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Capítulo 4: La oportunidad


LADO B: JAMIE

No importaba lo que dijera en ese momento. Lo único que podía hacer era esperar a que a Debra se le pasara el enojo. Sabía que nuestra confianza pendía de un hilo; los dos años juntos habían sido un desastre desde el principio.

Cuando empecé a salir con ella, todavía estaba detrás de Marina, una de las chicas más talentosas y con mejor estilo musical que había conocido. Me costó renunciar a ella. Pero entonces apareció Debra, una verdadera estrella, alguien que podía abrirme las puertas a mis sueños.

Tomé la decisión correcta. La elegí por mi bien.

Con el tiempo, otras chicas se sumaron a la lista de motivos para sus celos. Siempre lo arreglábamos de alguna forma, pero esta vez parecía diferente.

—Benicio grabó el ensayo —dije, tirado en mi sillón, harto de sus reproches—. Estuve toda la puta tarde intentando hacer algo decente. No salió. Y ahora vienes con esta mierda. Esa tipa, Emma, solo vive en el edificio de al lado y es amiga de Vic, ¿lo olvidaste? El idiota de Eloy le pegó, y ella la defendió.

Debra me miraba con los dientes apretados, las manos crispadas. ¿Cuánto tiempo más iba a durar su berrinche? Me daba igual. La verdad es que ya estaba perdiendo el interés. Nuestra relación no me era redituable ni siquiera en el sexo.

—Es increíble que actúes como si nada te importara —dijo, al borde de explotar—. Vine hasta aquí porque quería darte una buena noticia.

Ni se te ocurra estar embarazada, pensé, con un nudo en el estómago.

—Solo dilo.

—Estuve hablando con D.Sean, el organizador del Alternox. Es posible que cierren contrato con RedBlack para el cierre del festival.

Mi rostro me traicionó. No pude ocultar la emoción. El Alternox era el concierto de rock alternativo más grande del mundo. Y RedBlack... RedBlack era mi puta banda favorita.

Por ellos había venido a esta ciudad suburbana, solo para respirar el mismo aire que Billy Mason. A pesar de las críticas, él nunca había vuelto a su país natal para dar un show en más de doce años. Ahora, esta podía ser mi oportunidad.

—¿Qué tan segura estás de eso? —pregunté, con el corazón acelerado.

—Faltan cerrar los números —respondió Debra con calma—. Pero ya pedí que incluyeran a tu banda en la fecha. No habrá problema si consigues más seguidores en redes sociales y terminas diez canciones para un disco.

Me levanté de un salto y tomé sus manos, como si al sujetarlas pudiera anclarme a la realidad.

—¿Es una broma? —pregunté, incapaz de creerlo.

Debra sonrió con esa seguridad arrolladora que tanto me gustaba. Ella siempre conseguía lo que quería.

La abracé y la besé con fuerza.

—¡Gracias, gracias! ¡Eres la mejor novia del puto universo!

Una parte de mí sabía que tenía que portarme bien con ella, al menos hasta que tocáramos en el concierto. Pero otra parte, más inquieta, más visceral, ya estaba calculando cómo lograr un repertorio impecable. No solo quería canciones que la gente escuchara; quería canciones que se quedaran grabadas en sus cabezas.

Canciones profundas, nostálgicas, originales. Y eso... eso lo había encontrado en Emma.

No estaba pensando en una infidelidad. No era eso. Pero sabía que necesitaba acercarme más a ella, incluso si eso significaba ocultárselo a Debra.



Al día siguiente, me propuse ser firme con los chicos de la banda: Luke, Benicio y Oliver. Por la noche, estábamos todos reunidos en mi casa. Esto era una emergencia.

—Esto puede catapultarnos a la fama si trabajamos de la forma correcta —dije, con la seriedad de un general antes de la batalla—. Fleur se encargará de las redes, Debra de los contactos, y buscaré la manera de que Emma me ayude con la composición.

Era un negocio redondo.

Benicio sonrió con sarcasmo y negó con la cabeza.

—Solo leíste una libreta, ¿por qué estás tan obsesionado con esa idea? —preguntó—. Si ansías tanto la fama, deberíamos enfocarnos en hacer algo propio.

Resoplé, ya harto. Tenía que explicarlo todo como si fueran niños.

—Tenemos presencia escénica, sabemos ejecutar nuestros instrumentos, pero, siendo sincero, componiendo somos mediocres.

—Es un buen punto —admitió Oliver, siempre conciliador—. La composición es crucial en esta etapa.

—Tampoco tenemos demasiado tiempo para crear todo un disco —añadió Luke, el más práctico—. Si esa chica tiene lo que necesitamos, deberíamos probar.

