Epílogo
Para los ojos café que tantas noches de insomnio ha provocado:
A veces, cuando cierro los ojos, siento tu mirada penetrar cada rincón de mi alma. Despierto en la oscuridad de mi cuarto, recordando que soñé contigo.
Todas nuestras conversaciones se almacenan en mi memoria, listas para que se las lleve el olvido; pero mi insomnio de madrugada las retiene para atormentarme.
Tu cariño hacia mí siempre permanecerá en la forma en como me mirabas; mi cariño hacia ti siempre permanecerá en la forma en como te amaba.
Hoy, encontré una foto tuya. Juré que la había borrado, pero allí estabas: tan sereno como te recordaba. Me atreví a borrarla, pero no tuve en cuenta algo...
Mis sentimientos por ti siguen presentes, y no entiendo cómo pudiste ser tan indiferente ante el dolor que causaste en mi interior. Quizá se trate de una faceta de ti que nunca descubrí.
Como un viejo calendario, me quedé estancada en un veintinueve de agosto. Desdichas crecientes cual arroyo.
Tu abrupta partida me ha dejado perdida, pero tomé el impulso de seguir.
El sol siguió iluminando, la brisa siguió soplando, el pájaro siguió volando. Sin embargo, algo me ata a ti: mis pensamientos a diario recordando tu tacto, aquel maldito obsequio que nunca te he dado.
En ocasiones, deseo volver a verte y apreciar aquella mirada que tantos sueños ha creado. Y es que me quedaría por horas recordando tu ser, pero el daño solo vuelve a crecer.
Entre poemas intento calmar lo interno, pero ni mil versos describen lo que por ti siento.
Dando vueltas por mi mente, tu ausencia se hace creciente. Los meses transcurrieron vagando entre recuerdos incompletos.
Fragmentos impertinentes acechan en mi mente. Té de durazno, lentes, una iglesia y tus canciones.
En mis sueños, intento recordar tus palabras inherentes, obteniendo preguntas sin resultados ante mi caos rutinario.
En mis días abatidos, contemplo el vacío, pero este ya no me sofoca: se ha vuelto parte mío.
Al día de hoy, solo tengo asegurado que eres un recuerdo flotando por todos lados.
¿En cuántas ocasiones habré pensando que eras digno de mejores sonetos? No te mereces ni un solo verso; sin embargo, te he dedicado un poemario entero.
Entre lo que pudo o no ser, fue lo segundo.
Las noches se han vuelto ligeras y mis sueños ya no te presencian. La calma matutina también es vespertina.
Comprendo que el tiempo me ha curado.
Cumpliste tu promesa de no volver a escribirme y tu adiós fue decisivo. Entre versos que jamás serán leídos,te prometo lo mismo; deposito tu recuerdo para dejarte en el olvido.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro