VI
Jamás pensé que eso podría pasar.
Jamás pensé en tener ese exquisito placer de leer como alguien describía sus inigualables sentimientos hacia mi persona.
Y llegó él, con su fino rostro y sus mejillas rosadas, sus ojos que eran capaces de desarmarme en un instante, en un simple abrir y cerrar de ojos.
Y llegó él, para sacudir la monotonía a la que yo llamaba vida.
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