Capítulo IV
—Entiendo —repitió por décima vez. A la quinta ya lo dejó de escuchar.
—Asegúrate de no acercarte mucho a mí. —JiMin lo apuntó con uno de sus dedos. YoonGi asintió sin prestarle mucho interés y miró a su alrededor.
—¿Si hacemos como que somos amigos no sería más fácil? —cuestionó, dejando su mirada cansada y aburrida posada en los ojos del chico.
—No. Mala idea —articuló el otro de inmediato—. Solo mantente alejado de mí. Eres raro.
Asintió porque no quería discutir con el chico. Le fastidiaba que colocara argumentos estúpidos y francamente no quería estar cerca suyo, solo insistía porque, a fin de cuentas, eso era le pedían.
Metió las manos en los bolsillos de sus costosos jeans y se adentró por las puertas de cristal oscuro. De inmediato vio el gran y majestuoso escritorio de la secretaria.
—Buenos días. Necesito mi horario —solicitó sin apartar su expresión seria.
—¿Me puede decir su nombre, por favor? —pidió ella con una sonrisa—. Este año llegaron varios estudiantes nuevos a medio semestre.
—¿Y a mí qué mierda me importa? —espetó demasiado bajo como para que lo escuchara.
—¿Cómo? —se aventuró ella a preguntarle y él inmediatamente negó con la cabeza.
—Mi nombre es Min YoonGi —dijo fuerte y claro, porque no quería volver a repetirlo. De hecho, no le gustaba mencionar su nombre, ya que siempre acaba dándoselo a los policías.
—¿No es Park YoonGi? —preguntó la secretaria mientras ojeaba la pantalla del computador.
YoonGi frunció el ceño y analizó por unos segundo la situación para después asentir.
—¡Dios! Que feo es mi nombre ahora —musitó sin poder evitarlo mientras miraba el escritorio e intentó moverse entre ese terrible mar de gente.
Le sorprendió un poco, lo admitía. De seguro la familia Park no tenía en qué gastar su dinero, ya que prácticamente adoptaron al guardaespaldas de su hijo para incluirlo en la universidad y carrera de dicho muchacho. Sonaba ridículo.
YoonGi llegó hasta la primera clase y se preguntó qué mierda hacia ahí cuando se suponía que él debía estar detrás del príncipe ese. De igual forma, razonó que JiMin tendría que estar en todas sus clases. Él, mientras tanto, solo debía mantenerlo vigilado, dado que ese era su trabajo.
No supo por qué, pero cuando vio el montón de cabelleras coloridas no se sorprendió, ya que esos chicos tenían el dinero para teñirse el cabello todos los días si quisieran. Cuando pudo distinguir la cabellera naranja que tenía que estar en su radar se aseguró de no sentarse demasiado lejos ni demasiado cerca ante la petición del chico. Por ello, tomó asiento a unos puestos más atrás de JiMin.
No le importó demasiado la gente que estuviera a su alrededor, pero el impertinente chico a su constado lo puso un poco nervioso ante su sonrisa tan amplía.
—Hola —articuló el indeseado y se apegó un poco a YoonGi—. Eres nuevo, ¿no?
Asintió porque en realidad no tenía ganas de hablarle. Además, debía concentrarse en el príncipe en cautiverio de la familia Park.
—Soy NamJoon —habló el rubio y YoonGi volvió a asentir.
El que NamJoon tuviera las puntitas de su pelo de color rosa hacía que le picara la nariz con el olor a maricón. Además, a él no me gustaban mucho los hombre maricones; excepto Aaron, él le caía bien.
—¿Cuál es tu nombre? —interrogó y YoonGi no pude evitar rodar los ojos.
—YoonGi —logró articular antes de que el profesor callara a todos.
Se quedó ahí sentado cerca de dos horas y juraría que no pudo más con el cabrón de NamJoon que no paró de parlotear. Sin embargo, admitía que a los minutos se le hizo simpático, pero su principal objetivo era JiMin. Por ello, cuando salieron de la sala se apresuró en seguir al chico de pelo naranjo, ante lo cual afirmó con fuerza su mochila para que no cayera por la variedad de empujes que le proporcionaron. Cuando vio que JiMin dobló en una de las esquinas y desapareció de su vista inmediatamente se apresuró para alcanzarlo.
—Dámelo —dijo un chico que desconoció mientras se acercaba tanto a JiMin que incluso podría besarlo.
Momento... ¡JiMin era gay!
Apresuradamente se entrometió en la escena, donde en seguida consiguió el ceño fruncido por parte de los dos y sus expresiones un tanto asustadas.
—¿Qué haces acá? —habló JiMin con fastidio.
—Necesito decirte algo —mintió sin quitar su vista del pelianaranjado que se mantuvo apoyado en la pared.
—Estoy ocupado —contestó y YoonGi rodó los ojos.
—Necesito...
—¿Te puedes ir? —interrogó el desconocido sin sonar para nada amable.
—Pe...
El chico le empujó con fuerza, haciendo que su espalda chocara fuertemente con la pared que tenía detrás, y de inmediato sintió como puso su brazo para aplastarle la garganta. No pudo evitar sonreír y miró de soslayo a JiMin.
