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𝐕

𝐔𝐧𝐚 𝐯𝐢𝐜𝐭𝐢𝐦𝐚 𝐫𝐞𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐞 𝐚 𝐨𝐭𝐫𝐚

En mis circunstancias, es sabio anticipar lo peor. Por lo tanto, no permití que la palabra 'reunión' me engañara. Sinceramente, esperaba algo que se asemejara a la fiesta épica de 'Proyecto X', lo que me llevó casi una hora entera decidiendo qué ponerme. Al final, opté por un atuendo sencillo pero a la vez apropiado y decente.

Me observo nerviosamente en el espejo después de calzarme mis botas negras de plataforma plana. Acomodo un poco mi cabello y suelto un suspiro cargado de incertidumbre. Una vez más, me encuentro fuera de mi zona de confort, sintiendo una ansiedad palpable mientras me preparo para la fiesta.

La última información que he recibido acerca de Xavier es que solo hay un Park millonario con hijos en esta ciudad, pero aún no los ha presentado públicamente. La prensa asume que sus hijos tienen entre diez y doce años, lo que me da pocas esperanzas de que uno de ellos sea Hazel. Sin embargo, la idea de que su padre sea MoonTae Park, el propietario de una clínica dermatológica, no me convence del todo. Esto plantea más preguntas de las que responde. ¿Por qué vive en el gimnasio? ¿Qué causó las heridas en su rostro? ¿Cuál es su otro trabajo? Estoy decidida a descubrir la verdad, incluso si eso significa enfrentar lo desconocido y adentrarme aún más en este misterio.

Un sobresalto me recorre cuando mi teléfono suena con la maldita canción "Break Free" que, en este momento, estoy empezando a odiar. Con las manos temblorosas, contesto la llamada.

—¿Ya casi estás lista? — La voz de Xavier suena al otro lado de la línea, y en mi teléfono, lo tengo guardado como "Padre". Mi teléfono real está en manos de mi amigo, quien se encarga de enviar mensajes a mis padres de vez en cuando. 

Separarme de mis padres fue difícil, por lo que después de una excusa muy elaborada, inventé que gané una beca en un internado cristiano lejano, idea que saqué de varias películas, no voy a mentir. Me costó convencer a mi mamá, pero al final y después de entrevistas falsas, me dejó ir.

—Sí, pero aún me siento como gelatina, no puedo dejar de temblar. — Xavier suelta una risa, lo cual me molesta aún más —. No tiene gracia, estoy asustada.

—Todavía estás a tiempo de retractarte. Si regresas a Hillcrest, dudo que alguno de ellos te encuentre. Inna, aún puedes cambiar de opinión.

Claro que lo sabía, pero no era una opción, no después de lo que ya había presenciado. En tan solo esa semana en la escuela, me di cuenta de que Andrew no era el único problema. Había muchos acosadores que cruzaban la línea, incluso con los maestros. Y sé que hay mucho más que debo descubrir; he estado reuniendo pruebas y también planeo encontrar sus debilidades.

—No, debo seguir adelante, esto es serio.

—Lo sé, por eso instalé un programa en tu teléfono. Si presionas tres veces el botón de apagado, me llegará un mensaje con tu ubicación. Se activarán las dos cámaras y el micrófono. Podré verte e incluso grabarte, solo en caso de emergencia.

—Está bien, te agradezco mucho. — Aunque lo digo en serio, mi voz suena seria y decidida.

—Es un plan de respaldo por si tengo que sacarte, pero recuerda las pautas.

Las malditas pautas. Claro que las tengo en cuenta. Con Xavier, establecimos una serie de reglas. Él me ayudaría desde afuera, y solo intervendría si la situación se volvía realmente peligrosa. Si eso sucedía y él ya no podía controlarla, pediría ayuda a algunos amigos y sería el fin de nuestro plan. Sin quejas, sin más opciones.

—Lo recuerdo, no te preocupes.

—¿Estás vestida decentemente, al menos?

—Vaya, vaya, señorito Neill, ¿ya quieres jugar al famoso "qué traigo puesto"?

—Madura, idiota.

Suelto una pequeña risa para aligerar un poco el ambiente.

