Capítulo VI
—¿Dónde vas? —Siguió al chico mientras este salía despreocupadamente por la puerta principal.
—Voy a una fiesta y tú te quedarás aquí —afirmó el otro, quien caminó hacia su auto sin cerrar por completo la puerta de la entrada.
YoonGi rápidamente lo seguió y se sentó en el asiento de copiloto al ver que el contrario se subió al auto. En seguida JiMin se volteó a verlo con las cejas fruncidas.
—Bájate.
—Iré contigo —confirmó y se puso el cinturón de seguridad.
—¿Irás conmigo con ese pelo y esas pintas? —interrogó burlón el pelianaranjado a la vez que le echaba una rápida mirada.
YoonGi se detuvo un momento a darle una veloz mirada al chico, quien portaba una chaqueta negra de cuero con unos jeans bastante casuales junto con una camiseta simple, casi vestido como solía hacerlo YoonGi antes de ese trabajo de mierda.
—Sí, iré así —concluyó y miró hacia el frente mientras ponía el rostro serio.
—Bájate del auto —ordenó JiMin.
—Te dije que iré.
—Y yo te dije que te bajaras. —El chico encendió el auto y luego le apuntó con la barbilla hacia afuera—. Bájate.
—Tengo que estar al pendiente de ti. —Se acomodó mejor sobre el asiento.
—Pues vigílame en otra ocasión. Hoy no quiero cuidar de ti. —JiMin puso las manos sobre el volante.
—No me moveré de aquí. —Cruzó los brazos sobre el pecho—. Si quieres anda, pero... —Para su asombro, el auto arrancó rápidamente, haciendo que tuviera que cambiar su posición de chico malo para afirmarse de la puerta del vehículo.
El transcurso concluyó en silencio, YoonGi de vez en cuando miró a JiMin para ver alguna reacción, pero el chico no hizo más que observar con seriedad hacia el frente. Apartó su mirada del contrario cuando vio una gran y brillante casa asomándose por su costado; varias personas estaban fuera de la construcción.
—No me hables —dijo JiMin al estacionar el vehículo y ambos saliendo de él.
—JiMin —llamó apenas se bajó del auto. Caminó hacia él mientras este ponía la alarma.
—Te dije que no me hablaras. —El contrario entró por la puerta de la casa después de sonreírle a algunas personas que estaban a su alrededor.
YoonGi lo siguió, sintiéndose un poco fuera de lugar. No quería estar en ese sitio lleno de chicos ricos que no hacían más que beber cerveza cara o meterse droga inaccesible.
Para su sorpresa, cuando entró nadie lo miró raro por el color de cabello o algo. Las personas que se trasladaban por la casa vestían como si en realidad no tuvieran dinero, cuando en realidad tenían bastante como para comprarse ropa decente.
Quedó prácticamente abandonado en la entrada, así que se dispuso a buscar algo para beber. Después de todo, tendría que estar ahí hasta que JiMin decidiera irse.
—¡Oye! —gritó alguien particularmente ebrio desde un costado. Al voltearse se percató que era un chico un poco más joven que él con piel blanca y cabello negro que parecía considerablemente inestable.
El desconocido le tomó sin cuidado por los hombros para luego moverlo de un lado a otro. Definitivamente estaba ebrio.
—¿Podrías parar? —interrogó entre dientes al ver que no detenía sus movimientos.
—Bésame —exigió, acerándose a él.
—¡¿Qué?! ¡Aléjate de mí! —exclamó al ver que el chico acercaba cada vez más la cara a la suya.
El contrario lo tomó de las mejillas y se acercó hasta él, haciendo que el aliento a alcohol chocara con su rostro.
—¿Qué mierda haces? —habló sin apartar la mirada horrorizada de los labios del pelinegro.
—Quiero besarte —murmuró el otro y acercó más su rostro al de YoonGi.
—No, no quieres besarme —aseguró algo nervioso.
Cuando se dio cuenta que el chico no se detenía, se quedó estático hasta que finalmente el otro acercó los labios a los suyos y lo besó castamente.
—Lo siento, chico, pero no soy gay —declaró para después huir.
Mientras caminaba hacia las escaleras intentó controlar su respiración. Algunas veces se detuvo con la intención de afirmarse de las paredes para calmarse. Después de unos segundos de colapso volvió a la realidad y se recordó por qué subió al segundo piso y a quién buscaba.
Miró detenidamente la infinidad de puertas y se cuestionó en cuál estaría JiMin. Se atrevió a abrir unas cuantas para buscarlo, aunque solo logró ver cuerpos semi desnudos quejándose y tirándole cosas.
Ya más que avergonzado abrió una de las últimas puertas y se sorprendió, ya que ninguno de los sujetos se opuso a su presencia. Sin embargo, cuando pudo distinguir una cara conocida entre la oscuridad encendió la luz y su corazón dio un salto incómodo dentro de su pecho.
—Vámonos —afirmó al ver en la posición en la que se encontraba JiMin, quien estaba sentado sobre las caderas de un tipo desconocido para él. YoonGi apresuradamente se acercó hasta la cama para recoger del suelo la camiseta y chaqueta de JiMin—. ¡Vámonos!