—¡Hey idiota, deja de reírte! —vociferó el chico mientras seguía manteniendo el brazo.
—Suéltalo —concluyó el chico de pelo anaranjado y lo tomó por el codo, pero no hizo ningún tipo de fuerza para realmente alejarlo.
—¿Quién es este estúpido? —preguntó quien aprisionaba a YoonGi contra la pared.
—Es solo un idiota. —El desconocido soltó el agarre, pero JiMin enseguida lo detuvo—. ¡Espera! —El anaranjado buscó algo con velocidad dentro de su mochila y sacó un desodorante en spray.
—¿Qué harás? —interrogó el desconocido.
JiMin no respondió y solo se acercó a YoonGi para hacer que el contenido del desodorante cayera sobre todo su cabello, haciendo que este se pegara a su frente.
—Pero...
—Vete de aquí —dijo JiMin, interrumpiendo al extraño.
Para su sorpresa, el chico inmediatamente se fue sin decir nada, así que él miró atentamente al de pelo anaranjado a la vez que apretaba sus dientes con enfado.
—¿Por qué me echaste esta mierda en la cabeza? —dijo colérico y sin apartar la mano de su pelo.
—Te lo merecías —respondió con voz engreída.
—¿Estás consiente de que gastaste tu fino aceite esta mañana para arreglarme el cabello? —habló con la intención de hacerlo sentir mal, aunque fuera un poquito.
—Pues vale la pena —dijo para después alejarse y desaparecer al doblar en la esquina.
Sin poder evitarlo rugió y le pegó un manotazo a la pared que tenía detrás. Afirmó su mochila y se dispuso a caminar por los pasillos hasta el baño con el cabello parado en punta como un puto punk. Metió la cabeza debajo del chorro de agua que le proporcionó la llave del lavamanos y después de estar unos cuantos minutos intentando sacarse el desodorante, o hacer más normal su cabello, salió dispuesto a echarle a JiMin una gran bronca. Para su mala suerte, tuvo que esperar unas cuantas horas para que el chico saliera de su clase en dirección hacia la cafetería. Lo seguió cautelosamente, pero rápidamente el pelinaranjo se rodeó de chicos que le hablaron animadamente, así que dejó pasar el problema y se prometió vengarse en otro momento.
Se asomó por la cafetería cuando se dio cuenta que era la hora de almorzar. Nunca comía correctamente, pero al parecer allí había variedad de alimentos que podía escoger, así que rápidamente se sirvió y se sentó en una mesa. Estaba solo, pero en realidad no le importó. Después de todo, estaba acostumbrado, ya que Aaron no podía estar siempre a su lado y no tenía a nadie aparte de él.
—¡Hola! —Aún cuando sintió que una voz se estrelló contra su sentido auditivo no se volteó para ver de quién se trataba y siguió con la mirada puesta en su comida—. Disculpa, pero...
—¿Qué quieres, NamJoon? —preguntó, acordándose inmediatamente del nombre del molesto chico.
—Solo me quería sentar contigo —articuló el otro como si estuviera indeciso de su respuesta.
—Pues a mí me gustarías que te marcharas. —Intentó sonar lo más real al YoonGi normal, serio e irrespetuoso.
—¿Estás molesto por alguna razón? —interrogó el rubio sin siquiera tomarse el tiempo de reflexionar sobre su comentario. El pelirosa simplemente tomó asiento frente a él.
—En realidad sí. —Untó los palillos entre la comida y los dio vuelta por entre los fideos.
—Entonces, ¿me puedes decir qué te pasa? —cuestionó NamJoon mientras tomaba un sorbo de su bebida en lata.
—En realidad, hay un chico...
—¿Eres gay? —interrumpió el otro con la lata en los labios y el envase a medio voltear.
—No lo soy —contestó de inmediato con el ceño fruncido.
—Entonces continúa. —NamJoon hizo un movimiento con la mano y siguió tomando de su refrigerio.
—Hay un chico que es un odioso total y me tiró desodorante en el cabello —dijo despreocupadamente después de meterse un poco de comida en la boca.
—¿Desodorante? Con razón tienes el pelo como brocha.
—NamJoon... —empezó cuidadosamente y el aludido elevó las cejas—. ¿Acaso tienes amigos?
—Claro que tengo amigos. —El chico le dio una gran sonrisa.
—¿Qué tal si me los presentas? —Levantó una ceja, divertido.
—En este momento están con un chico que odio —contestó NamJoon y arrugó la cara con desagrado.
—¿Por qué tus amigos estarían con un chico que odias? ¿Acaso de verdad son tus amigos? —Intentó jugar con el estado mental del otro.
—Pues... Quizás... —El rubio frunció el ceño y miró su bebida con la intención de buscar una respuesta coherente—. Ellos pueden elegir con quién quieren juntarse.
—NamJoon —llamó de manera solícita—, ¿estás seguro de que tienes amigos?
—¡Claro que sí! —expresó el chico y dejó caer la lata vacía sobre la mesa—. Mira, ahí vienen. —YoonGi se volteó hacia donde apuntó el rubio y se encontró con la pasmada mirada de JiMin.
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