Normalidad
No hay mal que por bien no venga.
Aquello era exactamente lo que podría haberse aplicado a la vida actual de Clark. Desde aquel día donde muchos sentimientos habían salido a la luz y más verdades salieron a relucir, sin pensarlo, las cosas habían ido un poco mejor. Al menos, Dick parecía querer avanzar y hacerse a la nueva idea. Fue despacio y costó un poquito más de lo que en una situación normal podría haber sucedido, pero poco a poco comenzó a aceptar a Clark en su vida, no solo como una nueva figura, sino como el padre que realmente era. El alfa también comenzó a adaptarse al nuevo rol que se le había negado todos esos años y pudo encausar la vida de ambos.
Aclimatarse a sus nuevas vidas, sumadas a que la prensa había dado en poco tiempo con sus identidades, fue difícil, pero no imposible. A pesar de lo bien que estaban llevando la situación ahora, en un mejor apartamento en el centro de Metrópolis y con la ayuda de Alfred, llegar a ese equilibrio costó unos cuantos meses. Para entonces, Bruce llevaba casi un año y medio en coma, ni mejoraba, ni empeoraba, pero todos se habían hecho a la idea de simplemente esperar y tener un mínimo de fe para no caer en la desesperación.
—Voy a ser un alfa grande y fuerte.
Dick estaba casi rozando los doce años entonces. La presentación de su segundo género lo golpearía en cualquier momento y no podría estar más emocionado por eso. En el fondo de su corazón guardaba la esperanza de que su padre pudiera estar presente para cuando sucediera, pero Clark tampoco era un guardián tan malo. Fue capaz de sacarlo de todas las dudas que comenzaban a invadir su pequeña cabeza, aunque, tal vez tenía cierta inclinación a querer a Dick como un omega porque se acostumbró a tener un cachorrito que proteger y no quería perder su papel de padre protector tan pronto.
—O un omega adorable Y grande y fuerte —Respondió Clark con una sonrisa.
—Nu uh —El pequeño cachorro se cruzó de brazos. —Seguro que papá estará de acuerdo conmigo en que seré un alfa.
—Seas lo que seas estaremos felices.
Dick empujó la puerta de la clínica mientras le hacía caras a Clark no estando de acuerdo con su postura. Sería un alfa, podía sentirlo por dentro y nadie lo iba a contrariar en ese asunto. Se soltó del agarre de su padre y corrió por el pasillo dejando que sus zapatos rechinaran en el mármol mientras que Clark le reclamaba por detrás para que hiciera silencio. No quería recibir otra vez una amonestación de la enfermeras por un cachorro causando molestias acústicas en los pasillos.
Pronto llegaron a la habitación que se le había asignado a Bruce, la sensación de angustia de las primeras veces al verlo postrado en una cama, casi sin vida, había cambiado por una sensación más de nostalgia y una pseudo alegría por poder verlo en la semana.
—Papá~ —El niño canturreó, subiendo de forma profesional a la silla alta al lado de su cama y agarrando su mano como de costumbre. —Clark dice que seré un omega adorable, dile que seré en verdad un alfa fuerte.
—Humm, voy a arriesgar cinco dólares a que no es verdad.
Era una costumbre dolorosa, pero reconfortante. Sentarse, hablar un rato de lo que habían hecho en el día, lo que querían hacer y desatrasarlo sobre conversaciones y chistes tontos de la semana que habían salido en algún momento. No era lo mismo, sin embargo, hacerlo les daba una sensación de alivio.
—Clark se va a quedar pobre porque no va a ganar.
—Creo que al final el millonario será otro.
—Nu uh. Alfa.
—Omega.
—Alfa —Clark y Dick se quedaron quietos en ese momento cuando una tercera voz se unió a su pelea — Diez a alfa.
El chillido que lanzo Dick en el momento que su mente procesó lo que estaba pasando hizo saltar a Clark y hacer cerrar los ojos a Bruce por el sonido estridente repentino. Obviamente, también llamó la atención de la enfermera que segundos después estaba adentro con intenciones de darles un regaño cuando se dio cuenta de lo que estaba sucediendo.
