"Edén de la moda"
La chica tenía su rostro enrojecido de la ira y la impotencia. Le hubiese gustado arrancar de cuajo unos cuantos mechones de aquel cabello rubio artificial, pero debía contenerse, aquel era un lugar de etiqueta.
¿Trapitos para muñecas?
¿Cómo podía ella despreciar de esa forma su trabajo?
Aquello que le había costado tanto diseñar y hacer...
¿En dónde estaba el error? Había dicho que su vestido era bonito…
Un mozo con una bandeja en sus manos pasó junto a ella y le ofreció una copa de champagne, cosa que aceptó sin miramientos, porque aunque no acostumbraba a beber necesitaba relajar tensiones.
Dio un sorbo al burbujeante líquido y dejó que este refrescara su ardiente garganta por contener todas las blasfemias que hubiera querido decirle a esa rubia estirada. Y no es que fuese alguien violenta, solo que aquel comentario le había afectado enormemente su autoestima como profesional y no sabía la razón del por qué fue tratada así.
Su mirada volvió a centrarse en las personas que pululaban por el salón. Todos vestían como reyes, un verdadero Edén de la moda. Notó las prestigiosas marcas a las que pertenecía cada pieza. Habían atuendos de Versace, Vogue, Channel, Gucci, Balenciaga y otros reconocidos exponentes del mundo de la moda y los accesorios.
También escuchó cómo algunos hablaban de negocios, de los próximos lanzamientos de la temporada, de sus inversiones. La mayoría de aquellos que platicaban eran prestigiosos gerentes y propietarios de sucursales de dichas marcas en Corea, y algunos presidentes de empresas de belleza coreana.
Entonces se dio cuenta…
Y aquella realidad fue más amarga que la hiel y tan dolorosa como mil puñales rasgando la dermis de su espalda.
Ella realmente no encajaba en ese lugar, no era nadie. Ni siquiera una mísera trabajadora en alguna de esas empresas. Solo era una amateur, una ilusa niña jugando a ser diseñadora.
Y comprendió las palabras de la rubia. Su vestido era bonito, sí, pero no servía eso de nada si no estaba patrocinado por un poder, por una marca o diseñador.
Porque allí “ser bonito” no era suficiente.
Y eso le dolió. Se percató que sus esfuerzos, de los que tanto se enorgullecía, allí no valían nada.El recuerdo de las palabras que su hermano siempre le decía vino a su mente.
Él tenía razón, pero…ella aún se aferraba a su sueño.
Quería lograrlo, quería demostrarle a su hermano y quizás a aquella rubia falsa que ella sí podía. Que ella tenía talento y , si era necesario, también conseguiría el poder.
Solo una oportunidad... y entonces daría lo mejor de sí.
—¡Jung Hye Seok! —Escuchó que clamaban su nombre y giró sobre sus puntiagudos tacones en busca de aquella voz.
Un chico de cabellos grises y radiante sonrisa se acercaba a ella con grandes zancadas.
Hye Seok sonrió en cuanto lo tuvo en frente, lo había estado buscando desde que llegó a la galería. Por un momento la chica se permitió repasar con su mirada al apuesto joven frente a ella.Había cambiado mucho desde la universidad, aunque solo pasara un año, suponía que su profesión como modelo tenía que ver mucho con eso.
No pudo evitar quedarse ensimismada por breves segundos ante la presencia del chico. Es cierto que antes lo había visto en aquella cafetería, pero vestía muy casual y sus cabellos estaban revueltos, aquello no podía compararse a cómo se veía en ese costoso y fino traje con sus típicos pendientes plateados y su cabello perfectamente peinado de la forma más sensual posible. No pensó que él se vería tan bien en esa vestimenta, y haberlo encontrado así la fascinó por instantes.
—Viniste. — Murmuró él una vez a su lado y se dedicó a apreciar la belleza de la chica.—Estás preciosa.—Besó su bronceada mejilla y ella al instante se sonrojó.
Si bien solo lo veía como un buen amigo y antiguo compañero de universidad, era inevitable no reaccionar de esa forma teniendo en cuenta lo atractivo que resultaba ser aquel chico.
—Gracias, tú también estás muy guapo.—El chico sonrió complacido por el halago.—Quería agradecerte por invitarme, no sabes lo mucho que significa para mí poder estar aquí. Si algún día necesitas ayuda con algo, por favor no dudes en hacérmelo saber.
