Capítulo 19. Detonación de Sentimientos
¿Qué se puede esperar de la vida cuando esta te ofrece la felicidad en bandeja de plata?
¿Qué se puede esperar del futuro cuando no sabes nada de él?
Quisiera tener una respuesta ante esto, siempre es la misma pregunta que me hado desde que mi corazón comenzó a sentir, desde que supe que nosotros venimos al mundo por un propósito, por un objetivo, pero he aquí otra pregunta ¿Cuál es ese propósito que tenemos? No tengo la respuesta ante estas incógnitas pues solamente Dios tiene las respuestas ante nuestras dudas, mientras tanto lo único que nos queda es seguir viviendo, seguir caminado alrededor del mundo mientras nuestro tiempo llega.
Aprieto mi mejilla con mis dientes.
Tengo que dejar de pensar en cosas que solo empeoran mi estado de ánimo.
Reviso la hora en el reloj de mano y me frustro al ver que son las 3:30 a.m. de la madrugada casi las 4:00 a.m. Pésima hora para estar despierta, según las creencias de mis abuelitas, dicen que es la hora en la que cosas extrañas suceden, en donde el diablo sale, sin embargo, para mí en este momento, es la hora en la que no dejo de pensar en él, en sus labios sobre los míos y en lo mucho que lo extraño, en lo mucho que su esencia me hace falta, en las sonrisas que me regalaba y en esos momentos tan divertidos que pase con él en los últimos días. Suelto un suspiro, salgo de la cama y me recargo en el bordo de esta misma al tiempo que miro a mi abuelita que se está moviendo y el temor a salir sola al baño me puede por lo que termino pasando una mano por mi rostro. Los sueños que tengo en forma de pesadillas están causando estragos en mí.
-¿No vas al baño? -pregunto casi en un susurro para no despertar a Ivan y a mi papá que duerme a unos cuantos metros de la habitación y la cocina.
-No, yo ya fui antes de acostarme. -responde espantando a los zancudos en medio de la oscuridad.
-Bueno, entonces ahorita vengo. -informo buscando mis traicioneras chanclas que no recuerdo donde carajos las deje. -Llévate un foco. -dice sin dejar de trapear en el aire a los zancudos que a pesar de tener prendido el ventilador del techo aun así buscan la manera para picarnos.
Asiento ante lo que me dice mientras sigo buscando por varios segundos las chanclas debajo de la cama entre todo el triquero que tengo ahí, ante milagro no hay ratones, pero desafortunadamente, no están ahí.
Me dejo caer en el suelo dejando que mis sentaderas sienten el impacto y miro a mi abuelita con decepción.
-¿No viste donde deje las chanclas? -pregunto poniendo atención al diseño que hice en la pared de Juan Luis Lodoño Arias mejor conocido como mi esposo, pero para muchos es Maluma, mi artista favorito.
Tomo una exhalación recordando la primera vez que conocí sus canciones y su supe de su existencia.
No pierdo la esperanza de algún día ir a uno de sus conciertos, poderlo conocer en persona, poder gritar de la emoción y cantar sus canciones a todo pulmón siendo acompañada de las fans.
Suena absurdo, pero es el sueño que toda fan tiene en la vida.
Es como un sueño realizado, una meta en la vida.
El amor de un fan sobre su ídolo es lo más lindo que existe, sin llegar a sobrepasar los límites, claro. Es un amor que nace sin pensarlo, solo nace y con el paso del tiempo te das cuenta que esa persona se ha vuelto tu ídolo, tu artista favorito y sin creerlo en tu interior nace un amor de fan.
-No, pero seguro que las dejaste afuera, por donde está la camioneta. -comenta mi abuelita regresándome a la realidad.
Muevo la cabeza en afirmación y consumo cuidado de no despertar a Don bravura, abro la puerta y salgo al patio, al salir lo primero que me recibe es un leve frio que se esparce por todo el lugar para luego ver una casi es casa neblina ha comenzado a desvanecerse.
