⚜️23⚜️"Absoluta necesidad"
"¿Y quién te frena bestia?"
Salió desde los codiciosos labios del joven bajo el pálido morocho. Alentando a que la bestia recurra a juntar todas sus fuerzas para no desgarrar por completo sus prendas y profanar rudo y sucio, bien adentro de su cuerpo.
Y mientras una creciente y enfermiza necesidad de poseerlo en cada centímetro de la nívea dermis del joven rubio acosa azotando el sistema nervioso del no muerto, y sin poder finalmente frenarlo, libera sus garras filosas rompiendo raudo la pronunciada cremallera del de abajo. Logrando que un suspiro entrecortado se atore en la garganta del que parece menos humano, ya que sus sentidos enloquecidos y exacerbados de tal manera aumentan por demasiado su libido.
Pero la bestia, con sus ojos enrojecidos y ciego en el placer que le genera la entrega de su increíble ofrenda, no puede percatarse del continuo olfateo en el pelo que le otorga su condenada presa en cuanto libera su tieso falo y se dedica a barrer áspero y sin ningún reparo sobre la gorda cabeza.
El rubio, poseído en el ardoroso momento, quiebra su cuerpo al máximo como si quisiera embeber y drogarse del aroma de su ávida bestia. Jalando sin pena sus obscuros cabellos y rasguñando sin piedad alguna los omóplatos del hacedor de su desaforado deseo.
—Eres la maldita droga más adictiva, mi sexi humano —. Suelta ronco y profundo el no muerto mientras traga profundo su duro miembro, dejando caminos empapados de fluidos que se dispersan por sobre los bellos de la pelvis del joven rubio.
Arthur, por su lado, no puede imaginarse mejor nombramiento para este condenado momento, que el de su condición de hombre perteneciente a la descendencia de la familia de los homo sapiens... Tal malditamente sensual le resuena la denominación de "humano" salida desde esos fríos y a la vez cálidos labios. Que para nada le asusta dejarse pisotear y usar como un animal de menor jerarquía en la cadena alimentaria del pálido morocho.
Un fuerte y doloroso roce sobre la cabeza de su falo lo extrae de su caliente ensueño, mientras entierra sus uñas con extremada fuerza sobre la piel de la espalda del no muerto, logrando que imperceptibles gotas rojizas se asoman luego despacio.
Pero con lo que no contaba el joven, es que al observar los trazos marcados en carmín en la espalda de aquel que se dedica a idolatrarlo con sus labios, su sentido del olfato se exacerbe a sobremanera que casi enloquece por consumir de ese afrodisíaco narcótico para calmar su demencia.
Y haciendo acopio de todas sus fuerzas y tomando enteramente desprevenido al vampiro, lo levanta veloz ubicándolo boca abajo y con una fuerza extraordinaria para su pequeña contextura.
—¿Pero qué caraj..?
—¡Shh! Calla y disfruta —Anuncia Arthur preso del momento mientras masajea la espalda alta de un confundido William.
En eso, el no muerto retiene una exhalación abrupta que estuvo a punto de escaparse desde la profundidad de su garganta, en cuanto percibe lamidas seguidas de una fuerte succión en su espalda. Acción que lo toma desprevenido y descoloca al darse cuenta de lo que significa.
El humano está sirviéndose a gusto de la linfa de un profundo rojo que brota desde la espalda alta del no muerto, y eso, calienta a sobremanera a la bestia, pero a la misma vez, lo alerta. Ya que ahí toma conciencia de que no era por gusto propio que no invadiera la mente del descarado encima suyo, sino que el residual de su intoxicada mezcla más el no haberle borrado sus recuerdos, reflotaron los dejes de su incipiente naturaleza.
—Arthur... —llama en vano el pálido morocho, ahogando un gemido cuando la mano del rubio amasa sin un ápice de duda las telas por encima de sus glúteos.
—Humano bestia... humano —. Suelta irreconocible Arthur sobre la roja espalda del que está boca abajo. Y éste, no puede hacer otra cosa más que boquear como pez fuera del agua ante la interminable espera de oxígeno que lo ayude a sobrellevar la situación de locura.
