Dulces mentiras
Escuché un crack
era mi corazón contra el suelo
que se partió en mil pedazos
cuando un martillo de verdades golpeó contra él,
verdades ocultas por mentiras sin sentidos en las que caí.
Ya quedé sin corazón
aunque en mí todavía latía
una pequeña chispa de esperanza, de ilusión que eso también era una mentira, otra en la que ingenuamente caí,
pero no era así, esto si era verdad, quizás la única que de tu venenosa boca escuché, y de la cual recibí los más dulces venenos que se pueden conocer.
Por fin me decías la verdad,
pero de qué manera,
ni una daga clavándose en mi estómago iba a ser tan doloroso
como lo fueron tus malditas palabras.
¡Ay! Dulces mentiras, lo último dulce y venenoso, a la vez, que provaré.
Porque si de las cosas venenosas me vuelven a invitar mejor me quedo sola, amargada que engañada por dulces mentiras que sólo más mal me pueden causar.
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