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Cómo Marido y Mujer...

Isabella charlaba alegremente con su ahora esposo, tanta era su alegría al ver que el joven estaba interesado en ella que se había olvidado de un detalle muy importante, se olvidó de aquella mujer de cabello negro.

Lorenzo incluso, sin ni siquiera planearlo, también se había olvidado un poco de María; estaba charlando tan amenamente con su esposa que se le olvidó por un momento la promesa que le había hecho a su "amada" y a él mismo. Por un pequeño momento...

— Quisiera invitarla mi reina, a un paseo por el campo — pidió Lorenzo con alegría — ¿Le parece si el paseo lo hacemos a caballo?

— Oh, me encantaría — respondió ella un tanto apenada y sonrojada — Recordó lo que hablamos en el baile — notó ella.

Lorenzo sonrió por la verdad de esas palabras.

— Mi memoria es buena; no olvidaría lo que la princesa, y ahora mi reina, mencionó en el baile.

— En ese caso, estaría más que encantada.

Isabella no podría estar más feliz, como se ha dicho anteriormente, la joven era amante del romance, podría pasar días enteros leyendo sobre amor y lo maravilloso de la fantasía. Aunque nunca había sentido interés en alguien, ella siempre había soñado encontrar a ese ser especial que la amara de verdad, que cuidara de ella y la mimara como si fuese la cosa más maravillosa del mundo, y ella haría lo mismo por él. Así que ella no tenía experiencia alguna en ese ámbito más allá de lo que dicen los libros, ya que la realidad es diferente a la ficción.
Pero con Lorenzo... él joven estaba cambiando completamente su mundo, era justamente el tipo de hombre que ella siempre había imaginado, un hombre no solo hermoso físicamente, si no también con buenos modales, como todo un caballero, parecido a los hombres descritos en sus libros, hasta ahora, todo empezaba a marchar bien.

— Es de alegría para mí saber que acepta — sinceró él — Podríamos hacerlo después de la coronación, si así lo desea usted.

— Por supuesto, no veo problema alguno — respondió ella con cortesía y honestidad.

Isabella creía que al pasar más tiempo con él sería una buena señal para el matrimonio.

— Entonces así será — mencionó él con felicidad evidente.

Lorenzo estaba planeando darle una oportunidad a la situación, después de todo ya estaba casado, lo correcto sería cumplir con su papel por los momentos, y ver que será después de eso, más en el futuro...

La felicidad de Isabella se vio opacada cuando aquella mujer de cabello negro llegó hasta donde ellos se encontraban.
La mujer hizo una reverencia ante ambos, y sonrió cuando notó que la sonrisa de Isabella caía al verla.

— Mis reyes... — dijo con voz suave y fingida cortesía — Vengo a felicitarlos a ambos, esperando que puedan ser muy felices.

Isabella se removió con incomodidad, mientras que Lorenzo solo sonreía al ver a María, cosa que no pasó desapercibida para la reina.

— Gracias por sus deseos para con nosotros — respondió Isabella suavemente.

María sonrió con fingida alegría y luego dirigió su palabra hacia el nuevo rey:

— ¿Podría el rey prestarme algo de su valioso tiempo?

— Por supuesto, no veo problema alguno — le respondió el joven con alegría, olvidándose de la conversación anterior con su esposa — Mi reina, ¿me permite un momento?

— Claro... yo iré en busca de mi padre... — respondió cabizbaja — Lo veré más al rato...

Isabella se apartó de la pareja con molestia, ¿cómo se atrevía María acercarse a ellos así sin más?, ¿no era esa una falta de respeto?
Para Lorenzo tampoco pasó desapercibido la molestia de la reina, pero se encargaría de eso más tarde.

— Dígame, amor mío, ¿qué se le ofrece?

— Creo que este no es el lugar más apropiado para hablar, ¿podríamos ir a un lugar más solo? — dijo María con voz coqueta.

— Eso... yo... no lo sé. — dijo con dudas.

— ¿Qué ocurre?, ¿acaso no quiere pasar un tiempo conmigo? — preguntó ella ofendida. — Pensé que me amaba...

— No María, no es eso, jamás piense que he dejado de amarla, porque mi amor por usted nunca morirá — declaró Lorenzo. Él puso su mano en la mejilla de ella y la acarició con suavidad — Es solo que acabo de casarme... no sería correcto que los invitados me viesen con una joven que no es la reina...

