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Capítulo único

Oneshot conectado a Evanescente

Yoongi resopló al entrar en su apartamento. El chico se descalzó en la diminuta entrada y colocó las deportivas a un lado de la puerta. Antes de irse a trabajar había dejado todo ordenado, como acostumbraba hacer; ahora en cambio su piso parecía un campo de batalla.

Al pisar el salón, que a su vez servía de dormitorio, tuvo que ir esquivando camisetas, pantalones y camisas. El sintasol apenas era visible de la cantidad de ropa que estaba tirada por el suelo.

Yoongi corrió la puerta de la cocina y dejó la bolsa de la compra encima de la mesa. Si la entrada de la vivienda era pequeña, la cocina no se quedaba atrás. El chico de cabello negro cogió el móvil de Taehyung, que estaba sobre la mesa de madera, con la intención de bajar el volumen de la música. Al mirar la pantalla se encontró con un mensaje de texto.

Jin hyung ❤️

-¡Estás obsesionado con la comida!

-No sé a qué te refieres croquetamente.
15:04

Sé que te estás riendo. Voy a cocinar algo rico para cenar. ¿Te apetece venir? ¿Eso es un sí? Entonces te estaré esperando.
15:05

Yoongi puso los ojos en blanco. A él le había enviado el mismo mensaje.

La voz de Taehyung le hizo dejar el móvil sobre la mesa. El menor estaba cantando Don't stop me now de Queen a todo pulmón. Yoongi se acercó sigilosamente al cuarto de baño, que se encontraba al lado de la cocina. Allí lo vio encima de la taza del inodoro, bailando al ritmo de la música.

—¿Tienes una cita?

Taehyung gritó del susto. Estaba tan inmerso en la canción que no notó la presencia de su hermano.

—¡Casi me muero de un ataque al corazón, hyung!— el menor se bajó avergonzado —¿Qué haces aquí?

—Mi jefe no me necesitaba— se apoyó sobre el marco de la puerta —Por eso he salido antes de lo habitual.

—Eso es genial— Taehyung se acercó a la cocina con disimulo —Así podrás descansar— allí cogió el móvil, apagó la música y se lo guardó en el bolsillo del pantalón.

—¿Tienes una cita?— repitió el mayor, girándose hacia él.

—No, solo he quedado con Jin hyung— respondió sin mirarle a los ojos —¿Vas a venir?

—Qué va— se estiró soltando un bostezo —Voy a dormir hasta mañana.

Taehyung no pudo ocultar su amplia sonrisa. Le encantaba pasar tiempo con Yoongi y Seokjin, de hecho se podría hasta decir que era uno de sus hobbys, pero ese día deseaba estar a solas con Seokjin. Taehyung había decidido declararse y para eso necesitaba cierta intimidad.

—Antes de irte recoge lo que has tirado— Yoongi se sentó sobre la cama —No vivimos en una pocilga.

—Lo iba a recoger todo, te lo juro— empezó a ordenar el cuarto —Es que has venido demasiado pronto, hyung.

Yoongi observó cómo colocaba su ropa en el armario. El mayor conocía los sentimientos de Taehyung por su mejor amigo. Desde el verano pasado había notado que su hermano estaba pillado por Seokjin. Era tan evidente que a veces quería decirle que lo sabía, que estaba al tanto y que no tenía que disimular.

Pero Yoongi no quería presionarle. Si Taehyung no lo había compartido con él sus razones tendría.

—¿Necesitas que te compre ropa?— cogió el mando de la televisión para poner las noticias —Creo que deberías renovar tu vestuario. Algunas cosas están muy viejas.

—¿Bromeas?— Taehyung se asomó desde la cocina —Me has comprado tanta ropa que me cuesta elegir qué ponerme. Por favor, no gastes más dinero en mí.

—¿Y en quién lo voy a gastar si no?— cambió de canal —Eres universitario, no puedes vestir de cualquier manera.

—Tengo veinte años, ya no soy un niño— aseguró —Puedo trabajar y ayudarte con los gastos.

—Ya lo hemos hablado, tu trabajo es estudiar— se tumbó en la cama —Quiero que te centres en tus estudios y que disfrutes de la vida universitaria. No te preocupes por los gastos, todo está cubierto.

—Pero hyung...

—¿Hace cuánto lo dejaste con esa chica?— le cortó —¿Seis meses? ¿Un año? ¿Por qué no buscas pareja? ¿No hay nadie que te guste?

Taehyung sintió cómo se sonrojaba. Desde luego que había alguien pero no se atrevía a decirle quién. Seokjin era el mejor amigo de su hermano y eso lo complicaba todo. Tenía miedo de que Yoongi se pudiera sentir desplazado; miedo de que pudiera pensar que estaba intentando quitarle a su mejor amigo.

—No te creas que todo esto es gratis, eh. Cuando seas maestro viviré a tu cuenta.

Taehyung se rió. Estaba deseando terminar de estudiar y ganar dinero para compensar a su hermano por todos los sacrificios que hacía por él.

—Voy a llevarte a conocer mundo— dijo muy animado —Te prometo que iremos a muchos sitios y comeremos en restaurantes de primera clase y dormiremos en camas de lujo.

—Lo de las camas suena bien— Yoongi estaba cansado de dormir sobre un colchón viejo —Aunque también tendrás que invitar a Jin. Él está haciendo mucho por nosotros.