Suelto un suspiro y me voy directo al baño hacer mis necesidades.
No sé en donde estuvo la cabeza mi papá para hacer un baño a fuera de la casa y no adentro de esta.
Dejo eso de lado y termino de hacer lo que estaba haciendo, me lavo las manos y salgo otra vez al patio, pero esta vez me tomo el tiempo para poder a preciar todo lo que me rodea en medio de la noche mientras sobo mis brazos. Las luces de los focos de los vecinos iluminando muy poco la calle, los aullidos de los coyotes a lo lejos, la neblina alejándose, dejo todo eso para centrar mi mirada en el cielo, ese al que finalmente lo miro después de varios minutos.
Me maravillo al instante al poder ver la luna mucho más brillante que otras noches y es quien no se maravillaría al ver la cantidad de estrellas que se posan alrededor de ella. Sin duda la hacen ver mucho más preciosa que cualquier otro planeta, es como si las hubieran adornado como para que parecieran una obra de arte, son tan hermosas y brillantes que quien no se atrevería a tocar una, pero son tan lejanas, tan hermosas y tan fugaces.
Esbozo una sonrisa mientras me siento en mi tronco, ahí en donde conversé con él a la distancia o cuando lo vi solo en toalla.
Ojalá estuvieras aquí. Sé que te gustaría ver lo que estoy viendo.
Quisiera tenerte aquí y decirte que mi corazón late por ti, que mis sentimientos ahora te pertenecen Raúl Lebrent.
Un débil sollozo se escapa de mis labios, al sentir el vacío que se instala en mi corazón, al sentir la agonía ha comenzado a nacer en mi alma. Al ser conciencie de su ausencia en mi vida.
Limpio con la manga de mi blusa una lagrima que ha caído en mi cachete a la vez que mi mente vuelve a traicionarme evocando aquel día en el que nuestras miradas se cruzaron provocando que nuestros mundos colisionaran. Una débil sonrisa se instala de nuevo en mis labios al recordar la primera vez que me dijo lindura y yo solo pude revirar los ojos ante tal apodo, sin embargo, después de varios días termino agradándome.
Meneo la cabeza, ingreso a la casa cuando ya han pasado varios minutos en los que me quede mirando el las estrellas sin borrar mi sonrisa de mi rostro pero cuando estoy a punto de llegar a mi cama mi sonrisa se desvanece rápidamente siendo remplazada por el temor y la expectativa al escuchar como cae una piedra arriba de la lámina, me paralizo en seguida y centro mi atención en el ruido que comienza a producirse cuando algo comienza a correr desde un extremo de la casa al otro creando un ruido tenebroso, miro a mi lado y veo que mi abuelita como mi hermano duermen plácidamente sin darse cuenta de lo que ocurre arriba de la casa, siento escalofríos cuando vuelvo oír los pasos otra vez y como la cobarde que soy me meto en la cama de golpe escondiéndome debajo del cobertor, cerrando los ojos y quedándome quieta como si eso fuera a desvanecer lo que está arriba.
Dios porque me pasan estas cosas.
¿Tan salada estoy?
Solo espero que sea un gato que le gusta jugar en el techo y no otra cosa mala.
Suelto un resoplido, retiro la sabana de mi cuerpo y cruzo los brazos centrando la mirada en el techo por tercera o cuarta vez en la noche. Que irónica es la vida pues al parecer el techo sé ha vuelto mi lugar de atención, quien lo diría.
La alarma vuelve a sonar con ese sonido que me cae mal dejando que el tono se extienda por toda la casa, pero para mí fortuna se deja de escuchar lo que significa que mi papá ya se levantó para ir sé al trabajo.
Ayer después de la llamada con mi mamá le llegaron unos mensajes del grupo de WhatsApp que decía que debía presentarse al trabajo a las 6:00 a.m. de la mañana o sea hoy, por cuestiones de que la maquina donde esta se descompuso y la mandarían a componer.
-Suegra por favor cuando Belén se levante póngala a que la ayude a limpiar la casa y el cuarto más que nada, ya ve que se hace pendeja para no hacer las cosas. -espeta y yo vuelco los ojos mientras escucho como hace ruido, me imagino que anda buscando su desodorante en donde tiene mi mamá el estéreo, la curiosidad me puedes y me asomo por una rendija de la puerta.
-No es necesario obligarla, ella me va a ayudar. -responde mi abuelita, descolgando la ropa del tendedero.
-Bueno, si usted dice. -contesta al tiempo que se acomoda el cuello de la camisa.
-¿Crees que tarden mucho en llegar? -No creo porque yo solo me voy a presentar en el trabajo y pido permiso para poder ir las a buscar, voy a llamar al taxi para que nos traiga.
-De acuerdo, a ver si me da tiempo de sacudir el colchón y de lavar el piso para cuando la niña llegue encuentre su cama limpia. -expresa cerrando finalmente la mochila de mi papá para luego pasarle su chamarra que se encuentran en el sillón.
-Sí, suegra. -contesta tomando sus cosas mientras avanza hacia la puerta-. Nos vemos al rato.
-Ándale... Ve con Dios. -musita mi abuelita a lo que mi papá solo asiente y sale de la casa dejando su perfume esparcido por toda la casa.
Suelto un suspiro, tallo mi rostro y regreso a la cama de nuevo, cayendo ahora si en un profundo sueño del cual me olvido de todo lo que me rodea.
~•☆•~
La mañana se me ha estado yendo demasiado rápido, desde que me levante he sido vueltas de aquí para allá, barriendo el patio, sacudiendo la casa, moviendo ropa, empacando. Un sin fin de cosas se han hecho hoy, solo nos hemos detenido para poder desayunar, pues al parecer las palabras de mi papá se hicieron realidad no he tenido parada en todo el día y en cierto punto se lo agradezco porque no había tenido tiempo para ponerme a pensar en Raúl y en la ausencia que siente mi corazón al no saber algo de él.
Desde que mi mamá nos dijo por llamada que mañana o sea hoy daban de alta a mi hermana, no hemos tenido ni tiempo para descansar ni para poder pensar en él. Admito que levantarme temprano cuando no hay ruido de nada más que de los animales y poder observar el amanecer mientras mi vista se desvía hacia la casa de mis vecinos y ver que la casa se encuentra cerrada, que no hay nadie haciendo ruido, es muy triste para mí y más al no poder ver su figura circulando por ahí en las mañanas, es algo que a mi corazón no le termina de agradar, pero sé que tengo que mantener la esperanza de que lo volveré a ver de nuevo, ya sea para fin de año o para vacaciones, porque lo último que se perdió es la esperanza ¿no?.
-Belén, necesito que vayas a la tienda a buscarme un jabón y una coca cola de 1, 5 litro, por favor. -espeta mi abuelita mientras tiende unos pañales que usa mi mamá para limpiarle la saliva a mi hermana.
-Sí, pásame el dinero. -respondo dejando la pala recargada en el juguetero que hora se ha convertido en juguetero para sostener plantas.
-Es en la latita y si no debajo del trapo que tapa las bocinas del estéreo. -informa, al tiempo que pone la manguera para que la lavadora tire el agua sucia.
Asiento a pesar de que no me está mirando y avanzo hasta donde me dijo está el dinero, lo encuentro rápido ya que estaba en la latita, pero me detengo antes de tomarlos pues mi abuelita no me dijo cuanto tenía que agarrar, así que tomo el método fácil para mí.
-¿Cuánto dinero agarro? -pregunto pagando un grito desde mi lugar y mi abuelita se asoma para verme, me mira con el ceño fruncido y yo solo le sonrió como el gato de Alicia.
-Toma $30 pesos, no creo que tu tía los de muy caros. -informa, al tiempo que mete una sábana a la lavadora.
-¡Ay abuelita! Parece que no conoces como da de caro tu hermana. -contesto tomando el dinero y caminando hacia ella de nuevo.
