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Capítulo 16. Momentos Inquebrantables

Dicen que cuando te arriesgas por algo o por alguien en situaciones de peligro las cuales sabes que tarde o temprano llevan consecuencias y tú aún así decides aceptar dichas consecuencias, es cuando realmente tu vida toma una dosis de éxtasis de adrenalina y es ahí cuando aprendes a valorar esa parte que la vida te ofrece.

O eso dicen mis amigos, sinceramente quien sabe.

Lo único que se es que salí corriendo como loca y a todo lo que daban mis cortas piernas de la casa de Raúl cuandocomprobé que la persona que había golpeado la puerta del carro era mi papá, me sentí flash en ese momento.

Obvio que antes me esperé unos minutos y cuando él se estaba despidiendo de mi tío Abraham y entraba a la casa, supe que esa era la oportunidad de salir huyendo, ero hubo algo que me dio la esperanza de evitar un regaño y si fue la voz de mi abuelita gritando mi nombre, fue ahí cuando realmente entendí que tenía que huir y eso mismo hice, corrí dejando a Raúl ahí sentado, atónito, perplejo y espantado por mi reacción tan repentina.

Probé Raúl. Pero esto lo hago por él y por mí.

Porque quedarme y esperar a que pasaba definitivamente me hubiera gustado, pero no era una opción en ese momento.

Ahora la única salvación que tengo hasta de salir ilesa de los regaños de mi papa es el grito, mismo que voy a utilizar como excusa para despistar a mi papá y así evitar el riesgo de ser descubierta.

Si se entera en donde estaba y con quien ahora si me pega, de por si lo decepcione con los mensajes atrevidos que le mandaba a James, ahora me voy a ganar una madriza por andarme viendo con el hijo de Amaya.

Suelto un suspiro combinado entre risa debido a los nervios.

Estoy loca.

Meneo la cabeza y miro el hermoso paisaje.

Con esto del cambio de horario ya ni se si las horas se me hacen eternas o si se me hacen cortas, observo como la tarde comienza a ir se y la noche comienza a caer, aún no anochece del todo y antes de que salgan los perros revoltosos de mi tía Marcelina a ladrarme apresuro el paso, para mi buena suerte, ningún perro me sale en el trayecto. Llego hasta los escalones de la casa, comienzo a subirlos y cuando estoy a punto de subir el ultimo, escucho esa voz tan familiar para mí que hace que detenga el paso.

-¿En dónde está Belén? Suegra. -pregunta mi papá en un tono enojado y cauteloso. Imagino que tiene el ceño fruncido.

-Fue a la tienda a comprarme una cebolla, es que no tengo para echarle a los frijoles. -espeta mi abuelita convincente, segura de sus palabras.

-Pues, ya debería de estar aquí. -expresa mi papá enardecido-. Se está demorando. Solo espero que no ande por otro lado porqué ahora si me va a escuchar, le pase lo de ese estúpido chamaco, pero no le pienso pasar otra más.

-Héctor. La chamaca no tiene mucho que la mande, se fue antes de que llegaras. -exclama mi abuelita en su mismo tono de seguridad-. Ella no anda por otro lado. Tranquilízate.

Suelto un suspiro.

Mi abuelita siempre anda defendiéndome de mi papá desde que era niña. Y eso es algo que a mi papá nunca le ha gustado. Es más, hasta le molesta.

Tallo el puente de mi nariz y termino de subir por completo el escalón, abro el latón y este produce un hace ruido haciendo que los presentes se volteen a verme, y yo los veo y encuentro a mi papá con su ceño de enojo y a mi abuelita con sus facciones preocupadas.

-¿En dónde estabas? Y ¿por qué demoras te tanto? -me cuestiona cuando paso por su lado. Detengo el Paso y lo miro.

-Estaba en la tienda, me demoré porque me puse a platicar con la Sofía. -espeto ladeando el rostro.

Mentirosa.

-Mmm... A ver juégame un serio. -exclama mirándome directamente a los ojos.

Mierda. Soy pésima para jugar serios. Siempre termino riéndome y mi papá lo sabe.

¡Diablos ahora si estoy en un gran aprieto!

-¿En verdad? Vas hacerle eso a tu hija. Solo para saber si te estará diciendo la verdad o no. -espeta mi abuelita, tratando de que mi papá entre en razón.

Obvio no lo hará.

-No se meta, suegra. -dice el, sin despegar los ojos de mí.