—Por supuesto que lo invitaré— Taehyung dobló la camiseta emocionado. Una de las cosas que más le apetecía hacer con ellos era viajar a bordo de un transatlántico. Le parecía un viaje excitante; un viaje en el que su hermano podría descansar mientras él y Seokjin vivían una historia de amor de película.

Yoongi desvió la mirada hacia el menor, que sonreía como un bobo perdido en sus pensamientos.

«Ya está babeando otra vez. No puede ser más obvio»

El mayor se tapó con una manta sin apartar la vista del canal de noticias. Estaba agotado del trabajo de toda la semana y lo único que le apetecía ese viernes era relajarse y dormir hasta cansarse.

Taehyung entró en el cuarto de baño para terminar de arreglarse. Estaba nervioso pero también emocionado. Desde la ruptura con su novia había tenido algún que otro rollo pero nada más allá de sexo. Con Seokjin sin embargo deseaba tener algo serio, algo duradero y formal. Era el primer hombre que le gustaba y esperaba ser correspondido.

El chico se cepilló los dientes pensando en cómo afrontar la declaración. Con sus ex novias no tuvo que dar el primer paso, fueron ellas las que le pidieron salir. Ahora era su turno; ya no podía seguir esperando más. Llevaba meses enamorado de Seokjin, no quería dejar pasar más tiempo.

—Hoy es el día— se limpió la boca con la toalla —De hoy no pasa.

Yoongi contempló a su hermano cuando salió del cuarto de baño. Llevaba un pantalón negro de vestir con una camisa color vino de manga larga. Las finas rayas blancas le daban un toque elegante y juvenil. El pelo rubio rojizo del menor estaba recién teñido. No quedaba ni rastro de las raíces negras de los últimos días.

Taehyung se puso un reloj en la muñeca, luego eligió los anillos y pendientes con sumo cuidado. Cuando terminó se volvió a mirar en el espejo. Por un instante le invadió la duda. ¿De verdad podía alguien como él gustarle a un chico como Seokjin?

El muchacho exhaló un suspiro. Si no lo intentaba, nunca lo sabría. ¿No era peor quedarse con la duda?

Yoongi le apretó el hombro por la espalda. Al girarse sintió cómo su hermano le metía algo en el bolsillo del pantalón.

—No deberías ir con las manos vacías— le miró a los ojos —Te ha invitado a cenar, ¿no? Deberías comprarle algo como agradecimiento.

Taehyung dudó; no quería aprovecharse de la generosidad de Yoongi.

—No tienes que gastártelo todo, Tae, pero llévale un detalle.

—Gracias, hyung— el menor abrazó a su hermano —Eres el mejor.

Yoongi le dio varios golpecitos en la espalda antes de regresar al salón. Taehyung siempre se arreglaba mucho cuando iba a ver a Seokjin pero hoy desprendía un aura diferente. El mayor se estaba imaginando lo que pretendía hacer.

Después de echarse un poco de perfume y ponerse una chaqueta negra, se fue a calzar a la entrada.

—Pásalo bien y avisa si te quedas a dormir.

—Claro— sonrió mientras se ataba los cordones de los zapatos —Te traeré algo de la cena. Descansa mucho, hyung.

Yoongi observó cómo su hermano salía del apartamento con una sonrisa sobre su rostro.

«Suerte, Tae. Que no se te escape»

Taehyung no detectó ni una sola nube en el cielo. El joven decidió pasar del autobús e ir caminando hasta el apartamento de Seokjin. La primavera se había instalado definitivamente en Daegu y el clima que estaban teniendo en abril era de lo más agradable.

El menor de los Min miró su reloj de muñeca. Eran las 17:03 de la tarde y Seokjin no solía cenar antes de las 19:00. Tenía el tiempo suficiente para buscar un regalo y llegar a su piso sin necesidad de tomar el transporte público.

El chico entró en varios comercios buscando un detalle que le podría gustar a su amigo. Quería regalarle algo sencillo pero bonito, algo que tuviera un significado especial pero que al mismo tiempo no resultase demasiado extravagante.

Taehyung miró figuras de porcelana, accesorios, libros de cocina y hasta peluches. Buscó en distintas tiendas de la ciudad y preguntó a los dependientes por sugerencias, pero nada de lo que veía le parecía adecuado.

A las 18:20 se había recorrido medio barrio sin suerte. Taehyung creyó que no lograría encontrar el regalo perfecto para Seokjin hasta que se detuvo delante de una tienda, oculta entre dos edificios enormes. El chico se fijó en la estructura de madera, muy típica de los pueblos germánicos.

El cartel de la entrada mostraba una flor de cinco pétalos azules con el capullo amarillo, dibujada con tizas de colores. Por encima había algo escrito; Vergissmeinnicht.

Taehyung no supo pronunciarlo. ¿Qué quería decir eso?

Una mujer salió de la tienda llevando un ramo de flores azules entre sus brazos. La sonrisa afable de la joven y el brillo en su mirada le hicieron sonreír.

«¿Y unas flores? ¿No sería un regalo adecuado?»

Las flores no eran caras, ni extravagantes y tenían significado. A Seokjin le gustaban las cosas bonitas, sobre todo las que olían bien. ¿Pero no sería ese un regalo demasiado común y corriente?