—Te llamaré más tarde. Asegúrate de reportarte a la hora indicada, o activaré el programa yo mismo.

Esa era otra de las pautas. Me reportaba por la mañana, tarde y noche, todo por seguridad, y lo entendía.

—Claro. — Pero una necesidad de molestarlo otra vez, surgió de lo más profundo de mí —. Oye, si algo me sucede, la contraseña de mi galería es cinco, cinco, cuatro, seis. Puede que tenga fotos desnuda.

—¡Adiós! — Colgó abruptamente, con un tono más agudo de lo normal.

Eso fue justo lo que necesitaba para disipar por completo mis nervios. Me miré en el espejo, sintiendo una extraña sensación de no reconocerme a mí misma, pero inmediatamente rechacé esas ideas. Solo llevaba unos jeans ajustados y un top; soy Jodie Benoit, por el amor de Dios. Tomé mi bolso, teléfono y chaqueta negra y finalmente salí de esa habitación sin saber qué me deparaba la noche. Supongo que nada bueno.

.

.

.

Y una vez más, subestimé al enemigo.

Una visita al rancho de mi abuela resultaba mucho más animada que aquella reunión en la sala de la lujosa casa de Jace Bracco. Literalmente, había llegado hace media hora y lo único que hacían era chismear sobre trivialidades que no me interesaban, usar sus teléfonos y ver programas sin sentido en la televisión.

No era un sorpresa para nadie que Jace viviera en una de las mejores zonas de la ciudad, especialmente considerando que su padre estaba ansioso por convertirse en el próximo alcalde destacado. Sin embargo, aunque el piso de la casa pudiera estar hecho de diamantes (cosa que aún no había confirmado que lo fuera), eso no hacía que la velada fuera menos aburrida.

—¿Por qué tan callada, Jodie? — Me preguntó Jace Bracco, el anfitrión de la noche, con su impecable atuendo de pantalones de pinza negros y una camisa color vinotinto que lo hacía ver elegante y hasta guapo.

A pesar de mis esfuerzos por mantener una sonrisa, me sentía incómoda y fuera de lugar en medio de esa conversación tan intrascendente.

—Bueno, no tengo mucho que decir. — Respondí con una sonrisa forzada, tratando de ocultar mis nervios.

Jace, con una mirada curiosa, siguió presionando.

—¿Cómo era tu hogar en Europa?

Suspiré, permitiéndome soñar un poco mientras evocaba recuerdos claramente falsos.

—Bueno, era increíble. — Mis ojos brillaron con nostalgia —La casa tenía un balcón muy amplio que ofrecía una vista lejana del jardín de Tuileries, era simplemente hermoso. La escuela era perfecta, todo lo era...

Jace detectó la melancolía en mi tono y decidió profundizar.

—Si era tan perfecto... ¿Por qué terminaste aquí?

La pregunta me golpeó en un lugar sensible en mi falso ser. Aunque había ensayado mil veces mi respuesta, las emociones todavía me embargaban.

—El trabajo de papá lo requería, a veces la familia debe sacrificar cosas para prosperar. — Mis palabras salieron con tristeza, recordándome por qué había dejado atrás mi vida en Europa, aunque admito que evoque un poco la nostalgia de mi vida en el pueblo.

La mirada de Jace cambió de curiosidad a comprensión. Aunque no dijo una palabra, su expresión indicaba que tal vez entendía lo que era hacer sacrificios por la familia. Esa conexión silenciosa entre nosotros añadió un matiz inesperado a la noche y una chispa de complicidad que ninguno de los dos esperaba, pero que secretamente era beneficiosa para mi. Agradecí a los cielos que probablemente su padre lo hubiera condicionado a poner el chip de "la familia primero" en su rubia y rizada cabeza.

—Eso es... — Pareció quedarse sin palabras, como si estuviera conmovido. Puso esa cara de tonto que suelen poner los hombres cuando intentan lucir encantadores, solo que, por casualidad, le funcionó.

—¡NO PUEDE SER! — El grito de Ruby interrumpió la tontería que Jace estaba a punto de decir. Ni siquiera había que preguntarle —Alguien retomó la fiesta de la primera semana. — La emoción con la que lo dijo hizo que las cuatro personas en la sala (contándome a mí, ya que solo éramos cuatro) tuviéramos diferentes reacciones.

