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Omega

León sigue a Gael por los pasillos, sin que éste otro lo note. No lo hace para festejar la victoria de su amigo contra Nizar, sino por las telas rojas que el gamma lleva sobre su cuerpo. Ese tono carmesí lo atrae, lo hipnotiza y, entonces, salta para toma la tela.

–¡Ah! –se oye un grito agudo y bajo en ese momento. León, ya con las telas en sus manos, mira sorprendido a Milenka.

–Eres tú. –murmura él. La gamma rápidamente le cubre la boca para callarlo, luego mira a su alrededor para asegurarse que nadie esté cerca.

–¿Podrías guardar mi secreto?

–¿Por qué lo hiciste? Nizar... ¡¿Cómo fuiste capaz de sostener una pelea con él?! –Milenka vuelve a cubrir su boca para callar a León mientras que le promete que le explicará todo si guarda silencio.

León asiente con la cabeza, entonces sigue a Milenka por los pasillos –Gael y yo estábamos hablando y decidimos ser el elegido del otro. Luego Nizar nos descubrió y lo retó a una pelea por mí. –el de ojos azules escucha con atención a la gamma y también observa los golpes de Nizar en su piel, aunque ella no parece tomarle importancia –Gael aceptó con gusto, para colmo entró en celo y decidí toma su lugar en la pelea por el bien de Nizar.

–¿De Nizar? Pero... No entiendo.

–Un gamma en celo es muy peligroso, Gael iba a aprovechar eso para lastimar al alfa. Pero no se lo permití. –le explica con una sonrisa en su rostro.

–¿Dónde está él entonces?

Milenka queda perpleja al ver que el armario, donde había dejado a Gael, se encuentra vacío –É-Él estaba... aquí. –murmura sorprendida. Poco a poco gira hacia León y lo toma de los brazos –¡Debemos encontrarlo! Urgente, yo... –ella suelta un suspiro al sentir como un escalofrío atraviesa su cuerpo. Su celo se está sincronizando con el de su elegido.

–¿Estás bien? Parece que tienes fiebre. –León la sostiene mientras Milenka tiene una sonrisa boba en su rostro, ella dice cosas sin sentido.

–Estaba harta de los dolores... Ahora se siente muy bien, muuyy bien.

–Ya está delirando. –piensa León. Su preocupación lo obliga a buscar ayuda y logra encontrar a Lina en los pasillos de la mansión. Ella es la jefa de los guardias.

–Señora, necesito ayuda. –él se las arregla en subir a Milenka sobre su espalda y la lleva rápidamente ante la alfa. Esta no les presta atención ya que está muy ocupada gritándole a sus subordinados.

–Quiero a dos alfas en las rejas de entrada ya, necesitan relevar a los del turno noche, ¿entendido?

–¡Señora! –León levanta la voz y asusta a Lina. Esto hace que ella gire y le gruña.

–¡No soy tan vieja para que me llames así!

–Lo sé, debemos tener la misma edad. –contesta él para luego enseñarle a Milenka –Ella está muy mal, y tampoco sabemos donde está Gael. –explica resumiendo los acontecimientos en pocas palabras. Lina mira al niño con una ceja levantada, entonces recibe una llamada cuando estaba por responderle.

–¿Si? –la persona del otro lado de la línea le dice que están teniendo problemas con Damia. Al mismo tiempo recibe otra llamada, esta vez es sobre la seguridad y una tercera llamada. Lina corta todas y mira a León –No puedo ayudarte, el señor está en plena crisis. Pero me informaron que Gael tomó todas las almohadas de la mansión y se las llevó a su cuarto.

–Gael, idiota. –Milenka recupera el control y se aparta de León –Ya sé dónde está. –murmura seria.

León la sigue rápidamente porque considera que no debería dejarla sola en ese estado. Así, ambos dejan a Lina atrás –Tomó las almohadas. ¿Y eso como para qué? –se pregunta él mientras caminan hacia la habitación. No tardan mucho en llegar y Milenka abre la puerta, dejando al descubierto la obra de Gael.