—¡Sr. Wayne!
Todo se convirtió en un caos en segundos. Dick estaba demasiado alterado como para querer separarse del omega en ese momento y Clark, aunque era el adulto de los dos, había desarrollado en ese tiempo un instinto protector que le llevaba a estar siempre en defensa del pequeño cachorro que ahora era su manada. Fue un poco difícil convencer a Dick de esperar solo unos minutos más y a Bruce de soltar la mano de su cachorro para que los médicos pudieran revisarlo como era debido y tener un informe sobre el estado del omega.
Para distraerlo mientras los dejaban entrar de nuevo, Clark se dedicó a dar la buena nueva a Alfred, quien casi de desmaya de la sorpresa al otro lado (aunque lo ocultó muy bien) y a los otros dos amigos de la familia, Oliver y Dinah, cuya preocupación y presencia había estado allí a lo largo de esos meses.
Pronto, la salita de espera se llenó con la familia. Todos estaban entre la alegría y la desesperación porque los dejaran pasar de una buena vez para poder ver a Bruce. Los sentimientos eran intensos, sobre todo por parte del alfa y el más pequeño de todos. Para alivio de los presentes, solo una media hora después los médicos salieron y permitieron la entrada a la familia. La habitación de pronto se vio llena con Bruce en el centro mirando a todos, pero sobre todo a su cachorro que no pudo detenerse ni un minuto más y saltó a los brazos de su padre. Más tarde, con los ánimos calmados, Clark pudo sentarse tranquilamente a su lado. Alfred se había ido en favor de que el alfa se quedara como cuidador y Dick había conseguido quedarse haciendo ojos de cachorro a los médicos. Ahora dormitaba con tranquilidad en el sofá de la habitación.
—¿No tienes ganas de descansar?
—Ya he dormido
—Con que digas sí o no basta. No te sobreesfuerces.
Los médicos habían dicho que habría algunas cosas que le costaría hacer de ahora en adelante más que otras, algunas quizá no podría hacerlas del todo, pero con algo de terapia las esperanzas de que su vida tomara de nuevo un curso normal eran bastante altas. Eso alegró más aún el corazón de todos.
—Dick
—Ha estado bien, ha vivido conmigo con todo este tiempo. Ya lo sabe, también lo sé, no había forma de que se ocultara por mucho más.
Bruce quitó la mirada que tenía sobre Clark.
—Está bien. Ya me enfadé en su momento, ahora mismo solo estoy feliz de que estés bien. —El omega volvió a mirarlo. —Después de todo Ya sabes lo mucho que seguías importándome, ¿por qué iba a enojarme por saber que tenías a mi hijo? Solo me molestó que nunca lo hayas dicho, pero también lo entiendo Tampoco fui exactamente claro con lo quería y éramos adolescentes Lo entiendo.
Bruce no dijo nada cuando Clark acabó. El alfa simplemente suspiró. Tenía en ese momento tantos sentimientos encontrados: felicidad, preocupación, el futuro Los sentimientos que guardaba hacia Bruce nunca habían desaparecido, pero no podía hacer de cuenta que tampoco nada había pasado. Para cuando la retahíla de pensamientos absurdos había terminado, Bruce estaba durmiendo de nuevo. Sintió una necesidad de despertarlo, por miedo a que no volviera a despertar, pero alejó las angustias lo más que pudo y se dedicó a vigilar el sueño de sus dos amores.
Algunos meses después, la vida de todos había vuelto a una especie de normalidad agradable. La salida de Bruce del hospital se había hecho finalmente pública al igual que los problemas de empresas Wayne y su regreso a su legítimo dueño se efectuó sin ningún problema. Dick volvió a la mansión, nadie podía negarle al niño los fuertes deseos de estar con su padre mientras este se recuperaba poco a poco, aunque aún pasaba algún fin de semana con Clark y este visitaba la mansión prácticamente a diario.
