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Parte 2

Los días pasaron en Luminis Imperium, y así como los días también los meses, nada estaba resuelto aún con respecto a los actos injustos por parte de la "realeza". La corte estaba dividida, mientras que unos eximían a Lorenzo de los cargos, otros se rehusaban a cederle el puesto de rey otra vez. Algunos habían perdido toda confianza en el rey Lorenzo, pues no había gobernado de la manera en que todos esperaban. Y con respecto a Isabella, su cargo se debía también al mal manejo de la situación en el hogar, de ella también se esperaba mucho, y decepcionó a la mayoría al no cumplir con ello.

El cuarto día de la semana, los consejeros y el rey Leonidas se reunieron en la sala del trono, Leonidas había perdido hasta la cuenta de las veces en que se habían reunido en aquel lugar, por no decir lo exagerado de la situación.

— Con respecto a mi cuñada; la ex reina de Luminis, ¿cuál es el veredicto?

El rey de Regnum Aureum solicitó a la corte llevar el caso de Isabella, su cuñada, y de Esmeralda y Magnus, sus sobrinos, como primer punto. Pues eran los casos un poco menos complejos. Además después de tanto luchar con la corte por la libertad de su hermano, y al ser esta negada, el tiempo de discusión se alargaba de más, dejando que el tiempo de los niños en el calabozo se prolongara más de lo debido.

— El caso de la reina aún está en discusión, sin embargo, hemos decidido dejar a los hijos del imperio en libertad — informó Pedro.

Leonidas se alegraba de que el anciano haya logrado recuperarse de su accidente, era uno de los ancianos más influyentes entre tanto de ellos, por lo tanto, habría más razón lógica y pasividad al momento de llevar los casos en la corte.

— Pero no se preocupe, mi soberano, encontrare la manera de eximir a su hermano y la reina de todo, solo espero ser convincente frente a mis compañeros.

— Agradezco su ayuda, anciano Pedro. No se encuentran hombres leales así en estos días.

— No sea tan duro con Humberto, mi señor, el hombre es leal al rey, pero también es leal al pueblo. Humberto solo intentó sacar a los súbditos de esta lamentable situación en el que la reina María los había metido, puedo asegurar que la intención de los ancianos... y la mía, no eran perjudicar al rey, solo queríamos a la reina María fuera del trono.

— Comprendo — respondió — Sin embargo, también juzgarían a mi hermano como un criminal, como un enemigo de la nación. Pondrían a un hombre de sangre sucia en el trono, alguien que fue elegido por la misma corte. Todo eso fue dirigido por el anciano Humberto, cómo creen si quiera posible que voy a quedarme tranquilo sabiendo que comparan a un noble de sangre azul con alguien como él, es casi un insulto para mi padre, para mi... y para Lorenzo.

— Lo siento mucho, su alteza. Creo que no se pensaron bien las cosas; solo actuamos por aquello que creímos correcto en el momento — le dijo al rey. Pedro hizo una reverencia, una inclinación hacia el rey mientras agachaba también su cabeza en señal de sumisión, pues todo había salido mal con el plan.

— Como sea — respondió Leonidas con desdén — Ya no es necesario hablar sobre ese hombre. Las cosas se aclararon y bajo ninguna circunstancia se pondrá a Dionisio como rey de Luminis.

— Así es, mi señor.

— Ahora, respecto a mis sobrinos, ¿cuando podré reclamar su libertad?

— Respecto a la princesa Donum, creo que no es tiempo aún, será juzgada en el momento que se juzgue también a su madre y al rey Lorenzo.

— Donum no me interesa, al menos no ahora, pero me interesan la princesa Esmeralda y sobre todo el futuro rey de Luminis, Magnus, el futuro del reino está en manos de ellos dos, de los hijos de Isabella y Lorenzo, son los herederos de todo, Donum puede esperar.

— Está en lo correcto, mi rey. — asintió Pedro — Entonces, para aclarar, la princesa heredera y el futuro rey de la nación podrán salir de esas celdas y regresar a su hogar, el palacio, posiblemente esta noche o al salir el sol mañana. Todo depende de las órdenes de los ancianos, aún falta llegar a la sala del trono para aclarar definitivamente este asunto.

