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"La galería de Gangnam"


Observó sus pupilas mieles por última vez en el amplio espejo de su habitación, asegurándose de que aquella capa de rímel quedase fija en su lugar y pasando su pulgar por las comisuras de sus labios para retirar el excedente de labial rojo que le daría el toque sensual y elegante a su atuendo...

Un vestido color vino que se ajustaba a las notables curvas de su esbelto cuerpo y hacía contraste con su tez bronceada, aquel hermoso vestido destacaba por un escote bateau que dejaba al descubierto sus hombros, un delicado y sencillo camino de piedras plateadas alrededor de su cintura y lo había combinado con unos tacones de aguja de tonalidad carmesí.

Sonrió por última vez a su reflejo antes de tomar su bolso. Se sentía hermosa y segura con su elección de vestimenta, y lo que más le enorgullecía de ello es que la había diseñado ella misma con sus conocimientos y recursos.

Su melena oscura se sacudía con cada escalón que descendía rumbo a la sala de estar. Allí observó a su hermano recostado en el sofá con sus labios entreabiertos y salivando un poco por sus comisuras. Se había vuelto a quedar dormido con la consola encendida y los controles en su mano, a punto de caer por el débil agarre que sus extremidades adormecidas ejercían en estos.

Sonrió ante la imagen, aunque él era mayor que ella por casi cuatro años, siempre sentía la necesidad de cuidarlo. Y es que después de todo, eran ellos dos solos contra el mundo.

Quizás nunca sepa el por qué, pero su madre los abandonó a ambos cuando apenas tenía 2 años y su hermano 6, de su padre nunca se supo nada y muy escasamente ella recuerda algo de aquella mujer que le dio la vida para luego dejarlos a su suerte. Vivieron durante toda su infancia en un pequeño y humilde orfanato lejos de la ciudad, un lugar prácticamente olvidado, por eso no era muy frecuente la adopción en ese sitio.

A pesar de ser tan pequeños, ambos tenían ese instinto de protegerse el uno al otro, su hermano estuvo para cuidarla y ella para él. Podría decir que quizás sus días en ese lugar no fueron tan amargos...hasta que una mañana recibió la noticia de que una señora que por ahí había pasado, tenía todas las intenciones de llevarse a su hermano consigo. La anciana se había encariñado con el adorable niño de sonrisa deslumbrante y aunque hubiese querido llevarla a ella también, no podía hacer mucho por ello.

Él le prometió volver a buscarla y así lo hizo, años después cuando cumplió los 18 y tuvo la edad establecida para adoptarla. Ella había podido reunirse con su hermano a sus 14 años.

La anciana, que durante todo ese tiempo se había dedicado a cuidar al niño como suyo, un buen día enfermó y desgraciadamente no pudo resistir al padecimiento. Al morir dejó su casa a nombre del chico, esa antigua casa estilo colonial en la que ahora vivían ambos. Siempre iba a estar agradecida de alguna forma con esa señora, porque aunque ella estuvo sola, sabía que cuidaba bien de su hermano y eso era lo importante. Él también le había tomado gran aprecio.

Hoseok se removió un poco sobre el sofá cuando retiraron los controles de su mano e inmediatamente ella se tensó...

No podía despertarlo, no quería que él supiera a donde iba o siquiera que iba a estar fuera de casa por unas horas...y si veía su vestimenta se daría cuenta rápido.

No es que no confiara en él, ella amaba a su hermano con toda su alma...y por eso le dolía tanto que él no apoyara sus sueños. No estaba de acuerdo con lo que ella había escogido ser en su vida.

Y es que según Hoseok, siendo diseñadora de moda no llegaría a ninguna parte, todos los méritos y logros siempre se los otorgaban a aquellos que estuvieran en la cúspide de la pirámide del poder. Y ese lugar solo se lograba pasando por encima de los otros sin remordimiento alguno.