— Es justamente de eso que deseo hablar... — dijo ella con voz susurrante y herida. — Es necesario...

Lorenzo al verla se sintió fatal, entonces decidió tomar el riesgo.

— Está bien, creo que podemos escabullirnos por un tiempo.

— Gracias mi señor...

— Por favor, amor mío, no es necesario que me llame por mi título. — Lorenzo dirigió a María hacia los jardines de palacio para que pudieran conversar sin ser interrumpidos.

— Lorenzo, dígame algo, ¿aún planea convertirme en su esposa?

— Sin duda alguna, solo deme tiempo...

— ¿De cuánto tiempo hablamos? — siguió presionando con sutileza.

— Solo hasta que pueda convencer a Isabella de tener una segunda esposa.

— Eso podría llevar años — dijo María con fastidio — Usted ahora es el rey, ¿acaso no puede hacer lo que quiera sin reproches?

— No es tan fácil, hay leyes de por medio, no puedo simplemente...

— Lorenzo, si me amara de verdad haría lo que sea por mi — dijo con brusquedad interrumpiendo las palabras que Lorenzo iba a decir — Por favor... no resisto estar más tiempo lejos de usted — le dijo mientras tomaba el rostro de Lorenzo en sus manos — No sabe cuánto me duele ver qué Isabella ahora es dueña de su corazón... que ahora es ella su dueña — mintió. Todo sea por ganar la corona...

— Isabella no es dueña de nada, amor mío. Este matrimonio fue por conveniencia, para el bienestar de ambos reinos, no fue amor el que me ató a ella — dijo Lorenzo.

— Entonces hágame su reina... cásese conmigo y conviértame en su igual...  — siguió insistiendo.

— Ya le he dicho que eso haré...

— Pero que sea pronto mi amor — dijo cortando las palabras del joven — No puedo resistir más tiempo...

María llevó su rostro al del joven, unió sus labios a los suyos haciendo caer a Lorenzo en la tentación, María sabía que mientras más fingiera amarlo, más rápido caería Lorenzo en su red.
Ella sabía que era una mujer hermosa, y sabia sobre lo enamorado que Lorenzo estaba de ella. Eso facilitaba más sus planes.

Anteriormente, antes de fijarse en Lorenzo, ella tenía a Leonidas como objetivo, pues era el primogénito y heredero del rey, un joven llamado a ser el soberano, pero este ni siquiera notaba su presencia, o si lo hacía simplemente la ignoraba, y dándose cuenta de eso, María sabía que Leonidas jamás se fijaría en ella ni la convertiría en su reina, así que había buscado a Leopoldo, el segundo hijo del rey Leonardo, a quien tentó para desafiar el reinado de Leonidas y que Leopoldo acabara con su propio hermano, incluso así, María se las arregló para mantenerse en las sombras y que los demás no se dieran cuenta de lo que ella había causado, al menos eso pensaba ella. Pero las cosas no salieron bien, y él mismo Lorenzo había arruinado los planes de María al revelar el atentado contra el nuevo rey.

Leonidas acabo con todos sus hermanos a causa de eso, dejando a Lorenzo como el único sobreviviente, así que planeo que su pase al reinado iba ser nada menos que Lorenzo. A quién tentaría para acabar con su hermano mayor de la misma manera que lo hizo con Leopoldo, pero las cosas resultaron más fáciles al saber que el Rey Magnus buscaba un candidato a la corona, ahora solo necesitaría quitar a Isabella del camino.

— Jamás me cansaré de decirle cuánto la amo, María.

— Y yo a usted, mi rey — mintió ella.

Pronto los dos volvieron a besarse, sumergidos en aquella burbuja romántica olvidando la fiesta que había en palacio. Olvidándose de todos, pero hay algo que no tomaron en cuenta, los invitados...

Alonzo iba caminando disfrutando de la compañía de una bella dama que conoció en la ceremonia, el rey le había otorgado el permiso de ausentarse por un tiempo, estos iban felices y tomados de las manos como dos jovenes adolescentes cuando de repente, a lo lejos, vieron la silueta de dos amantes quienes estaban perdidos en un mundo romántico.

— ¡Oh por los cielos! — exclamó la joven por lo bajo, cuidando de no ser escuchada — ¿Acaso no es el nuevo rey?