-Esa tu tía piensa que el rancho es gigante como para dar las cosas de caras. -espeta, meneando la cabeza.
Me encojo de hombros.
-Pues sí, pero que se le puede hacer, según ella es su ganancia, o algo así. -comento jugando con el dinero.
-¡Ay! Esa Aylin, dios mío. Esbozo una mueca. -Ya ni modo... -expreso-, bueno ahorita vengo.
-No te demores que necesito el jabón para los pañales que me faltan.
-Aja. -expreso dando media vuelta al tiempo que tomo un palo para los perros, solo espero que no me salgan cuando pase por ahí.
Salgo de la casa y corro hacia mi objetivo pasando por la casa de mi tía esa que tiene los perros, le apresuro el paso y para mi fortuna no me sale ninguno, por lo que una vez que paso esa zona disminuyo mis pasos para caminar y poder subir esa subida peligrosa hacia la tienda de mi tía, ni por mi mente cruza la idea de mirar hacia la casa donde estaba Raúl y yo ayer. Un poco cansada y con la respiración alterada por correr y por subir la subida finalmente llego.
Al levantar mi mirada al instante me encuentro con mi tía Aylin que está en el lavadero lavando unos trastes.
-¡Tíaa! -expreso soltando casi un suspiro.
-Hola. -responde regalándome una corta sonrisa- ¿Hoy no te salieron los perros?
-No, gracias a Dios, no.
-El otro día pasé y casi me muerde uno de esos, se me aventó, pero como traía el garrote le di un susto.
-Qué bueno estuvo, tía, a ver si así agarran miedo y dejan de estarle gruñendo a la gente cada que pasa por ahí.
-Nombre, es que ya no se puede pasar en paz, porque en seguida salen a ladrarte.
-Y lo peor de todo tía es que los escuchan y no salen ni a espantarlos o mínimo a llamarlos tan siquiera, pero no se hacen los sordos.
-Sí, pero ya dije que si se me acercan más les aviento un garrotazo.
Asiento con una sonrisa ladina.
-Sí, tía, por cierto, ¿tendrá un jabón que me venda?
-Mmm... Creo que solo hay Zote, no sé si haya también Corona. -dice terminando de enjuagar unos vasos de vidrio.
-Cual sea estará bien, es que lo quiere mi abuelita para lavar unas cosas de mi hermana. -digo y acomodo un mechón de mi cabello. -A bueno, pues déjame ver. -dice al tiempo que empieza acomodar todos los trates para llevárselos.
-Sí, tía. -respondo mirando cómo trata de que todo le quepa en los brazos, esbozo una mueca y añado-. Puede con los trastes.
-Mmm... No te preocupes yo puedo, descuida. -contesta al tiempo que un plato se le intenta caer de las manos.
Vuelco los ojos.
Es obvio que no puede, la terquedad le puede más que pedirme que la ayude.
Al parecer la terquedad viene de familia.
Suelto un suspiro y meneo la cabeza.
Me acerco a donde esta y sin darle tiempo a que se niegue de nuevo le quito un poco de los trastes que llevaba con forma de pirámide y avanzamos hacia la casa para dejar los trastes en una mesa, le entrego los que traía y me retiro para recargarme el muro de la puerta.
-Gracias. -suelta de la nada, asiento dándole una sonrisa de boca cerrada, ella da media vuelta y se mete en un callejón que está entre una alacena y un mostrador, en cambio yo, me decido a observar la estantería que está repleto de Sabritas junto con puros productos de Bimbo durante varios minutos, hasta que poco a poco empiezo a perderme en el hilo de mis pensamientos absurdos que para mí desgracia no duran mucho cuando escucho un fuerte ruido que proviene de donde está mi tía agachada.
-¿Está bien tía? -pregunto, avanzando unos pasos sin llegar a su lugar.
-Sí, solo que no me fije bien y me pegue en la rodilla con la mesa. -confiesa, levantándose despacio, pues al parecer le cuesta estar en pie.