Taehyung lo meditó mirando el escaparate. Lo mejor que podía hacer era echar un vistazo. Si no le convencía seguiría buscando. Todavía le quedaba tiempo.

El joven entró en la floristería.

—Buenas tardes— le saludó una mujer desde detrás del mostrador.

—Buenas tardes— respondió con educación. Taehyung cerró los ojos y respiró profundamente. No era un negocio amplio y tampoco disponían de una gran variedad de flores, pero el olor que se respiraba dentro de la tienda era maravilloso.

—¿Le gusta el olor de nuestra Vergissmeinnicht?— preguntó la mujer de acento extranjero.

—Sí, huele de maravilla— aseguró encantado —Nunca había visto esta flor por aquí.

—Es una flor con un significado muy especial— desveló la dependienta de aproximadamente treinta años de edad —¿No conoce la leyenda?

—¿Leyenda?— Taehyung la miró muy interesado —¿Qué leyenda?

La mujer de ojos verdes y piel pálida le sonrió.

—Cuenta la leyenda que una pareja de enamorados caminaba junto a la orilla de un río. La chica vio una flor flotando sobre el agua y asombrada por su belleza, le pidió a su pareja que fuera a buscarla. El joven se lanzó al río para complacer a su novia. Decidido, logró alcanzar la flor y dársela, pero por desgracia no pudo salir del agua y murió ahogado. Lo último que pronunció el muchacho fue "vergiss mich nicht", "no me olvides" y esa historia dio nombre a esta flor, Vergissmeinnicht o como se diría aquí; nomeolvides.

Taehyung se quedó fascinado con la historia.

—La tradición la considera la flor del amor desesperado o del amante eterno— añadió —¿Hay alguien a quien le gustaría obsequiar con una flor tan especial?

—Yo, eh— Taehyung desvió la mirada hacia las flores de la leyenda —Sí, hay alguien.

—¿Quiere llevarse un ramo?

—Sí, quiero llevarme uno— sonrió decidido —Uno muy grande.

Taehyung respiró profundamente. Estaba delante del apartamento de Seokjin, con un ramo de Vergissmeinnicht en las manos y el corazón latiéndole a un ritmo frenético. La leyenda de la flor le había cautivado tanto, que sus pensamientos se habían girado en torno a ella desde que salió de la floristería.

Amor desesperado o amante eterno. ¿Qué le esperaría detrás de esa puerta? Taehyung alzó el brazo y golpeó la madera. El miedo y los nervios no le impedirían averiguarlo, de eso estaba seguro.

Cuando la puerta se abrió bruscamente, apareció su amigo mostrando una enorme sonrisa. El menor se sobresaltó tanto que estuvo a punto de soltar las flores.

—Llegas justo a tiempo, Taehyung.

El mencionado se quedó contemplando su rostro, fascinado por su brillante y encantadora sonrisa. Seokjin llevaba una cinta roja en el pelo, con un estampado blanco. El cabello castaño le caía a los costados, dejándole la frente al descubierto. Taehyung se percató de que tenía un poco de harina en la mejilla izquierda.

—Entra— le dejó pasar —¿Y esas flores?

—Verás... Yo...— balbuceó inquieto —En realidad...

—¿Son de una admiradora?— Seokjin le palmeó la cabeza —Eres un casanova— se fue sonriente hacia la cocina.

Taehyung sintió ganas de golpearse contra la pared. Si seguía quedándose pasmado y balbuceaba como un bebé, entonces no llegarían a nada. El joven de cabello rubio rojizo se descalzó y guardó los zapatos en el armario de la entrada. Después de ponerse unas zapatillas azules de andar por casa, se acercó a la cocina.

Allí vio a Seokjin inclinado, sacando algo del horno. Los ojos del menor se desviaron hacia su trasero bien marcado por el pantalón vaquero. Una palabrota se le escapó de los labios sin querer.

—¿Qué?— el mayor se giró y le miró a los ojos.

—N-Nada— carraspeó —¿Has hecho mucha comida?

—Ya me conoces. Mejor que sobre y no que falte— sonrió y dejó el pan sobre la mesa —Lástima que Yoongi no vaya a venir pero ya sabemos cómo es él.

Taehyung miró hacia el salón, intentando calmarse. Entre lo atractivo que le resultaba su amigo y los nervios que tenía encima por declararse, estaba a punto de sufrir un ataque de ansiedad.

—La mesa ya está puesta— Seokjin le tocó el brazo —¿Quieres que ponga las flores en agua?

—Hyung— Taehyung contrajo los dedos de los pies por puro nerviosismo —Las flores son para ti. Es un regalo por... Por invitarme siempre a tu casa y cuidar de mí.

—¿En serio?— Seokjin se sorprendió gratamente. El castaño desvió la mirada hacia el ramo. Era grande y estaba amarrado con un lazo azul que hacía juego con el color de los pétalos —Te agradezco mucho el detalle— hundió la nariz entre las flores —Huelen muy bien.

—¿Verdad que sí?— los nervios se calmaron por un instante, permitiéndole sonreír ampliamente —Entonces te gusta.

—Me encanta— tomó el ramo y le dio un abrazo —Gracias, es precioso— se apartó y le miró a los ojos —Aunque tú eres el mayor de los regalos para mí.