Jade, quien había estado absorta en su teléfono desde que llegué, parecía encontrar muy divertida esa información. Su expresión sugería que le parecía interesante. Por otro lado, Jace lucía confundido.

—Después de lo que pasó hace dos años, no lo creo...

—¿Qué pasó hace dos años? — Intervine de inmediato.

—Una pequeña peleíta, nada del otro mundo, y algo sobre un chico que nadie recuerda — dijo vagamente la pelinegra que curiosamente hoy no llevaba su mano tan abarrotada de joyería, pero por la expresión de Jace, algo me decía que eso no había sido una simple "peleíta".

Por un segundo, volteé a ver a Ruby, y tenía una expresión perdida que incluso me preocupó. Aprovechando que estaba cerca de ella, me estiré para tocar su hombro. Ella se sobresaltó, pero de repente pasó de estar sumida en otro universo a tener la misma expresión alegre que tenía hace un rato.

—¿Y qué hay del mue...? — La boca de Jace fue tapada de forma violenta por Jade.

—Deja de arruinar la noche, niño perfecto. Ya estamos aburridas de tu intento de interacción social. Te hace falta un poco de diversión, como en los viejos tiempos.

Aquella frase llena de nostalgia y manipulación logró que Jace cediera ante la petición de sus dos amigas. No tenía idea de cómo era Jace antes, pero Sara solía contarme de un chico con el que salía, y la descripción encajaba perfectamente con él. Sin embargo, en este momento, estaba dudando de si era realmente él. ¿Qué estaba tratando de aparentar?

—Está bien, vamos. ¿Quién puso la casa?

—Cassie Willows.

—¿No se había salido de la academia?

—¡Por Dios, Jace, cállate el osico! — La pelinegra lo volvió a interrumpir.

Cada vez más dudas surgían en mi cabeza. ¿Qué pasó en la fiesta? ¿Hubo otra muerte? ¿Quién es Cassie y por qué revivió esta sombría tradición de novatadas? Porque tenía entendido que eso era lo que trataba esta fiesta. Las tradicionales fiestas de novatadas eran algo que solo había visto en películas, y la verdad, estaba bastante preocupada. Con la reputación que tenían los estudiantes de Roble Dorado, una novatada de ellos podía ir desde encerrarte en una habitación hasta aventarte por las escaleras.

—Bueno, vamos, bellezas.

Supongo que ahora sí comenzaba lo interesante.

.

.

.

A menos que Cassie Willows viva en una casa fantasma, asumo que la tomó prestada o algo por el estilo. Pasamos de estar en el "castillo" de la princesa Jace a lo que parecía un intento de mansión embrujada con luces LED. Y sí, como esperaba, había mucha gente, demasiada en realidad. Distinguí varios rostros de Roble Dorado, pero también algunos que ni siquiera me resultaban familiares.

—¿De dónde salió tanta gente? — Jade volvió a mostrar su antipatía al contemplar el panorama frente a ella —. La idea era que fuera exclusivo para estudiantes de la academia. ¿Se le olvidó eso a la oxigenada cabeza de Cassie?

—Quizás sería más interesante abrirlo al público. — Consideró Jace, como si la fiesta fuera una gala a la que solo puedes acceder con invitación.

—La confidencialidad no es divertida así, tarado.

"Confidencialidad", así que era cierto que todos los estudiantes de la escuela tenían algo en común: la capacidad de guardar secretos, incluso si eso implicaba sufrir en silencio. ¿Hasta dónde estarían dispuestos a llegar?

Ruby me tomó del brazo y me llevó a la barra como si conseguir alcohol fuera una necesidad casi fisiológica para ella. Intenté decirle que se calmara, pero luego me golpeé mentalmente, ya que me convenía que ella se emborrachara mucho. Durante esta semana, no hice más que fortalecer mi vínculo con la pelirroja y tratar de hacer lo mismo con su amiga Jade, pero esta última parecía necesitar más tiempo. Era muy reservada y seria, todo lo contrario a Ruby. La pelirroja me dio un vaso de plástico y luego corrió para darles otros a Jace y a Jade. No debía tomar, pero era importante que ellos creyeran que sí lo hacía.