—Ella dijo que no —interrumpió Benicio. Siempre el aguafiestas.

Sonreí, buscando calmar las aguas.

—De eso me encargo yo —aseguré, usando mi tono más tranquilo—. Pero lo importante ahora es que estemos más unidos que nunca.

Poco a poco, noté cómo el entusiasmo crecía entre ellos. Incluso Benicio, que parecía más relajado, comenzaba a aceptar la idea de trabajar con Emma. Sin embargo, yo quería algo más que su aprobación pasiva. Necesitaba que Benicio, mi mejor guitarrista, creyera en esto tanto como yo. Sabía que, si todo salía bien, después del show en Alternox nada sería igual.

Esa tarde, esperé a que Oliver y Luke se fueran. Necesitaba un momento a solas con Benicio.

—¿Tienes cerveza? —le pregunté mientras revisaba su cocina.

—No bebo en la semana —respondió, tajante—, y mañana trabajo.

Di una vuelta por la casa recogiendo mis cosas. Sabía que había algo más.

—¿Estás molesto conmigo? —pregunté, mirándolo de reojo—. Si hay algo, tenemos que hablarlo.

Benicio rascó su nuca y suspiró antes de mirarme a los ojos.

—Te voy a ser sincero —dijo, con un tono que me preparó para lo peor—: no sé si este es el camino que quiero seguir con la música.

—¿A qué te refieres? —pregunté, confundido.

Lo observé en silencio mientras él buscaba las palabras.

—Toda esta obsesión con la fama, las redes sociales y el hecho de que quieras que una desconocida escriba nuestras letras... No lo siento genuino. Es como si estuviéramos en una carrera para convertirnos en influencers. Entiendo que así funcionan las cosas ahora, pero no me siento un artista, solo un comerciante de entretenimiento.

Me reí un poco, aunque me molestó. Esto era tan típico de él.

—También quiero hacer arte genuino —le dije, tratando de no sonar condescendiente—. Quiero hacer algo con mensaje, algo que importe. Pero hay que admitir cuando uno no es bueno en algo. Y respecto a la fama, no se trata de ser un influencer. Yo quiero llegar a todos lados. ¿Está mal eso? ¿Qué caso tiene quejarse de la política desde el garaje de mi casa? El mundo funciona así, Benicio, y hay que jugar con las reglas si queremos cambiar algo.

Él dudó un instante.

—Quizás tengas razón —murmuró, pero todavía lo veía titubear—. No lo sé, yo...

Benicio era complicado. Sabía que tenía algo más en mente, algo que, de decirlo, podía romper nuestra amistad. No quería que llegáramos a eso.

—Benny, hay algo egoísta detrás de esto —le dije, tocándole el hombro para suavizar la conversación—. Quiero otra vida. Me fui de mi casa y le prometí a mis padres que me verían triunfar sin su ayuda. Esta es una oportunidad para todos. ¿Acaso planeas quedarte aquí toda la vida?

Le lancé mi carta más fuerte.

—El trabajo que tienes depende de Fleur, y ella es una chica libre. ¿Acaso no te pidió abrir la relación? ¿Qué pasará si te deja? Tú y tu hermana trabajan todos los días para sobrevivir. Las oportunidades en este lugar son una mierda. Pero, si logramos hacer un show propio, si conseguimos nuestros fans... Podrías renunciar a todo eso. Solo date la oportunidad de experimentarlo. No te sabotees. Eres la persona más talentosa que conozco. ¡Incluso superas a Oliver, y él pasó años en un conservatorio!

Por fin, Benicio sonrió, y yo solté un suspiro de alivio. Sabía que tenía que manejarlo con cuidado. Si me ponía a la defensiva, se cerraría aún más.

Con el tiempo, había aprendido mucho sobre él. Con unos padres ausentes y una hermana dependiente, Benicio había desarrollado un carácter duro, casi impenetrable, pero también un corazón noble y leal. Haría cualquier cosa por proteger a los suyos.

—No he estado bien esta semana —confesó, con un tono que no le había escuchado antes—. No solo fue lo de Vic y Eloy. Mi padre vino a pedirnos dinero. Le dijimos que se largara, pero armó un escándalo. No se calmó hasta quitarnos el último centavo. Nos amenazó con quitarnos la casa. Es una maldita ancla en mi vida.

—Piensa en esto, Benny —le dije, recogiendo mis cosas—. Este será tu objetivo: tú y Vic merecen un futuro mejor. Y eso está en tus manos.

Sabía que sus ideologías no eran tan fuertes como su deseo de escapar de los problemas que lo ahogaban. Quería mostrarle que podía aspirar a algo más, algo grande. Porque si saboreaba esa posibilidad, no habría vuelta atrás.

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