26-Diagnóstico
Seguimos al doctor a un consultorio, al entrar cierra la puerta detrás de nosotras y nos hace un gesto para que tomemos asiento.
Se dirige hacia un mueble y saca unos papeles, los deja en su escritorio y se sienta en la silla empezando a revisarlos en silencio, nada más termina nos mira.
–La paciente ha sufrido una conmoción cerebral y varias contusiones, le hemos realizado las pruebas pertinentes para descartar algún daño debido a los golpes recibidos, en estos casos siempre es conveniente tenerla bajo observación —nos explica.
–Entonces no corre ningún peligro —pregunta Sara con esperanza.
–No, podéis estar tranquilas —responde él con una sonrisa.
–¿La podemos ver? —añade Sara entusiasmada.
–Sí, pero es muy importante que no haga esfuerzos ni hable mucho, tiene que estar en reposo absoluto —le responde a Sara.
–¿En qué habitación está? —le pregunto sin rodeos.
Mira los papeles y nos dice que está en la 240. Mi hermana se queda agradeciéndole por todo, mientras yo no puedo aguantar un minuto más, así que salgo y me dirijo a su habitación.
Al llegar asomo la cabeza y la veo conectada a varios cables y con los ojos cerrados, cuando me estoy acercando los abre.
–Hija —murmura mi madre con dificultad— perdóname.
–Shh no hables, es mejor que descanses, ya habrá tiempo para eso. —le digo inclinándome.
–No, viene por ti y Sara, cuídala —balbucea en un susurro, cerrando los ojos de nuevo
–¿Quién viene a por ti y Sara? —interviene Ángel con curiosidad, parado en la puerta con mi hermana detrás.
Me enderezo y les hago un gesto con el dedo para que se mantengan en silencio, les indico con la cabeza que salgan.
Al estar en el pasillo, él se cruza de brazos.
–Quién sea no importa —respondo restándole importancia— no tienes que preocuparte, de esa persona me encargaré yo.
–¿Explícame que está pasando? —insiste Ángel, frunciendo el ceño— ¿En qué mierda te estás metiendo? —agrega levantando la voz.
–Escúchame bien —bramo acercándome a él peligrosamente— no metas tus narices en esto, es asunto es mío.
—No, cuando está Sara de por medio —réplica tajante—así que también me concierne.
–¿Crees que soy gilipollas? —contesto perdiendo la paciencia— sólo te lo diré una puta vez...
–¡Dejad de discutir por favor! —exclama Sara, desesperada— ¿Ha sido el mismo quien le ha hecho esto a Mamá? —añade mirándome fijamente.
Asiento y ella se pone las manos en la boca, él se queda mirando como en un partido de pin pon.
–¿Tu sabes de que va todo esto? —le pregunta a Sara endureciendo las facciones— ¿No me lo piensas decir?
–Lo siento, pero no puedo contarte nada —le responde ella dulcemente— tan sólo te pido que confíes en mi como yo confío en ella. —añade mientras le acaricia la cara.
Menea la cabeza, no muy convencido.
Mi hermana no deja de sorprenderme, como en un momento ha calmado la tensión.
Si no llega a ser por ella, fijo que hoy se lleva un puñetazo.
–Me tengo que ir. —comento interrumpiendo su momento romántico— Dile a mamá cuando despierte que me he ido a descansar.
–¿Dónde vas? —pregunta Aiden detrás de mí— ¿Quieres que te acerque? –al escuchar su voz me doy la vuelta y veo que está solo.
–No, pediré un taxi —le respondo a él cortante— y luego nos vemos —le digo a mi hermana.
Camino hasta las escaleras empezando a bajarlas con rapidez, de repente escucho su voz.
–¿Cuánto tiempo vas a seguir así conmigo? —dice detrás de mí.
Le ignoro y sigo bajando hasta llegar a la planta baja, salgo del hospital a paso ligero.
–Para un momento por favor —agrega jadeando— tenemos que hablar de lo que pasó entre nosotros.
Al escuchar esas palabras, los recuerdos de esa noche me vienen a la mente.
Un escalofrío recorre todo mi cuerpo.
–No ha pasado una mierda entre tú y yo —le respondo encarándolo— no me hagas perder el tiempo.
Cuando me dispongo a irme, escucho como se ríe.
¿Este niñato se está burlando de mí?
–Te lo estás pasando bien ¿No? Fíjate que yo también se pasármelo de puta madre. —le susurro cerca de sus labios.
Me mira con deseo, mientras yo le pongo una mano en un hombro y la otra en el otro.
Veo que cierra los ojos y se acerca para besarme. Aprovecho ese momento para darle un rodillazo en los huevos.
Grita de dolor con el cuerpo inclinado hacia delante y con las manos en sus partes.
La gente que nos rodea sé que queda mirando la escena asombrada.
–Te dije que yo también sabía divertirme —murmuro con una sonrisa de suficiencia.
Me doy la vuelta y me voy con el corazón a mil por hora.
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