Todo el suelo se encuentra forrado de almohadas, y algunas telas cuelgan del techo –¿Eh? –León se sorprende al ver la habitación, al igual que Milenka. Aunque ella tiene una sonrisa en su rostro.

Gael también está allí y arreglas los últimos detalles de su nido de amor. Pero nunca esperó que Milenka saltara sobre él. Ambos quedan entre los almohadones y cojines mientras ríen –Hey, llegaste antes... Sorpresa. –dice sonriendo para luego besar la mejilla de la muchacha.

–Todo se ve perfecto. –responde ella manteniendo los brazos alrededor de su cuello –¿Listo?

–Si, pero antes debo pelear con Nizar. –el rizado se separa de Milenka, en contra de su voluntad y maldice al ver la hora en el reloj –Llegaré tarde, me distraje haciendo esto y...

–Milen tomó tu lugar en la pelea. –comenta León llamando la atención de ambos. Milenka le hace unas señas para que guarde silencio, aunque ya es muy tarde.

–¿Qué?

–Creí que lo sabías, ella ganó pero recibió golpes muy fuertes.

Gael de inmediato mira a Milenka, ella le sonríe nerviosa y luego baja la mirada. Él no la regaña, en su lugar toma sus manos para observar sus brazos, Gael baja las mangas y se encuentra con feos moretones. Después levanta un poco su camiseta dejando al descubierto unas marcas moradas en su estómago –Estoy bi...

–Nunca vuelvas a hacer algo así. –la interrumpe Gael. Él no tiene nada más que decir y le da la espalda para salir de la habitación.

–¡Olvídalo! –ella intenta detenerlo, cosa inútil porque Gael no se detendrá hasta darle una paliza a Nizar. ¿Qué clase de gamma sería si no es capaz de proteger a su elegida? Eso hace su sangre hervir de rabia, en la pelea él iba a ser amable con el alfa. Pero ahora no, no sabiendo que golpeó a Milenka.

–Gael. Por favor. –ella se encuentra colgada por su espalda y es incapaz de detenerlo –Volvamos a la habitación, seamos uno y ya. No perdamos tiempo.

Él se detiene frente a las puertas que llevan al jardín, sus manos toman las de Milenka y las acaricia –Que seamos una pareja no significa únicamente sexo. Sé que eres fuerte, pero era mi pelea. ¿Pensaste en cómo reaccionaría ese alfa al saber que peleó contigo?

–N-No. –susurra bajando la mirada. Ella se aferra más a Gael, sabe que cometió un error al no confiar en él.

–No iba a golpear tanto a Nizar porque sé que te preocupa. Pero ahora lo moleré a golpes. –declara el rizado para luego sonreír de lado. Sabe que ganará, no importa que tan fuerte sea ese alfa.

Aunque la pelea deberá esperar, porque unos gritos comienzan a escucharse en la mansión. Seguidos de múltiples disparos. Gael de inmediato toma a Milenka y a León para huir de ese lugar. Lleva a ambos sobre su espalda mientras intenta alejarse del sonido de los disparos.

–¿Qué está pasando? –se pregunta el rizado. Se detienen de golpe cuando unos hombres ingresan a la mansión, luego de hacer trizas los ventanales. Gael corre en otra dirección mientras busca a Yannick con la vista. El rubio no está en ninguna parte.

–Lina mencionó algo sobre la seguridad. ¡Debemos ir con el señor Damia! –habla León indicando las escaleras. El omega se encuentra en su despacho y ya debe estar enterado del ataque de la mansión.

Aunque no es así realmente, Ilan, Cruz y Yannick se encuentran con él e intentan convencerlo de que descanse un poco. Damia no ha dormido durante días por sus investigaciones sobre León y por la búsqueda de un antídoto para controlar las feromonas de Nizar Daban –No puedo detenerme, estoy muy cerca de lograrlo. –dice el hombre. Pero, en lugar de tomar su bolígrafo, intenta escribir con un cuchillo que estaba con la bandeja del desayuno –¡Traigan otro, este no tiene tinta! –le ordena a Ilan.