Disimulé tomando un sorbo de la bebida, y por el olor, reconocí que debía ser soda mezclada con vodka, cosa que me sorprendió, por la cantidad de dinero que manejan estos chicos me imaginaba otra cosa. Jade se ausentó por un momento y, cuando regresó, parecía que había fumado, a juzgar por sus ojos rojizos, mientras que Ruby estaba a punto de entrar en una etapa superior de borrachera después de unos treinta minutos en el lugar. Jace ya se había perdido en la multitud.

Discretamente, comencé a deshacerme del alcohol, derramándolo en el lado opuesto del sofá donde estábamos. Ruby no dejaba de hablar de cosas que realmente no me interesaban, y Jade parecía cada vez más ausente, casi preocupada. Me concentré más en ella, ya que no paraba de mirar de reojo su teléfono mientras sostenía un vaso de vidrio con hielo y whisky en su mano derecha, en la cual me parecía ver un tatuaje que no disipaba del todo bien.

—Entonces, ambos me gustaban, pero no podía decidir. Tampoco quería ser una Sara. — El monólogo de Ruby se interrumpió por mi pregunta.

—¿Ser una Sara? ¿A qué te refieres?

—No es nada, era una chica mala que tenía como tres novios por escuela. — Se burló la pelirroja.

—¿Era? — Traté de averiguar si se trataba de mi Sara.

—Se suicidó hace un año, como en abril. — Respondió Jade, mirándome mientras jugaba con el piercing de su labio inferior, detonando inquietud —. Nadie sabe por qué lo hizo, pero no me sorprendería si alguien la hubiera matado. Era una maldita de las que ya no hay. Venía de un pueblucho y creía que podría reinar en la escuela. Lo peor es que lo estaba logrando.

—¿Lo estaba logrando? — Insistí nuevamente, y a mi lado Ruby parecía estar algo nerviosa.

—La desgraciada era linda, sabía jugar sus cartas de niña buena. Dicen que estaba en una relación con Andrew mientras él estaba conmigo.

—¡No me jodas! ¿En serio estuviste con Andrew? — Pensé en voz alta, lo que hizo que Ruby se riera.

—Sí, lo sé. No estoy orgullosa. — Admitió la pelinegra —. El punto es que algo planeaba. Incluso la vieron con Hazel, y eso es mala señal.

—¿Y por qué es mala señal que la hayan visto con Hazel? — Volví a preguntar.

No entendía dónde encajaba ese chico. No era rico ni becado, pero estaba en Roble Dorado. ¿Qué diablos había sido de la vida de Sara?

—Haces muchas preguntas, niña nueva. — Jade decidió callarse y mordió el piercing en su labio. Cuando pensé en insistir, su teléfono sonó y solo alcancé a ver el nombre "Sander" en la pantalla antes de que ella lo agarrara y se retirara.

—Hazel es muy lindo, ¿verdad? — Ruby me miró, levantando las cejas de forma juguetona, y yo ya no tenía paciencia.

—¿Sara era mala?

—¿Quién? — Ruby parecía desentendida, y me resigné a que no sacaría nada coherente de ella, ya que había bebido lo suficiente.

Decidí mentir y dije que iba al baño. De paso, busqué el nombre "Sander" en las redes de Jade, pero no encontré ningún resultado. Estaba tan concentrada en mi búsqueda que terminé chocando con un tipo que me superaba en altura y parecía estar entrenando para la UFC por lo duro de su pecho. Inevitablemente, caí al suelo como una torpe, pero él me ayudó a levantarme de inmediato.

—Mierda, lo siento, no te vi.

—Claro, ¿cómo me vas a ver? Si lo haces, te rompes el cuello al mirar hacia abajo. — Mi sarcasmo, debido al estrés, lo hizo reír. Medía alrededor de un metro ochenta y ocho, tenía el cabello teñido de rojo y vestía pantalones cargo negros, botas que le daban aún más altura y una camiseta con un estampado colorido.

—Soy Kamil. ¿Y tú?

Mi cerebro hizo un cortocircuito de inmediato. Ya había escuchado ese nombre antes, ¿pero dónde?