Él no quería eso para su hermanita, sabía que la competencia era mucha, sabía que tenía un corazón sensible y quedaría destrozado en cuanto viviera la crueldad de ese mundo. Y él tenía su razón, allí no bastaba con solo ser bueno, mas valía tener poder y ser exitoso.

Y era doloroso ver cómo el talento era subestimado por el dinero. Recordaba bien cuando la amable anciana volvía llorando de su trabajo todas las noches, cuando se desvelaba por horas y a penas comía, inmersa en sus diseños para que luego estos fueran desechados por otros... y no por su falta de calidad, no, aquella mujer tenía un gran talento, solo que eso no fue suficiente para resistir la presión de ese sucio mundo. Y como consecuencia de tanto desgaste, ella terminó enfermando.

Cuando llegaron a su casa, su pequeña hermana había encontrado los bocetos y proyectos a medias que poseía la señora, desde ese momento su pasión por la moda y el diseño vieron la luz. Y eso no le gustó a Hoseok, no quería que la historia se repitiera, no quería que la niña de sus ojos sufriera de la forma en que sufrió aquella pobre mujer, porque el vivió todo ese dolor a su lado en carne propia.

Ella entendía, verdad que sí. Sabía que su hermano solo la cuidaba pero...

¿Qué podía hacer al respecto?

Tenía un sueño...y quería luchar por él. Si no lo lograba entonces quería vivir su vida sin arrepentimientos porque al menos lo habría intentado. Ella anhelaba ser una diseñadora, ser reconocida y que su voz se escuchase entre las de los más famosos diseñadores del mercado.
Sabía que su deseo no era humilde ni mucho menos, que quizás pedía mucho, pero soñar no cuesta nada, así que para ella eso estaba bien.

Al ver que Hoseok no volvió a moverse, depositó un casto beso en su frente y salió de una vez de su casa. Más tarde le enviaría un mensaje para avisarle que fue donde una amiga a pasar la noche, y si regresaba tan tarde como lo tenía planeado, con suerte él aún estaría dormido y no la vería llegar.

Había llamado un taxi minutos antes de salir, y suspiró aliviada en cuanto lo vio aparcado a unos pocos metros de ella.

-¿A dónde señorita?-Preguntó el conductor una vez ella estuvo cómoda en el asiento trasero.

-A la galería de arte de Gangnam.-Le respondió ella repasando una vez más su maquillaje.

Le gustaba siempre estar impecable, y la situación lo ameritaba.

Escudriñó su bolso cerciorándose de que las entradas para la exhibición estuvieran en su lugar. Solía ser muy organizada y no habría concebido perder estas o siquiera olvidarlas.

Estaba feliz, emocionada más bien. Había ido a unos cuantos desfiles de moda cuando estaba en la universidad, pero eran solo visitas como parte de su carrera, para enriquecer sus conocimientos. Nunca había podido ir a un desfile de verdad, por su cuenta, y esta era la oportunidad.

Se había encontrado con un antiguo compañero de clases en la cafetería en la que trabajaba a medio tiempo. Desde la graduación, hacía casi un año, no se veían y él se había alegrado de encontrarse con ella. Le había contado que estaba trabajando como modelo en una sucursal de moda que había sido establecida en la ciudad hace poco.

En medio de aquella conversación, le mencionó sobre un desfile que realizaría una empresa de moda japonesa residente en la capital para lanzar la nueva colección del verano y le ofreció unas entradas que ella aceptó gustosa y más que entusiasmada, dado que el gerente de la empresa en la que el chico trabajaba había sido invitado como crítico para que juzgara la nueva colección, por ende algunos trabajadores como él también habían sido invitados.

Ella había pensado que para que la empresa japonesa tomara tan en serio la opinión del gerente de una simple sucursal este debía de ser bastante influyente y poderoso. Quiso preguntarle a su amigo en qué sucursal trabajaba, empezaba a dudar que fuese una pequeña y simple, pero este tenía prisa por su apretada agenda como modelo y ella no tuvo tiempo a cuestionarle aquello. Ya le preguntaría más tarde, por suerte habían vuelto a intercambiar números.