—¡Hey! Tú no...
Lo tomó por el codo para bajarlo de la cama y sacarlo de la habitación. Mientras pasaba por el pasillo y bajaba por las escaleras se percató de que todos tenían su mirada en JiMin, quien era tirado sin camiseta por las manos de YoonGi. Cuando estuvieron a un costado del vehículo soltó al chico, haciendo que este chocara contra una de las puertas del auto.
— ¡¿Por qué mierda me sacaste de ahí?! —exclamó el otro furioso y apuntó hacia la casa.
—Porque tengo que cuidar de ti —argumentó mientras le alcanzaba la ropa, pero el otro solo golpeó sus brazos, haciendo que las prendas cayera al suelo.
—¡No tienes por qué meterte en mis asuntos!
—Tengo que cuidarte. ¿Cómo...?
—¿Acaso lo conoces? ¿Siquiera sabes si es mi novio o no? —interrogó el pelianaranjado con burla y sin dejar de mostrarle una media sonrisa.
—¿Era tu novio? —preguntó con una expresión seria.
—No, no lo era, pero...
—¿Siquiera lo conoces? —Se acercó un poco más a JiMin para mirarlo con enfado.
—No, no lo conocía... —musitó el contrario, mirándolo serio. YoonGi se agachó para recoger las prendas del suelo.
—Ni siquiera sabes si ese chico tiene una infección o algo. JiMin, no seas idiota. —Lo miró con desgano, casi como si estuviera decepcionado de él, aunque en realidad no le importaba mucho el chico. Después de todo, solo estaba trabajando.
Se acercó hasta el otro para dejar la chaqueta sobre el auto y acomodar la camiseta, cuando estuvo lista se la alzó a JiMin, pero este le hizo una mueca y le volvió a dar un golpe en el brazo, aunque esta vez no alcanzó a botar la prenda. YoonGi, al sentirse molesto por el acto del contrario, se apegó a JiMin para ponerle la camiseta, pero el chico movió frenéticamente los brazos para que no obtuviera su objetivo. No obstante, en algún punto lo hizo y el chico le miró con el ceño fruncido y los bazos cruzados.
—¿Qué importa si el chico ese tiene una infección o no? —habló el otro para luego abrir la puerta del auto y subirse. Con rapidez rodeó el vehículo para imitar sus movimientos.
—La infección te la pegaría a ti, idiota —dijo una vez que estuvo dentro del auto.
—¿Qué más da si se me la pega o no? —exclamó JiMin y se cruzó de brazos para mirar por la ventana.
—¿Qué quieres decir? —preguntó incrédulo—. ¿Eres un doctor que quiere enfermarse?
—¿Por qué debería importarme eso? Soy joven. —El chico miró hacia la ventana.
—Por eso mismo debería importarte, estúpido —zanjó para luego suspirar profundamente con la intención de calmarse—. Simplemente vámonos, JiMin.
—Pues vámonos —dijo el aludido tirándole las llaves.
—¿Para qué...?
—Eres tú quien está detrás del volante, idiota.
Al darse cuenta de que tenía razón encendió rápidamente el vehículo para salir de ahí.
—¿Ahora qué haré? —preguntó el otro mientras movía las manos y YoonGi lo miró de reojo.
—¿Qué quieres decir?
—Con esto. —El chico movió otra vez sus manos.
—No veo —avisó al darse cuenta que JiMin apuntaba algo, pero con la oscuridad de la noche no supo qué le señalaba.
—Con mi erección, mierda. ¿Ahora qué hago con mi erección? —dijo el chico entre dientes desde la oscuridad.
—Pues arréglalo tú solo. —Apoyó las manos sobre el volante con calma.
—Bien... —murmuró el pelianaranjado para después hacer sonar el metal de la correa golpeándose contra los botones.
—¿Qué mierda haces? —preguntó asustado y le envió rápidas miradas a JiMin, pero solo logró ver su perfil con dificultad.
Observó de reojo que el chico movió un poco la cabeza y YoonGi rápidamente encendió la radio. No quería escucharlo.
—Dime algo —susurró el pelianaranjado.
—JiMin —llamó para que se detuviera y empezó a escuchar los pequeños gruñidos—. ¡JiMin!
El chico de igual manera no hizo más que gruñir más fuerte y moverse por sobre el asiento casi con desespero. YoonGi se mantuvo quieto mirando hacia el frente y con la necesidad de apretar el volante con fuerza.
—Vamos, deja de gemir —murmuró mientras intentaba mantener su mirada en la carretera.
Agradeció la música que sonaba en la radio e intentó aferrarse a ella, porque de verdad no quería escuchar al chico. Sin embargo, aun así oyó como la respiración ajena se volvió agitada, los quejidos se hicieron presentes y se escuchó la tela de jeans rozarse entre sí.
—Eres un desvergonzado —murmuró cuando JiMin controló su respiración por el costoso esfuerzo.
Le dio una rápida mirada antes de estacionar el auto frente a la enorme casa. El rostro de JiMin estaba levemente sudado y brillaba con la luz artificial. Por alguna razón, no pudo apartar la mirada de ese rostro.
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