18
Habíamos ido a un parque de diversiones a grabar un run, y de paso le pedí a Muriel que viniera como ayudante de sonido, le dije que podría servirle de experiencia, aprender cosas que quizás en la universidad no lo enseñaban, trucos que solo podría aprender de alguien que ha trabajado en esto por años, y le pedí a los jefes de sonido que la tratarán bien porque es mi amiga.
Últimamente, no está de buen humor, cuando la llamo contesta con desgano, me llama por mi nombre y no por el “conejito” que desde niños me decía, pensé que quizás estaba en su periodo, y ahora que la veo llorar por un simple número telefónico entre sus dedos, lo confirmo.
— Gracias, JungKookie —limpió sus lágrimas, solo unos segundos atrás yo estacione el auto para ponerle mayor atención simplemente porque se lo merece.
— Yeppeun —murmure y su mirada se poso en mi haciéndome erizar mi piel.
— Tener el número telefónico del presidente de TVn es muy importante, siempre quise trabajar ahí, la cadena televisora más importante de Corea. La veía inalcanzable Pero gracias a ti…
— Fue gracias a ti, Yeppeun —tome sus manos entre las mías y bese sus nudillos— el director Ki quedó impresionado y solo retribuyo tu sabiduría —acaricie su mejilla— así que, este número solo es fruto de tu esfuerzo y perseverancia.
— ¿Deberíamos celebrar?
— Of course, en tu casa o en la mía.
— En la mía, tengo un whisky añejado que papá me regaló para mí graduación, aún no lo abro —dijo con orgullo.
Está noche le confesaré mis sentimientos.
Comencé a manejar nuevamente, ahora sonreía y reía a carcajadas, sus ojos volvían a brillar hermosamente, y cuando subíamos a su departamento la note nerviosa, ansiosa, preciosa, bella. Sí, confirmo, está noche le diré mis sentimientos.
Todas esas ganas enormes de gritar lo que siento, de decirle que la quiero y tenerla en mis brazos fueron eclipsados por una persona que estaba parada en frente de su puerta.
Se detuvo abruptamente al verlo ahí, él se giro a nosotros y sonrió hacia ella, pude sentir las ganas que tenía Muriel de correr a él, sentía la emoción de su cuerpo, sentía el nudo que se formaba. Hace mucho tiempo que no se ven, tengo entendido que habían peleado hace años, desde que ella llegó a estudiar, incluso en su debut, Muriel no fue a verlo en directo porque es muy orgullosa, razón por la que se contiene en este momento.
— Muriel —dije y ella solo emitió un sonido sin verme siquiera, ahí lo entendí, nuestros planes se habían roto.
Así que, retrocedi lentamente, subí nuevamente al elevador y cuando cerraron las puertas pude ver cómo ambos se abrazaban.
La dejé convenciendome que era lo mejor, recalcando que por mi nunca sentiría lo mismo que por él, y resignando me a qué tendré que siempre verla como su amigo.
Nuevamente, la perdí.
Llevo horas frente a su puerta, la he tocado un par de veces y estoy conciente que no está aquí porque las cuentas en su casillero rebalsan, aún así, quiero calmar a mi conciencia e imaginar que de un momento a otro me abre la puerta.
No dejo de pensar en los momentos hermosos que tuvimos mientras estábamos juntos, momentos que superaron por mucho mis expectativas dándome tanta felicidad que no podía dejar de sonreír, incluso cuando no estaba conmigo.
La extraño.
Miro la hora de mi teléfono y ya han pasado cuatro horas desde que estoy aquí, quizás lo mejor sea darme por vencido y simplemente renunciar a ella incluyendo su amistad.
Me convenzo de esperar solo cinco minutos y ya a sabiendas que será más tiempo, pero, es que necesito verla.
Yo permití que todo esto pasará, y me hice el ciego a las replesarias que podía tener Lisa frente a Muriel, yo no fui claro con ella y dar por terminada una falsedad.
Maldición, siento una molestia en mi pecho que solo quitaré con verla, o quizás, quizás solo quiero calmar mi conciencia y que está bien.
Los recuerdos se vienen sobre mi como oleadas inundandome en un abismo de nostalgia y arrepentimiento, tanto tiempo enamorado de ella y la perdí por una estupidez.