-Al menos se encuentra bien, que es lo importante. -le digo y la tomo del brazo para ayudarla a que se levante.
-Sí, lo bueno que no fue fuerte el golpe... -musita sacudiendo el polvo que se quedó instalado en sus pantalones, en la parte de sus rodillas para ser exactos-... Por cierto, tienes suerte, si hay jabón, estaba hasta en la esquina del mostrador, al parecer se cayeron ahora que Carlos movió los aceites.
Asiento y ella me extiende el jabón, el cual tomo enseguida.
-¿En cuento lo da, tía? -pregunto, esperando que el dinero que traigo me alcance si no le tendré que decir que al rato le paso el resto.
-A $22 pesos. -dice abriendo una reja de refrescos para luego meter dos Pepsi en el refrigerador, los deja ahí y yo aprovecho a darle el dinero antes de que haga otra cosa, ella lo tomo y lo deja en una cajita de metal.
-Gracias tía. -digo amablemente.
-No, en cambio gracias a ti por hacerme el gasto. -comenta sacando ahora una caja de leche.
Vuelvo asentir de nuevo y como no tengo más que decir creo que es momento de que me valla.
-Bueno, nos vemos tía. -musito saliendo de adentro de la tiendita.
-Ándale sí. -responde sonriente.
Muevo la cabeza en afirmación y avanzo finalmente hacia la salida. Bajo la bajada y no me detengo en mirar la casa de Evelyn a pesar de que quiero hacerlo, pero sé que si lo hago la nostalgia se va incrementa más en mi corazón, sin embargo, la vida no siempre es buena con uno y más cuando Evelyn se encuentra parada en la puerta del camino por donde voy a pasar.
-Evelyn. Buenas tardes. -le hablo por educación.
-Buenas tardes. -expresa sonriente. También sonrió y yo sigo mi camino, pero no por mucho cuando escucho su vos diciendo mi nombre, detengo mis pasos, aprieto el jabón y la miro con cara patria.
-Belén, oye te estoy hablando. -espeta en un regaño, avanzando hacia mí.
-Disculpa ando un poco distraída. -respondo mirando hacia otro lado que no sea su rostro.
-Seguro, ya me imagino quien es el causante de tu distracción. -musita sonriendo por su descubrimiento, mi corazón late fuerte y yo lo único que puedo hacer es sonrojarme por la verdad.
-¿Por qué? ¿A qué te refieres? -pregunto mirándola con el ceño fruncido, haciéndome la inocente y la desinteresada-Porque dije tu nombre más de tres veces y parecía que no me escuchabas. -dice sin despegar su mirada de mi rostro, que de seguro se encuentra como una olla-. Pero dije el nombre de mi sobrino y parece que eso fue lo que retuvo. El calor de mis mejillas aumenta haciendo que me ardan, ella me mira con una sonrisa en sus labios mientras se cruza de brazos. Suelto un suspiro. Para que mentir si es la verdad.
-Puede ser. -musito sonrojada.
-¡Ay no! Ese Raúl es un loco empedernido.
-¿Eh? -expreso, confundida.
-Lo digo porque ayer después de que te fuiste corriendo, él me dijo que quería platicar contagio que buscar la manera de poder hacerlo, así que antes de que se fuera le compre su celular.
-¿El negro ese que tenía la pantalla partida y que no le agarraba señal, más que en el corredor? -cuestiono un poco sorprendida de eso, pero bueno era de esperarme él dijo que ese celular le daba muchas molestias.
-Si. Ese mero. -
¿Ah? -es lo único que logro pronunciar, ella nota mi estupor y vuelve a sonreír.
-Si, por lo tanto, te voy a prestar su celular que ahora es mío, para que puedas hablar con él, te lo llevas a tu casa y cuando terminen ya me lo pasas. -dice metiendo su mano en la bolsa delantera de su short para sacar el aparato electrónico que era de Raúl y luego extendérmelo.