¡Rayos! ¡Estoy en graves pero graves problemas!

Siento que estoy a punto de reírme y si me rio se dará cuenta de mi gran mentira.

-Esto es increíble. No tienes remedio. Por lo menos confía una vez en tu hija. -vuelve hablar mi abuelita, en un tono intranquilo pero acusatoria a la vez. Cosa que hace que mi papá despegue los ojos de mí y voltee a ver a mi abuelita.

Suelto un suspiro silencioso.

Uf eso estuvo cerca.

-Suegra. ¿Cómo quiere que le tenga confianza a su nieta con lo que acaba de hacer? A ver dígame usted ¿Cómo? -expresa mi papá enojado.

Genial. A mi papá le encanta estarme recordando mis errores a cada rato y más a James. Aunque este último está dejando de doler al ser mencionado o escuchado.

-Por lo mismo, Héctor, la chamaca te tendría confianza si te pusieras hablar con ella, pero ni eso haces, lo único que haces es regañarla, más no le dices; ven hija, vamos a platicar, no.-espeta mi abuelita enojada-. Ella ya no es una niña, ella ya tiene 15 años y está entrando a una etapa en donde necesita consejos y guías.

-Pues si suegra, pero no es la primera vez que hace esto. Ya ve que en la secundada le quite el celular porque estaba en esos grupos de wasap y mandaban cada estupidez, ¿Qué es eso de que voy a hacer que la sostengas hasta el fondo?¿Te gustaría que jalara la manuela? No suegra esas no son palabras para niños de secundaria y menos para ella que aún es una niña y no sabe prácticamente nada de la vida.

Frunzo el ceño.

Niña, yo, por Dios tengo 15 años, pronto cumpliré 16 años.

Quizás aún lo soy, pero al menos mi papá no puede evitar que mi curiosidad salga a flote y quiera saber qué es eso de que voy a hacer que la sostenga hasta el fondo, ¿se referirá a que alguien está enfermo y tiene que tragarse una pastilla por las malas? Porque si es así yo soy malísima para tragarme una pastilla. Y ahora eso de jalarse la manuela tengo una leve noción de que es, pero no creo estar segura.

Tengo que preguntarle a Mateo y a Haidt Elián ahora que los vea en la escuela.

-Tienes razón Héctor, pero por lo mismo habla con ella, acércate le y más ahorita que no está Lía.

Papá asiente.

-Está bien suegra. -responde mi papá cansado del tema, pasa las manos por su cabello para después avanzar, lo observo ingresar a la casa al tiempo que sale Iván a su encuentro. Desvió la vista y miro silenciosamente a mi abuelita.

-Se fue y nos dejó como mensas aquí paradas. -espeta- y, por otro lado, con una madre, Belén casi te descubre, imagínate si no te hubiera gritado ahorita te estaría pegando y ni forma de poder defenderte. Ya sabes cómo se pone tu padre cuando se le mete el diablo.

Hago una mueca y bajo la cabeza.

Mi abuelita tiene toda la razón.

Pero valió la pena.

Al menos para mi lo valió.

-Tienes razón, pero él debería de comprender un poco. -exclamo-. No salgo con nadie, no hablo con nadie, las chamacas de aquí ya están casadas, yo soy la única que no sale para nada de su casa. Yo me choco de estar en la casa todo el tiempo. Quiero salir con mis amigos y más no puedo debido a la mente cochambrosa de mi padre, que piensa que con salir con ellos me harán algo.

-Lo sé muy bien y sinceramente no sé porque Héctor es así contigo si con aquella le da todas las libertadas que quiere.

Suspiro y la miro seria como diciendo: ¿enserio lo preguntas?

-Ay abuelita, sabes que para mí papá su favorita y su consentida es aquella mientras yo soy la no querida, la peste a la que no quiere su familia.

-No digas eso Belén, tú sabes que no eres eso.

-Lo soy abuelita, aunque lo niegues. Mis hermanos y yo, para ellos somos como las ovejas negras de la familia De la Fuente.

Ella menea su cabeza. Sé que no le agradan mis palabras, pero es la verdad, aunque no las quiera aceptar.

-Ya basta de hablar de esa familia -se exaspera-, mejor vayámonos, tu papá vino y no sé si vino a buscar más ropa o si vino a dormir.

-Ta bien. -respondo y damos por terminado el tema, aunque sé que adentro de la casa me espero una plática muy trágica con mi papá.

Tengo que preparar mi paciencia para lo que se me espera.