—Jodie. — Decidí presentarme, tratando de recordar.

—Lindo nombre. No te había visto ¿Eres de por aquí?.

—¡Kamil, te estaba buscando por todas partes! — Hazel llegó al lado del pelirrojo, y fue en ese momento cuando recordé.

Era el mismo Kamil de la nota de voz, el que trabaja con Hazel, aunque aún no sé en qué trabaja exactamente. Lo que sí puedo deducir es que se necesitaban muchos músculos para ello.

—Tú otra vez... — Hazel dijo en cuanto reparó en mí, y claramente no se veía contento.

—Sí, yo. En una fiesta de la escuela en la que estudiamos juntos. — Respondí con el mismo nivel de cansancio y fastidio que él mostró en su frase anterior.

—¿Estudias con ella? — El pelirrojo preguntó extrañado —. Es mas ¿Tu estudias?

—No, ella se refiere al gimnasio, ¿verdad, Jodie? — Hazel me miró con intensidad, esperando que respondiera, obviamente capto que quiere que le siga el juego, pero me quedo pensando.

Entonces, él estudiaba y tenía dos trabajos. No sé cómo ingresó a Roble Dorado porque no hay registros de él. Tampoco sé nada de su familia ni de su otro trabajo, pero vive en el gimnasio, aparentemente. El chico pelirrojo parecía ser parte de su otro trabajo y al parecer Hazel tiene una gran necesidad por ocultar que estudiaba en roble dorado. ¿Por qué no quería que lo supiera su amigo?

—Sí, en el gimnasio me da clases. Estudiamos... golpes y eso. — Solté la mentira más estúpida que se me ocurrió, y de reojo vi cómo Hazel relajaba su cuerpo y volvía a mirar al pelirrojo.

—Ahh, tú eres ESA chica. — El pelirrojo mencionó con complicidad, y de inmediato intervino Hazel.

—¡No, esa es otra! — Desmintió. Entonces, el tal Kamil volvió a fijarse en mí.

—Me alegra que estés libre entonces.

Tanto Hazel como yo nos quedamos en shock. Yo, por un lado, porque no recordaba que un hombre, aparte de Xavier y que además fuera tan atractivo, se me insinuara, y Hazel... Bueno, no tenía ni idea de qué pensaba.

—No, ella tiene novio. Vamos, tenemos cosas que hacer. — Hazel tomó al pelirrojo de los hombros y se lo llevó. El alto me guiñó el ojo con secretismo, mientras el castaño me fulminaba con la mirada.

Justo cuando salí de mi estado de "¿qué demonios acaba de pasar?", una muy ojerosa Jade salió de uno de los cuartos llorando y sosteniendo su teléfono, que ahora parecía estar roto. Al parecer, alguien tenía problemas de ira. La chica esquivó a toda la multitud, y yo aproveché para seguirla hasta llegar al patio trasero de la casa. Me sorprendió ver una piscina verdosa iluminada y un tobogán inflable que, por obvias razones, nadie estaba usando. La parte de atrás también estaba llena. Me costó encontrar a la pelinegra, pero al fin la localicé. Estaba subiendo a la casa del árbol, que estaba construida de una forma bastante dudosa. Vi cómo la chica llegaba a la cima y comenzaba a gritar, poniendo una cara bastante intimidante. De la nada, una pareja de chicos bajó casi corriendo. Fue entonces cuando decidí acercarme y subir.

Jade es una persona difícil de tratar, eso lo sé con exactitud, pero en un momento vulnerable cualquiera puede abrir la boca. Apenas llego a la cima, diviso el cuerpo de la chica en una de las esquinas de la pequeña casa.

—¿Jade? — dejo mis palabras al aire y de inmediato la chica levanta su rostro hacia mí.

—¿Y tú qué mierda haces aquí? — su voz agresiva me dice que me vaya, pero claramente no lo voy a hacer.

—Solo te vi. ¿Estás bien?

—No te importa, vete.

Respiro profundamente y me acerco, arrodillándome frente a ella. La madera vieja bajo mi cuerpo cruje, pero finjo que no me asusta. Como la cabaña es tan pequeña, quedo a espaldas del hueco que sería la entrada de la casita. Tomo su hombro y la miro con simpatía.