Podre hablar con él, aunque sea por celular.
Pero.... poder hablar con él.
-Muchas gracias. -sonrió y con la mano temblorosa tomo el celular.
-No hay de que, espero puedas hablar con él.
-Eso espero también, gracias en verdad. -digo-, ahora me tengo que ir mi abuelita está esperando el encargo.
-Ve, antes de que te regañe tu abuelita. Asiento y salgo corriendo con el jabón en una mano y en la otra el celular que me permitirá hablar con Raúl. Al llegar a la casa, antes de entrar escondo el aparato en la bolsa de mi short, avanzo como si nada y llego hasta la camioneta que está poniéndole la sabana para el sol.
-¿Por qué tardaste tanto? -cuestiona mirándome con una ceja elevada. -Ya sabes como es mi tía, no encontraba los jabones, se tuvo que tirar al suelo para buscarlos hasta por donde no paso Dios. -explique haciendo movimientos con mis manos.
-Esa tu tía ya se pasa de plano.
-Si. -respondí encogiéndome de hombros.
-Bueno, a pura te a barrer la casa, tu mamá no de mora en llegar, y necesito que me ayudes a tender la cama.
Asiento, dejo el jabón en el lavadero, tomo el cepillo que está en la puerta y comienzo a barrer desde el cuarto en donde dormimos tanto mi hermana, como mi abuelita y yo hasta donde está la cocina afuera.
Para mi suerte, la barrida se me hace corta lo que ayuda a que termine más rápido y pueda ayudar a mi abuelita a atender la cama, quien por cierto acaba de entrar a la casa con un montón de ropa en brazos y detrás de ella viene Iván quien por cierto trae un Hot Wheels jugueteando en sus manos el cual al verme me sonríe un poco sospechoso y corre hacia mí.
Frunzo el ceño y estoy a punto de soltar una oración cuando la voz de mi abuelita hace que cierre la boca.
-Belén, puede ir a comprarle al niño un hielito de vainilla. -dice dejando una parte de la ropa en la cama donde duerme ella y mi hermana, y el resto de la ropa la pone en el tambo de mi mamá.
-¿Yo? ¿Por qué? -suelto haciéndome la desentendida.
-Si tú, y vas a ir porque yo no puedo ir, tengo que terminar unas cosas. -espeta acercándose a la barra, toma un billete de $20 pesos junto con una moneda de $10 pesos y me lo ofrece.
Enarco una ceja y me cruzo de brazos.
-Sabes que no me gusta ir por aquel barrio.
-No es necesario que pasas por ahí, siempre pudes irte por el callejón que esta por acá tu tía. -expresa y después de varios minutos tomo el dinero de mala gana.
-Bueno. Si ya no hay de otra.
-Si y por ahí te compras uno también.
Eso si me interesa...
Suelto un suspiro, con lo que me choca pasar por el barrido donde está la casa de Mayerlin, mi abuelita sabe bien que esa gente de todo el barrio por donde vive Maricela no me caen del todo bien, pero parece que la vida le gusta fastidiarme la existencia.
Aunque.... Esta podría ser mi oportunidad.
Una idea cruza por mi mente ante tal pensamiento y mi rostro se ilumina por la idea que tengo.
Salgo de la casa de nuevo y una vez que voy subiendo la subida, saca de mi short el celular que Evelyn me presto, entro en el WhatsApp y su nombre reluce entre medio de todos los chats, tomo un respiro, entro a su perfil y con los nervios de punto escribo un mensaje, pero como la cobarde que soy lo borro, tengo miedo.
Belén, como es posible que tengas miedo y ala vez tengas nervios por el simple hecho de solo mandar un mensaje después de que te lo besaste en medio de su habitación.
Me paso una mano por el cabello, Belén contrate por favor, miro el cielo, tomo una exhalación y regreso al chat decidida, al parecer estoy de suerte pues no pasan varios minutos cuando arriba de su perfil aparece el famoso en línea, lo cual solo provoca que me entren más nervios de lo que ya tengo, pero aun así termino de escribirlo y le doy enviar.
