𝐈𝐗
𝐀𝐧𝐨𝐧𝐢𝐦𝐚𝐭𝐨, 𝐝𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐬𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐙𝐚𝐜𝐤 𝐲 𝐲𝐨 𝐧𝐨 𝐭𝐞𝐧𝐞𝐦𝐨𝐬
La mañana del lunes ha llegado de nuevo, y la clase de geometría ha terminado. El agitado receso comienza, y hoy marca casi un mes desde que llegué aquí. La verdad es que no estoy segura de cuánto progreso he hecho hasta ahora. Ruby finalmente ha vuelto a hablar conmigo con normalidad, pero no puedo olvidar su reacción cuando Andrew intentó hacerme algo que aun me parece desconocido. Cassie Willows sigue desaparecida, como si se la hubiera tragado la tierra, a veces me atrevo a pensar que sigue escondida detrás de aquella puerta de la casa abandonada, pero esa idea era meramente absurda a estas alturas, aunque ¿en serio siquiera me planteo que algo me parezca inconexo? Por otro lado, Hazel me ignora por completo, como si estuviera muerta o mejor dicho como si nunca debiéramos haber coincidido, ya que asi debió ser realmente. Y en cuanto a mis "amigos"... Jace sigue siendo el mismo chico sospechosamente radiante, y Jade mantiene su mal humor y parece odiarme aún más públicamente, cosa que al menos le amerito, es una persona fidedigna...en lo que cabe, bueno... mas o menos.
El grupito frente a mí, parece estar callado hoy. Revuelvo mi avena con movimientos perezosos. Hace unas semanas hubo una especie de reunión del concejo para incluir comida mucho mas saludable en la cafetería, lo que termino en aquel plato de masa color blanquecina y de textura poco agradable. ¿En serio quitaron mis preciados tacos por esto? Algo indignada levanto la cabeza dejando de observar mi merienda y darle un barrido al panorama, notando la mirada de Ruby sobre mí que baja rápidamente, como si la hubiera pillado haciendo alguna travesura. Sin embargo, a los pocos segundos parece reponerse y me sonríe.
—Hace mucho que no salimos. — menciona en aquella vocecita chillona a la cual no termino de acostumbrarme —. Y se acerca cierto cumpleaños de alguien...— canturrea chocando el hombro de el rubio encantador que de vez en cuando me hecha una mirada.
Se que no he estado muy concentrada en él, cosa que claramente es un error. Él esta en la cabeza de aquella lista imaginaria de personas a las cuales debo tener en mi radar para encontrar aquella certeza de la que sospecho, y que me termino trayendo aquí en primer lugar. pero, yo he estado pensando en una idea para poder lograr adentrarme mas en la cabecita de aquel chico, y parece que Ruby me ha dado la oportunidad perfecta.
—Es cierto, ¿Qué harás? Solo cumples diecinueve una vez. — comento con una sonrisa. A mi lado, Jade se levanta enojada y se va dando pisotones. Estoy desconcertada por su reacción, de por si se que no soy su persona favorita, pero no se a que ha venido aquello. —¿Y ahora que tiene?
—Es Jade siendo Jade. — Ruby le resta importancia.
El chico rubio responde a mi pregunta.
—Haré una reunión en mi casa.
Sin poder evitarlo, una carcajada escapa de mi garganta. Jace levanta una ceja con escrutinio, y Ruby se ríe también. Podre ser yo muy aburrida, pero me he divertido mil veces mas en la reuniones de mi antigua escuela que la noche que tuve que pasar una hora sentada en la sala de Jace.
—Amigo, sabes que te quiero, pero un funeral tendría más emoción que tus reuniones.
El chico ríe ante el comentario de Ruby y se encoge de hombros, aparentemente tranquilo por llevar a un grupo de adolescentes a su casa, que pertenece a un futuro aspirante a alcalde en plena campaña. Nada que sea de interés popular, pero en mi caso...