Avanzamos en silencio hacia la casa, nadie dice nada hasta que llegamos a la parte trasera y nos dirigimos a la cocina encontrándonos en la mesa a mi papá y mi hermano platicando.

-Pa. Entonces si me comparas el pastel que quelo para mi cupleaños. -exclama mi hermano con ojos de anhelo, haciendo que sus largas y espesas pestañas resalten.

Él tiene las pestañas más quebradas que yo, pero la que las tiene aún más es Joselyn, mi hermana.

-Yo creo que esta vez no habrá dinero para pastel, hijo. -contesta en un tono duro y pero con un deje de tristeza.

-Pelo ¿por qué pa? -cuestiona mi hermano con la voz quebrada casi a punto de querer llorar.

Papá vuelve a soltar un suspiro.

-Porque hay muchas cosas que comprar para que tu hermanita se recupere pronto. En el seguro durante las 24 horas del día hay que estar comprando medicamentos. -comenta papá pasándose una mano por el rostro en modo de frustración y cansancio.

Recuerdo que cuando mi hermana estaba bebé y le tocaba cita en el seguro cada mes, teníamos que ir para que la doctora la revisará y cuando terminaba de revisarla mandaba a mama a que pasara a la sección de medicina preventiva, en donde le daban los medicamentos, el problema no era hay, el problema es que cuando no había el medicamento que le controlaba las convulsiones, mamá tenía que agarrar del dinero que mi papá le daba para su semana e ir y comprar especialmente el medicamento que le hacía falta el cual si no mal recuerdo salía en casi $280 pesos y lo malo era que ese medicamento no le duraba ni el mes.

Actualmente mamá compra los medicamentos de su semana, ya no lleva al seguro a mi hermana desde hace varios años. Mamá odia y repudia los seguros desde que casi le matan a mi hermana, pues debido al descuido de los doctores a mamá se le estaba pasando el tiempo del parto y para empeorar la situación cuando estaba naciendo mi hermana los doctores la lastimaron muy feo y lo peor fue que mi hermana traía tres vueltas en el cuello, el cual fue el causante de que a mi hermana no le llegara el oxígeno al cerebro al tiempo de nacer. Su negligencia provoco que mi hermana tuviera parálisis cerebral.

Y el apoyo que recibía del DIF para el Criver se lo retiraron hace unos 3 años si no me equivoco y todo a causa de una tía que fue al DIF a decir que papá trabajada como obrero en una fábrica que daba buena paga.

-Es entendible y los medicamentos en los seguros son muy costosos, los doctores solo dan la receta y de ahí en fuera hazle como puedas para conseguir ese mismo día los medicamentos, porque si no se te muere el familiar. -espeta, mi abuelita después de estar en silencio.

-Así es, suegra. -informa papá y añade-. Por lo tanto, no te preocupes, yo sé que es un día espacial para ti al igual que para nosotros y créeme que me duele y le duele a tu mamá que mañana no estemos presente pero lo de tu hermana es algo que nos tomó de imprevisto, pero hagamos algo, en cuanto tu hermana se recupere y yo me recupere en el trabajo, vamos a comprarte el pastel ¿te gusta la idea?

Termina de decir y todos miramos a mi hermano el cual tiene su semblante triste.

Dios. Me duele verlo así. A veces odio el transcurso que toman las cosas.

-Ta bien pa. -responde Iván, luego de unos minutos.

-A... Ven aca. -dice papá jalando del brazo a mi hermano para acercarlo a su pecho

-. No te pongas tristes, mejor tengamos fe de que todo estará bien. Mi hermano asiente en silencio más no dice nada y papá vuelve a soltar otro suspiro.

-Por cierto, suegra, voy a necesitar que me lave la ropa que Lía mando, por favor, me la voy a llevar mañana. -espeta él, mientras le pasa la pañalera que estaba en una silla.

-De acuerdo. La voy a lavar de una vez para que en el transcurso de la noche se seque con el ventilador. -comenta mi abuelita, mientras saca la ropa de la pañalera.

-Belén. -pronuncian mi nombre.

-Mande. -respondo en automático.

-Voy a necesitar que tú ledes de comer a tu papá mientras yo lavo la ropa de tu hermana y tu mamá. -informa mi abuelita avanzando hacia el lavadero.

-Bueno.

Comienzo a atizarle a la lumbre y doy media vuelta e ingreso a la casa en busca las cosas que necesito para darle de comer a mi papá. En total di como cuatro vueltas en un tiempo record.