Sabía que quizás ella no podría hacer mucho por el chico, solo era una simple cajera en una humilde cafetería con apenas reconocimiento y su paga no era nada comparada con la que debía recibir aquel joven como modelo de una sucursal. A penas sobrevivían con su dinero y el que recaudaba su hermano en el taller de mecánica. Pero si hay algo que Hoseok le había enseñado desde niña, era que debía ser agradecida con aquellos que lo merecían, y ella se sentía en deuda con el chico.
—No digas tonterías, no es nada. Me alegra que hayas podido venir y lo disfrutes. Seguro amarás el desfile, recuerdo cómo los profesores te elogiaban por lo talentosa que eres.—La adula con sinceridad.
A pesar de que ambos no estudiaban en las mismas facultades, no era un secreto para toda la escuela que aquella joven estudiante de diseño tenía una capacidad superior a la del resto de los estudiantes.Él había tenido la oportunidad de corroborarlo cuando coincidieron en una de las clases opcionales de "Historia y Evolución de la Moda".
Porque sí, él podía ser un simple modelo atractivo, pero tenía un gran conocimiento del tema y una cultura envidiable. Quizás por esas cualidades fue reclutado al instante en aquella nueva sucursal, y eso era un gran mérito teniendo en cuenta que apenas se había graduado de la universidad y no tenía un expediente laboral experimentado.
—Estoy ansiosa porque comience.—Susurró ella con emoción logrando que el chico sonriera enternecido y sus rasgados ojos desaparecieran al ampliar su sonrisa.
—Aún faltan unos pocos minutos.—Se quedó pensativo unos segundos y una excelente idea cruzo su mente.—Ven, te presentaré a mis amigos y compañeros de trabajo.
Ella se sorprendió por la invitación, se sentía algo apenada. Muy probablemente todos eran personas importantes o trabajadores de gran capacidad, y por un instante la imagen de aquella rubia maleducada volvió a colarse en sus recuerdos.
¿Y si la volvían a juzgar?
¿Y si avergonzaba a su amigo por hablar con ella cuando es una don nadie entre todas esas reconocidas personas?
No quería que él la viera diferente si eso pasara, hasta el momento no la había juzgado ni discriminado.
—No quisiera molestar…estoy bien aquí.—Intentó excusarse con rapidez.
—No molestas Hye, de seguro les encantará conocerte.
Hye Seok iba a negarse nuevamente, pero aquel chico de cabellos grises envolvió su mano alrededor de su delgada muñeca y la condujo hacia algún otro rincón del salón.
Su corazón latía fuertemente contra su pecho, pensaba que en cualquier momento terminaría deshaciendo las costuras de su vestido de lo mucho que bombeaba. Estaba muy nerviosa y su semblante la delataba.
Su amigo pareció notar aquella reacción de su parte e intentó tranquilizarla con algunas palabras para desviar la atención de sus pensamientos.
—¿Cómo está tu hermano? —Le preguntó de forma casual.
Él recordaba a Hoseok de algunas ocasiones cuando la buscaba en la universidad y de aquel taller de mecánica donde trabajaba y que el frecuentaba como cliente fijo. Le agradaba Hoseok, él no tenía hermanos, pero si pudiera cambiar eso de seguro habría deseado que fuesen como ese castaño de sonrisa jovial.
—Muy bien, las cosas en el taller marchan de maravilla y hace unos días aumentaron la paga. Supongo que está muy feliz con eso.—Contesto ella sonriente.
Le gustaba hablar sobre su hermano, pero no podía ignorar aquella punzada de culpabilidad en su pecho por haberle mentido y estar en ese lugar sin su consentimiento.
—Me alegra saberlo. Dile que Park Jimin le envía saludos. —Ella asintió feliz y se sorprendió cuando notó que sus nervios habían disminuido un poco, quizás se sentía muy cómoda junto a Park.
—¡Enano! Te estaba buscando, hay que apurarse o nos robarán los primeros puestos y yo quiero ver…Oh, hola.—Sonrió de forma coqueta.—¿Quién es la hermosa doncella?
Un chico alto, de cabello completamente negro y labios carnosos, de un húmedo y tentador color rosa, le sonreía expectante a la joven que segundos antes se había sonrojado por encontrarse con tal hermoso hombre.
Lo primero que pasó por la mente de la chica fue…
¿De qué historia se ha escapado?