— De acuerdo. Gracias por informarme, Pedro, estaré siempre atento a todo. Les aseguro que no dejaré a Luminis a la deriva, haré lo posible por protegerlos, ya que protegiendo a mis sobrinos les aseguro a ustedes un futuro prometedor.

— Así es, soberano. Gracias a usted por tomar en cuenta esta nación como si fuese la propia.

Leonidas soltó un suspiro cansino, llevaba demasiado tiempo sin dormir correctamente, debido a que habían muchos puntos que aclarar. Pero parecía que en lugar de avanzar solo retrocedían. Al menos la libertad de sus sobrinos era un peso menos para el.

— Bien, nos veremos esta tarde, consejero.

— De acuerdo, mi soberano. Pase usted un lindo día.

— Igualmente, Pedro.

Así se despidió del consejero y se adentró al castillo, esa mañana se dispuso solo a descansar antes de ir a abogar por defensa de los suyos. Sabía que estos problemas no le correspondían, pero de todas formas él había sido culpable de alguna manera por el embrollo en que su hermano se había metido.

— Entonces, ¿cuando podré sacar a mis sobrinos del calabozo? — dijo de manera directa y sin darle vueltas al asunto.

— Está misma noche, soberano — respondió Humberto.

— Solo deseamos aprovechar el resto de la tarde para conseguir un veredicto final con respecto a la antigua reina, Isabella. — habló también Pedro.

— De acuerdo, pero que sea rápido, esto de que mis sobrinos sigan allá en esa pocilga no me agrada en lo absoluto. Solo están logrando que sean humillados ante todos.

Humberto asintió en comprensión al igual que Pedro, así siguieron tocando el tema hasta que se desataron nuevos problemas.

— ¿¡Esclava!? — dijo Humberto indignado — ¿¡La hija del rey Magnus IV!?, ¿Fue una esclava?

— ¿Cómo es que se atrevió la reina María a hacernos algo como eso?, aparte que intentó acabar con ella y con las princesas, también la convirtió en esclava, esto es indignante. Es una humillación, no solo a la reina, también al imperio — exclamó otro anciano.

— Suma eso a los delitos cometidos — le dijo Pedro a Humberto.

— Claro, no dejaré que nada se nos pase por alto. — respondió mientras tomaba la tinta y continuaba apuntando cada detalle sin dejar ni un solo punto sin tocar.

— Tal y como pueden oírlo. La reina fue esclava de un matrimonio al noreste del Imperio, casi cerca de los terrenos de Terra Gloriae — asintió Leonidas.

— Esas personas también merecen ser condenadas por tales humillaciones.

— No, de hecho... ellos no sabían sobre Isabella, la compraron como una esclava más, jamás se imaginaron que se trataba de una reina — defendió Leonidas — Yo puedo abogar por ellos, y los tomo como inocentes. 

— Si usted lo dice, soberano, entonces no meteremos a esa gente en estos asuntos. Seguiremos solo juzgando a los involucrados, que en este caso son María, Lorenzo, e Isabella.

— Con respecto a Isabella, ¿qué han decidido?

— Por ahora solo tomaremos los casos de los menores, mi señor — respondió también Pedro — Nos interesa salvar a quienes serán los futuros gobernadores del reino.

— Además, la reina Isabella tiene puntos a favor y en contra, tiene características de una verdadera reina, pero se ha dejado dominar por alguien insignificante, demostrando que quizás no es tan apta para dirigir el reino como nosotros pensábamos.

Leonidas decidió que por ahora, la libertad de los príncipes era suficiente.

— Está bien, tomaré la libertad de mis sobrinos. Hablaremos de la hija del rey Magnus IV en otro momento. — dijo haciendo énfasis en los nombres de la princesa y el difunto rey.

Algunos de los consejeros hicieron una mueca al escucharlo hablar del rey Magnus IV, pues indirectamente les estaba recordando el rey que antes les gobernó, quien gobernó con sabiduría y valentía este reino y a quienes ellos le debían lealtad, y al no estar presente físicamente, lo estaba a través de Isabella como hija que era, sangre real debido a la sangre azul de Magnus IV. Debían abogar por ella también de manera justa. Pensar en el bienestar de Isabella como favor al difunto rey.

Es anoche como se había prometido; Pedro se adentró a las mazamorras del palacio siendo seguido por el rey de Regnum, llegó hasta las celdas de los dos menores dejando a Leonidas atrás para que liberase a sus sobrinos, pero él, él se dirigió hasta donde se encontraba la persona a la que deseaba ver.

