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Lisa

Esta es la parte 3, la parte 2 sigue perdida.

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El humilde festejo había finalizado.

La mayoría de los miembros de esa abultada familia coincidían en que esa celebración debía ser en grande. Un gran salón, muchos invitados, buena música y comida, etcétera... bueno, todos menos ella, la invitada de honor y la que cumplía la mayoría de edad. La ahora joven adulta había insistido en mantener el perfil bajo en su celebración, tal y como le habían hecho creer a Leni 14 años atrás, solo que esta vez, no había ningún trasfondo.

Ni siquiera una tan acostumbrada fiesta sorpresa le entusiasmaría. Fue clara en eso. Simplemente se conformaría con una pequeña cena y tal vez con comer algo de pastel, pero sería todo. Sin invitados más allá de la familia, exceptuando tal vez a su primer y mejor amiga desde los 4 años.

Aunque la verdad era que si había algo detrás de aquella decisión.

Lisa había sido una de las más marcadas por el accionar de Lincoln aquel fatídico día de gracias, bueno, en realidad, todas ellas. Sabia que ese sentimiento nunca había desaparecido del alma de su buen hermano, el cual salía a flor de piel en cada celebración de sus hermanas, pues con cada año transcurrido, más y más logros se sumaban al registro de cada una de ellas, opacando estruendosamente al único varón de la familia.

Con cada cumpleaños, recordaba esa promesa que le había hecho mientras estaba inconsciente. Y pensaba cumplirla. ¿Qué mas daban los perjuicios sociales y legales que eso conllevaba? Amaba a su hermano, un amor que, hasta ese maldito momento, no sabía que sentía por él.

Siempre tratando de ocultar sus emociones, una detonación tuvo que hacerle darse cuenta qué no valía la pena hacer eso. Y si el destino no hubiera jugado a su favor, se lo hubiera lamentado por el resto de su vida.

El que el pequeño festejo hubiera finalizado temprano le dio algo más de ventaja. Toda su familia se había ido a la cama tan pronto concluyó. Era hora de poner su plan de nunca más permitir que Lincoln se sintiera menos amado que alguna de ellas, especialmente por ellas.

La calma y quietud cubrían su hogar, y aunque ya tarde, él se encontraba despierto, claro además de ella. Se había ofrecido a limpiar el poco desastre de la fiesta...

"- Para algo debo ser bueno, ¿no? Jeje"

Había comentado en ese momento a modo de broma, pero nadie se lo había tomado así. Algunas de sus hermanas se habían molestado, mientras que el resto mas sus padres se sentían dolidos de que se hablara a si mismo de esa manera.

Y al fin, cuando escucho las leves pisadas del albino subiendo las escaleras, inició su plan.

- Hermano mayor -dijo ella, abriendo la puerta de su habitación-.

- ¿Lisa? ¿Qué haces aun despierta? -Preguntó susurrante-.

No mencionó nada. Simplemente colocó su mano en la espalda de Lincoln y lo incitó a entrar en la habitación del peliblanco, a lo cual no puso objeción alguna. En su día especial, haría lo que le pidiera, incluso ser sujeto de prueba de algún nuevo experimento en el que estuviese trabajando.

Al entrar en la habitación, Lincoln tomo asiento en su cama, sin darse cuenta de que Lisa, al cerrar la puerta, también la aseguraba, contemplando alguna posible irrupción por parte de otra de sus hermanas. La observó recargarse en la puerta después de atrincherarse ahí. Contempló como el atuendo que usaba hacia resaltar mas su figura. Claramente había dejado de ser una niña, evidenciado mas que nada por ese nada discreto escote que su blusa verde de tirantes le regalaba a la genio.

Acto seguido, tomó lugar al lado de su amado hermano, apoyándose tiernamente en su pecho, a lo que el albino reaccionó rodeando a su hermana superdotada (tanto en cuerpo y mente) con su brazo y estrechándola fuertemente. Ambos amaban demostrarse cariño de esa forma, sencilla y simple, pero hermosa en su significado. Esa manera que Lisa tenia de demostrarle su afecto a Lincoln.

Apoyó su mentón en la cabeza castaña de su hermana menor mientras seguía el abrazo, en el que ambos pensaban perder toda la noche si era necesario, tratando de no pensar en lo anterior.

- Lisa -la llamó tímidamente-. No sabes lo orgulloso que me siento de ser tu hermano. Ojalá algún día pueda ofrecerte algo que este a tu altura -finalizó con algo de pena en su tono-.

Después de su declaración, un corto silencio se hizo presente. La chica no evidencio la ligera molestia que ese comentario le causó, pero haciendo uso de la razón que tanto le caracteriza, decidió usar la palabra.