Mientras que las intensas succiones a sus abiertas heridas provocan que el no muerto gima sin reparo alguno y restregando su adolorida dureza contra las mantas del lecho del vampiro del medio. Rasgando la colcha con sus filosas garras en el ardoroso proceso en que el joven pierde, a cada succión y lamida, un pequeño fragmento de su endeble humanidad. Dejándose expuesto de que puede ser tan bestia como lo que supuestamente detesta.
Y luego de agónicos segundos en dónde se sirve a su gusto dejando un camino trazado de rojo sobre la nívea piel de su rostro, el rubio se paraliza cuando se observa difuso en el reflejo del vidrio en un cuadro puesto por encima de la cama.
—¿¡Q-qué d-demonios me has hecho!? —anuncia a los gritos y completamente sobrepasado. Agarrando con fuerza sus blondos cabellos mientras rápido se aleja, terminando por caer sobre el frío suelo.
William reacciona incorporándose de inmediato, sin percatarse en el apuro del asome de sus filosas garras y de sus acentuados colmillos y mucho menos, dándose cuenta de sus enrojecidos ocelos... Situación que alerta y asusta en cierto modo aún más al joven rubio, que al ser consciente del consumo que fue para esta condenada bestia del infierno. Solo piensa en recular su cuerpo y escapar, finalmente, de sus garras.
El menor de los vampiros, se frena de lleno cuando se da cuenta de que Arthur está huyendo de su lado, y que lo que sea que le generaba el aumento descontrolado de su libido, está luchando con creces contra la propia humanidad que el rubio profesa.
"Bestia" dictamina la voz retorcida de su malsana conciencia. Y puede jurar, que se ve reflejado como eso mismo en los brillosos y empanados ocelos del temeroso humano.
—No me tengas miedo ñk Articula el no muerto tratando de acercarse. Pero de inmediato observa que a cada paso que otorga, el cuerpo de Arthur se tensa negando una y otra vez con su cabeza.
—¡Bueno dormilón! Tienes visi... ¿¡Pero qué carajos William!? —ingresa de mal humor y azotando la puerta del cuarto. —¡Más vale que tengas una maldita explicación sobre esto o te rebano en mil pedazos! Está tu hermano mayor con la prometida de Arthur al otro lado del pasillo ¿qué demonios te sucede? —finaliza su reprimenda el no muerto del medio, acercándose hasta el joven acurrucado en el piso y con su cara escondida entre medio de sus rodillas.
Pero nada grata sorpresa se lleva el vampiro del medio cuando al nombrarlo, el joven rubio eleva su cabeza y puede distinguir su conmocionado rostro completamente manchado de rojo.
—No debería recordar... —susurra más para sus adentros el excéntrico no muerto, pero llegando al fin y al cabo hacia los canales auditivos de ambos amantes desencontrados.
Y por prima vez luego del pseudo ataque de pánico, el joven rubio observa furioso y directo a los renegridos ocelos de William —¡Tú! Tú me has transformado en una maldita bestia sedienta de sangre y de malos hábitos, maldito demonio del infierno —escupe para nada agradable —Tú hermano es una maldita alimaña, debes contarle a Jhon, debes deshacerse de él, debes hacer algo.
El vampiro menor, lo observa receloso mientras se prepara para escupir su venenosa verborragia, pero es interrumpido por las certeras palabras del excéntrico no muerto.
—Somos Arthur, somos una familia de antigua descendencia. Algunos nos llaman bestias, seres obscuros, muertos en vida... Y otros, como tú: malditas alimañas. Yo, prefiero el término refinado de vampiro o el de la media del pueblo, chupa sangre... Aunque últimamente lo que menos chupo es linfa pero ese es otro tema. El problema aquí es: ¿por qué tú sabes eso? No deberías haber recordado nada.
—Yo no borré sus recuerdos... —suelta cabizbajo el menor de la familia mientras se acomoda la ropa, alertando de que están próximos a abrir el acceso al dormitorio, anuncia: —Deberías acostarte, taparte y limpiarte, si no quieres darle parte a tu prometida del porqué estás en pelotas.
Gracias por estar♥️
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