasos se escucharon por los pasillos, estos se iban acercando a la habitación. Eran por lo menos los pasos de cuatro personas. La primera en ingresar fue Juliana.
— Aquí está su majestad la reina Isabella — presentó la mujer.
La soberana sostuvo una sonrisa de felicidad al saber que María estaba despierta y que por fin aquella hermosa bebé podría conocer a su madre.
Isabella traía a la niña en brazos, la cual estaba envuelta en una manta blanca, que no dejaba ver el rostro de la niña con claridad, al menos no desde el ángulo que se encontraba María.
La peli negra forzó una sonrisa al ver a la reina con su bebé en brazos. Sentía celos al saber que fue Isabella quien había cargado a su bebé todo este tiempo y no ella como su madre.
— Reina — saludo hipócritamente.
— Que alegría verla despierta — comento Isabella, pero ella si lo decía con honestidad.
— Gracias mi reina — dijo con falsedad — ¿Puedo? — dijo extendiendo los brazos, pidiendo "amablemente" que le devolviera a su hijo.
— Por supuesto — respondió Isabella con alegría, pues este encuentro sería conmovedor de presenciar. El reencuentro de madre e hija.
Isabella se acercó a la cama y con sumo cuidado colocó a la bebé en los brazos de su madre.
— Oh — murmuró la peli negra con ternura — Pequeño de mamá — mencionó mientras sostenía a su "hijo" en brazos y lo arrullaba.
— Es lindo ver tal escena — dijo Isabella enternecida, de su ojo resbaló una lágrima de felicidad al verlas juntas. Tanta había sido su alegría que no se percató de las palabras que había utilizado María al referirse a su hija, no se dio cuenta que la llamo "pequeño" en lugar de pequeña. Pero Lorenzo si lo había hecho, cosa que había provocado su ceño fruncido al saber del desprecio.
— Gracias soberana — agradeció María — Por cuidar de él.
— ¿Él..? — empezó a decir Isabella con confusión pero fue interrumpida por Lorenzo:
— Es niña — declaró con fuerza — Es una linda niña.
— ¿Qué? — dijo entre dientes — No puede ser una...
— Pues lo es — volvió a declarar.
— No... — negó con fuerza — No puede ser niña...
— ¿Por qué no? — preguntó Isabella con confusión y tristeza — ¿Qué hay de malo con eso?
— ¡No puede ser una niña! — gritó, y eso hizo que la bebé despertara soltando un llanto fuerte.
— María... — dijo Isabella intentando razonar — Por favor, tenga calma, está asustando a su hija.
— ¡No es mi hija! — declaró soltando un mar de lágrimas, sus ojos estaban algo rojos y se veía muy mal, quizás estaba agotada, pero también histérica — ¡No la quiero! — dijo entre dientes.
— ¿Qué? — dijo Isabella impactada.
Lorenzo sentía su sangre hervir debido a las locuras que aquella mujer decía, pero guardo silencio por el bien de todos. Las dos ancianas también guardaron silencio viendo aquella escena con asombro y tristeza.
— ¡Debe ser un engaño! — gritó — ¡Tú debiste ser la culpable de esto! — señaló a Isabella con acusación.
— ¡¿Yo?! — preguntó Isabella con mayor asombro — ¿Pero de que habla María?
— Tú debiste cambiar a mi hijo por esta — dijo con desprecio — Esta niña no puede ser hija mía.
— Pero María... que locuras dice, ¿por qué yo haría algo así? — preguntó Isabella impactada — Yo no tengo culpa de que ella sea niña. Además no veo el problema, la bebé es hermosa, está sana y ha robado el corazón de todos — dijo Isabella con pesar al ver como la bebé estaba siendo rechazada por su propia madre.
— ¡Lo hizo con egoísmo!, ¡quiere el bienestar de su descendencia para quitar del camino a mis descendientes! — siguió acusando.
Mientras tanto, la bebé aún lloraba incapaz de poder calmarse, a la reina se le entristeció el corazón al ver llorar a la niña y que su madre no hiciera nada al respecto. Con mucho cuidado, la reina camino hasta María y extendió los brazos para que la madre le entregara a la niña. Mientras tanto, Isabella derramaba algunas lágrimas por su rostro, pero esta vez ya no eran de alegría.
— Por favor... — rogó la reina — Deme a la niña y trate de calmarse.
— ¡No voy a calmarme hasta que alguno entregue a mi verdadero hijo!
— María... debe estar confundida... usted no tuvo un varón — razonó la reina — Ella es hija suya, solo véala por favor — indicó Isabella.
— ¡No!
— La niña se parece a usted, tiene también los ojos del rey Lorenzo, porque es hija de ambos...