El beta respira hondo, serena su mente para tratar con su jefe testarudo –Usted necesita descansar y no acepto un no como respuesta. Y eso es un cuchillo, por favor señor. –responde manteniendo los brazos cruzados.

–Ya casi... Sólo un poco más. –susurra Damia para luego soltar un profundo bostezo.

–¿Qué es lo que quiere hacer? –le pregunta Yannick a Cruz en voz baja. El pelirrojo gruñe molesto, harto de la situación y propone mandar a dormir a Damia por las malas.

–Yo digo que le disparemos un dardo, cuando despierte estará como nuevo. Además, en ese estado ni siguiera podrá defender la casa de un ataque. –comenta Cruz y, para mala suerte de todos, tiene razón.

–¡Nos atacan! –exclama Milenka cuando Gael patea la puerta e ingresa al despacho. Un grupo de personas armadas los siguieron y estos se detienen en la entrada. No los dejarán escapar.

–Demonios. –gruñe Cruz al ver a los intrusos. La situación es muy mala, ya que ni siquiera tiene su arma con él y posiblemente los demás guardias ya fueron eliminados. Todo queda en silencio a pesar del momento tenso, hasta que se escuchan pasos acercarse. Los hombres encapuchados se apartan de la puerta sólo para darles paso a tres personas más. Dos hombres y una mujer, quienes ocultan su rostro también.

–¡Ríndanse ahora! –alza la voz la mujer, demostrando un carácter fuerte y seguro –La mansión está rodeada.

–Ustedes deben ser los líderes. –responde Cruz dando unos pasos hacia adelante –Cualquiera es valiente teniendo un arma en mano.

–Cállate, no los provoques. –Ilan intenta detenerlo, pero es inútil. El alfa de la una mirada de advertencia y luego regresa su atención hacia los intrusos –Cruz...

–Ataquen, si se atreven. –el pelirrojo saca su cuchillo del cinturón y lo lanza hacia la mujer. Cruz la reconoció como la líder de todos ellos y no dudó en atacar. La filosa cuchilla se entierra en el pecho de uno de los hombres que estaba junto a ella. Sin embargo, no deja caer ninguna gota de sangre porque su chaleco antibalas lo protegió.

–Yo me encargo de los mocosos. –el otro hombre deja caer su arma y camina lentamente hacia el alfa. Hace crugir sus nudillos mientras lo mira de pies a cabeza –Esto será rápido.

–¡Cállate! –el pelirrojo ataca con un golpe de puño, el cual impacta con éxito en el rostro de ese hombre. Aunque este endereza su rostro y regresa el golpe con el doble de fuerza. Cruz devuelve su almuerzo de ese día y termina arrodillado sobre la alfombra.

Su atacante vuelve a tomar el arma y ahora apunta al pelirrojo –Yo gané niño. –murmura estando listo para disparar.

–¡No! –Ilan se interpone en su camino y usa su mirada de beta. Pero el hombre se burla de él, diciendo que su mirada no es nada. Entonces usa la suya, lo que deja al menor totalmente pálido.

–¡¿Quiénes son ustedes?! –pregunta Yannick alzando la voz.

Ninguna respuesta llega, en cambio se oyen dos disparos en el lugar y tanto Cruz como Ilan terminan tendidos sobre la alfombra. Luego el silencio se instala mientras los demás los ven, incapaces de hacer algo al respecto –¿Quién sigue? –pregunta el mismo sujeto.

–Maksim, no tenemos tiempo para juegos. –la mujer se acerca a pasos decididos hacia el despacho, pero la pelea aún no termina. León hará todo lo posible para proteger a Damia, le debe mucho y no tiene nada que perder.

