Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

El fin.

Leonidas regresó al palacio esa misma mañana; buscó a su sobrino, se sentó con él y le narró los hechos, pues ahora todo el futuro de Luminis estaba en sus manos, tenía que advertirle sobre lo que venía y sobre lo que debía estar preparado.

— ¿Entiende lo que he dicho, Magnus? — preguntó para corroborar.

El joven no tenia un buen semblante, se le notaba el temor y la duda con respecto a la decisión tomada por los consejeros y la corte.

— No creo poder hacerlo.

— ¿Cómo no? Si es usted un joven brillante, astuto y valiente. Sé con seguridad que lo hará muy bien.

— Yo no lo creo así... no quiero ser rey... aún no — negó — ¿Qué pasará con mis hermanas y mis padres?

— ¿Es eso lo que le preocupa al futuro rey? — preguntó aún ya sabiendo la respuesta — Donum será inferior a todos nosotros, aunque depende de usted el trato que se le dé, se ha tomado la decisión de que el futuro rey vea por ella, excepto quitar la sentencia de la corte. Donum es una noble, pero ya no es parte de la familia real. — explicó.

— No comprendo porqué, mi hermana no ha hecho nada malo. — dijo como si fuese obvio — La han rebajado a un nivel inferior, ella ni siquiera sabía lo que aquí estaba pasando...

— Magnus, ese fue el veredicto final, nosotros no podemos hacer nada para cambiarlo. Ahora depende de usted. ¿El rey de Luminis dejará que ella viva entre la familia real?

— Por supuesto. Ella vivirá con nosotros, no soy cruel, no la dejaría a la deriva.

— Estupendo entonces. Tiene buen corazón, digno de un soberano — le alago Leonidas. Aunque la palabra "soberano" hizo estremecer un poco al joven Magnus. Ya no deseaba saber nada de la corona.

— ¿Y Esmeralda..? — preguntó con temor.

Magnus sabía que Esmeralda tenía miedo de ser entregada al mejor candidato, costumbres que normalmente se llevan a cabo en todos los lugares al rededor del mundo.

— Mi sobrina tiene muchas más opciones, bueno, a comparación de Donum — rectificó — Puede vivir en palacio y ser tomada como la princesa que es, ella es parte de la familia real y la segunda opción para el trono en caso de que usted falte... que en realidad espero que no sea así, deseo una larga vida para usted, sobrino. Pero... bueno, esa es una opción para ella — explicó. — En casos así ella tendrá que casarse, es un destino y un privilegio para las mujeres hoy en día. Si usted llega a faltar, Esmeralda tendrá que seguir los pasos de su madre y casarse con un buen hombre, uno que llegue a gobernar Luminis Imperium junto a ella. Y esta el caso que si no sucede en Luminis, podrá casarse con un rey de otra nación y ser reina allá o bien puede casarse con un noble o alguien de bajo estatus y renunciar a su herencia. — dijo encogiéndose de hombros — O quedar soltera y disfrutar la vida de esa manera, aunque eso implica no ser reina o tener si quiera la posibilidad de gobernar. Ella puede elegir cualquiera de esas opciones, cualquiera con la que se sienta más cómoda.

— "¡Vaya opciones!" — dijo irónicamente el joven en su mente.

— Se me olvidaba algo muy importante. Donum podrá dejar de ser simplemente una noble, si llega a casarse con un rey, aunque, claro, que no sea de aquí en Luminis — explicó Leonidas — Caminos similares entre ella y Esmeralda, pero más limitados claro está, ya que para Donum, la única manera de conseguir un estatus más alto es abandonar Luminis y conseguir que alguien la despose en otro lugar, si es que algún rey o futuro heredero desea hacerlo.

— Está bien... veré todo eso llegado el momento...

— Entonces; ¿Lo hará?

— Aún no responde mi ultima pregunta, soberano. ¿Qué pasará con mis padres si yo subo al trono? — preguntó con mucho temor — Si ellos llegan a morir, entonces no cuenten conmigo. No voy a aprovecharme de la muerte de mi padre para ganar un ascenso.

— No lo hará, no fue necesario condenarlos a muerte, los han dejado en libertad — explicó — Pero tienen que renunciar a la corona. — agregó — Magnus, si usted no toma el lugar de su padre entonces buscarán a alguien más y esto solo perjudicará de gran manera a los futuros descendientes y deshonrará a los ancestros. Tanto a mi padre como al padre de la reina Isabella.

— Está en mi sangre... — murmuró mientras miraba para otro lado, incapaz de seguir conversando sobre aquel hecho.