Sus palabras le aceleraron el corazón. Taehyung alzó la mano y le quitó la harina de la mejilla con suma delicadeza. El menor sintió el impulso de besarle en ese mismo instante, pero el sonido del móvil de su amigo rompió la magia y se lo impidió.

Mientras Seokjin atendía la llamada, ponía las flores en agua y cortaba el pan, Taehyung se quitó la chaqueta e intentó recuperar la compostura.

Cada vez le costaba más guardarse lo que sentía. Con otra persona ya se hubiera lanzado pero lo que le unía a Seokjin era tan especial que le daba miedo estropearlo. Sobre todo porque cualquier cambio, para bien o para mal, podría afectar a su relación con Yoongi.

—¿Cenamos?— el mayor dejó el jarrón con las flores justo en el centro de la mesa. Se había quitado el delantal y la cinta del pelo.

Taehyung se sentó en el suelo sin quitarle la vista de encima; su amigo tomó asiento enfrente de él.

—El menú que tenemos hoy— levantó las tapaderas de las cazuelas de cerámica —Frutti di mare, risotto de setas y ravioles de acelga y tofu con salsa de tomate— dijo con acento italiano —Pan recién horneado para acompañar— señaló hacia la bandeja —Y Panna cotta con salsa de frutos rojos de postre.

—Comida italiana y toda hecha por ti— Taehyung se quedó boquiabierto —Huele riquísimo, hyung— afirmó emocionado.

—Mejor sabrá— le guiñó un ojo —Venga, pruébalo y dame tu opinión.

El menor cogió el tenedor y enrolló la pasta sobre la cuchara. Seokjin le observó expectante.

—Mmm, Frutti di madre mía qué rico está— gimió moviéndose hacia ambos lados como una serpiente.

Seokjin sonrió. Verle comer siempre le ponía de buen humor.

—Hyung, no sé qué me gusta más— dijo antes de morder un trozo de pan —Te juro que está todo delicioso.

—Me alegro— cogió el tenedor y empezó a comer —Quería poner en práctica lo que he estado aprendiendo en los últimos meses. Trabajar en un restaurante italiano ha sido una gran experiencia.

Ambos cenaron con calma, conversando sobre distintos temas. Taehyung le habló de la universidad y las ganas que tenía de terminar la carrera y empezar a trabajar. Seokjin compartió con él su interés por la cocina extranjera y lo divertido que le resultaba mezclar sabores con los platos tradicionales de Corea.

Después de cenar, recoger el salón y fregar los cacharros, el menor seguía sin dar el paso. Había intentado hacerlo durante la comida pero ningún momento le pareció el adecuado.

—Un compañero de trabajo me ha dejado esta película— Seokjin alzó el DVD —La querías ver, ¿no?

—Casablanca— leyó el título en alto —Sí, la quería ver desde hace tiempo.

—Pues de hoy no pasa— sonrió el castaño.

Taehyung se sentó en el sofá con sentimientos encontrados. De hoy tampoco iba a pasar su declaración y sin embargo ahí estaba, aplazándolo por no encontrar el momento adecuado para hacerlo.

La película comenzó y el chico seguía dándole vueltas al asunto.

¿Cuándo era realmente el momento idóneo? Podría haber sido en la entrada, cuando le dio las flores o durante la cena. Podría haber sido mientras fregaban los platos, codo con codo o al recoger el salón. O incluso podría serlo en ese instante, mientras Humphrey Bogart e Ingrid Bergman conversaban en la pantalla de la televisión.

El chico miró a Seokjin de reojo; el mayor estaba centrado en la película, sonriendo debido a uno de los diálogos. A Taehyung le encantaba el suéter negro con cuello V que llevaba puesto, resaltaba la anchura de sus hombros y la forma física de su cuerpo. El menor siguió mirándole, cada vez con más descaro, hasta que Seokjin giró la cabeza hacia él y se vio obligado a apartar la mirada avergonzado.

—¿No te gusta la película?

—Sí, sí, me encanta, hyung— contestó atropelladamente —De verdad.

—Pareces distraído— Seokjin cogió el mando de la televisión y detuvo la imagen —¿Qué sucede?

—Es que...— apretó el puño —Bueno, si soy honesto contigo— le miró a los ojos —Me apetece tomar un café— mintió, incapaz de decir lo que realmente quería.

—Haberlo dicho antes— se levantó del sofá sonriendo —Voy a hacerlo.

Taehyung resopló por lo bajo. No era un chico tímido, nunca lo había sido, excepto con Kim Seokjin. El mejor amigo de su hermano lograba ponerle de los nervios. Una simple mirada bastaba para que le temblaran las piernas.

El menor alzó la vista hacia la cocina. Seokjin estaba preparando café y silbando la melodía de As Time Goes By, canción de la película que estaban viendo.

Taehyung se levantó del sofá, consciente de cómo su pulso se aceleraba con más violencia. El chico no quería echarse atrás, no quería volver a casa sin decirle lo que sentía. El ritmo de su corazón aumentó con cada paso que daba hacia él. Cuando se paró a su lado, Seokjin se giró y le sonrió genuinamente.

—¿Vienes a controlarme?— bromeó —Puedes estar tranquilo, lo voy a hacer con mucha crema.