Entonces él se separa de Gael, aun cuando este le ordena no pelear, de todos modos lo hace y ve a Yannick correr hacia ella también. Ambos la atacan al mismo tiempo, pero el rubio es herido con dos disparo en el pecho. Por su parte, León siente un impacto en su pierna, aunque eso no le impide continuar. Con una poderosa patada logra lanzar a la mujer contra la pared más cercana, lo que provoca que sus seguidores lo ataquen. Ambos sujetos le disparan, cosa que no funciona, porque, incluso con esos impactos en su cuerpo, León sigue moviéndose y atacando.

Él se encuentra cara a cara con el hombre que le disparó a Cruz y a Ilan. Entonces toma su arma y la destroza con una sola mano. Su rabia es tanta que apenas llega a sentir que su cuerpo recibe más disparos. León termina por golpear a los tres líderes de los intrusos. Pero su visión comienza a hacerse borrosa, sus piernas apenas soportan su peso y no puede moverse –Es e-extraño. –murmura confundido. Se deja caer y, ya en el suelo, ve la cosa de metal que le arrancó a uno de esos hombres. Es una placa.

–Demonios. ¿Quién es ese niño? –se pregunta uno de ellos.

Entonces la mujer se abre paso y termina junto a la silla de Damia, este se encontraba de espaldas mientras todo eso sucedía –¡Guillermo Lobos, quedas arrestado!

Gael comienza a gruñir hasta que el omega lo detiene –He estado mucho tiempo en esto y reconozco el sonido de un disparo. Esas no son armas reales. –habla dejando tranquilo al rizado, solo un poco.

En cambio, la mujer retrocede unos pasos, confundida –Tú no eres Guillermo Lobos.

Damia se pone de pie, se encuentra agotado por la falta de sueño. Sin embargo puede hacerle frente a esta situación solo –Soy Damia lobos, su sobrino. Me hice cargo de esta casa luego de que él fuera asesinado por los Santoro. Este lugar perdió a muchas personas después de eso y estoy sacando adelante a esta familia.

–Pero... –la mujer mira a su segundo al mando. Este se saca la máscara y suspira.

–Ya veo, eso concuerda con escasa participación de los Lobos en las subastas y la venta ilegal de armas según el trabajo de inteligencia. –responde para luego hacer unas señas, los otros hombres se retiran y solo quedan los tres líderes ante Damia.

–Sólo voy a esos lugares a ver, seria raro que de un día al otro ya no participara de eso. –murmura Damia mirando a los ojos a cada uno.

–U-Un momento, ¿quiénes son ustedes? –Milenka llama la atención de los uniformados, se encuentra muy confundida y asustada.

–Somos integrantes del equipo especial de protección. Nos encargamos de rescatar a las víctimas de las subastas. –responde el hombre de cabello castaño.

–Recuerden que es el sobrino de un mafioso peligroso, esta charla está de más. –dice el otro hombre, dejando ver sus ojos claros y cabello negro –Propongo dispararle y encerrarlo con el resto.

–No pueden hacerlo. –Gael alza la voz, haciendo que todas las miradas caigan en él –El señor Damia nunca haría nada malo, nos reunió a nosotros, ayuda a un amigo a encontrar su clase e incluso busca una cura para el alfa que no controla su olor. Todo sin pedir nada a cambio. –comenta mientras se separa de Milenka y camina hacia ellos –No dejaré que se lo lleven.

La mujer, que aún conservaba su mascara, se la quita dejando ver una sonrisa amable –¿Qué más hizo? Quiero que me cuentes todo.

–Pero, señorita Angelien...

–Todo está bajo control. Yo me encargo de hablar con este lindo omega. –ella le sonríe a sus compañeros y les ordena liberar a los prisioneros. Gael y Milenka se apresuran a ayudar a los demás.

–Ten cuidado cariño. –le pide el alfa castaño y luego abandona el despacho. No sin antes dejar su aroma a café y chocolate en el aire.

–Angelien... He escuchado muchas cosas de ti. –murmura Damia, siempre teniendo una actitud tranquila y respetuosa –Me entregaré sin resistencia. –él extiende sus manos hacia ella para que le las esposas. Sin embargo, la beta niega.

–Tengo pensado algo mejor, ¿aceptas ayudarnos?

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