—¿Qué tal estás hoy?
—Bien. —Bruce siguió tecleando en su portátil mientras que Clark seguía parado al otro lado de su escritorio. —Mejor. —Rodó los ojos ante la insistencia silenciosa del alfa porque se detuviera.
—¿Y Dick?
Feliz de que el omega cerrara el portátil y se dignara a mirarlo, Clark se sentó justo al frente. A Bruce aún le costaba un poco caminar y moverse con normalidad, pero cosas como esas eran ya algo que podía manejar por su cuenta.
—Dijo que iba a leer no sé qué novela que Alfred le recomendó, supuestamente.
—Estará jugando videojuegos.
—Lo más probable.
Se quedaron en silencio por un momento. Esos momentos se habían convertido en algo común para los dos, pero no incómodos. Eran esas las ocasiones en que la mente de Bruce se permitía relajar y Clark dejaba que su aroma inundara el lugar, envolviendo todo en una esencia de protección y de tranquilidad. Ambos se daban el permiso de estar en paz en la compañía del otro.
—¿Sabes una cosa?
Bruce movió la cabeza con pereza en dirección a Clark, sus ojos se abrieron con pereza segundos después como reclamando que interrumpiera su momento de descanso.
—Tiene algo de gracia pero nunca rompimos oficialmente.
Las cejas del omega se levantaron. Oficialmente estuvieron en una relación mientras eran adolescentes, su cabeza la había terminado ese último verano, pero nunca se lo dijo.
—Así que hoy estaríamos cumpliendo como quince años de noviazgo.
Los ojos se Bruce se movieron rápidamente al calendario más cercano. Primero de Julio, inicios de verano. Era esa la fecha en que solían ir a Smallville cuando era un adolescente, fue por esas fechas a sus trece años que conoció a Clark y dos años después, ese mismo primero de julio, habían comenzado con una relación primeriza informal sin rumbo alguno. Este año no estaban en Smallville, pero la presencia de Clark en la mansión era como si Smallville hubiera venido hacia ellos.
—¿A qué se supone que viene eso? ¿Querías una carta formal de rompimiento o algo así?
Clark negó, pero detuvo su mirada en Bruce cuando este soltó un bufido seguido de una carcajada.
—¿O me estás cobrando doce regalos de aniversario?
—¿Me vas a dar doce regalos de aniversario?
—Vas a tener que esperar a que los compre. Te adelanto que serán doce corbatas, negras todas.
—No me esperaba menos de ti.
—¿Y mis doce regalos? No quiero maíz, te adelanto desde ya.
—¡No te iba a dar maíz!
—Me diste una mazorca asada el primer año, claro que me espero eso de ti.
—¡Tenía catorce! Y eso me parecía genial.
—Humm, al menos la asó tu madre Estaba buena.
Ambos sonrieron ante el recuerdo. Después, Bruce se sintió un poco estúpido por todo. Huyó tanto tiempo del rechazo de Clark y ahora estaba allí, amando a su cachorro, compartiendo con él, ¿Qué hubiese pasado si hace doce años no hubiese huido como un cobarde? Podría haberlo tenido todo, ahora solo tenía el anhelo frente a él, tan cerca, pero tan lejos.
—Me conformo con un beso. Es un buen pago por hacerme esperar doce años.
Rehuyó la mirada de Clark. Era un paso horrible y arriesgado, indigno de él y de su legendaria habilidad para conquistar alfas en las fiestas más elegantes de Gotham. Se sintió un poco estúpido cuando el alfa no dijo nada y se regañó mentalmente por ese comentario. Negó.
—Lo siento. Olvida eso que dije.
Se llevó una mano a la cabeza avergonzado. Sintió a Clark levantarse de la silla y siguió echándose una épica broma internamente por eso. No quería que el alfa se fuera y lo estaba incomodando.
—¿Puedo echarle la culpa a un síntoma post-coma?