— Exactamente. Esta en su sangre.

— Si me aseguran que mis padres seguirán aquí conmigo... entonces lo haré. — dijo el joven — Pero primero, quiero verlos, verlos aquí en palacio junto a mi. Hasta entonces firmaré el acuerdo.

— ¿Es un trato entonces? — sonrió Leonidas.

El joven asintió y levantó su mano derecha, la extendió hacia Leonidas y este la tomó.

— Es un acuerdo — dijeron ambos al mismo tiempo, sellando un acuerdo de paz.

— Antes del anochecer los quiero aquí en palacio. Posterior a eso pueden ir preparando todo para la ceremonia.

— Perfecto. Que sea así entonces. — le respondió Leonidas.

Después de haber dejado las cosas en claro, los dos conversaron de cosas más triviales, olvidando por un momento lo del contrato y la renuncia de los antiguos reyes. Así que Magnus y su tío se vieron pasando una tarde más tranquila y relajada mientras tomaban un suave vino en el balcón de la biblioteca.

— Partiré mañana al atardecer — soltó Leonidas — He estado mucho tiempo lejos de casa, eso representa un peligro para mi nación.

— Pero, ¿quien querría meterse con su reino? — preguntó Magnus. No quería que su tío se fuera de Luminis Imperium — Nadie se atrevería, y si lo hacen son unos tontos sin cerebro.

— ¡Oh, créame! Un rey siempre tiene que ser precavido, esos tontos, como usted les llama, a veces pueden sorprendernos, con el tiempo pueden volverse más astutos y audaces, nunca se sabe. Por eso siempre es mejor prevenir que lamentar. — dijo Leonidas tranquilamente.

El mayor tenía los ojos cerrados y con los brazos tras su cabeza mientras se recostaba en su silla, una que estaba medio inclinada. El rey inhaló y exhaló tranquilamente, disfrutando de aquella paz que por fin podía sentir, disfrutando también de aquel sol que se empezaba a ocultar, los suaves rayos de luz iluminaban su rostro y una brisa fresca comenzaba a entrar esa tarde. Si, todo por fin era paz.

— Está bien, lo entiendo — respondió Magnus — Pero, sabremos de usted más seguido, ¿verdad?

Leonidas abrió sus ojos y miró al joven. Podía notar todavía aquella mirada, la que mantuvo desde la mañana cuando fue avisado de la decisión de los ancianos.

— Haré lo posible. — asintió — No debe preocuparse por eso, todo estará bien al final, recuerde que ya hemos preparado todo. Incluso tiene a los consejeros y al maestro quienes le van a enseñar todo lo que debe saber, espiritual y mentalmente hablando. Sin olvidar al capitán de la guardia y otros soldados que le ayudaran en su crecimiento físico, empleando diferentes ejercicios para ganar fuerza y voluntad — le recordó de manera amable — Además, sus padres aún viven, sus hermanas están bien. Es todo lo que debería motivarlo para continuar, hágalo por el bienestar de todos los que ama.

— ...

Después de un tiempo, Leonidas bajó al calabozo en busca de Isabella, de Lorenzo y de Donum, también estaba listo para partir rumbo a su reino, solo quería poner al tanto a su hermano y cuñada de lo que había pasado.

— ¿Hermano?, ¿qué hace usted aquí?, este no es un lugar para un noble — dijo Lorenzo con vergüenza.

— He venido a sacarlo de este lugar. Los ancianos y la corte lo han permitido. — informó el mayor al menor — Es usted un hombre libre Lorenzo.

El susodicho sonrió con alivio, pero también había algo que le preocupaba.

— Así que me han dejado libre, ¿cómo es posible?

— Es usted libre, pero bajo una condición.

— ¿Qué condición? — expresó con preocupación. Eso se le notaba en su mirada.

— Isabella y usted, hermano mío, han de renunciar a la corona y colocar a Magnus V en el trono.

— ¿Qué? — dijo con asombro y en shock.

— Lo lamento, mi hermano. Pero han sido esas las condiciones. El reino ya no le pertenece, a ninguno de los dos, ahora pasarán los derechos del reino a su hijo Magnus, los ancianos serán quienes lo van a guiar como rey. Usted e Isabella ya no podrán tomar decisiones para el reino, ni siquiera a través de su hijo. Magnus ya no pertenece a ustedes, aunque sean ustedes sus progenitores. Él es ahora el hijo y la promesa de Luminis Imperium.

— Pero... él es aún un niño, Leonidas. ¿Cómo subirá el al trono?