—No tienes que decir nada. — La chica me mira con el ceño fruncido, la pestañina corrida y los ojos llorosos. Veo cómo toma aire para hablar y es entonces cuando tengo esperanza, pero obviamente aún no es el momento.

—Jodie, vete a la mierda tú y entrometido ser. — en ese momento, la chica me empuja, haciéndome retroceder y salir de la casita soltando un grito vergonzoso. Pero segundos antes de hacerlo, noto en la mano con la que me empujó un anillo dorado con las letras S y J grabadas, además de un tatuaje de luna en el dedo medio, el mismo que tiene Hazel, solo que el de ella tenia una gran y mal echa "X" encima.

No obstante, no puedo mirar con detalle, ya que en menos de lo que esperaba, caigo en las desconocidas y apestosas aguas de la sucia piscina, lo que probablemente me haga contraer una enfermedad venérea. De forma milagrosa, no golpeo el borde y termino ilesa. Decido creer que Jade sabía que no me haría mucho daño, ya que cuando salí de la piscina bajo la atenta mirada de todos, la chica estaba asomada en la casita con una sonrisa maliciosa y luego volvió a meterse como si nada.

—Maldita niña rica. — musito en voz baja mientras salgo de la piscina.

Mi ropa y pertenencias ahora apestan a agua mohosa y quién sabe qué más cosas. Me quito algunas hojas del cabello mientras todos a mi alrededor se burlan y algunos graban la escena.

—¡Primera novatada!— grita un joven borracho desde el otro extremo del patio, y siento una fuerte indignación. Solo quiero irme de este lugar.

—Parece que alguien necesita ayuda. — una voz suave se dirige a mí. Al levantar la cabeza, me encuentro con una belleza tan parecida a Sara: cabello rubio, ojos azules y pecas que podrían considerarse la octava maravilla del mundo, pero estos ojos no reflejan cosas buenas, solo... cosas rotas.

—Sí, eso parece. ¡Se supone que la que me empujó es una amiga! — grito con la esperanza de que la malhumorada pelinegra me escuche desde su escondite.

—Si crees que Jade Morle es tu amiga, entonces sí que eres nueva.

Aquel comentario me intrigó aún más, y de repente me encontré interesada en la desconocida frente a mí.

—Disculpa, ¿y tú eres?

—Cassie. No debes conocerme, al menos no en persona. — su tono receloso me hizo pensar en muchas cosas, pero decidí no hacer preguntas —. Para tu fortuna, tengo algo de ropa seca arriba. ¿Vienes?

La seguí con la esperanza de quitarme el horrible olor y las bacterias de encima. Al volver a entrar en la casa, vi a Ruby bailando con Jace en la pista, parecían felices. Pasamos de largo junto con la rubia hasta llegar a las escaleras. La chica parecía no preocuparse por lo inestable que se sentía el piso de la casa y subió las escaleras con tal confianza como si supiera que no se derrumbarían a pesar de la cantidad de gente que había encima de ellas. Era como si estuviera tan familiarizada con el lugar, como si lo frecuentara mucho. Unos pasos más tarde, llegamos a una puerta que, sorprendentemente, ella tenía cerrada con llave. Parecía ser la única puerta decente en todo el lugar, y eso era decir mucho.

—Pasa.

No diré que no estaba desconfiando, porque sería mentir, pero, tomando un respiro disimulado, caminé con cautela cerca de ella. La chica me miró con una ceja arqueada, como preguntándose por qué caminaba de esa manera. Una vez dentro, cerró la puerta con seguro nuevamente. Solo quedaba rezar porque mi maldito celular estuviera en alguna parte de esa piscina.

—¿Asustada?

—Ni un poco.

La chica soltó una pequeña risa al entender la referencia.

—Fan de Harry Potter, me agradas.

Luego, retiró unas tablas del suelo y sacó una mochila algo sucia. Al abrirla, había algo de ropa.

—No compartimos estilo, pero tienes suerte de que parezcamos de la misma talla y de que haya comprado ropa interior nueva.