—Me gustas— se atrevió a decir, aunque su voz sonó más baja de lo esperado.

—Sé que te gusta con mucha crema— cogió una taza blanca con el dibujo de un corazón bailando; era la favorita de Taehyung —A veces creo que te gusta más la crema que el café.

El menor quiso retroceder pero se obligó a permanecer firme. Tenía la garganta seca y las manos le comenzaban a sudar.

—Te quiero— pronunció más alto, esperando que esta vez entendiese que no se refería al café.

Seokjin le miró a los ojos y sonrió.

—Yo también te quiero— le pasó el brazo por los hombros —Eres muy especial, Taehyung.

El menor sintió cómo se perdía en su mirada. Ese era el momento que estaba buscando, ese tenía que ser su momento idóneo. Convencido y animado por las palabras de Seokjin y el ambiente íntimo que se había creado entre ambos, presionó sus labios sobre los del mayor con total confianza.

Taehyung saboreó el contacto a pesar de los nervios y disfrutó de la sensación de poseer esos labios suaves y carnosos. Seokjin sin embargo se sorprendió por el repentino beso; un beso corto pero dulce y lleno de sentimientos.

—Te quiero— el menor abrió los ojos lentamente —Estoy enamorado de ti— dijo con el pulso descontrolado —Te quiero desde hace tiempo.

Seokjin no supo qué decir; le había cogido completamente desprevenido.

Taehyung no se movió de su lado, esperaba una respuesta pero el castaño permanecía callado. La ansiedad aumentó con su silencio.

—Hyung... Di algo, por favor.

—Taehyung, yo también te quiero, te quiero muchísimo— le acarició la mejilla —Pero no de la misma forma.

—Pero esa forma podría cambiar. Sé que te gustan los hombres. Dame una oportunidad, te juro que no te arrepentirás.

Seokjin quería a ese chico con todo el alma pero su amor por él era puramente fraternal. Odiaba hacerle daño, sin embargo no podía darle esperanzas cuando sabía que sus sentimientos no iban a cambiar.

—Te quiero como a un hermano.

Taehyung se sintió muy dolido al escuchar esas palabras.

—Sé que no quieres oír esto— lo agarró del brazo, evitando que pudiese salir corriendo —Sé que te duele y que piensas que es injusto y lo es, créeme que lo es— Seokjin lo abrazó —Ojalá pudiera quererte como te mereces.

A pesar del esfuerzo por mantener la compostura, las lágrimas traicionaron al menor; Taehyung rompió a llorar entre sus brazos.

Seokjin lo sujetó estrechamente. Sabía que no había palabras en el mundo que pudieran mitigar su dolor, pero no iba a dejarlo solo, no en un momento como ese.

El hermano de Yoongi se fue tranquilizando poco a poco. Si hubiera estado solo probablemente habría seguido llorando pero no quería montar un espectáculo delante de él, por esa razón se obligó a recuperar la calma.

—D-Debería irme— dijo tomando algo de distancia del castaño.

—¿Por qué?— Seokjin acortó esa distancia acercándose a él —Yo no quiero que te vayas. Quédate.

Taehyung no supo qué decir. Una parte de él quería seguir ahí, la otra parte necesitaba alejarse de él. El chico estaba avergonzado y dolido pero al mismo tiempo deseaba su consuelo. Ni él mismo comprendía sus sentimientos.

—¿Seguimos viendo la película?— murmuró, limpiándose las lágrimas del rostro.

Seokjin asintió conforme. No le importaba la película, lo que no quería era dejarle ir en ese estado. Los dos tomaron asiento sobre el sofá y continuaron viendo el clásico de Michael Curtiz.

A pesar del intento por mantener la calma, Taehyung no pudo contener las lágrimas. Ver una película romántica con Seokjin le había parecido el plan perfecto, pero después de ser rechazado lo sentía como un verdadero suplicio.

El mayor no apartó la vista del muchacho en ningún momento. Sabía que estaba haciendo su mejor esfuerzo por no llorar pero sus lágrimas seguían teniendo vida propia.

—Es una película muy triste— sollozó, consciente de que su amigo le estaba mirando —¿Por qué tiene que tener un final así? No es justo.

Seokjin no le respondió, solo lo apretó contra su pecho. Ese gesto terminó por tumbar el esfuerzo del menor. El mejor amigo de Yoongi lo consoló con caricias y palabras de cariño a las que Taehyung asintió entre un mar de lágrimas.

El castaño dejó que se desahogara y el chico lo hizo a conciencia; lloró hasta dolerle la cabeza.

Seokjin le llevó una pastilla acompañado de un paquete de pañuelos. Taehyung, más tranquilo, tomó el medicamento e intentó relajarse un poco. Cuando el silencio se apoderó otra vez del pequeño apartamento, el mayor desvió la mirada hacia las flores.

—¿Cómo se llaman?

Taehyung alzó la vista mientras hacía una bolita con el pañuelo de papel.

—Tienen un nombre alemán impronunciable— contestó con la voz entrecortada —Pero significa nomeolvides.

—Nomeolvides— repitió observando los pétalos azules —¿Por qué elegiste esas flores?

—Por su leyenda— se levantó para tirar el pañuelo.

—¿Tiene una leyenda?— le siguió con la mirada —¿Me la cuentas?