Porque sin duda alguna , aquel chico parecía un príncipe fugitivo de algunos de esos cuentos que Hoseok solía leerle cuando pequeña para que dejara de llorar por su madre.
—Ella es mi amiga y antigua compañera de universidad, Hye Seok. —Sonrió con orgullo Jimin presentando a su amiga, para nadie era un secreto que era una mujer hermosa.—Hye, él es SeokJin, un amigo y modelo de la empresa.
—Corrección, el modelo más apuesto de la empresa.—Rectificó él de forma graciosa haciendo que Jimin rodara los ojos y una pequeña risilla escapara de los carnosos labios de la chica.
—Un gusto mi bella dama, si precisa de un caballero que custodie sus noches hágamelo saber.—El príncipe, que es así como ella había decidido apodarlo a pesar de ya saber su nombre, hizo una pequeña reverencia para besar el dorso de la mano de la chica, extendiendo el sonrojo por sus bronceadas mejillas.
—Lo tendré en cuenta.—Dijo guiñándole uno de sus perfectamente maquillados ojos.
Él chico rió complacido con aquella reacción. Le había agradado la joven y no tenía dudas de que sería una muy buena amiga también.
—¿Dónde están los demás? —Preguntó Park luego de carraspear para que aquellos dos tórtolos dejaran de coquetear.
—Creo que ya deben de estar buscando sus asientos, por eso te decía que debíamos apurarnos. Las personas han comenzado a entrar, y si nadie nos guarda un lugar, no podremos ver bien el desfile.—Se quejó nuevamente el príncipe de anchos hombros, mientras palmeaba la espalda de su amigo con la intención de que avanzara hacia la zona en la sala del desfile.
—¿Te sentarás con nosotros? —Le susurro Park a su amiga, esperanzado por que aceptara.
Ella quería, de verdad que le agradaban ambos chicos. Pero no sabía si aquellas otras personas que habían venido con ellos serían tan amables o si la juzgarían como hizo la rubia desconocida.
Estaba dudosa sobre aceptar o no, y al final decidió negarse, no quería incomodar más a Jimin.
—No creo que…
—¡Por supuesto que lo hará! Eso ni se pregunta.—El príncipe interrumpió su excusa tomando su mano libre, puesto que la otra estaba en posesión de Jimin, y tiró de esta hasta que entraron en el nuevo salón.
Park rió un poco al ver el rostro descolocado de la joven por la acción de su amigo SeokJin, él ya estaba acostumbrado a su actitud. Jin en cambio continuó su camino, aferrado a la mano de la chica como si arrastrarla por todo el lugar fuese lo más natural del mundo.
En un final ella sonrió, porque sí que quería ir con ellos, pero no deseaba molestar más de lo necesario o hacer sentir a su amigo que debía cargar con su presencia porque ella no conocía a nadie más. No quería incomodarles la noche. Pero viendo lo decididos que estaban ambos chicos en querer compartir su tiempo con ella, no iba a quejarse, estaba más que complacida de llevarse bien con ambos y ver que ninguno la discriminaba.
Seokjin ni siquiera había preguntado si ella pertenecía a alguna empresa, para él eso no era importante. Podía parecer un chico superficial y materialista, pero tenía hermosos sentimientos. Porque como la mayoría, él también comenzó siendo humilde, un don nadie, y tuvo que esforzarse por alcanzar su prestigio como modelo. Y esos eran tiempos que jamás olvidaría.
—¡Mira! Allí están los demás…—Casi tropezó con sus propios tacones cuando el príncipe aceleró sus pasos guiándola hacia un grupo de personas que seleccionaban sus asientos en la fila delantera que bordeaba la pasarela.
Su garganta se movió cuando la saliva descendió por esta de forma sonora, los nervios habían regresado.
Park notó la duda en los pasos de chica, de alguna manera entendía cómo ella se sentía, él ya había pasado por muchas situaciones similares. También lo habían juzgado por ser solo un recién graduado sin experiencia laboral, si bien habían subestimado al talento y la inteligencia del chico, no faltaron ocasiones en las que él se sintió rechazado por dichas razones.
Tuvo que demostrar su valía para superar aquellas situaciones. Y ahora era bastante reconocido, incluso por modelos de otras agencias.
Posó su mano en el hombro descubierto de la chica, a modo de consuelo. Ella suspiró, un poco reconfortada. Y armándose de valor, decidió igualar sus pasos con los del príncipe para enfrentar de una vez por todas lo que sucedería...
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