— Lo es — dijo Alonzo con asombro — Y ella no es la reina.

— No, no es ella... — confirmó la joven — Alonzo, creo que deberíamos irnos ya...

— Tiene razón, mejor retirémonos — Alonzo guió a la joven lejos de aquella escena.

Él no quería que el rey se enterase que ambos estuvieron ahí presentes; pues no sabía cuál sería la reacción del nuevo rey al saber que Alonzo tenía conocimiento de su infidelidad.
Por otro lado, el escudero del rey Magnus sentía su sangre arder en ira, ¿pero qué podía hacer él?, la respuesta era simple, no había nada que pudiera hacer. Solo quedarse callado y guardar el secreto. Pues no quería perder su cabeza. Por otro lado, su corazón dictaba lealtad, no a Lorenzo como rey, sino a Isabella, a la hija del rey que le brindó protección y un techo, también un empleo y buen salario. Ese rey que fue bueno con él y su madre; Isabella no merecía tal cosa; ¿pero qué debía hacer?

Alonzo pensaba un sin número de cosas, quería librar a Isabella del sufrimiento, pero tampoco quería herirla...

La joven, cuyo nombre era Angelina, notó el semblante de su amado, ella sabía que Alonzo planeaba algo.

— Alonzo — le llamó — ¿Qué sucede?

— Nuestra reina Isabella no merece tal cosa...

— ¡Alonzo!, por favor, no vaya a meterse en problemas. — suplicó su amada — Lo mejor será que las cosas salgan a la luz por su cuenta.

— Pero...

— ¡No!, el rey podría tomar represalias contra usted, y yo no deseo perderlo — dijo Angelina con lágrimas cayendo de sus ojos, estaba desesperada por cuidar de su amado — No perturbemos la noche de la reina, ella debe estar feliz por el matrimonio, no es posible el sufrimiento cuando debería ser el momento más feliz de su vida...

Angelina sentía desesperación, ella sabía que Alonzo tenía lazos muy fuertes por el rey Magnus y su familia, sabía también que Alonzo intentaría evitarle el sufrimiento a la princesa Isabella, pero eso podría ocasionar problemas más grandes.

— ¿Pasa algo? — preguntó una voz detrás de ellos — ¿Por qué Isabella tendría qué estar sufriendo?

Ambos, tanto Alonzo como Angelina sintieron el terror recorrer sus venas.

— Rey Leonidas... — murmuró Alonzo haciendo una reverencia ante el rey de  Regnum Aureum. Angelina también hizo lo mismo.

— ¿Acaso no escucharon mi pregunta? — dijo Leonidas con pasividad — ¿Por qué Isabella estaría sufriendo en su noche de boda?

— Yo... — tartamudeó Angelina, ninguno de los dos sabía por donde empezar.

Así que el rey continuó diciendo:

— No suelo meterme en este tipo de cosas, pero si hay algo que involucre a la corona deberían decirlo. Por seguridad más que todo — habló Leonidas con paciencia. Algo le decía que Lorenzo estaba metido en un problema grave. — ¿Y bien?, ¿qué pasa con mi cuñada?

— No es nada señor... — empezó Alonzo — Es solo preocupación; no conozco muy bien a su hermano, aunque no tengo dudas que será un buen rey.

— Así que involucra a Lorenzo — confirmó Leonidas.

— Si mi señor, he servido a la reina Isabella desde mi juventud; solo deseo que el rey Lorenzo la cuide y ame como se debe — termino diciendo Alonzo. Este sentía nervios y pánico, no le gustaba mentir, sobretodo cuando se trataba de la corona, pero en este caso, se trataba del hermano menor del rey Leonidas, y Alonzo no quería morir.

— Veo que le tiene un gran cariño a la reina Isabella — notó Leonidas — Eso es bueno; el que el pueblo la ame y honre.

— Si mi señor.  — dijeron ambos.

— Bien, les creo. — terminó por decir Leonidas — Pero si hay algún problema en donde los soberanos estén involucrados deberían de decirme o el problema puede ser aún más grande.

— Comprendo señor. Así será — dijo Alonzo.

Leonidas no estaba del todo seguro, algo dentro de él le decía que Lorenzo estaba involucrado en algo terrible, pues conocía muy bien a su hermano para pensar de esa manera.