— De la misma manera en que usted lo hizo. Recuerde que usted también era un niño cuando subió al trono...

— Eso es lo que me preocupa — interrumpió — Cometí muchas faltas debido a mi inmadurez. De milagro aún sigo con vida, aún no me explico cómo salí ileso de todo, hermano. ¿Acaso creen que yo deseo esta vida para mi hijo?

— Entiendo su preocupación. Pero estoy seguro que los ancianos lo van a guiar bien, a diferencia suya, Magnus tendrá quienes lo van a educar e instruir en todo. Y viendo sus errores, él aprenderá a no seguir esos mismos pasos — aconsejó — Pero incluso así, no tenemos más opciones. La condición para sacarlos de aquí es que usted e Isabella renuncien a la corona, por favor, haga que mi trabajo valga la pena. Estuve demasiado tiempo luchado por su libertad que no quiero que lo haga parecer como si no valiera nada.

— No, está bien. — accedió — Renunciaré.

— Bien. — asintió Leonidas. Luego se hizo a un lado y dejó que el guardia se acerca a la reja para abrirla.

Una vez que el guardia sacó el candado, Lorenzo pudo salir de aquel lugar tan espantoso. Del otro lado, una Maria de cabellos color negro, de piel blanca y de rostro neutro, se encontraba en total silencio en su propia prisión. La mirada de esta, estaba perdida en la pared contraria, no formuló ninguna palabra, ni siquiera se inmutó con la presencia de Leonidas. Era como si fuese un zombie, uno que se dio por vencido hace mucho.

— Aún debemos sacar a Donum, porque también la dejaron libre, ¿verdad? — preguntó Lorenzo a su hermano — Dígame qué es así, por favor... es mi hija...

— Por supuesto, ella también es libre — respondió el mayor — Aunque también está bajo condiciones.

— ¿Qué condiciones? — preguntó el padre de la menor con miedo.

— Los ancianos explicarán todo desde el inicio una vez que los tres lleguen a palacio. Yo no tengo mucho tiempo, pues tengo que partir hacia mi reino, hermano. Pero todo será avisado antes de que firmen ese tratado — contestó Leonidas — No tema, todo está bien, no son condiciones extremistas, no es de muerte ni tampoco sufrirán con ellas, solo... tienen algunas limitaciones a comparación de Esmeralda y de Magnus.

Lorenzo asintió comprensivamente. Todo aquello era su culpa, y con él arrastró a sus hijos y esposa, ellos eran inocentes, sin embargo, la vida era tan injusta que en muchas ocasiones pagan justos por pecadores. Esa es la realidad de la vida, para colmo de males.

— De acuerdo. Entonces vamos por mi hija y esposa.

El guardia fue junto con ellos, así liberaron también a Isabella y a Donum de aquellas prisiones anti higiénicas y tétricas.

Tal y como se había dicho, Leonidas se "marchó" esa tarde, no sin antes llevar con él a Maria.

Mientras que en Luminis, Lorenzo e Isabella fueron informados de los acuerdos que se llevaron a cabo durante los juicios y también del veredicto final. Al día siguiente, la pareja matrimonial firmó el papiro, donde se ordenaba el ascenso para Magnus como el futuro rey, tomando el lugar de sus padres, y haciendo que ellos renunciaran al trono. Un mes después Magnus fue coronado como el nuevo rey de Luminis Imperium.

Por supuesto, Magnus pregunto a sus padres y consejeros sobre el final de su "madre María", teniendo una idea errónea sobre la conducta de ella. Para él, María era su madre. María era ese modelo a seguir y su protección, desde aquella época donde su madre biológica no estuvo. Nadie se atrevió en aquel entonces de hablar mal de Maria frente a él, pues tenían miedo de ser condenados. Ahora que los lazos del menor eran fuertes, nadie se atrevió a hablar con la verdad. Sus padres negaron saber algo de ella después de haber salido de la prisión, mientras que los ancianos idearon una historia falsa sobre lo que pasó con ella.

"Un virus, su majestad. En la prisión había una persona enferma desde hace ya varios meses, creemos que la causa de su muerte fue por una infección o infestación de ese virus. Varios murieron."

Esa fue una de las explicaciones que recibió. Y una de las versiones más creíbles. Por lo que decidió creerles. Por supuesto lloro la muerte de su "madre", pues fue la única figura maternal que había tenido. Le dolió saber que ella ya no estaba entre ellos, pero ya no había vuelta atrás. Ahora era rey y tenía que dar lo mejor de sí para gobernar correctamente. Se lleno de valor y continuo reinando Luminis Imperium, olvidando toda sus penas y dejando atrás el pasado.