- Hermano mayor, el presente que deseas otorgarme ya me lo has entregado, y es que eres tú.

Sin moverse de cómo se encontraban, Lincoln logró dibujar una muy ligera sonrisa en su rostro. Nunca le faltaban palabras de apoyo por parte de sus hermanas, sin embargo, eran en esos momentos cuando las apreciaba más. Cuando la sinceridad salía a plenitud debido a la soledad que lo acompañaba cuando se encontraba a solas con alguna de sus hermanas.

Con Lynn era con la que sucedía con más frecuencia, seguido de Lori, Leni, las gemelas, bueno, con todas tenia esos momentos como el que ahora tenía con Lisa.

Después de algunos otros segundos de no decir palabra alguna, la castaña de lentes le volvió a dirigir la palabra.

- Lincoln -esta vez, ambos se permitieron romper el abrazo para mirarse mutuamente, pues las palabras de la genio lo ameritaban-, eres el mejor hermano y chico que cualquier mujer pudiera desear. Yo... yo lamento tanto el haberme tardado demasiado en decírtelo. Sabes que nunca fui expresiva, pero...

- Shhh -colocando un dedo en los labios de Lisa, la incitó a detenerse. Sabia que estaba teniendo problemas al expresarse, notando la falta de palabras propias del léxico de su hermana menor-. No te preocupes hermanita, lo sé -finalizó dedicándole una nueva y renovada sonrisa y expresión de comprensión-.

No desviaron las miradas, no podían. Ambos estaban totalmente perdidos en los ojos del otro, en sus rostros y expresiones. Y fue cuando, por impulso, se atrevió a hacerlo.

Se sorprendió tanto como él. prácticamente ese beso había sido instintivo, durando apenas un segundo, pero cargado con todo el amor que se profesaban.

Aquello lo dejó con los ojos abiertos. Sin embargo, se había sentido tan hermoso ese contacto de sus labios con los de Lisa. Sabia que estaba mal, en su cabeza resonaba la idea de que era prohibido por ser su hermana, sin embargo, su corazón y su alma clamaban por más. Anhelaban sentir eso de nueva cuenta, algo que no sentía cuando besaba a su novia, un verdadero amor.

- Lo... lo lamento hermano mayor -dijo avergonzada-. Tal vez deba retirarme...

Pero antes de que pudiera siquiera ponerse de pie, el peliblanco la tomo del brazo, no dejándola hacerlo, lo que inmediatamente la de los lentes asoció con el éxito de su plan.

Se volvieron a ver las caras, ya sin ninguna notoria expresión de confusión, habiéndolas cambiado por felicidad, la felicidad que les provocaba esa pequeña demostración de amor, por lo que, aun en silencio, Lisa nuevamente se acerco a los labios de su hermano, fundiéndose en un mas apasionado y duradero beso.

Sus bocas se pasaban la una por la otra, en un intercambio de saliva que lentamente se extendía al comenzar sus lenguas a tocarse entre ellas.

En la mente del peliblanco, la moral le decía a gritos que se detuviera, que no era correcto al tratarse se una hermana, pero por el contrario, su alma no lo dejaba detenerse, ni lo haría. Estaba experimentando una sensación que nunca había sentido, la máxima expresión de amor estaba a punto de comenzar.

Sin embargo, la moral y la razón tomaban el control de su cuerpo por un momento, rompiendo el apasionado beso de ambos, dejando solo como evidencia de lo sucedido un largo y fino hilo de saliva entre ambas bocas.

- ¿Sucede algo? -Preguntó ella confundida, pero pensando en lo obvio-.

- Aun... aun podemos detenernos. Lisa -respondió cautelosamente-.

- No quiero detenerme -exclamó ella-.

- Tengo... tengo miedo...

- ¿Miedo de que, Lincoln?

- Miedo de que no podamos controlarnos. De hacer algo indebido y de no ser capaz de enfrentarlo -bramó alterado-.

- Es normal -respondió ella, contrario a él, con mucha calma-. Aprendí a seguir mis sentimientos, y me dicen que no importan las consecuencias, quiero continuar hasta el final, porque sé que tu lo mereces, que ambos merecemos sentir este amor y que debe ser expresado, hermano mayor.

Ante eso, el no tuvo palabras, ya no era solo su corazón, el que le decía que avanzara, sino que Lisa también se lo pedía.

Con cada segundo, la voz de la razón en su interior disminuía en su volumen, al punto de ser insonora en muy pocos segundos. Había decidido, y como ella, "Al diablo todo, quiero seguir".