Taehyung regresó resignado al asiento. Le gustaba la leyenda pero en ese instante se sentía como el protagonista de la historia.

—Dicen que— se aclaró la voz —Una pareja paseaba al lado de un río. Sobre el agua vieron una flor y como a la muchacha le gustó, su novio se adentró para cogerla. El chico logró alcanzarla, incluso entregarle la flor pero nunca salió del río; murió ahogado, rogando que no lo olvidara.

—No pensé que tendría un trasfondo tan dramático— Seokjin le miró a los ojos —Aunque ese suele ser el encanto de las leyendas.

—La flor simboliza el amor desesperado y también el amor eterno— se abrazó a un cojín —Supongo que el chico representa el amor desesperado— hizo una mueca —Creí que lograría el amor eterno pero me ahogué en el río, igual que él.

Seokjin se quedó en silencio, observando su rostro afligido.

—¿Por qué piensas que mi amor por ti no es eterno?— el menor alzó la mirada ante esas palabras —El amor que hay entre parejas se puede apagar con el tiempo, pero el amor que se siente por un hermano es infinito— le cogió la mano.

—Me da mucha envidia la persona que logre conquistar tu corazón— Taehyung le apretó la mano —Eres excepcional, hyung— a pesar del rechazo podía percibir el cariño que tenía por él y ese calor logró hacerle sentir mejor.

Seokjin lo volvió a abrazar y esta vez no hubo lágrimas.

El dolor de cabeza que torturaba a Taehyung se intensificó tanto, que Seokjin le aconsejó dormir en su cama. Aunque el menor se negó al principio, explicando que podía descansar en el sofá, terminó cediendo.

El joven de cabello rubio rojizo no tardó en quedarse dormido. Seokjin se acomodó a su lado y le acarició el pelo con afecto.

«No sé cómo no me he dado cuenta de lo que sientes. Perdóname, mi niño»

El mayor observó el rostro del muchacho con sosiego.

—Siento no poder corresponder a tus sentimientos, Taehyung— susurró, besándole la frente —Pero eres muy importante para mí y nunca te dejaré solo. Siempre estaré contigo. Te lo prometo.

Seokjin no se apartó de él en toda la noche.

El sonido del timbre despertó al castaño por la mañana. Lo primero que hizo fue mirar a Taehyung, que dormía encogido a su izquierda. Luego miró hacia el reloj de la mesilla; marcaba las 10:07.

Con cuidado se levantó de la cama, no quería despertar al menor. Seokjin caminó hacia la puerta, algo molesto por la insistencia del que llamaba.

En el pasillo se encontró a Yoongi, detalle que le sorprendió tanto que no pudo evitar mirarle con asombro.

—¿Qué?— dijo el menor con desconfianza —¿Por qué me miras así?

—Es tu día libre y no estás durmiendo. ¿Tienes fiebre?

—Muy gracioso— puso los ojos en blanco —Tenía cosas que hacer y como pasaba por el barrio pensé en autoinvitarme a desayunar.

Seokjin sonrió. Le encantaba cuando su mejor amigo se pasaba por su casa sin avisar. Con otras personas era diferente, pero las puertas de su apartamento siempre estaban abiertas para Yoongi y Taehyung.

El joven de cabello negro se descalzó en la entrada mientras Seokjin se dirigía a la cocina a hacer café. Yoongi le siguió y al pasar al lado del dormitorio vio a Taehyung durmiendo en la cama.

—Cierra la puerta— susurró Seokjin —Vamos a dejarle dormir.

Yoongi miró a su amigo y luego desvió la vista hacia Taehyung. No estaba seguro de si había pasado algo entre ellos, ya que no era extraño verle dormir en la cama del mayor. El aspecto de Seokjin tampoco indicaba nada fuera de lo común y tampoco estaba nervioso con su presencia.

«¿Se lo has dicho, Tae?» pensó mientras cerraba la puerta.

—¿Todo bien?— preguntó Seokjin.

—Todo bien— se acercó a él pensativo —¿Y tú?

—Todo bien— cogió dos tazas —¿Por qué no viniste anoche?

—He tenido una semana muy pesada y necesitaba dormir— explicó, aunque era una verdad a medias.

—Ha sobrado comida para dos personas— Seokjin se giró hacia él —Llévatela luego, así te ahorras cocinar.

—Muchas gracias, Jin.

—No las des, somos familia— echó el café en las tazas —¿Cuántas veces tengo que decírtelo?

—Siempre te las daré— cogió ambas tazas —Aprecio mucho lo que haces por nosotros y nunca lo tomaré por sentado.

El mayor observó cómo se alejaba hacia el comedor. Era increíble lo mucho que había cambiado su relación con él. Cuando lo conoció, Yoongi era muy arisco, borde y antipático, pero poco a poco logró conectar con él y ahora se había convertido en uno de los pilares de su vida.

A pesar de tener dos hermanas mayores, Seokjin nunca había sentido tanto afecto por ellas como el que sentía por los Min.

—¿Y esas flores?— preguntó Yoongi tomando asiento en el sofá.

—Se llaman nomeolvides— se sentó a su lado.

—Qué nombre tan curioso— echó azúcar en el café.

—Me las ha regalado Taehyung.