No tenía con quien más ir, pero eso no impediría que fuera, era una grandiosa oportunidad que no podría desaprovechar.

Tal vez alguna firma o empresa haya sido invitada al evento y pudiera ofrecerse para trabajar con ellos. O, en caso de no tener esa suerte, no rechazaría los conocimientos que podría adquirir con sus observaciones en el desfile. Ella se sentía animada con cualquiera de las dos opciones.

Pagó el taxi y bajó de este en cuanto había llegado a su destino. No pudo contener una expresión de asombro cuando estuvo en frente de la galería.

La galería de Gangnam era inmensa, un prestigioso lugar reconocido por ser sede de los más exuberantes y primordiales eventos de arte. Contaba con una elegante pasarela por la que habían trascurrido todo tipo de diseños, desde los más escandalosos hasta los más simples y artísticos, todos con la semejanza de pertenecer a reconocidas empresas y diseñadores.

Para la joven chica de apenas 24 años, estar ahí era un completo lujo. Y esperaba poder encontrarse con su amigo adentro para agradecerle como era debido, porque de no haber sido por aquel casual encuentro, quizás ella nunca habría podido permitirse asistir a un evento de esa índole.

-Invitación.-Gruñó el fornido guardia en la puerta. No parecía tener deseos algunos de cumplir con su trabajo.

Le extendió la pequeña y elegante tarjeta, aquel inmenso señor de casi 2 metros de estatura se dedicaba a verificar la autenticidad de la invitación mientras ella lo observaba.Y no pudo evitar fruncir el ceño ante la vestimenta del hombre.

Sus lentes oscuros no hacían juego con el diseño de su saco, y este era de un tono azul mucho más pálido que el de sus pantalones, aquello no lucía bien, no le parecía combinable. Y tuvo que morderse la lengua en cuanto vislumbró las calcetas verdes pastel sobresalir un poco por los bajos de su pantalón.Le hubiese gustado decirle al hombre que su combinación era errónea, pero seguramente se habría molestado con ella.

No lo hacía por mal, no juzgaba el estilo de vestir de nadie con malas intenciones, solo que para alguien como ella era inevitable no notar esos detalles. Siempre estaba muy atenta, era muy observadora en lo que a moda se tratase.

El hombre le hizo una seña con sus manos para que prosiguiera a entrar y ella agradeció que para entonces ya había dejado de mirar sus calcetines fuera de lugar.

Abrió sus grandes ojos con asombro en cuanto la tenue calidad artificial, proveniente de un exuberante candelabro, iluminó el gran salón de la entrada.


Era un lugar completamente hermoso, nunca había estado allí. En un rincón de la amplia habitación una orquesta entonaba sus violines y pianos, los murmullos de los presentes apenas resaltaban por encima de la relajante música. Y la joven se asombró al ver la vestimenta de las personas a su alrededor.

Todos envueltos en elegancia, las mujeres calzaban los zapatos más hermosos que había visto, de diferentes marcas y estilos, sus vestidos iban de materiales finos desde la seda hasta un encaje artesanal de suma exquisitez, los accesorios eran en su mayoría brillantes, sencillos pero no dejaban de resaltar la zona requerida. Observó que aquellas cuyo escote dejaba al descubierto el pecho y los hombros, portaban collares de piedras preciosas que a gritos clamaban ser verdaderas joyas, otras con un escote más conservador se concentraban en los pendientes largos y las diademas para el cabello, simplemente hermoso.

Los hombres, por su parte, se vanagloriaban con sus trajes de valiosas telas, con costuras de todo tipo resaltando las marcas a las que pertenecía cada pieza. Pulidas las puntas de los costosos zapatos, relucientes rolex adornando sus muñecas y, en algunos casos, pequeños pendientes de moda o alguna casi invisible cadena dorada. Una elegancia extrema.