Con un pequeño beso francés más, todo comenzaba, la máxima expresión de amor entre Lincoln y Lisa Loud, dos hermanos que se amaban ante todo, y no dejarían que nada les impidiera demostrarlo.

La temperatura en aquel pequeño armario adaptado iba en relativo aumento con cada apasionado beso entre ambos.

Poco a poco, la mente de ambos dejaba de lado la razón y la moral para entregarse el uno al otro en cuerpo y alma.

Lentamente, Lincoln comenzaba a perder el control de sus manos, las cuales comenzaban a acercarse al cuerpo de Lisa, primero, sintiendo la tersa y suave piel de sus brazos descubiertos; delgados y torneados, perfectos para enfatizar sus otros dos atributos superiores. Se resistía a la tentación de palmarlos con sus manos, de sentir la suavidad de aquellas dos perfectas curvas que adornaban su torso. Pero al parecer, aun un pequeño resquicio de moral se albergaba en él, una flama de decencia que Lisa estaba dispuesta a extinguir.

Así pues, sin detener el intenso contacto labial entre ambos, la genio pasaba una de sus piernas sobre el regazo del peliblanco para inmediatamente después sentarse encima de este, colocando sus brazos alrededor del chico, y este, colocando sus manos en la delgada cintura de Lisa.

La castaña mordisqueaba los labios de su amado hermano mientras sentía como lentamente, las manos del de los blancos mechones bajaban buscando las dos curvas inferiores que estaba decidida a entregarle. Pero no se detendría ahí.

- Lincoln -exhaló con dificultad, deteniendo la sesión de labios compartidos-... sé que quieres. No te reprimas. Puedes... puedes tocar y... y también...

- Yo... yo te amo, Lisa -finalizó felizmente-.

Después de esas palabras, un fugaz beso mas en los labios daba paso a que la boca del peliblanco fuera descendiendo en paso firme hacia su, o mejor dicho, hacia sus objetivos, mientras al mismo tiempo, aprovechaba aquel permiso que le fue conferido de tentar los también suaves y redondos glúteos de su hermana menor.

Frotaba con suavidad y cierta timidez, por debajo ya de la ropa interior, esas dos perfectas curvas que eran la envidia de muchas chicas de su edad y que eran el objetivo de las miradas del género masculino y algunas del femenino, sin embargo, ninguno más que él era digno de poner sus manos sobre su cuerpo.

Nadie más tendría el tierno y dulce tacto que el peliblanco le otorgaba a sus atributos traseros, ni con nadie podría sentir la sensación que la boca de Lincoln producía en sus pechos.

Los besaba tiernamente, pasaba la lengua por ambos, todo lo que le permitía hacer el escote de su hermana, y frecuentemente se daba el lujo de hacer un poco de succión. Acción que provocaba que la intelectual gimiera un poco de placer, además de comenzar a sentir la erección de Lincoln en su intimidad.

Con ambos brazos, rodeaba esa cabeza llena de blancos cabellos y la aprisionaba entre ese par de majestuosos senos, implorando por el accionar de su boca; besos, lamidas, chupetones. Quería seguir sintiendo de todo eso en su cuerpo, pero, había algo más que quería sentir, algo dentro de ella a la par de la boca de su hermano mayor continuaba con su trabajo oral en sus pechos. Ya sentía la completa rigidez de la erección de Lincoln, y esa, esa era su señal.

Separó la blanca cabeza de su cuerpo y se puso de pie. Y frente a Lincoln, comenzó a retirarse su pantalón marrón, levantando un poco sus piernas para poder retirarlo con mas facilidad, notando Lincoln, hasta ese momento, que Lisa se encontraba sin zapatos, prestándole cierta atención a sus pies descalzos.

Le hubiera intrigado un poco su recién descubierto fetichismo, sin embargo, en vista de que estaba a punto de hacer el amor con su hermana menor, ya nada le importaba.

Y así, ahí frente a él, se hallaba ella con las piernas descubiertas, solo con una blusa de tirantes que no dejaba mucho más a la imaginación y su prenda inferior, que no era ni una sexy pantimedia ni una exagerada prenda que no permitía nada, sino mas bien, una sutil pieza de lencería.

Nuevamente se acercó a él, pero esta vez, antes de adoptar una vez más la posición en la que estaban, bajó un segundo para abrir el pantalón de Lincoln y bajar la cremallera, dispuesta a liberar la virilidad ahí atrapada.

Su pene evidentemente ya secretaba fluidos preeyaculatorios, y para Lisa, aunque con basto conocimiento en biología y anatomía humana que hacía que tuviera clara noción de la apariencia del aparato reproductor masculino, despertaba en ella una sensación incapaz de explicar a detalle, pero sabia bien que era lo que quería.