—¿Por qué tienes esto aquí? — pregunté mientras me abrazaba, ya que el frío comenzaba a calar mis huesos de una forma poco agradable. La chica detuvo sus movimientos.

—Solo necesitas saber que te daré ropa.

De todos los estudiantes de Roble Dorado de los que había oído hablar hasta ahora, ella me parecía la más tenebrosa. Tomé el vestido floreado corto que me pasó, sabiendo que me quedaría más corto debido a que era más alta que ella, y luego me dio ropa interior que aún conservaba la etiqueta. Ella observaba cada movimiento detenidamente.

—Escuché que eres Europea. No tienes la cara.

—Bueno... Es que soy más bonita que un francés promedio. — Decidí apelar a su ego, y ella soltó una risa.

—Tampoco acento...

—Madre americana...— me limito a contestar.

Me dio espacio para cambiarme, y tal como predije, el vestido me quedaba un poco ajustado en el busto y más corto de lo que hubiera preferido. Cuando me volteé, ella estaba ahí, mirándome. Parecía estar confundida pero, al mismo tiempo, desconfiada.

—Gracias. — Agradecí por la ropa, y ella arrugó el entrecejo, creando una tensión en el ambiente —Entonces... ¿Estudias en Roble Dorado? No te he visto por allí.

—¿Eres curiosa o solo entrometida?

—Un poco de ambas. — Admití por puro instinto. Ella era precavida, lo que me hacía pensar que podría obtener una pista de ella.

—¿Entonces qué pasó? ¿Por qué reviviste esta tortura para los novatos?

—Perdona. — Dijo de repente después de un largo y sombrío silencio —. Sabía que algo podría salir mal, pero después de esa noche, esto no es nada.

—¿Después de esa noche? Te refieres a la fiesta de hace dos años, ¿verdad? — Pregunté, y ella no dijo nada, simplemente soltó un suspiro que sonaba doloroso.

Su aura me dice muchas cosas en este instante, parece que sufre, pero no tiene sentido. Ese hermoso vestido blanco de vuelo que llega solo un poco más arriba de la rodilla, junto con esos zapatos negros de tacón y un medio recogido en su bonito cabello rubio no deberían estar sufriendo. No resulta coherente, es como presenciar a un ángel enfrentando el sufrimiento de ver a su propio Dios; es una experiencia que, aunque hermosa, también se torna dolorosa.

—Debes tener una razón también...— su comentario me hiela la sangre, de inmediato me pongo a la defensiva. —. Tranquila, no voy a preguntar, pero...— su mirada se torna perdida mientras se dirige hacia la puerta —Si vienes con una razón, ellos te darán más.

No sé qué decir, así que simplemente decido ser honesta, porque siento que así debe ser.

—Mi razón lo vale.

—Estás a tiempo de irte. ¿Lo sabes, no?

Asiento con simpleza, la chica abre la puerta para mí y salgo dándole una última mirada. Pienso que saldrá, pero no lo hace, solo se encierra. Algo confundida bajo hasta la primera planta, pero alguien me estampa contra la pared apenas pongo un pie en el primer piso. No me da tiempo de ver quién carajos es, pero comienza a susurrarme cosas al oído.

—Volviste, ¡eh! — empiezo a temblar por la forma en que aquel desconocido olfatea mi cuello —Maldita zorra, ¿quieres más verdad, es eso?

—¡¿Qué te pasa, apártate?! — pateo al sujeto donde más le duele, haciendo que se aleje de mí. Me congelo aún más al ver quién es el susodicho: Andrew Lender.

Parece algo descolocado al verme, como si de la nada se sintiera como un completo idiota. ¿Quién pensó que era? Pero eso no importa. Está drogado hasta las cejas y veo que tiene intenciones de volver a abalanzarse hacia mí, pero milagrosamente soy jalada hacia otra figura. Es Jace quien me salva esta vez y me lleva lejos de aquel animal que no debería ser considerado un ser humano. Harta de esa noche, decido irme a casa a escondidas, con el rostro de Cassie en mente, pero lamentablemente, no la volvería a ver. O al menos no en un muy largo tiempo.

Después de todo una victima reconoce a otra victima. Al igual que se que su sed de venganza debe ser mucho mas grande que la mía.

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