Yoongi arqueó una ceja. ¿Eso le había obsequiado su hermano? Definitivamente le pegaba hacer un regalo así.

Seokjin le habló de la leyenda de Vergissmeinnicht como se la había contado Taehyung. Yoongi escuchó con paciencia, mostrando alguna que otra mueca mientras tomaba el café.

—Ya te digo yo que la chica no lo olvidó. Hay que ser tonto del culo para ahogarse por una flor— se burló —Seguro que ocupa el primer puesto de las muertes más absurdas de la historia.

—Eres un romántico, Yoongi— resopló Seokjin —Cuando estás enamorado quieres hacer feliz a tu pareja. Es algo natural.

—Pues ese tipo la traumatizó— dejó la taza sobre la mesa —Pero ya sé que a ti y a Tae os gustan esas ñoñerías. Sois tal para cual— se encogió de hombros.

—Algún día te enamorarás de un chico y harás cualquier cosa por él.

—Sí, moriré ahogado por llevarle una flor— le dedicó una sonrisa sarcástica —Solo hay dos personas por las que haría cualquier cosa; tú y Tae. No necesito amoríos, Jin, y menos de cuentos absurdos para adolescentes.

—Todos necesitamos cariño, Yoongi— dejó la taza al lado de la de su amigo —Y algún día lo entenderás.

El menor negó con la cabeza para la frustración del castaño. Después de un breve silencio y varios sorbos al café, Seokjin decidió tocar un tema que sabía que era delicado.

—¿Has vuelto a ver a ese hombre?

—No desde que lo amenazaste— el rostro del hermano de Taehyung se tornó serio.

—Ya veo— dijo en un tono neutro —Es lo mejor.

—¿Lo mejor para quién?— le miró.

—Lo mejor para ti— el mayor no apartó la mirada —Y lo sabes.

Yoongi se levantó del sofá.

—Ya no es necesario que hagas esas cosas, Yoongi— se levantó con él —Me tienes a mí y no necesitas...

—¿Por eso le amenazaste?— le cortó, dándose la vuelta hacia él.

Seokjin exhaló un suspiro y caminó hacia la ventana. El día estaba algo nublado.

—Cuando me enteré... No podía permitirlo. No te juzgo Yoongi, pero ya no estás solo y ese camino no es el que debes recorrer.

—A veces no hay opción, Jin— el menor se apoyó contra el cristal de la ventana —A veces solo tienes un camino.

—Ahora tienes opciones. Ahora tienes más caminos.

Yoongi contempló su rostro. Quería contestarle pero se calló al ver a Taehyung en el salón. Su hermano tenía los ojos hinchados y parecía avergonzado.

Seokjin fue inmediatamente a su encuentro. No hubo apenas palabras entre ellos, el menor se metió en el dormitorio y su amigo le siguió, cerrando la puerta sin vacilación. Yoongi caminó sigilosamente hasta la habitación. No entró, solo se quedó escuchando.

—Lo siento mucho, hyung, es mejor que me vaya.

—No tienes que irte.

—Me siento muy avergonzado por lo que sucedió ayer— admitió apenado —Y ahora mi hermano está aquí... Yo...

—Ayer no pasó nada malo, Taehyung— le tranquilizó —Y Yoongi no sabe nada. No te preocupes por eso.

—No se lo digas— pidió angustiado —No quiero que lo sepa.

—No lo haré. Te lo prometo.

Yoongi se separó de la puerta, no quería escuchar más de la cuenta. El joven volvió al sofá y esperó durante una hora por ellos. Después de hablar con Seokjin en privado, Taehyung salió del cuarto mucho más calmado.

—Hay una película en el cine que quiero ver. ¿Os apetece ir esta tarde?— propuso Yoongi en cuanto pisaron el salón.

—A mí sí— el mayor pasó el brazo por los hombros del menor —¿Y a ti? Si vienes te invito a palomitas.

Taehyung observó su sonrisa afable y asintió mostrando una sonrisa similar.

—Pero que sea extra grande.

Yoongi se sintió aliviado al verles con la misma actitud de siempre. Desde ayer estaba preocupado por si algo salía mal y su amistad se rompía por completo, pero ninguno de los dos parecía dispuesto a renunciar al cariño que se tenían.

Taehyung se acomodó al lado de su hermano mientras Seokjin iba al baño. En la televisión estaban pasando una entrevista de un tal Park Jongsuk, pero ninguno de los dos le estaba prestando la más mínima atención.

El menor no podía apartar la mirada de las flores. Le envolvía cierta tristeza al contemplarlas.

—Has elegido un buen regalo. Son bonitas— dijo Yoongi —Y la leyenda es de lo más pintoresca.

—Seguro que te has burlado del chico que se ahogó en el río— le miró de reojo —No mientas.

—¿Y quién no?— se encogió de hombros —No me culpes a mí por su estupidez.

—No es estúpido querer hacer feliz a la persona que amas— se cruzó de brazos.

—Lo es si la palmas en el intento— cogió el mando y cambió de canal.

—Eres mi hermano y te quiero pero tienes el romanticismo de una lavadora— le miró indignado —Tu futuro novio me da pena. No sabe la que le espera.

Yoongi dejó un partido de baloncesto e ignoró el comentario.

—No he tenido suerte pero no me arrepiento— Taehyung respiró profundamente —Creo que he hecho lo correcto.