Iván sigue abrazando a papá por lo que aprovecho para poner la comida en la lumbre no la dejo mucho tiempo y la saco, le sirvo y le pongo el plato enfrente de él para después poner el comal y comenzar a calentar las tortillas al mismo tiempo que lleno el vaso de agua.

-Belén. Yo también quiero comer. -informa mi hermano sin despegarse de papá.

¡Ay Dios! Ahorita no termino.

-Abuelita, el chamaco quiere comer. No le va a ser daño. -digo, mirando hacia dónde está mi abuelita.

-No. Tú dale de comer. -responde ella sin dejar de hacer lo que está haciendo.

Suelto un suspiro y hago una mueca.

-Bien. Vete a buscar un plato para servirte de una vez. -espeto cortante.

Él asiente, se despega de papá y corre en busca de un plato.

-Ten. -comenta mi hermano, tendiéndome el plato, lo tomo y le sirvo.Él regresa a la mesa y se sienta al lado de mi papá.

Papá solo nos mira más no dice nada, al contrario, se mantiene en silencio mientras comienza a comer al igual que mi hermano en cambio, yo solo me dedico a poner las tortillas calentadas en una servilleta. No pasan ni 40 minutos cuando mi papá ya ha terminado y quiere una segunda ronda.

Siendo sincera no me toma mucho tiempo darles de comer a ambos, es una rutina que pese a que no me gusta y no quiera tengo que hacerlo, según mi mamá esa es mi obligación como mujer atender a mi papá y a mi marido. Pero lo que ella no sabe es que yo tengo un pensamiento diferente.

-Belén, tú y yo tenemos una plática pendiente. Así que apúrate a terminar todo. -exclama mi papá al tiempo que se levanta de la mesa junto con mi hermano.

¡Ay no!

Lo miro atenta.

Las palabras se han bloqueado en mi boca y solo me queda más asentir para después ver como ingresan a la casa dejándome sola en la mesa con mis pensamientos golpeando mi mente.

Suelto un suspiro y tallo mi rostro.

Retiro las cosas de la mesa y las llevo al lavadero encontrándome con mi abuelita la cual está terminando de exprimir uno de los pañuelos de mi hermana.

-¿Ya acabaste? -pregunto lo obvio, poniendo en el respaldo del lavadero los platos sucios.

-No me digas eso ya te he dicho que así se les dice a las personas cuando están dando sus últimos suspiros antes de fallecer. -espeta mi abuelita, enojada mientras deja el pañuelo y tomo otro para exprimirlo.

Ruedo los ojos.

-Mmm tú y tus creencias. -exclamo-, pero bueno, como sea ¿ya terminaste?

-Si. Ya terminé. -comenta tomando los pañuelos y poniéndolos sus hombros-. Ya puedes lavar los platos.

-Bueno. -digo distraída, sin dejar de pensar en la conversación que tendré con mi papá y antes de que se vaya, hablo de nuevo -. Oye abuelita, que crees, mi papá quiera hablar conmigo.

Suelto lo que tenía atascado en mi pecho desde hace unos minutos.

-¿Y que con eso? -dice y siento que no ha comprendido mis palabras-. Si quiere hablar contigo por algo será, ¿no crees?

Asiento.

-Crees que me devuelva mi celular.

-No lo sé, ya sabes cómo es Héctor. Lo mejor sería que intentaras ceder un poco en tu carácter.

-Eso es imposible. -espeto a la defensiva-. A mí no me gusta ser barbera con nadie y menos para obtener aquello que quiero, eso no va conmigo.

-Lo sé Belén. Pero al menos inténtalo. -comenta mirándome atenta, ella me conoce muy bien-. Verás que las cosas con Héctor se enfriaran un poco.

-Lo dudo, a mi papá no se le olvidan las cosas, de la noche a la mañana y para colmo la muina que le tiene a Eidan y Adrián desde antes de mis quince no se le aido y mira que ya va para dos años y si le agrego esto de James, la muina ahora es el doble.

-¡Ay no! Ese tu padre, que feos modos se carga. Pobres chamacos que culpa tienen. -responde mi abuelita-, pero es que tú también te pasas Belén, aunque bueno, en tus manos está la solución, haya tú.

Expresa dándome una mirada indescifrable mientras re acomoda los trapos y avanza hacia la casa, dejándome otra vez con las palabras en la boca.