— Bien, creeré en su palabra, pero deben saber que las mentiras no son bien vistas. Un habitante mentiroso representa peligro — dijo Leonidas entre bromeando y siendo honesto con ellos.

— Claro mi señor — hablo Alonzo intentando ocultar sus nervios antes de que el rey notase que algo estaba mal.

— Me gustaría hablar con usted, Alonzo. A solas — pidió Leonidas.

— Permiso mi señor — dijo Angelina, esta tenía miedo de dejar a solas a su amado con aquel rey. Pero no podía llevar la contraria.

— Puede retirarse.

Cuando el rey se aseguró que nadie más estaba oyendo o viendo, habló a Alonzo, quien aún estaba esperando que él rey dijera alguna palabra.

— Lo que sea que haya pasado, necesito saberlo — le dijo con seriedad — Se muy bien que Lorenzo es inmaduro, y estoy seguro que algo ha hecho.

— Mi señor...

— Estaba con la sirvienta, María, ¿no es así? — Preguntó

— Si mi señor...

— No voy a reprochar el hecho que me has mentido. — le dijo igual de serio que al inicio — Solo pido que no se repita.

— Entiendo señor. No volverá a pasar — se disculpó Alonzo.

— Olvide eso. Necesito un favor. — soltó de pronto el rey.

Esto sorprendió a Alonzo. Pero asintió de todas formas.

— Usted será mis ojos y oídos en este lugar. Lorenzo puede ser imprudente. Y como su hermano mayor me preocupa eso. — sinceró el rey — Sé muy bien que el rey Magnus confía en usted, y eso dice mucho. Por lo tanto, buscaré la manera en que pueda estar cerca de Lorenzo, y así si hay alguna anomalía, un problema grande o rompimiento de ley, necesito que me informe de manera discreta, incluso sin que Lorenzo se entere.

Alonzo estaba sorprendido, al parecer Leonidas conocía muy bien a su hermano. Y por lealtad a Isabella y el rey Magnus, asintió en acuerdo.

— Así lo haré, rey Leonidas.

— Sobre todo, cualquier cosa que esa... sirvienta — dijo Leonidas entre dientes — Haga en contra de Lorenzo o Isabella, por favor, avíseme.

— Así haré, mi rey — Alonzo hizo una reverencia ante él en símbolo de lealtad.

— Bien, he de irme. Lorenzo no puede saber nada de esto. Las cosas tienen que permanecer como antes, sin levantar sospechas — le dijo Leonidas. Después se dio la vuelta para retirarse, pero paró en seco y vio sobre su hombro a su nuevo aliado — ¿Y Alonzo?..

— ¿Mande usted, rey Leonidas?

— Tenga cuidado con esa mujer, trate de actuar con discreción, porque esa mujer es una víbora — le advirtió. Seguido a eso camino hasta perderse en la fiesta.

Alonzo no podía creer todo lo que estaba pasando, pero si el rey Leonidas lo había buscado para cumplir con aquel deber, significa que María era de cuidado. No podía permitir que Isabella o Lorenzo sufrieran a causa de una simple sirvienta, haría lo que fuera por mantener a sus soberanos libres de la maldad.

Leonidas vio venir esto cuando en la ceremonia se percató de las miradas de aquellos dos amantes. No permitiría que su cuñada saliera lastimada a causa de la imprudencia de su hermano adolescente, pero como hermano tampoco permitiría que Lorenzo se lastimara, al menos no físicamente, ya había perdido a seis de sus hermanos, la situación no podía continuar así de esa manera. Lastimosamente no podía atentar contra la vida de María, aunque dentro de él así lo quisiera, pues su hermano lo odiaría y no quería perderlo, su hermano era lo único que le quedaba. Y matar a María sería perder también a Lorenzo.

Pero Leonidas sabía que muy pronto Lorenzo tenía que abrir sus ojos a la realidad, y aunque le doliera ver sufrir a su hermano emocionalmente, dejaría que se dé cuenta de la verdad por sí mismo, cuando entienda que María no es una buena mujer para él. Pero a parte de eso, solo cuidaría que tanto la vida de Isabella y la de Lorenzo no se vea amenazada, por eso contrato a Alonzo, para cuidar de ellos físicamente. Y emocionalmente... pues que Lorenzo lo entienda por sí mismo.

FINAL DEL CAPÍTULO
Annette_Lux

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