Lentamente y de nueva cuenta se disponía a colocarse encima del regazo de Lincoln, lista para perder su virginidad con la única persona con quien realmente sentía un verdadero amor, llegando a instancias mucho más lejanas de los lazos fraternales. Lisa amaba a Lincoln y estaba dispuesta a demostrarlo.

Las condiciones estaban dadas. Lentamente la castaña bajaba, colocándose encima de Lincoln, propiciando poco a poco la penetración hasta estar Lincoln por completo dentro de Lisa.

La genio, evidentemente a causa de su virginidad, le fue imposible no hacer una mueca de ligero dolor al completarse el coito.

Sin embargo, no estaba dispuesta a que ese pequeño dolor cortara sus intenciones de hacer el amor. Tenia en cuenta las implicaciones que conllevaba la primera penetración, pero hace tiempo que las había hecho a un lado, pues Lincoln lo valía.

Paulatinamente, las acciones se iban dando. Los lentos movimientos con los que el peliblanco iniciaba le permitían a Lisa ir pasando de las molestias a placeres de los que solo había leído en libros al estudiar la materia.

Subía y bajaba y a cada momento encima de Lincoln, las acciones se intensificaban y el placer aumentaba para ambos, evidenciado en las expresiones faciales de la genio, que mordía sus labios al tiempo que con los ojos cerrados, con una de sus manos jugaba con sus pechos mientras que mantenía la otra sobre el pecho del albino, sintiendo el resultado del desarrollo físico de su hermano.

Había perdido por completo el sentido y la razón que tanto pregonaba. Simplemente se había dejado llevar por el amor que le sentía y que en ese momento le estaba demostrando. Las implicaciones morales habían quedado atrás y en ese momento solo eran ellos dos. Lincoln y Lisa; hermano y hermana; chico y chica; dos almas que se amaban se habían unido entre ellas.

Las penetraciones continuaban, provocándole cada vez mas placer, desando nunca acabar con ese momento. Se acercó de nuevo al peliblanco y una vez más lo besó, con mayor pasión, alentada por el placer que le proporcionaba Lincoln, quien, por su parte, también lo había dejado todo atrás.

Ya no le preocupaba nada mas que hacer gozar a la hermosa mujer que tenia encima.

Desde el comienzo, se estaba esforzando por darle a Lisa el amor y la satisfacción que había ido a buscar, pues si a él había recurrido, lo menos que podía hacer era cumplirle, como un verdadero hombre.

Al momento de nuevamente unir sus bocas, había bajado la intensidad, pero no la pasión ni el placer.

Y fue así como dejaron que pasaran los minutos. Entre beso y beso, sin perder el ritmo, lento pero seguro, de las penetraciones, gozando de la noche que era de ellos y solo de ellos.

Sin embargo, ambos lo sentían, el final se aproximaba.

Separaban sus labios y se abrazaron fuertemente para dar el ultimo esfuerzo, listos para sellar su relación prohibida, pero hermosa.

- Lisa... uff... yo...

- Adelante... hazlo...

- ¡Ahhh!

Simplemente lo sacó. Ella no pudo mas que sentir el calor y la calidez del semen de su hermano llenando su vientre. Una sensación que amó tanto, y estaba dispuesta a repetir en algún momento, pues nadie más podría darle lo que Lincoln le dio.

Agotada, aflojó todo el cuerpo aun con el miembro de Lincoln dentro de ella, apoyándose en su hermano, quien, también agotado, se recostó en la cama, dejando que Lisa descansara encima de él.

- Yo... yo... -balbuceaba sin sentido alguno-. Lincoln, te amo.

- Y sabes que yo a ti. No debo repetírtelo.

Lisa sonrió con esa declaración, pero no de satisfacción ni orgullo, como solía hacerlo, esta vez era genuina y autentica felicidad.

- Hermano mayor -lo llamó unos segundos después-, ¿podrías comunicarme si mi actuar fue lo suficientemente satisfactorio para...?

La silenció con un dedo.

- Lisa, te amo. Nunca olvides eso. por eso no importa cómo, lo que importa es que fue y, si no te satisface mi respuesta, si linda, fue maravilloso. Gracias.

Terminaba y Lisa dejaba descansar su cabeza en el pecho de Lincoln, satisfecha, completa... feliz.

- Hermano, ¿podríamos...?

- Si, Lisa. Siempre que quieras, lo haré todo por ti.

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Muchas gracias a Juanlo26 por hacerme saber de la existencia de este fanfic.

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