—Creo que no.
Levantó su vista, solo para darse cuenta que Clark se levantó no para huir de la incómoda conversación, sino para acercarse a su lado. Estaba inclinado, casi a su altura, su instinto le hizo moverse un poco para atrás al tenerlo tan cerca, pero el alfa solo le sonrió.
—Ahora no puedes escapar.
Iba a decir que su intención tampoco fue huir, cuando el alfa terminó por inclinarse y pegó sus labios a los propios. Se quedó quieto solo un segundo antes de que su cuerpo reaccionara y siguiera el suave beso que el alfa le estaba regalando. Su ánimo de pronto se vino arriba, se atrevió a escurrir sus brazos alrededor del cuello del alfa y atraerlo más hacia él profundizando el acto que había extrañado tanto tiempo.
—¡Iugh!
Clark se irguió cuando la figura de Dick se dibujó en la entrada. El aún cachorro entró en la habitación sin importarle demasiado el aura melosa que estaba impregnado por todas partes y a pasos fuertes y demandantes se dio la vuelta por el otro lado del escritorio, haciéndose un espacio entre los brazos de Bruce y subiéndose a su regazo como si fuera todavía un niño pequeño.
—Yo no te he dado permiso de hacer eso.
Clark dio un paso atrás e intentó mantener su postura de seriedad.
—Creo que vas a perder cinco dólares, Kent.
La mejilla de Bruce se pegó contra la de su cachorro, suavizando su mal genio y ronroneando para que dejara de intentar gruñirle a su propio padre. Dick dejó de mirar a Clark para pegarse también a Bruce. Tal vez hace casi dos años la idea de su padre con otro alfa le pareció divertida, ahora ya no tanto. Lo habían alejado tanto tiempo de él que no iba a dejar que nadie se acercara y se lo arrebatara de nuevo, incluyendo Clark. Estaba ardientemente celoso de que alguien le robara a Bruce o, quizá, solo eran instintos básicos descontrolados hablando sin su permiso.
Para el siguiente verano Clark vio su cartera mermada en cinco dólares, diez más porque Bruce también cobró su apuesta. Smallville se había convertido de nuevo en un destino vacacional para la nueva familia improvisada, gracias a que Bruce había recuperado gran parte de su movilidad. Así que estaba de nuevo en su vieja casa peleándose con las mantas porque todo olía a Dick.
TODO.
Las almohadas, el sofá, las mantas, las malditas cortinas, Bruce, Alfred Dick se había encargado de marcar todo con su nuevo poder de alfa territorial en potencia y, aunque siendo su propio cachorro su olor no le suponía ninguna molestia, era un claro reto de quién era el alfa de la casa.
—Da igual cuanto las laves, lo volverá a hacer.
—¡Es mi cobija! Quiero que huela a mí también.
—No creo que sea posible, eres parte de sus cosas también. Tú también hueles a Dick. —Bruce hizo un movimiento con sus manos señalando todo su ser —Todo tú.
El omega se acercó con una sonrisa, no antes de mirar a todos lados esperando que el pequeño alfa no anduviera cerca, para acercarse y darle un beso.
—Se le pasará, tranquilo, solo está experimentando, creo.
—¿Huelo a Dick también?
—Mucho. Es raro, pero reconfortante.
—Supongo.
—¡PAPÁS!
Ambos mayores se alejaron con el grito. Clark siguió peleando con las sábanas y Bruce se hizo el desentendido, fijándose en su hijo cuando bajó saltando por las escaleras.
—No saltes por las escaleras, te vas a romper algo.
—Hum
—¿A dónde vas con tanta prisa? —Preguntó Clark asomándose por la ventana interior que daba dentro del salón donde había ido Bruce.
—Es la feria, ¿puedo ir, verdad?
—Sí —Bruce asintió con cariño. —Puedes ir.
—Pero
—Shh, déjalo ir. —Bruce miró a Clark acusadoramente. —Tenemos cosas que hacer esta noche, de todas maneras
—¿Tenemos?