— Reina... reina Isabella — dijo en voz poco audible.

— Consejero...

— Reina, soberana, no sabe cuánto deseaba verla otra vez. — se sinceró. Algo que a Isabella le sorprendió.

— ¿De verdad, consejero?

— Si... por aquí la hemos extraño demasiado. Cada uno de nosotros. — dijo con voz pasiva — Lamentó todo lo que ha ocurrido, lamentó también que ahora se encuentre tras estas rejas.

— No es culpa suya... fue mía. Cometí muchos errores, consejero, errores que no debí. Ustedes fueron muy buenos maestros, yo fui la culpable...

— No mi reina. No tiene culpa, al menos no por completo.

— Pero los demás así lo piensan, y hasta yo misma me recrimino por eso.

— No debería, no es culpable por las malas decisiones de los demás, este caso no es en contra suya, se lo puedo asegurar. Sin embargo, delante de la corte... ellos son... bueno, son personas difíciles. Pero estoy tratando de librarla, sé con seguridad que ellos caerán en razón. — hizo una pausa para luego continuar — El rey Leonidas está abogando a favor de usted, mi reina, también de sus sobrinos y hermano.

— ¿De verdad? — preguntó esperanzada — ¿Cree que lo logre?

Pedro sonrió un poco, tan solo un poco, pero Isabella lo notó, los ancianos no eran muy expresivos; pero sabía que en el fondo eran buenas personas, sobre todo por su actuar. En principal Pedro.

— Lo hará. Así como ha logrado eximir a la princesa y al futuro rey.

— ¡Oh, pero que excelentes noticias! — exclamó Isabella con alegría — Gracias al cielo, gracias.

— En este momento está liberándolos de esas celdas, para tranquilidad de la reina...

— Pero yo ahora no soy reina, consejero...

— Para mí siempre será la reina. Reina Isabella Muñoz III — habló con firmeza — No se olvide, su majestad, no se olvide quien es usted.

Isabella sonrió con agradecimiento. El hecho de que aquel anciano le brindara su apoyo significaba mucho para ella.

— Pedro, ha dicho que Leonidas logró liberar a mis hijos... — Pedro asintió — Que pasa con Donum, ¿ha logrado liberarla también?

Pedro agachó su cabeza y meneo levemente con negatividad.

— No, aún continúa su caso.

— ¿Qué?, ¿por qué? — preguntó con el corazón en la mano — ¿Qué tiene que ver Donum con todo esto? Ella es una princesa, es hija del reino, ¿por qué aún no la liberan también junto con mis hijos?

— Algunas personas piensan que Donum será igual a su madre cuando llegue a la mayoría de edad. Piensan que puede perjudicar al futuro rey y a la princesa Esmeralda con el pasar del tiempo.

— ¡Pero eso no es verdad! — exclamó con frustración — Que María se haya comportado de ese modo no significa que Donum también vaya a hacerlo. Yo he criado estos años a la pequeña, nunca vi en ella algún mal comportamiento...

— Lo sé. Mi reina, yo también pienso que es una tontería, la pequeña mientras vivió aquí en palacio no se comportó de mala manera, siempre fue tranquila, respetuosa, e incluso era una pequeña silenciosa, casi nunca la escuche hablar — afirmó Pedro — No era problemática, soy de los que cree que un hijo no tiene que ser igual a sus padres, posiblemente Donum sea diferente a María.

— Lo es — declaró firmemente Isabella — Por favor, Donum es como mi hija... por favor consejero, hagan algo por ella también. No la sancionen por culpa de su madre biológica, ¿qué culpa tiene ella?

A ese punto, Isabella soltó un mar de lagrimas.

— Haré todo lo que esté a mi alcance — prometió — Así como se logró liberar a los herederos del reino, creo que podemos hacer algo por la princesa Donum también. Pero, los del consejo querrán liberar primeramente a los de sangre azul, a los principales, a los importantes... es así como los llaman — dijo Pedro — Empezaron primero por la princesa Esmeralda y el príncipe Magnus V, posteriormente, creo que querrán tocar su caso.