— ¡No es mi hija! — siguió gritando — ¡No la quiero! — dijo María muerta también en llanto.
— ¡Suficiente! — gritó Lorenzo, esto asustó a todos en la habitación, incluyendo a María. — ¡Déjese de estupideces! — le gritó el rey a aquella mujer — ¡Aceptó cualquier tontería menos una cómo está!
— Pero...
— ¡Nada, no diga nada, María! — ordenó el soberano — De hoy en adelante tiene prohibido buscar o acercarse a la niña.
— ¡Rey! — dijo Isabella en asombro — Es un poco extremo...
— No me contradiga usted tampoco Isabella — ordenó — Esta mujer es incapaz de amar a su hija, al menos eso veo yo. Si tanto la niega, entonces no la vuelva a buscar.
— Señor por favor, yo se que no es mía...
— Escúcheme bien, usted no volverá acercarse a mi hija — declaró Lorenzo — Tiene terminantemente prohibido volver a acercarse a la niña a menos que sea supervisada. ¡Entiende!
— Mi señor...
— Pregunte, ¿si entiende? — dijo aquel hombre con enojo. Los demás solo agacharon la cabeza incapaces de poder hacer algo.
— Si señor — dijo María en un susurro, seguía incluso sin importarle la niña, ella quería que ese hijo resultara varón, y no una mocosa.
— ¡Isabella! — llamó el rey, asustando a la reina.
— Mi rey... — murmuró la soberana con miedo, pues en estos meses de casados el hombre no había actuado de aquella manera, hasta ese día.
— Encárguese usted de mi hija. Estará bien en sus manos, no hay mujer en la que pueda confiar sino es usted — declaró — Sé que mi hija estará segura en las manos que la han cuidado hasta el día de hoy, ni siquiera la confío en manos de esta mujer — dijo refiriéndose a María.
— Entendido, mi rey — dijo Isabella. Mientras que María solo lloraba y se llenaba de ira en contra de Isabella. Pues la culpaba de todo — María, deme a la niña por favor — rogó Isabella.
— Llévatela lejos de mi — le dijo con desprecio mientras entregaba a la niña.
La reina solo soltó algunas lágrimas mientras intentaba arrullar a la bebé. Salió de la habitación dejando a Lorenzo, a las ancianas y a Angelina junto a María.
— ¿Qué sucedió? — exigió Lorenzo una vez que Isabella salió de la habitación — ¿Por qué el desprecio?
— Yo quería un varón... — murmuró María valientemente — Quería darle un heredero...
— ¿Y por eso trató así a mi hija? — preguntó haciendo énfasis en "mi hija" — Esa niña, María, también es mi hija y es mi sangre, no voy a permitir que nadie, ni siquiera usted como madre, la trate de esa manera — declaró — Yo jamás le pedí a usted un heredero, ni a Isabella incluso, a ninguna de ustedes les exigí un varón — explicó con enojo — Dichosas ustedes que jamás las obligue a tener un niño, no esta en mi despreciar o denigrar a alguna de ustedes debido a eso. No soy como otros reyes, ¿y viene usted con gran "potestad" para tratar a mi descendiente de esa manera?, ¿quién se cree usted que es?
— Lo siento... — dijo entre lágrimas. — Pero no la quiero...
— Esto no lo perdonaré fácilmente — le dijo entre dientes — No le esta permitido acercarse a ella a menos que yo o algunos de mis guardias estén presentes. Olvídese de ella, olvídese de ser mi esposa.
— ¡¿Qué?! — gritó con enojo — ¡No puede hacer eso!
— Si no es capaz de amar a su propia hija, ¿cómo sé que será buena esposa y líder de un pueblo?
— Lorenzo...
— Agradezca que no he hecho nada más drástico.
Por supuesto que Lorenzo debía casarse con ella, ya había presentado la petición ante los ancianos de la corte, pero quizás eso la haría reaccionar. También se le permitiría acercarse a la niña, pero quería castigarla primero por las barbaridades que había dicho en contra de su propia hija.
Lorenzo salió de la habitación dejando a una desolada María, quien lloraba trágicamente.
El rey buscó a Isabella y cuando la encontró se acercó a ella. Vio que su esposa aún soltaba lagrimas silenciosa mientras arrullaba a la bebé.
— No puedo creerlo — hablo Isabella en cuanto lo vio llegar — Ella no la quiere...
— Lo hace — respondió Lorenzo.
— ¿Entonces por qué dijo e hizo todo eso?
— Porque pensó que yo deseaba a un varón — respondió Lorenzo — Pensó que eso la denigraría ante la sociedad por no darme un hijo como era debido, según ella.
— Comprendo, pero eso es algo absurdo. ¿Usted le exigió tal cosa? — preguntó Isabella con preocupación.