—Sí, muchas.
Clark asintió, sin entender, pero si Bruce lo decía Total, que no media hora más tarde Dick se estaba perdiendo por el camino que daba al centro del pueblo mientras Bruce miraba por la ventana. En cuando vio la figura del pequeño perderse, corrió escaleras arribas.
—Dúchate, rápido. No quiero que andes oliendo a Dick por ahí.
—¿Qué?
Estaba confundido, pero hizo caso. Un par de duchas más tarde oliendo finalmente a su propio yo, Bruce lo estaba arrastrando al ático, lugar que se había quedado atrapado en el tiempo, con las mantas exactamente igual que como las dejaron aquella vez, oliendo sutilmente a ellos. Lo único que había cambiado era que la mesa pequeña estaba llena de algunas cosas para picotear y un vino.
—¿Y esto?
—¿Cómo que y esto? —. Clark se quedó en la subidita de la escalera mientras Bruce lo miraba desde arriba. —¿Nuestro aniversario? ¿Estuviste molestando días con esto y lo olvidaste?
—Por supuesto que no
Clark terminó de subir, arrastrándose hacia el nido medio hecho que estuvo esperando allí casi por dos años. Disfrutó de los recuerdos que inundaron su mente que estaban ligados a ese lugar. Se sentía bien, después de muchos años subir a ese sitio se sentía como un sueño.
—Claro que no
De pronto, el alfa sintió un peso encima. Bruce se había tirado sobre él, lo obligó a caer contra las mantas desparramadas y se quedó sobre el pecho del alfa que movió sus brazos para rodearlo en un abrazo. La estancia comenzó a oler con intensidad a los dos, de nuevo, después de tantísimos años, volvía a ser marcada con ese sentimiento de cariño y tranquilidad.
—Aprovecha antes de que Dick descubra este sitio de nuevo y lo marque él.
—No me recuerdes eso.
—¿Sabes que es lo único que no hemos hecho desde entonces?
—¿Desde cuándo?
—Desde que tenemos dieciocho.
Bruce lo besó, despacio, con tranquilidad. Su cuerpo se movió por encima del de Clark despertando aquello que estuvo durmiendo desde la última vez que lo vio siendo un adolescente. Sus manos acunaron el rostro del alfa mientras que su mirada se quedó fija en la de Clark.
—No fui sincero esa vez porque tenía miedo, pero ya no. Por favor, no te alejes de mí nunca más. —El alfa correspondió abrazándolo por la cadera y tirando de él para hacerlo girar bajo su cuerpo. —Clark, ¿quieres?
—¡Cállate! Esa es mi frase.
La mano del alfa se movió sobre la boca del omega impidiendo que dijera algo. La que estaba libre se movió buscando en su bolsillo el anillo que tenía guardado y que con suerte no había perdido con tanto movimiento.
—Bruce, ¿quieres casarte conmigo?
El omega se echó a reír, lamiendo la mano del alfa y haciendo que este la retirara con cara de asco. Sin embargo, rodó los ojos cuando este también sacó un anillo de su propio pantalón.
—¿Responde a esto tu pregunta?
—No estoy seguro, vas a tener que ser más explícito.
Los brazos de Bruce se envolvieron alrededor del cuello de Clark para volverlo a besar.
—Eso es para la noche de bodas, cariño.
—¿Te parece que voy a esperar tanto?
Clark se echó a reír, pero no se negó a la pre-noche nupcial que Bruce le estaba ofreciendo. A fin de cuentas, ¿Cuándo habían hecho las cosas en el orden clásico?
FIN
.-.-.-.-.-.-.-
Esta historia ha llegado, teóricamente, a su fin. Aún queda un capítulo más que funcionará como Epílogo.
Espero que esta historia les gustara. Aprovecho para agradecer a todos por sus comentarios, son verdaderamente apreciados ¡Déjenme saber qué les pareció!
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