Isabella sabia que estaban dejando a los "sangre sucia", como les decían a los hijos de sangre azul con una mezcla de sangre del pueblo. También dejarían al traidor, en el caso de Lorenzo, para el final. Las peores sentencias. Y eso la asusto.

— Haré lo que pueda — prometió por segunda vez el consejero — Después de liberarla a usted, mi reina, continuarán con la princesa Donum, posteriormente con el rey Lorenzo, dejando a la reina María para el final. Es ahí donde intentaré defender a la princesa, haré todo a mi poder para librarla.

— Por favor — rogó — Yo estaré agradecida por eso, eternamente.

Pedro asintió. Después escucho tres pares de pasos dirigirse a él. En la esquina, se encontraban Leonidas y los herederos, ya listos para salir de ahí.

— Ya es hora... ellos son libres — dijo Pedro a Isabella — Llevaremos y cuidaremos de ellos, mi soberana.

— Gracias... — dijo con voz suave y agradecida por todo los esfuerzos que estaban haciendo él y su cuñado.

Así salieron Leonidas, Pedro y los niños de aquellas mazamorras. Leonidas los condujo de regreso a lo que era el hogar de los futuros gobernantes.

— ¡Escúchenme bien todos ustedes! — exclamó, llamando la atención de todos en palacio — ¡Aquí están los herederos del trono! — presentó — Al príncipe Magnus V lo conocen bien, sin embargo, no quiero que nadie en este palacio lo vea con menosprecio solo por lo que ha pasado en estos últimos días, sigue siendo el futuro rey de Luminis, y ustedes deben respeto, lealtad y sometimiento a él.

Todos guardaron silencio para que el rey continuara.

— Y a mi derecha, se encuentra la hija de su reina, ella es la princesa Esmeralda Constantino Muñoz, nieta del gran Magnus IV, también deben obediencia, respeto, lealtad y sometimiento a ella. Que no quede duda, que matare a aquel que intente negarse y faltarle al respeto a su princesa. Espero estemos claros en esto, ¿no es así?

Todos asintieron y se escuchó un "como ordene el rey" por toda la sala.

— Ahora, las damas, deben preparar un baño para su princesa y para su príncipe, preparadles también una habitación a cada uno. — les ordenó — Ellos necesitan descansar y recibir las atenciones adecuadas para ellos, cuidado con cometer algún error — amenazó.

Las damas se dispersaron por todo palacio para cumplir con sus obligaciones. Mientras que Leonidas se quedó ahí con los adolescentes.

— Gracias... — dijo Magnus, quien fue el primero en hablar — Gracias por lo que ha hecho... por librarnos de ese lugar.

Leonidas asintió levemente ante eso. Era obvio que ninguno de los dos adolescentes frente a él tendría la confianza suficiente para mantener una conversación mas... familiar. Debía darles más tiempo.

— No hay porque agradecer. Era simplemente lo correcto — respondió con un tono más calmo — Espero que ambos logren adaptarse otra vez a la vida de un noble, ninguno de ustedes merecía ser tratado de esa forma, pero a veces las cosas no salen como deberían.

Magnus suspiro y asintió a eso. De los dos, era el que más probabilidades tenía de volver a adaptarse a la vida de un noble, después de todo no ha pasado mucho tiempo desde que estuvo aquí.

— Gracias, otra vez, por todo. Ahora he de retirarme, necesito un baño urgentemente, esta sensación me ha incomodado por bastante tiempo, ahora mismo lo que anhelo son ropas limpias y una cama suave donde dormir en paz.

Y así, Magnus se retiró del lugar y se dirigió hacia su habitación, dejando a Leonidas con Esmeralda, quien se encontraba tímidamente detrás de él.

— Gra- gracias... rey Leonidas, por su ayuda — dijo algo tímida.

Leonidas le sonrió un poco para transmitirle más confianza.

— Sé que ni siquiera se acuerda de mí, más allá de saber que soy el hermano mayor de su padre. Lamento no haber estado más presente en la vida de su hermano y la suya, pero nunca es tarde para remediar errores, y mientras viva me encargaré de ayudarles yo mismo a manejar cada detalle del reino.

Esto le dio más confianza a la princesa, se sintió más aliviada, pues muy poco recordaba a las personas de este lugar, y tener a alguien con quien hablar sería de mucha ayuda para lograr adaptarse otra vez.

FINAL DEL CAPÍTULO
Annetta_Lux

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