Evelyn: Hola.
Raúl: Hola, tía.
Belén: Perdona, pero no soy Evelyn. En realidad, soy Belén.
Raúl: ¡Ah! Hola, Solcito.
La sola mención de ese apodo hace que mi pecho se comprime de solo recordar que no está aquí, por lo que regreso mi atención al chat y le respondo.
Belén: Hola, chico de las gardenias.
Raúl: Hola. ¿Cómo has estado, Solcito?
Belén: Bueno, que te puedo decir, de ayer a hoy creo que no me encuentro muy bien.
Raúl: Oh, me imagino.
Belén: Si y tú ¿cómo estás?
Raúl: Digamos que entre bien y mal, como en una balanza.
Belén: Vaya. Qué conflicto el tuyo.
Raúl: Sí, por cierto ¿Sabes algo?
Belén: No ¿Qué cosa?
Raúl: Te extraño mucho, lindura.
A pesar de que él no puede verme, mis mejillas se han tonado rojizas.
Belén: Yo también te extraño, es raro no tener una burla mañanera por parte tuya.
Raúl: ¡Oh! No digas esas cosas, que bien que te hacía reír... Para mí fue raro no ver las estrellas a tu lado, el no poder contarnos anécdotas anoche y el no poder cortarle una que otra gardenia a tu tía para regalártelas a ti solcito.
Belén: Voy a extrañar el poder molestarte con el coyote.... Espero poder vernos de nuevo.
Raúl: No seas mala, solcito.... Yo también lo espero, créeme tengo muchas ganas de volver a verte y poder pasar ratos juntos.
Belén: Esos ratos fueron muy divertidos y más cuando los vigilantes no dormían.
Raúl: Estoy totalmente de acuerdo contigo Bel.
No respondo su mensaje, bloqueo la pantalla del celular y lo guardo otra vez en mi short para posteriormente centrar mi atención en Mairen.
-Mairen. Buenas tardes.
-Belén, buenas tardes... ¿Qué se te ofrece por aquí?
-Vine por unos hielitos, ¿será que tengas? -Claro, tengo de fresa, sandia, piña, coco, plátano, de Choco Milk e incluso de galleta oreo ¿de qué sabor quieres? -dice ella, levantándose de la mecedora y entrando a su casa, específicamente a la cocina, creo yo, pues desde aquí afuera no puedo ver nada.
-Dame dos de galleta Oreo, por favor. -espeto un poco alto para que me escuche.
-Claro. -dice y oigo como cierra la puerta del refrigerador-, mira aquí están tus hielitos. Me extiende los hielitos, le sonrió y al instante los tomos.
-Gracias... Ammm... ¿Cuánto seria?
-Serian $16 pesos. -comenta al tiempo que me ofrece una bolsita para que ponga los hielitos ahí.
-Te doy $20 pesos, porque no traigo cambio.
-No te preocupes. -Mairen me sonríe y de una mesa que tiene al lado de su puerta, toma una cajita, de la cual mete el dinero que le acabo de dar para luego sacar un par de moneditas, que supongo es mi cambio-Ten, tu cambio.
Tomo el dinero que me ofrece, al parecer ya no tengo nada que hacer ahí. Es momento de irme.
-Gracias. -digo mostrándole una sonrisa y añado antes de dar media vuelta-. Nos vemos luego.
-Ándale sí. -expresa ella al tiempo en el que llegan sus hijos: Samuel y Saúl y captan su atención, por lo que decido marcharme de una vez.
Avanzo por el callejón queda por la tienda de mi tía y la casa de Evelyn. Rebusco entre la bolsa que Mairen medio y tomo un hielito mientras saco el celular de mi short, lo desbloqueo y rápido ingreso al chat de Raúl para contestarle el mensaje que deje envisto cuando llegue a la casa de Mairen.
Belén: Si y dime ¿qué tal están por ahí? Llegaron con bien.