—En realidad, mi padre viajará el viernes, por lo que tendré la casa para mí el fin de semana. — anuncia, y Ruby reacciona de inmediato con entusiasmo. —. Unos amigos me ayudarán a organizar todo, será increíble. — Chasquea los dedos y se acerca a Ruby, rodeándola con los brazos.
El misterio que siento por Jace, va mucho mas allá de su persona y sinceramente me viene de perlas aquel anuncio, por lo que decido indagar un poco más sobre su familia.
—¿Tu padre se va justo en tu cumpleaños? ¿Y qué pasa con tu madre? — pregunto con una expresión de simpatía.
—Es una abogada muy ocupada, acompaña a mi padre a todas partes. Es como su defensora personal.
Respondo con un simple "Ya veo..." ya que mi interés en el tema se ha desvanecido de repente. ¿Que clase de padres se van en el cumpleaños de su hijo? Ahora empiezo a comprender por que los ricos son tan crueles, de tal palo, tal astilla. Claro que, eso no justifica toda la mierda que tienen entre manos, especialmente la que tienen en esta escuela. Supongo que no son tanto como pensé, no tienen del todo la vida resulta, también tienen sus problemas. Mis padres siempre intentaron estar presentes, al menos la mayoría del tiempo. A pesar de eso, aquí estoy, sola y prácticamente a merced de mis malas decisiones.
Mientras ellos siguen hablando sobre los detalles de la fiesta, me dispongo a levantarme de la cafetería. Sin embargo, una pelea estalla en la mesa vecina, donde la avena termina en la cara de otra chica y según lo que escucho algo tendrá que ver con su novio, lo que me hace abandonar la cafetería más rápido de lo habitual. Navego por los pasillos, dirigiéndome específicamente hacia los casilleros del segundo piso, ya que necesito un libro de texto para la próxima clase. Pero a veces en la vida, no somos nosotros quienes buscamos el chisme, sino que el chisme nos encuentra a nosotros.
Es entonces cuando una puerta cercana a mis casilleros se abre de forma abrupta, y Hazel Park sale del aula en ese estado desaliñado: despeinado, con el chaleco mal colocado y los primeros botones de la camisa blanca desabrochados. yo por otro lado, me quedo con el rostro descolorido, cual si hubiera visto un fantasma y de paso completamente paralizada. Sus oscuros ojos me miran con furia que esta vez siento a flor de piel, y aunque el enojo se refleja en su rostro, esta vez no puedo ser culpada, yo solo iba pasando por aquí y aunque solo tenga a Dios como mi testigo, me aferrare a esa idea.. No sé qué decir ni cómo reaccionar. Afortunadamente, otra persona sale del salón en ese momento, también despeinada y con la ropa desordenada. Y si estuviéramos en un cómic, nuestras nubes de diálogo dirían algo como "¡plop!" y caería graciosamente hacia atrás.
La otra figura notablemente desprolija pertenece a la profesora Tammy, la cual sale con los ojos llorosos y dispuesta a decirle algo a su "estudiante". Sin embargo, en cuanto me ve, se queda más quieta que yo, ahora parece que le han drenado todo su flujo sanguíneo.
—Jodie... — musita la mujer sin aliento.
Ay señor, así que eso explica por qué Hazel no va perdiendo el año y todo lo demás.
—Yo solo iba hacia mi casillero. — aclaro de inmediato, mas que todo hacia malhumorado chico. Hazel no ha dejado de mirarme en ningún momento, así que ha presenciado en primera fila cómo mis ojos curiosos han analizado todo a la perfección —. Ese que está por allí, justo como a tres pasos del salón que acaban de salir. — especifico aún más mientras paso a su lado en un menesteroso intento de escapar . Sin embargo, suelto un grito pequeño cuando Hazel me toma bruscamente del brazo y me acerca su boca a mi oído.
—Ni una palabra de lo que viste, Benoit. Sabes que tienes mucho más que perder que yo. Me entero de que has abierto la boca, y yo haré lo mismo.
Después de susurrar aquello como un sicario en mi oreja, me suelta y se va a paso firme, dejándome con una Tammy muy nerviosa que parece avergonzada. La mujer se retira después de darme una sonrisa cerrada. Suelto un suspiro de pura impresión y sacudo mi cuerpo debido a un escalofrío repentino. Este Park es una verdadera caja de sorpresas. No lo veía como el tipo de chico que haría eso, aunque claro, tampoco lo veía como un maldito enfermo que golpea a la gente hasta dejarla inconsciente. Aunque, claro, ni siquiera conozco el contexto detrás de eso, y no es que me interese, por supuesto. No tengo por qué saberlo. Es irrelevante. Necesito concentrarme en cosas de mayor importancia en lugar de centrarme en el perpetrador de orejas y el terror de las faldas de las maestras. Como, por ejemplo, averiguar cómo entraré en la oficina del padre de Jace en su fiesta de cumpleaños.
Pongo el código de mi casillero, que es la fecha de cumpleaños de Sara, y este se abre de inmediato, dejando caer lo que parece ser un papel. Me agacho y lo tomo entre mis manos antes de ponerme de pie nuevamente. Lo que veo en aquel trozo de hoja arrugada me hace abrir los ojos de par en par. De inmediato, cierro la puerta del casillero y corro al baño más cercano. Entro y veo a dos chicas, finjo por un segundo que me veo al espejo, y cuando se van, me encierro en un cubículo, sacando nuevamente ese papel que en realidad era una maldita foto. La imagen muestra a Jade Morle junto a un hombre vestido con traje. A simple vista, parece una foto normal, pero entonces mi cabeza hace clic.
Saco mi teléfono y busco en los antecedentes y búsquedas ocultas que tengo. Es entonces cuando encuentro la primera pieza del rompecabezas y sonrío de inmediato. "Sanders" no era un nombre, era un apellido: Nilo Sanders, nada más y nada menos que el padrastro de Jade. ¿Acaso ella...?
Un movimiento extraño me hace mirar hacia abajo, donde encuentro unos zapatos de hombre debajo de la puerta que mantengo cerrada. De inmediato, retrocedo con miedo en el pequeño espacio, topándome con el inodoro tortuosamente frio.
Una hoja de papel pasa por debajo de la puerta, y en ella se lee claramente "Busca a su hermano". Los pies que estaban afuera de la puerta desaparecen, y me quedo congelada durante más de dos minutos mientras procesa toda la situación. Finalmente, tomo el papel y lo tiro por el inodoro, asegurándome de que desaparezca. Luego, guardo la foto en mi ropa interior, junto a mi vientre, tratando de ocultarla. Mujer precavida vale por dos.
Salgo corriendo del baño, pero al abrir la puerta, choco de frente con la misma protagonista de la foto.
—Jodie Benoit encerrada en el baño con el pequeño Zack Bick —dice burlonamente. Observo su rostro pedante con confusión y solo me bastan unos segundos para unir puntos, ellas debieron verlo salir.
En ese momento, me doy cuenta de que Zack es quien me dejó la nota y la foto. Parece que ambos somos igual de malos en mantenernos en el anonimato o pasar desapercibidos. Jade me empuja para que vuelva a entrar al baño, aprovechando que estoy ocupada hilando una idea coherente con otra, y en ese instante, Atenea aparece en escena, observándome con sus ojos grises algo azulados, lo que me da un escalofrío en ese momento.
—¿Qué hacías con ese rarito, linda? No suelo juzgar gustos, pero en serio... —pregunta Jade con su tono de burla característico, haciendo que niegue con la cabeza, decepcionada por su actitud.
—¿Por qué actúas así de repente? —le pregunto, confundida, ya que, en teoría, ella es mi amiga, al menos moralmente hablando. Ahora parece que estuviera a punto de soltarme un puñetazo.
—Porque nos recuerdas mucho a un viejo fantasma —responde Atenea esta vez, mirándome de arriba a abajo y comenzando a rodearme, creando una atmósfera tensa en el aire. Luego se coloca frente a mí—. Un fantasma que puso todo de cabeza, pero que finalmente se decidió por sí misma..
Trago saliva nerviosa, miro a Jade por un momento, pero ella mantiene su expresión enojada. ¿Y yo que hice? Es decir, hasta el momento no he echo nada significativo como para que la paliza que parecen querer darme, sea una realidad.
—No entiendo nada —admito, y Atenea suelta una risa mientras acomoda su cabello negro y brillante con elegancia.
Noto un ligero parecido entre ellas, aunque en realidad es casi nulo. El cabello de Jade tiene un tono más azulado, mientras que sus ojos son de un azul más oscuro y peligroso que los de Atenea. En ese momento, dos personas más entran al baño, las gemelas Royster, quienes simplemente se quedan junto a la puerta y la cierran sin decir una sola palabra.
Efectivamente se viene la paliza de mi vida. Espero equivocarme.
—Todos tenemos secretos, Benoit. ¿Lo sabes, verdad? —dice Atenea con un tono de voz femenino y calmado, como el de una hábil abogada que sabe lo que está haciendo—. ¿Crees que esos secretos se justifican?
—Creo que depende del secreto —admito intentando hacerme la buen compinche, aunque me siento atrapada y no tengo intención de entregar la foto que llevo conmigo, que es lo único que verdaderamente me preocupa.
—Hace dos años, llegó una nueva que puso todo patas arriba. Era muy entrometida, egoísta y, sobre todo, codiciosa —describe Atenea con un tono lleno de odio—. Era una maldita de las que ya no hay, una maldita que fue capaz de amenazarnos a todos. Lo gracioso es que comenzó como tú, como una pobre niña que no rompía ni un plato, pero terminó rompiendo todo en la cocina.
—No entiendo qué tengo que ver con la persona de la que hablan.
—Sara Crowell era una leyenda aquí, y solo le tomó un mas año tenernos a todos en la palma de su mano —menciona esta vez Jade—. Era inteligente, se lo reconozco, pero lo quería todo y mira cómo terminó.
—¿Qué estás tratando de decirme? —pregunto, retrocediendo instintivamente, pero Jade se acerca más rápido de lo que esperaba.
—Tengo un viejo amigo llamado Thaddeon, moreno, alto, con un tatuaje de cuervo en el pecho —dice Jade, y siento que mi alma abandona mi cuerpo. El barman de la otra noche, claro, tenía que ser amigo de Jade—. Te pusiste pálida, apuesto a que ya sabes a dónde voy —dice Jade con satisfacción, alejándose para volver junto a Atenea, parándose hombro a hombro, como una especie de siamesas de la casa del horror —. Curiosamente mencionó a una chica muy entrometida, de un metro sesenta y cinco, cabello largo castaño claro, más o menos delgada. Creo que, si te miras al espejo, te sonará.
La maliciosa risa que soltó Jade me hizo fruncir el ceño, algo molesta. Siento una puñalada traicionera de mi falsa amistad con ella.
—¿Qué intenciones tienes? —inquiere Atenea, como si yo fuera un criminal.
No sé qué diablos hizo Sara, pero parece haberlos acorralado a todos, tanto, que quieren evitar algo similar. Pero por ahora, es hora de hacer lo últimamente se me da mejor. Mentir.
—No tengo realmente ninguna intención. —me quedo callada por un momento para darle más dramatismo a la situación, mientras Jade me urge a hablar. Sé lo que tengo que decir: una humillación más, una humillación menos—. Fui allí porque estaba buscando a Hazel. Él me dijo que estaría allí cuando habláramos... Quería intentar algo con él, pero esa noche me dejó claro que no quería nada y punto. Me alejé de él también.
—¿Viste lo que hacen, verdad? —pregunta Jade, pero ahora parece más curiosa.
Algo dentro de mi me dice que aunque Jade parezca estar diez paso adelante de mi, la realidad es que esta queriendo dar el primero hasta apenas, en realidad solo aparenta o...No lo hace. Aquello puede ser un arma de doble filo que puede derrumbar todo, aun asi me arriesgo.
—¿Qué? —me hago la tonta—. Solo vi a Hazel sacándome del bar y diciéndome que me fuera.
O sea que su amigo solo le mencionó mi curiosidad, pero no lo que realmente hacen. La cara de Jade se vuelve de disgusto y mira hacia otro lado, supongo que esperaba que yo misma me expusiera, aunque mi jugada acaba de salir bien, sigo estando en alerta . Atenea me analiza durante un rato que se me hace eterno y después de un rato parece estar convencida.
—Solo concéntrate en graduarte, Jodie... —dice mi nombre con extrañeza y hace un gesto a las gemelas, que abren la puerta y se van del lugar.
—Oye, Jade... —en un intento algo peligroso, detengo a la pelinegra, que me mira sin mucho interés.
—Hazel tenía el mismo tatuaje que tú. —señalo su dedo—. ¿Qué demonios significa? ¿Acaso fueron pareja?— abuso un poco de mi posición de chica enamorada y celosa que pretendo ser.
Ella suelta una risa bastante falsa, se acerca a mí de repente y me empuja contra la puerta de un cubículo.
—Lo gracioso es que ni siquiera lo sé. Me lo hizo Andrew en una vieja fiesta. No recuerdo nada, estaba muy drogada. Lo odie y yo misma quise borrarlo. —admite, y noto lo rojos que están sus ojos. Luego, me suelta y juega con su piercing mordiendo su labio—. Sí, como sea... —dice de repente y se aleja, dejándome con más preguntas que respuestas.
Pero por un segundo, quiero arriesgarme, así que soy yo quien la jala. Ella luce desorientada, y algo me dice que no solo consume a lo que huele, que es marihuana. Tengo entendido que pueden olvidar ciertas cosas o tener lapsos de memoria. Espero que esta sea una de las veces.
—¿Tienes hermanos, verdad?
La chica chasquea la lengua de mala gana, pero responde.
—Sí, sí tengo, chismosa.
—Presta tu teléfono —pido, extendiendo la mano y rogando a todo lo divino—. Necesito llamarme, perdí el mío, qué loco ¿no?
Con algo de dificultad, me lo entrega luego de poner de forma torpe su huella. Cuando lo tengo en mis manos, es como si sonaran las arpas de los ángeles. De inmediato, busco el apellido Sanders. Encuentro registro de llamadas, pero en conversaciones está borrado. Casi todo está borrado, excepto conversaciones de la familia con imágenes religiosas que no me importan en este momento. Entonces, tomo el contacto de su hermano, Sanders y su madre, y me lo envío. De inmediato, lo borro y la observo de reojo. Ella se ve al espejo de forma algo perdida, sin darse cuenta de lo que pasa.
Me meto a la galería, sintiendo cómo empiezo a sudar. Veo algunas cosas que desearía haber evitado, pero una me llamó especialmente la atención. Es esa la que me envió, borro y limpio todo el rastro de que estuve allí.
—Recordé que lo tengo en mi casillero —informo con vergüenza.
A ella le da igual y se va después de llamarme imbécil. Suelto un suspiro y relajo la tensión de mi cuerpo.
—Maldición... —murmuro con algo de ira. Ese maldito tatuaje ya me está dando dolor de cabeza.
La campana suena, y salgo del baño, no sin antes sacarme la foto de la ropa interior y meterla en lo más profundo de mi mochila.
Ya va siendo hora de que descubra ese maldito secreto que encierra hasta la misma Jade, aunque tenga que evitar a Hazel en el proceso.
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