—Siempre haces lo correcto— contestó Yoongi.

—Hyung, pero si no sabes de lo que te estoy hablando— sonrió.

—No importa— le miró —Es lo que pienso.

La sonrisa del menor se agrandó. El chico abrazó a su hermano con ímpetu.

Seokjin los observó desde la puerta del cuarto de baño. Ver a Taehyung más animado le dio un poco de paz. El joven sabía que el corazón de su amigo tardaría un tiempo en sanar pero Seokjin estaba dispuesto a estar con él y ayudarle a curarlo.

Taehyung alzó la vista y lo vio en la esquina, mirándoles.

—Hyung, ven aquí— lo llamó moviendo ambas manos.

Seokjin se sentó al lado del menor. Yoongi ni se inmutó. El partido le había absorbido por completo; estaba demasiado interesante.

—¿Ya lo hemos perdido?— preguntó el mayor consternado.

—Me temo que sí— dramatizó Taehyung —Cuando ve un jugador de baloncesto se convierte en un ser libertino y babeante.

—Te estoy oyendo— Yoongi pellizcó el brazo de su hermano —¿Por qué no te subes al retrete y sigues con tu concierto de Queen?

—¿Al retrete?— se rió Seokjin.

El menor se sonrojó muy fuerte. ¿Cómo podía decirle eso delante de Seokjin? Taehyung agarró un cojín y le pegó con él en la cabeza. Yoongi no fue menos, tomó el otro cojín del sofá y le golpeó con ganas. Los dos se atizaron durante un buen rato, hasta que algunas plumas volaron por el salón.

El sonido de la cámara de Seokjin llamó la atención de ambos; el mayor estaba sacando fotografías del momento.

—Para la colección— dijo con una enorme sonrisa en su rostro.

Yoongi le miró resignado; Taehyung escupió una pluma y se levantó de inmediato para contemplar las imágenes. Los dos se rieron al ver las muecas que ponía el mediano en las distintas fotografías.

Yoongi se desentendió de ambos y siguió viendo el partido.

Seokjin cogió el jarrón de las flores, tomó a su amigo de la mano y lo llevó hacia la cocina. El menor del grupo le siguió un poco desconcertado.

—Vamos a hacernos unas fotos con las flores— dijo el castaño.

—¿Seguro?— susurró Taehyung —¿No sería mejor olvidar el día de ayer?

—No quiero olvidar ningún día que he pasado contigo— sonrió —Además, deseo conservar el recuerdo del regalo que me hiciste.

El joven de cabello rubio rojizo se mordió el labio inferior. ¿Cómo iba a sacarlo de su corazón? Cada palabra que decía le hacía enamorarse más de él.

Taehyung se colocó a su izquierda y sonrió genuinamente. Su amigo tomó varias instantáneas, a cada cual más bonita.

—Nomeolvides— dijo Seokjin en voz baja.

—¿Qué?— el menor alzó la vista hacia él.

—Es un buen nombre— contempló sus ojos —Algún día encontrarás a la persona que complemente tu propia leyenda, Taehyung.

«Quiero que esa persona seas tú...»

—Yo siempre estaré contigo— le prometió Seokjin —Te apoyaré, te ayudaré y te querré incondicionalmente.

Taehyung lo abrazó buscando su cariño; el mayor no dudó en dárselo.

—Yo también, hyung. Siempre estaré a tu lado— tomó un poco de aire —Siempre seré tu hermano— el menor sintió una tristeza infinita al decir eso.

Ambos se separaron al escuchar unos insultos. Yoongi le estaba gritando a la televisión.

—¡Pedazo de inútil!— se quejó —¡Hasta una vieja, ciega y coja hace mejor marcaje que tú!

Seokjin y Taehyung se rieron. El castaño se acercó a su mejor amigo mientras el menor se quedaba en la cocina.

Taehyung contempló los pétalos azules de las flores. Su historia de amor con Seokjin había terminado antes de comenzar. Era doloroso y quizá hasta injusto, pero así era la vida. A veces dulce y a veces amarga.

El menor desvió la mirada hacia el salón. Había perdido en el amor pero en realidad no había perdido del todo. Seokjin seguía a su lado, no como él quería pero estaba allí. Estaba con él y quizá hasta más presente que nunca.

—Nomeolvides— tocó uno de los pétalos.

Taehyung sonrió al escuchar las voces de sus seres queridos llamándole. No importaba cuánto tiempo tardase en encontrar a la persona de su propia leyenda. No importaba en qué circunstancias lo haría y si lo llegaría a hacer alguna vez. El chico corrió hacia el salón y se lanzó sobre los mayores, provocando quejas y risas a partes iguales.

En ese instante solo quería disfrutar y compartir su vida con las dos personas que más amaba.

«Vosotros dos sois mi Vergissmeinnicht y siempre estaréis en mi corazón» 

Esta historia tiene lugar trece meses antes de Evanescente. Me apetecía mucho desvelar la declaración de Taehyung y también mostrar su relación con Seokjin. Sé que este oneshot es un poco agridulce, pero no podía ser de otra manera. Amo mucho la relación de Seokjin con los Min y tenía muchas ganas de dedicarles un capítulo como este. Espero que el regalo os haya gustado. Gracias por leerlo y Feliz Navidad. 💙

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