Raúl: Las cosas por aquí están bien, pero ha comenzado a nublarse quizás llueva y si, llegamos con bien y por haya ¿qué tal están bien?
Belén: Cierto que el clima em Zambels siempre se encuentra frio y lluvioso... Y qué bueno que llegaron con bien ayer. Por acá ya sabes, haciendo un calor pésimo.
Raúl: Si, gracias solcito. Quizás en cierta parte no me gusta vivir aquí, por la razón de que siempre llueve, la lluvia casi no me gusta, prefiero el frio solo.
Raúl: Pobre de ti solcito, no te me vayas a deshidratar con los calores de Welston, por favor.
Belen: No te preocupes, ya me vine a comprar un hielito, es que el calor está fuerte más que los días en los que estuviste aquí en el rancho.
Raúl: ¿Apoco si está más fuerte que esos días?
Belén: Si, más que esos días.
Raúl: ¡Ala! Oye ¿y no me invitas de tu hielito?
Belén: Claro, ven, con gusto te invito.
Raúl: Va, espérame en los escalones que ahorita te caído en 20 minutos con un ramo de gardenias.
Belén: Va, aquí te esperare con mi hielito en manos.
Raúl: De acuerdo, oye me tengo que ir, tengo que ir a comer, espero podamos hablar al rato.
Belén: Claro, no te preocupes, yo ahorita le voy a entregar el celular a tía, te digo por si me mandas un mensaje y no te respondo.
Raúl: Bueno solcito, cuídate mucho.
Belén: Igualmente, chico de las gardenias.
Mando el último mensaje antes de que se desconectó, logra verlo, pero no me responde, sin embargo, solo se desconecta, suelto un suspiro, me salgo del chat y bloqueo finalmente el celular.
Extrañe tanto hablar con él que el poder hacerlo de esta forma hizo que disminuyera un poco el vacío que siento adentro de mi pecho, hablar con él solo hizo que sintiera más que nunca la falta de su esencia rondando a mí alrededor y esa colonia que volvía a mis sentidos vulnerables.
Tomo una exhalación, guardo en mi short de nuevo el celular y continúo comiendo mi hielito que estaba apretando inconscientemente mientras apresuro el paso hasta que veo a Evelyn en el corredor de la casa y al instante mi mente evoca aquella escena en donde estábamos Raúl y yo sentados después de jugar con Benjamín borro el recuerdo y centro mi vista en ella, que al verme sonríe y avanza a la puerta que da al camino.
-¿Pudiste hablar con Raúl? -pregunta Evelyn con una sonrisa en su rostro y por el tono en el que me hablo se nota que tiene curiosidad por saber que paso.
-Sí, muchas gracias. -respondo esbozando una boba sonrisa.
-Qué bueno y no es nada, por cierto. -comenta recargándose de tubo de la puerta media rota.
-Nuevamente gracias. -confieso y le extiendo el celular, ese que fue el intermedio entre él y yo. Veo que ella niega lo que solo causa que yo frunza el ceño un poco confundida.
-No. Que dátelo un rato más para que puedas hablar con él. -dice regalándome una sonrisa cómplice -, ya si al rato vienes a la tienda, me lo pasas a dejar.
Asiento y estoy a punto de decir algo más cuando la voz de mi abuelita gritándome hace que pegue un brinco y reaccione, cosa que Evelyn nota.
-Bueno, me tengo que ir, aun así gracias. -comento desviando la mirada hacia mi casa.
-Ándale, no te preocupes.
Asiento y sin responderle emprendo de nuevo camino con un poco más deprisa esta vez.
Seguro que ahora si me ahorca mi abuelita.
NOTA DE AUTORA: ¡Holix! ¿Cómo andan? Hacia mucho tiempo que no me pasaba por aquí. En fin. Quería desearles un feliz día del niño atrasado.
Si pueden comentar mucho, mucho se los agradecería demasiado, por favor.❤
Besos veraniegos..
Azucena..
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