Y la humilde joven no pudo evitar sentirse un poco inferior por la sencillez de su atuendo. Pero aún así lo portaba con orgullo, porque lo había hecho ella con sus propios esfuerzos. Y eso era lo que valía... ¿No?

-Buenas noches.-Giró su rostro para encontrarse con una chica, unos pocos centímetros más alta que ella, pero sabía que si quitaba la altura de sus tacones, aquella mujer la sobrepasaba en estatura por mucho.

Sonrió a la hermosa chica de cabellos rubios y ojos oscuros. Y se maravilló con el atuendo que esta portaba, un vestido azul turquesa corte de sirena con un escote en V que dejaba entrever parte del centro de sus pechos pero sin llegar a la obscenidad, cosas que solo logra una buena pieza de arte, aquel impresionante vestido estaba adornado por pequeños brillantes en la tela de su falda, y el collar de lapislázuli que envolvía su cuello completaba magníficamente todo el atuendo.

-Buenas noches.-Le devolvió el saludo con educación.-¿Aún no empiezan?

-No, están esperando a que todos los invitados lleguen. Probablemente comiencen en unos minutos.-Respondió la desconocida con simpleza.

La joven no pudo evitar encogerse un poco en su lugar ante la intensa mirada de la rubia, que analizaba cada costura de su vestido.

-¿Pasa algo? -Le preguntó cuando notó que juzgaba su atuendo sin discreción alguna.

-Desde que entraste estuve viendo tu vestido, es bonito ¿De qué marca es? O si estás aquí es porque perteneces a una empresa... ¿A cuál? -Cuestionó la rubia con notable curiosidad.Y es que era cierto, ella era una de las diseñadoras de la nueva sucursal, estaba al tanto de la competencia en el mercado y le impresionó percatarse de que jamás había visto un vestido así.

Era único en todos los aspectos, hermoso, y por un instante la inquietó la idea de que alguna otra empresa de la que no estuviesen al tanto pudiera robar su popularidad con tan creativos diseños. Su orgullo no podía permitirse eso, y estaba segura de que su jefe tampoco.

Además, nunca había visto en ningún evento a la joven chica morena que sonreía emocionada por el halago que le había hecho a su vestido. Tenía que saber si la competencia estaba cerca o si era una empresa novata que podía robarle el prestigio a la suya.

-Gracias. -Le respondió la chica con sinceridad haciendo alusión a las palabras sobre su atuendo.-No es de ninguna marca...y tampoco pertenezco a una empresa. Lo he hecho yo.

A pesar del orgullo que destilaban sus palabras, no pasó desapercibida la mueca de desagrado e inconformidad de la rubia frente a ella. Y aquello la descolocó por un momento.

¿Qué estaba mal?

-Ya veo...-Murmuró la rubia con desdén mientras miraba sus perfectas y barnizadas uñas.

-¿Hay algún problema? -Cuestionó la joven humilde, claramente confundida por su actitud.

-Para nada, solo que no entiendo qué haces aquí entonces, si por mucho se nota que no encajas ¿Pero quién soy yo para frustrarle los sueños a una niña? -Rió un poco.-Debo irme, a diferencia de ti, yo si tengo un trabajo serio. Sigue cosiendo tus trapitos para muñecas, quizás algún día llegues a algo.

La rubia se giró, aliviada de saber que aquella niña no resultaría una amenaza a su trabajo, y comenzó a andar en la dirección contraria haciendo sonar sus tacones cuadrados por las pulidas lozas del suelo.

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Aquí está el primer capítulo!! Una pequeña introducción para que vayan conociendo a nuestra protagonista y su mundo ;)
Espero que les haya gustado, les prometo muchas cosas interesantes y divertidas para esta historia, espero que sea de su agrado.

Dejen su opinión sobre el capítulo y una estrellita si les gustó 🤗

El banner y la portada son obra de la talentosísima sabjimin

Nos leemos muy pronto 💜💎

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