Suelto un suspiro y los nervios comienzan hacer de las suyas.

No quiero repetir la misma platica de hace unos días, tampoco quiero recordar a James, no cuando estoy logrando que mi mente deje de pensarlo, pero a veces es imposible evitar o prolongar la inevitable, porque tarde o temprano este llegara en el momento menos indicado.

Meneo la cabeza y regreso a terminar de hacer lo que estaba haciendo.

Necesito mantener la mente ocupada por al menos en este rato.

Lavo y enjuago los platos y cucharas lo más rápido que pueden mis manos. En la oscuridad ni se si van limpios o si van mugrosos, ya mañana se verá, por hoy ya han quedado limpios. Los tomo no sin antes darme una rápida persignada para lo que sea que me espere una vez que entre.

Con el temor y los nervios siendo mis principales acompañantes decido entrar a la casa, para terminar con la incertidumbre que carcome mi interior. Al entrar, las luces de la primera puerta están apagadas, pero para mí mala suerte entre la semi oscuridad puedo ver una figura sentada en la mecedora y no sé si sea mi abuelita o mi papá. Solo espero y deseo que no sea la última persona.

Suelto un suspiro y avanzo hasta la mesa, dejo con sumo cuidado los platos y las cucharas, mientras dirijo mi atención hacia la persona que se encuentra supuestamente durmiendo en la mecedora.

Al parecer la mala suerte secuela en mi piel porque la persona que está en la mecedora es la única persona que menos quería encontrar en este instante, pero vuelvo y lo repito todo tiene un momento y un tiempo y nuestro tiempo ha llegado.

-¿Ya has terminado de lavar y meter las cosas? -pregunta él desde la oscuridad.

No me sorprendo de que se haya estado haciendo el dormido, lo conozco lo suficiente para saberlo.

-Si. -respondo en seco y siento el estómago como caen un puño de piedras.

-Bueno. Creo que es momento de que platiquemos ¿no crees, María? -informa serio y puedo sentir en sus palabras la ironía y el sarcasmo tildando en él al tiempo que hace una seña para que me siente en sus piernas.

Quiero replicar, quiero decirle que ya no estoy para eso, pero no digo nada solo me mantengo callada, ahí en medio de la sala siendo acompañada por el silencio y su pesada mirada sobre mí.

Tomo una respiración y avanzo hasta sus piernas, para sentarme como cuando era pequeña.

-Dime. Mi flaca. -comenta cambiando su vos a una cariñosa. - ¿Qué pasa contigo? Eh.

-Nada. -respondo un tanto insegura después de varios minutos en silencio procesando los miles de pensamientos que cruzan por mi mente.

-¿Cómo que nada? Ciego no soy, Belén. -cuestiona, mientras peina mi pelo con sus manos.

¿Y si le cuento lo que estoy sintiendo por Raúl? Quizás mi papá entienda y me deje tener algo con él y quizás y con suerte algo formal, pero y si no me deja debido a la idiotez que hice y por los mensajes prometedores que James me mando.

Los nervios empiezan a palparse en mi sistema y eso no es bueno.

Tallo mis manos sobre la tela de mi falda y tomo una exhalación.

-Es que lo que pasa es que... -comienzo a contarle y las palabras empiezan a tascarse en mi garganta, en la punta de mi lengua. No sé porque están difícil contar algo sentimental con mi papá.

-¿Qué es lo que pasa? Cuéntame lo que te pasa, mi flaca. -vuelve a preguntar con ese mismo tono dulzón que suele usar conmigo.

Desde hace unos años él me ha llamado por eso apodo y aunque no soy flaca, él Me dice así. Creo que es forma de demostrar su falta de "cariño" hacia mí.

-Lo que pasa es que estoy sintiendo algo por el hijo de Amaya, del de May. -confieso con la cabeza gacha, fijando la vista entre la oscuridad de la noche y mis manos.

Lo oigo tomar una respiración para luego jalarme a su pecho, acto que me confunde un poco, pero al instante lo abrazo y como la cobarde que soy oculto mi cabeza entre sus hombros para no verle el rostro.

-Belén, en esta vida está bien sentir, está bien soñar, está bien enamorarse, pero lo que no está bien es ocultar las cosas y mucho menos hacer cosas de las cuales en un futuro te arrepentirás. -comenta al tiempo que me abraza.

-Lo sé papi... -espeto sin despegar mi rostro de sus hombros y cuello-... Pero, yo lo quiero, hemos platicado y ... Me gustaría tener algo serio con él, ya tengo 15 años.