Muriel es de esas personas que luchan con garras y dientes por lo que quiere, confía a ciegas en aquellos que confía, y merece que así mismo la defienda a ella.
Estoy decidido a irme, doy un suspiro agotador y giré sobre mis pies para caminar hasta el elevador.
Fue entonces cuando lo ví.
Han JiSung, mi amienemigo miraba fijamente en mi dirección con sus puños apretados y unos ojos enfurecidos, quizás porque. Seguí con mis pasos, el hombre no me intimida, tengo en cuenta que en una pelea podría ganarle por mucho, quizás, no en la pelea de amor Pero una física claramente.
Todo a mi alrededor se vuelve más lento y aprovecho para mirar su puño que está herido, ¿que habrá pasado?, ¿debería preguntarle?, no, definitivamente está tan enojado que solo me responderá con evacibas muy agresivas.
— ¿Ya la viste? —pregunto y todo el tiempo se volvió normal, subí mi mirada a sus ojos y detuve mis pasos.
— No está en casa, o bien no me quiere abrir —dio una sonrisa ladina victoriosa que quería borrar a punta de golpes.
— Mientes, apuesto a que ya la viste y hasta se estuvieron besando —¿es estúpido?
¿Que sucede aqui?, ¿Por qué Muriel no está con él?, ¿Acaso mis suposiciones siempre estuvieron mal y ellos no estaban juntos?
— ¿Que le paso a tu mano? —quiero quitar mi duda aunque sé que no contestara.
— ¿Estás preocupado por mi, Jeon? —respondió y el celular en mi bolsillo comenzó a vibrar.
— Claro que sí, temo a que te pase algo y Muriel sufra —saque el teléfono y mire la pantalla— aunque no me molestará consolarla.
— Maldito, hijo de… —murmuro y yo conteste la llamada.
— Jiminie Hyung —dije, y él paso por mi lado.
— ¿Dónde estás? —preguntó con preocupación, sonaba alterado por algo— Jungkook —susurro— debes venir a mi casa, ahora, se trata de Muriel.
— ¿Que paso? —puse mayor atención a la llamada
— Venía de vuelta de ver a mis padres en Busan, la encontré caminando por la carretera, Jungkook, Muriel no está bien.
Y las peores imágenes pasaron por mi mente, en primer lugar, si fuera muy grave, Jimin la hubiera llevado al hospital pero luego recordé que bien podría llamar al doctor Hwan que es quien nos trata particular y asiste a nuestros hogares para que los paparazzi no nos vean en las instituciones médicas.
Y fue entonces que mi cuerpo se heló, mire a Han Ji Sung, el entraba por su puerta, recordé sus manos heridas y por alguna razón me lo imaginé golpeando a Muriel, apreté el teléfono en mis manos y la irá me encegueció completamente y no reaccione hasta tener a Han acorralado en el muro.
— ¿Que mierda le hiciste? —grite en su rostro, ahí pude ver su miedo.
— No sé de qué hablas.
— ¿Que mierda te paso en las manos, Han?
— La amo, jamás le haría algo que la dañe —con fuerza se safo de mi agarre— ¿Dónde está?
— No te lo diré, si de mi depende, no volverás a verla nunca —un nudo se formó en mi garganta.
— Yo no le hice nada —dijo y su voz se quebró— yo la amo, y tú lo sabes, Jungkook —tomo aire y miro en otras direcciones— dile que hable conmigo, jamás te he pedido nada, pero por favor necesito explicarle las cosas.
— No me pidas que te la entregue, ¿olvidas que también tengo sentimientos por ella?
— Pero…
— Si ella me lo pide le hablaré de tí, si no, tomaré esta oportunidad y volveré a conquistarle, ¿Oíste?
Volví por dónde había llegado y apresurado camine hasta el elevador, cuando éste se cerraba me digne a mirar al que alguna vez fue mi amigo, lo ví deshecho llorando arrodillado en el piso, con su puño golpeaba el piso una y otra vez y se lamentaba por algo.
Ahora, debo llegar a la casa de Hyung, para ver qué tan grave es la situación, saber cuál de todas mis imaginaciones fue la acertada y pido al cielo que no sea ninguna de ellas
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