— Por supuesto que no. Ni a usted, para mi no importa si nacen niñas o niños, son mi sangre, como no amarles — dijo mientras miraba a su hija con una suave sonrisa. Extendió sus brazos hacia Isabella para que se la diera. Cuando la tuvo en sus brazos, besó su frente, y la niña sonrió con ternura mientras llevaba una manito a su boquita como una reacción.
— Es tierno verle junto a su hija, ella necesitará más de usted, mi soberano, debido al rechazo de su madre.
— No creo que dure mucho tiempo — comentó Lorenzo — Solo lo dije para castigarla, espero que ella misma busque a su hija más adelante y a su debido tiempo. No las separaré si ella llega a buscarla.
— Comprendo — dijo Isabella. — Siempre y cuando sea de verdad; no quiero entregar a la niña solo porque ella lo diga; quiero ver con sus acciones que sea cierto.
— Estoy seguro que la ama incluso ahora — dijo Lorenzo. — Solo debe estar confundida; estuvo dormida sin poder despertar durante tres días, quizás soñó que dio a luz a un varón. — excusó Lorenzo — Por eso niega tanto a ver dado a luz a la pequeña.
Isabella solo guardo silencio, también pensaba en eso y quizás Lorenzo tenía razón.
— Debo regresar, quisiera escuchar al médico sobre la salud de María, por favor, cuide de mi hija — pidió amablemente Lorenzo mientras entregaba a su primogénita.
— Sabe que lo haré, mi rey. — dijo Isabella un poco más animada.
Y así, Isabella se quedó junto a la niña mientras la arrullaba, después de un tiempo Angelina llegó hasta Isabella.
— Mi soberana — dijo Angelina reverenciando a la reina. — Olvidó esto — la dama de compañía extendió la cuna improvisada hasta la reina.
— Oh, siento mucho haberle dejado en aquella habitación, Angelina, solo quería salir con la bebé de aquel lugar — mencionó Isabella con tristeza.
— No tiene que disculparse conmigo, mi reina. Entiendo perfectamente — dijo amablemente — Aún no puedo creer lo que dijo la señora María, se niega rotundamente a aceptarla — comentó.
— ¿Continúa negándola?
— Aún lo hace — afirmó Angelina — Siguió gritando a todos que usted era culpable y una estafadora por arrebatar a su hijo, también gritó que no quería tener nada que ver con la pequeña. — comentó — Incluso después de la amenaza del rey, no tiene límites.
— No puedo creerlo. — murmuró Isabella.
— ¿La reina que hará?
— Cuidare de la pequeña, tal y como el rey lo pidió. No importa si al final tendré que criarla como mía, haré todo lo necesario por la pequeña — dijo decidida.
— Yo estaré a su lado, mi reina. La ayudaré con ella una vez que nazca su bebé, serviré fielmente a ambas — dijo Angelina.
Isabella agradeció a Angelina profundamente por la ayuda que ella le brindaba.
— Ya que la niña no será criada por su madre más si por la reina, ¿cómo la nombrará, mi soberana?
— Aún no lo sé, no había pensado en eso, ya que nunca imaginé que algo así pasaría.
Isabella y Angelina se quedaron junto a la niña durante el resto de la tarde.
La reina deseaba darle a la niña lo que ella no pudo tener de pequeña ya que perdió a su madre y, se prometió ser la mejor madre del mundo y permanecer junto a sus hijos siempre que pudiera, sean estos hijos biológicos o no. Una madre es una madre sin importar nada, y le daría a esa niña el mismo calor maternal que a sus propios hijos.
Lorenzo llegó después de un tiempo, el médico le explicó que María podía tener algo llamado depresión pos parto, también podía estar en shock y que su cerebro aún no asimilaba bien lo sucedido. Tenían que dale tiempo y cuidar de ella hasta que se calmara y superara esa etapa.
— Aún así, mi reina, deseo que permanezca junto a la niña — le mencionó Lorenzo después de explicar todo — Aún no confío en el juicio de María.
— Esta bien, mi rey. — respondió amablemente — Soberano... quería pedir un favor, ¿puedo nombrar a la bebé? — preguntó dulcemente.
Lorenzo no lo pensó mucho y sonrió al saber lo comprometida que se encontraba Isabella para cuidar de la pequeña.
— Por supuesto — accedió él — ¿Qué nombre tiene en mente?
— Donum — pronunció suavemente, la niña río seguido a eso. — Su nombre será Donum.
— ¿Donum? — preguntó Lorenzo extrañado.
— Si, ya que fue un regalo de vida — mencionó Isabella mientras besaba suavemente la frente de la pequeña.
— Donum... me gusta — mencionó Lorenzo alegremente.
FINAL DEL CAPÍTULO
Annetta_Lux
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