El tiempo transcurría de la peor manera, sus ojos se encontraban vacíos, no tenía intención de seguir consumiéndose, los cambios eran terribles.

Creyó que podría acostumbrarse, pero por lo visto no fue así.

Anhelaba ser cambiada a otro colegio hace meses, sin saber cuanto le dolería estar en un ambiente diferente, sin sus amigos de toda la vida, sin aquel par de sonrisas.

¡Ni siquiera podía hablarles, por el amor al cielo! No tenía un teléfono, su computador se había dañado. Y vivía lejos, muy lejos.

Sollozo con aquella hojilla en la mano, dolía. Quería volver a aquellos tiempos, a los brazos de su mejor amiga mientras que su mejor amigo acariciaba su cabello. 

Estaba presionada, con calificaciones que no eran las mejores, con su autoestima cayendo poco a poco. 

Decidió hacer un trazo, llevo su mano derecha a la izquiera con el corazón en su garganta, ¿de verdad quería hacerlo? ¿de verdad quería marcarse? Había maneras de liberarse, siempre se lo repetía a sus amigos, pero en algún punto dejaron de ser efectivas para ella.

Alzó el rostro antes de dibujar la línea, encontrándose con aquella frase "los reyes y las reinas de la nueva escena rota". 

Los recuerdos la azotaron rápidamente, haciéndola soltar el pedazo de metal.

—Bien, quiero ser la primera en hablar de mis mejores amigos —habló Jesse sobre el pupitre—, las personas que me marcaron durante mi estadía aquí. Empezaré con Dylan, ¿cómo no? Ha sido mi mejor amigo de toda la vida —su vista se desvió al par de ojos azules que la observaban cristalizados—, nadie se ha mantenido por tanto tiempo de forma constante, entendiéndome, siendo de gran ayuda con sus sonrisas y  frases aniñadas e infantiles que de alguna manera u otra me han mantenido aquí. E Isabelle, Dios mío, aún no entiendo cómo nos hicimos amigas tan rápido. Gracias por todo, por ser mi confidente, por nunca dejarme sola, por ser un pilar constante. A ambos, gracias —sonrió viendo a la morena que se encontraba sentada en frente de ella—. Recuerden que somos los reyes y las reinas de la nueva escena rota.

Odiaba ser así, odiaba torturarse con sus recuerdos.

Miserable, completamente miserable. 

Lo único que pudo hacer fue abrazarse a su almohada, deseando que en vez de ser un pedazo de tela fuera uno de sus pilares.

Lloró, lo hizo por mucho rato, tiró de su cabello, ahogó sus sollozos intentando morder su labio inferior.

¿Por qué necesitaba llorar en silencio si estaba sola en su casa? Supuso que era la costumbre, intentar no reflejar que estaba rompiéndose.

Oyó que alguien tocaba la puerta principal, con la voz lo menor rota posible respondió que esperaran un segundo, corrió hasta el baño y lavó su rostro, odiaba ser tan pálida y que siempre se reflejara cada una de sus emociones con el color rojizo en su piel.

Abrió la puerta de forma desinteresada, no le interesaba quién diablos estuviera allí, si era un asesino serial mucho mejor, tendría quien la alejara del constante sufrimiento de seguir respirando oxígeno que tal vez le sirviera a personas mucho más importantes.

— ¿Estuviste llorando? —frunció el ceño al oír la pregunta de la chica frente a ella. Y abrió los ojos de par en par al darse cuenta de que un rubio estaba a su lado.

Era extraño.

Extraño y tal vez inexplicable. 

Pero de cierta forma era lindo. 

—Claro que no, y... ¿Qué hacen aquí? No me malinterpreten, yo los amo demasia...

—Si, si, lo sabemos —respondió Isabelle—. ¿Por qué estuviste llorando?

—No es nada importante, es solo...

— ¿Solo...? —esta vez fue Dylan quien habló, haciendo uso de su habilidad para que su mejor amiga le contara qué diablos le ocurría y por qué.

Entonces, Jesse no tuvo mejor opción que rodar los ojos y acercarse a los brazos de Isabelle, quien la recibió con dulzura acariciando su espalda. Abrazo al que se unió Dylan con rapidez. 

Ninguno sabía que se estaban desmoronando, y que los pilares se fortalecieron al mantenerse juntos. 

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CaoticDan, coco-ml esto es por y para ustedes.