En cuanto a María, pues fue condenada a muerte. Los consejeros le pidieron al rey Leonidas ejecutar la orden en su reino para que el rey Magnus estuviera en la sombra con respecto a Maria y así evitarse problemas. María fue llevada a la guillotina frente a las personas más importantes, como consejeros, algunos reyes y nobles, y también personas de la corte real. María como últimas palabras, expresó su desprecio a todos y todo, dejando en claro que no se arrepentía de nada y si tuviera la oportunidad, volvería a atentar contra todos ellos. Su orgullo jamás se apartó de ella, y eso la condenó. Después de su muerte esparcieron sus restos en diversos terrenos baldíos para que sus carnes fueran devoradas por animales silvestres y carroñeras.

A medida que Magnus fue creciendo en estatura, también fue creciendo mentalmente, y de actitud valiente y feroz, siendo uno de los reyes mas escuchados y alabados de los tiempos. Se casó con una joven hermosa, de cabellos color chocolate y ojos color miel, humilde y de corazón bondadoso, hija de un rey que se convirtió en aliado del soberano Magnus V, con ella tuvo tres hijos, dos varones, gemelos para ser más específicos (para colmo de males), y una niña, la menor de los tres.

Esmeralda también se casó, pero renunció a su herencia en Luminis al casarse con un príncipe, un hijo de un rey, siendo este el cuarto hijo del matrimonio, por ende, Esmeralda no ascendió a ningún trono, pero vivió feliz y plena, rodeada de mucho amor. Con él tuvo dos hijas, una de ellas fue dada en matrimonio al hijo heredero de Magnus V. Siete años después quedó viuda, y murió siendo fiel a su esposo.

Mientras que Donum encontró el amor con un descendiente directo de un rey, un hombre ocho años mayor que ella, pero era un amor de persona, tratándola con mucho amor y cariño, llenándola de regalos y mimos. A diferencia de María, Donum también fue en vida una joven de carácter dulce y amable, como lo fue la reina Isabella III, quien la crió desde muy pequeña. Donum y su esposo ascendieron al trono, y tuvieron seis hijos, tres niñas, y tres varones. Y así, con el pasar del tiempo, Donum paso de reina a madre superior, hasta morir dignamente como una noble.

Mientras que Leonidas, después de un tiempo luchando en contra de las leyes, tuvo que contraer matrimonio para seguir gobernando, se casó con una edad ya bastante grande, pero al final resultó para bien. Contrajo matrimonio con una reina viuda y sin hijos, uniendo los dos reinos y convirtiéndolos en uno solo. De ese matrimonio nacieron tres niñas, y fueron dadas a algunos herederos nobles cuando estas llegaron a la edad de quince y dieciocho años. Después concibieron otro hijo, el cual nació varón y sustituyó al rey cuando este falleció por vejez.

Amalia no pudo casarse con su amor verdadero, pero logró encontrar a su pareja en el reino que la vio nacer. Era un hombre de negocio y fue para ella un buen esposo, incluso adoptó a la hija de su esposa como propia, siendo también un buen padre para ella. La niña creció, y en lugar de casarse, decidió viajar por todo el mundo y ver las maravillas de este planeta, siendo así una mujer libre.

Angelina y Alonzo también vivieron un matrimonio feliz, aunque nunca concibieron descendencia. Alonzo fue perdonado, debido a que solo actuó por órdenes en aquel tiempo, dejó de ser un escudero y se dedicó a su matrimonio hasta el final. En cuanto a Isabella y Lorenzo, también fueron felices, vieron a sus hijos crecer y formar sus propios caminos, vieron crecer su descendencia y llegado el momento, ambos murieron al mismo tiempo, siendo uno solo hasta el final.

Como seres humanos, somos inherentemente imperfectos y estamos destinados a cometer errores. Lo crucial no es la falta en sí, sino nuestra capacidad para redimirnos y aprender de ella. La verdadera importancia radica en nuestro esfuerzo por mejorar continuamente, en evitar la repetición de esos errores y en trabajar para corregirlos. La sociedad tiende a juzgarnos con dureza; puedes ser una persona extraordinariamente buena, pero un solo error puede empañar esa percepción. Sin embargo, lo esencial es que, a pesar del juicio ajeno, nos enfoquemos en nuestra propia evolución y en no repetir los mismos fallos...

EL FIN
Annetta_Lux

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro