𝐈𝐕
𝐄𝐥 𝐭𝐚𝐭𝐮𝐚𝐣𝐞 𝐝𝐞 𝐥𝐮𝐧𝐚
Junto con Xavier, revisamos minuciosamente cada perspectiva del plan, asegurándonos de no pasar por alto ningún detalle. Nuestro objetivo principal era construir una imagen para Jodie en la que pareciera ser millonaria y tener un historial impecable, y logramos hacerlo con éxito. Incluso tomamos la precaución de contratar actores para que desempeñaran el papel de sus padres en caso de ser necesario, y contamos con un amigo de Xavier que nos proporcionaría una mansión en la ciudad como refugio en caso de alguna emergencia relacionada con el "hogar de Jodie".
Dada la imposibilidad de aprender a todos los estudiantes de la escuela, acordamos enfocarnos en analizar a las personas que aparecían en las fotos de Sara en Instagram y a aquellos que compartían clases con nosotros. Sin embargo, no contábamos con la presencia de dos elementos que perturbaban nuestros planes: Andrew Lender y Hazel Park. Su aparición inesperada me afectó emocionalmente y puso en riesgo nuestra estrategia.
Por un lado, tenemos a el popular abusador de Roble Dorado, representaba un gran obstáculo en nuestro plan. Hijo de nada mas y nada menos que del puto jefe de policía mas influyente de la ciudad, lo cual le otorgaba un poder considerable, y un factor que nos sorprendió fue que también tenía un historial de violencia en la escuela. Sus acciones habían sido lo suficientemente graves como para que la escuela tomara medidas en su contra, pero con su padre ocupando un puesto de autoridad, es probable que no haya enfrentado consecuencias significativas.
Esta situación complicaba aún más nuestra misión, ya que cualquier intento de exponer a Andrew y buscar justicia podía encontrarse con la influencia y protección que su padre le brindaba. Su posición privilegiada lo convertía en un enemigo formidable, capaz de desbaratar nuestros planes y amenazar la seguridad de Jodie. Debíamos ser extremadamente cautelosos al lidiar con él y considerar cuidadosamente nuestras acciones para evitar consecuencias indeseadas.
Por otro lado tenemos a Hazel Park, la causa de mis recientes dolores de cabeza. La razón: No se encuentra absolutamente nada de el en los registros digitales de la escuela. ¿Como es eso siquiera posible? Sorprendentemente hay al menos diez Park estudiando allí y ninguno se llama Hazel, lo que me hace pensar que es un chico fantasma.
Esta incertidumbre añadía un nivel de peligro adicional a mi situación. Había pasado una semana desde nuestro primer encuentro y aún no sabía nada sobre él ni sus intenciones. El miedo me había llevado a dejar de asistir a mis clases de boxeo, pero sabía que no podía esconderme indefinidamente. Siguiendo el consejo de Xavier, decidí adoptar la identidad de Jodie en todos los aspectos de mi vida escolar, sin descanso, con el fin de minimizar las posibilidades de ser descubierta.
Mantener a Hazel cerca se volvió una estrategia clave para poder descubrir qué tramaba y cuál era su papel en todo este enredo. Aunque me inquietaba el desconocimiento que rodeaba su verdadera identidad y motivaciones, sabía que debía mantener la guardia alta y estar preparada para cualquier eventualidad.
Parada frente al gimnasio "Mano Dura", decido enfrentar mi evasión y entrar. Tenía una excusa para estar allí: averiguar si Hazel era un estudiante becado. Sin embargo, mis intentos por obtener esa información resultaron en vano. Hazel parecía estar ausente en la mayoría de las clases o simplemente dormido, lo que sugería que no necesitaba una beca para asistir a la escuela. Entonces, ¿por qué alguien con recursos financieros necesitaría trabajar en dos empleos?
La desesperación que noté en su voz cuando me rogó que no monopolizara su tiempo seguía sin tener una explicación clara. Me intrigaba cada vez más el enigma que rodeaba a Hazel. En ese momento, mi amigo continuaba investigando a los Park adinerados de la ciudad, pero dado que Park era un apellido mas común de lo que yo pensaba, llevaría tiempo obtener detalles precisos. Pero no puedo dejar cabos suelos, ahora Hazel se ha convertido en una pieza que necesito descifrar.
Tomando en cuenta que ahora soy conocida como Jodie, la heredera multimillonaria de Europa, decidí prepararme adecuadamente para la clase. Opté por llevar ropa deportiva más femenina, con el cabello recogido y un maquillaje ligero y resistente al agua. A pesar de ello, no puedo evitar fruncir el ceño con disgusto al entrar al gimnasio. El olor característico del lugar no es algo a lo que me haya acostumbrado, aunque en esta ocasión se mezcla con el aroma del ambientador de pisos de lavanda, lo cual, debo admitir, no lo hace menos desagradable.
—¡Inna! — Me quedo inmóvil al escuchar mi nombre, pero rápidamente me doy cuenta de que es Matt, el calvito, quien me saluda con entusiasmo. Con alivio, me acerco rápidamente a él y lo arrastro hacia un rincón del gimnasio para poder hablar en privado y mantener la confidencialidad.
—¿Por que me llamas asi? — inquiero en voz baja.
—Pues en el formulario decía una cosa, pero me quede con lo del seguro y me pareció curioso. ¿Eres Inna Jodie Flynn Benoit o algo asi?
En ocasiones, agradezco a todas las fuerzas divinas del universo por otorgarles a ciertas personas un nivel de estupidez y falta de comprensión que me beneficia.
—Me lo quiero cambiar, ni combina. Prefiero Jodie Benoit. — me hago la desentendida. El asiente con comprensión.
—Claro Jodie, entiendo. Yo soy Matthew Dolin Cray Dosson, muy largo y tedioso. — no puedo evitar sonreírle, este hombre es la prueba de que a veces hasta las cosas peludas y viejas pueden causar ternura.
—¿Donde esta Hazel? — me dejo de rodeos.
—Creo que en el cuarto de limpieza, ha estado inquieto porque has faltado toda la semana. ¿Te paso algo? — ¿inquieto? ¿Por que lo estaría? si el primer día quería que me fuera.
—No me sentía muy bien, cosas de chicas. — esto basto para que entendiera —. Oye Matt...— intento no ser tan directa —. ¿Desde cuando conoces a Hazel?
—Como hace cuatro años, cuando el tenia quince.
—¿Es de ascendencia asiática, verdad? Se puede notar en su rostro. ¿Sabes cuál es su apellido? — el hombre me mira con una ceja levantada, indicando que mi interrogatorio le parece extraño. En ese momento, pienso rápidamente en una excusa para justificar mi curiosidad.
—Yo...nunca le he preguntado su apellido, pero es un buen muchacho, trabajador, pero... — Matt dice con algo de duda.
Bingo.
—Pero... — presiono calmada.
—Siento que a veces pierde su rumbo, necesita un descanso. Tiene solo diecinueve años y desde que lo conozco trabaja como burro.
O sea que trabaja desde los quince, ni siquiera su jefe sabe su apellido. ¿Como mierda entro a Roble Dorado? y mas importante todavía ¿Por que no aparecen registros?
—¿A que te refieres con que pierde su rumbo?
—¿Por qué haces tantas preguntas, niña? — Y... ahí lo perdí. Reconozco el momento en que la conversación se cierra en banda. Me he excedido en mi curiosidad y ya no tengo más opciones.
—Es que yo...— Matt me mira expectante y no me conviene que le cuente de esta conversación al Hazel, asi que mis ultimas dos neuronas que están peleando por formar una conexión coherente, me ayudan a crear la siguiente frase —. Es que Hazel me gusta mucho y me gustaría que no le dijeras de esto... Por favor.
La cara de Matt es un poema, supongo que no se esperaba ni de asomo que le dijera aquello. De repente empieza a reírse y suelta un suspiro casi soñador.
—No le diré nada, pero suerte con eso. Ese chico es tan centrado que dudo que quiera algo en este momento.
—Lo tendré en cuenta. — me limito a decir.
Apenas se aleja, comienzo mi búsqueda. ¿Qué debo hacer? Investigar más sobre Hazel, pero primero debo encontrar una excusa para justificar mi ausencia esta semana. Me dirijo hacia una puerta que indica "solo personal autorizado" y con determinación entro, cerrando detrás de mí. El entorno cambia de inmediato: las paredes y el suelo oscuros del gimnasio desaparecen. Ahora me encuentro frente a una pared de concreto y un suelo gris, con una escalera que se eleva hacia arriba y otra que desciende hacia abajo, donde hay una puerta. Siento la presencia de alguien cerca, avanzo unos pasos y entonces lo escucho.
—Si ya se, ahí estaré. — esa es la voz de Hazel —. No, no pasara lo mismo de la vez pasada. — me acerco un poco mas, siendo sigilosa —. El dinero siempre es después, recuérdalo. Te veo el otro viernes a las diez en el bar de Marl's.
El chico cuelga su llamada y comienza a enviar mensajes desde su teléfono. Desde mi posición, asomada en las escaleras, tengo una vista clara de sus acciones. Me pregunto sobre qué dinero está hablando y con quién está conversando. Sin duda, tendré que ir a ese bar la próxima semana para obtener más información. En ese momento, comienza a reproducir notas de voz, y yo no puedo evitar permanecer oculta, escuchando atentamente.
"Kamil dice que escucho como llamaban a James para decirle lo que hiciste, amigo estas jodido, ni Dios te salva Hazel. Tendrás que hacer un buen trabajo este viernes o si no el te dará la..."
En medio de todo lo que estaba sucediendo, mi maldito teléfono comienza a sonar, mostrando el nombre de Ruby Lacross en la pantalla. Todo sucedió demasiado rápido. Me asusto y dejo caer el teléfono, al mismo tiempo que mi tobillo se tuerce de manera vergonzosa, haciendo que caiga por las pequeñas escaleras y terminara de rodillas frente a Hazel. Era obvio que se había dado cuenta de mi presencia. Ahora el chico me miraba con una expresión que decía claramente: "¿Qué diablos te pasa, loca acosadora de segunda?".
—¿Que rayos haces? — inquiere con el ceño completamente fruncido. En algún lado del suelo suena "Break free" de Ariana Grande recordándome que Ruby sigue llamando.
—Te estaba buscando —digo mientras me pongo de pie con dificultad—. Y te encontré, ¡yupi! —Mis nervios hacen que mi cerebro intente conectar al menos dos neuronas, pero él sigue mirándome con esa expresión que lo hace parecer un maldito demonio.
—¿Por que me buscabas? — vale, esta modd: directo.
—Para mi clase.
—Pense que la dejarías.
—No me sentía bien.
—¿Por que no dices la verdad y ya?
Ok, eso no me lo esperaba. Me sentía como cuando tu madre te llama por tu nombre completo y empiezas a pensar en todas las cosas malas que has hecho en tu vida y que podrían haber salido a la luz. ¿A qué se refería Hazel con la verdad? ¿Habrá descubierto algo sobre mí, como mi registro de seguro médico? Debo quemar esa mierda.
—¿Que verdad? — uso la técnica de hacerme la mas desentendida del planeta.
—No te hagas Benoit. ¿O piensas que no lo se?
Ay Diosito, ya me estoy asustando.
Empiezo a rezar a todos los santos que conozco, bajo la atenta mirada de aquel chico que me supera en altura y que podría romperme como un palillo de dientes. Suelto una carcajada nerviosa, intentando ocultar mi inquietud.
—Eres muy gracioso.
—No cambies de tema.
Bueno, técnica fallida. Piensa, ahora.
—No se a que te refieres, solo quiero mis clases. — me pongo a la defensiva.
—Te espere todos los días a las ocho, nunca llegaste.
Me quedo callada, porque es cierto. Ni siquiera le avise, pero para ser justos, cuando el me veía en clase tampoco me decía nada.
—¿Vas a dejar de fingir que hace un momento no estabas escuchando a escondidas? — su pregunta hace estallar mi burbuja de pensamientos y miles de Innas en mi cabeza comienzan a saltar, poniéndose en alerta.
—Acababa de entrar, tampoco te hagas el importante. — opto por la indiferencia. El chico me analiza de pies a cabeza y no puedo evitar que un escalofrió me recorra el cuerpo.
Aprovecho para analizarlo también. Observo detenidamente su aspecto, desde su habitual camiseta sin mangas que deja ver sus atléticos brazos. Esta vez no está tan sudado como en otras ocasiones. Lleva unas bermudas de color verde, Converse negras de bota y tiene las manos vendadas. Noté un pequeño moretón en su labio y todavía no me queda claro por qué necesita estar en tan buena forma física. ¿Será solo por estética?
Es entonces cuando mis ojos se detienen en su dedo medio, el cual no está completamente cubierto por la venda. Ahí veo un tatuaje de una luna con dos estrellas a los lados. Es muy pequeño, pero mi mente lo asocia de inmediato con una anécdota pasada. Sara me contó acerca de una de sus primeras fiestas en la ciudad, donde perdió su virginidad. Recuerdo que esa noche me envió algunas fotos borracha (nada obsceno, por supuesto). En una de esas fotos, ella estaba sonriendo, aunque la imagen era un poco borrosa. Pero lo que más llamó mi atención fue la mano masculina que sostenía su rostro, y esa mano también tenía el mismo tatuaje.
—No vuelvas a faltar, o seré yo mismo quien se encargue de echarte. Y se puntual. —me interrumpe nuevamente, sacándome de mis pensamientos. Ahora me encuentro obsesionada con la idea de si él fue el responsable de quitarle la virginidad a Sara, o si al menos la conocía. Pero, ¿qué tan probable es que otra persona en la escuela tenga el mismo tatuaje en el dedo medio? La incertidumbre me consume, y no puedo evitar buscar respuestas antes de sacar conclusiones precipitadas.
—Entendido, tú mandas —incapaz de contenerme por más tiempo, termino preguntando —. Bonito tatuaje, ¿tiene algún significado especial?
Él desvía la mirada hacia el dibujo en su piel y luego me mira con extrañeza.
—Solo concéntrate en no faltar a mis clases.
Y evadió mi pregunta, excelente. Entonces iré por otra de mis dudas.
—¿Por que no les has dicho a nadie de la escuela que me viste por aquí?
—¿Siempre tienes tantas preguntas? —cuestiona con voz cansada, dejando en claro su molestia ante mi presencia—. No soy un chismoso, tú no has dicho nada de mí, y yo no digo nada de ti. Así de simple. No le des más vueltas..
—¿Te sientes bien hoy? — me mira como bicho raro ante mi pregunta —. Es que ayer has faltado a clases.
—Benoit vete, estoy ocupado.
—¿Y mi clase?
—Es sábado.
—Ah, si claro.
Igualmente no me fui, esperaba algo mas, pero este chico tiene complejo de caja fuerte, lo cual me pone las cosas muy difíciles. La confianza es clave para obtener información, pero la confianza toma tiempo, cosa que no tengo.
—No te preocupes, no diré que pasas tus noches en un gimnasio apestoso por puro gusto, en serio. Puedes irte tranquila —dijo con cierto énfasis. Supongo que piensa que solo me quedo para asegurarme, pero en realidad tengo un deseo ardiente de adentrarme en su mente y descubrir cada uno de sus oscuros secretos.
Me siento derrotada y desorientada mientras me alejo del lugar. Necesito desesperadamente descubrir quién demonios es Hazel y qué papel desempeñaba en la vida de Sara. Estoy convencida de que Sara no me contó todo, y ese tatuaje no puede ser una mera coincidencia. Por un instante, considero seguir a Hazel, incluso espero escondida en unas enredaderas de una tienda cerca del gimnasio, pero llegan las diez de la noche y él aún no ha salido. Sin embargo, en ese momento, recibo una llamada de Ruby, y esta vez decido contestarla.
—Hola ¿Que pasa? — inquiero fingiendo ánimos. De repente, algo llama mi atención en la distancia. Es Hazel, parado junto a una de las ventanas del pequeño edificio de tres pisos. Está vestido con pijama y está cerrando unas cortinas.
No me jodas, que vive aquí y yo como una babosa de pie durante dos horas.
—¡Adivina! — su grito me hace saltar del susto, aunque pongo expresión de disgusto no me queda de otra que empezar a caminar hasta mi casa o mejor dicho habitación rentada de cuatro paredes.
—¿Que adivino?
—Jace me dijo que te invitara a la reunión que hará mañana en su casa.
La mención de una reunión por parte de la pelirroja me dejó un sabor amargo en la boca, pero al mismo tiempo era una oportunidad perfecta para adentrarme más en su círculo. El hecho de que me invitaran significaba que estaba logrando progresar.
Sara me había hablado anteriormente sobre algo llamado la fiesta de la primera semana, una tradición en la que los recién llegados participaban en ciertas novatadas. Sin embargo, lo último que supe fue que aquella celebración se canceló hace dos años.
—Se oye emocionante. — me limito a decir.
—Te recojo mañana a las ocho. ¿Me pasas tu dirección?
—Mejor voy yo sola, asi mi padre no se entera. — evado con éxito el hecho de tener que explicar que en realidad vivo en una habitación de cuatro paredes que tiene baños públicos.
—¡Excelente! Te paso la dirección de la casa de Jace y nos vemos mañana a las ocho.
—Claro, no puedo esperar.
Allí estaré.
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