Se tensa y puedo sentir que mis palabras no le han agradado para nada porque en seguida deshace su abrazo.

Suelta un suspiro y me aleja despacio de su cuerpo.

No sé, pero siento que me dirá algo que la verdad no me va a gustar del todo.

-Hay flaca. Eres tan solo una niña. -comenta y quiero protestar, pero él prosigue-. Y si, aunque ya tengas quince años no quita el hecho de que seas una niña todavía.

-Pero apa es que... -me corta la oración y siento la garganta oprimida y los ojos picosos por las ganas de querer salir las lágrimas.

-Nada de apa. Debes entender que tu estas para escoger no para que te escojan. Porque... Escucha esto y grábatelo muy bien -expresa en el mismo tono que antes y puedo sentir su mirada sobre mí, él continúa hablando ante mi silencio-, cualquier pendejo te puede decir miles de cosas bonitas, porque así somos los hombres, pero no cualquiera te dará tu lugar. ¿me has entendido, mi flaca?

Pregunta y yo solo puedo asentir, pero sé que tengo expresarlo para que él pueda estar seguro.

-Si pa y lo entiendo muy bien y sé que lo que hice antes estuvo muy mal. Créame que no era verdad lo que dije en ese momento, lo pienso y me arrepiente mucho, pues él ahora anda con otra.

-Ves lo que te digo. Nosotros los hombres somos de las personas que nos gusta chingar hasta obtener aquello que buscamos y cuando lo obtenemos nos desparecemos. -dice mientras toma una exhalación.

Sus palabras calan en mis pensamientos y llega a mi mente un comentario que siempre nos dice mi maestro de Para escolar.

-Son como los magos. Un momento están y de la nada, cuando los buscan ya no están, se han ido. -comento al tiempo que de mis labios se asoma una sonrisa.

Él asiente.

-Exacto y tú a penas eres una paloma, en proceso de extender tus alas, aprendiendo de lo que hay a tu alrededor y tú ya quieres volar antes de tiempo, no hija, esto así no es. No hay necesidad de ir tan rápido, eres muy joven, conocerás a más personas y más chicos vendrán, él no es el único en toda la tierra ¿me entendiste? -articula en un tono de vos suave sin perder ese toque de padre protector.

Asiento ante sus palabras.

Quizás tenga razón y no deba precipitar las cosas.

Quizás deba esperar un poco y tomarme el tiempo de conocerlo.

Sí, eso sería lo mejor, aunque quizás ya no tenga tiempo con él debido a las clases que están por iniciar y a que él no sé cuánto tiempo se quedara en el rancho.

Sumida en mis pensamientos, no soy capaz de controlar mis reacciones así que termino frunciendo el ceño y efectuando una mueca de desagrado. Cosa que mi papá nota, pues nunca retiro su mirada de mí.

-¿Ocurre algo? -pregunta, curioso por mi anterior reacción.


Niego.

-No pa, solo que me olvide hacer algo hace rato y ahora tengo que ir hacerlo. -aclaro e inflo mis cachetes mientras recompongo la cola de caballo que había realizado antes.

-A pues, entonces ve hacerlo, ya ves cómo se pone tu abuelita.

-Sí. -afirmo con una sonrisa burlona.

-Pues anda, ve.

-Ta bien. -refuto en un tono seco y monótono al tiempo que me levando de sus piernas.

Él asiente y no vuelve a decir nada en cambio yo avanzo fuera de la casa, necesitaba tomar aire, platicar con mi papa siempre me pone vulnerable y cada que replico las ganas de llorar siempre son las primeras, por eso haya dentro tuve que decirle que tenía que hacer algo cuando en realidad no es cierto.

Suelto un suspiro y sonrió al sentir entre mi rostro el frío que produce la noche.

-¿Ya han terminado de platicar? -espeta mi abuelita detrás de mí, acto que hace que pegue un brinco.

-¡Jesús! No me asustes así. -exclamo girando mi cuerpo para poder verla.

-¡Ay! Mira déjate de tonterías -expresa y añade con la preocupación latente en sus ojos-, y ¿cuéntame que te dijo?

-Pues nada del otro mundo. Solo lo de siempre-digo, omitiendo todo lo que me dijo y agrego-. Que no tengo edad para poder hacer ciertas cosas, que aún no es mi tiempo y bla, bla, bla, el mismo cuento de nunca acabar.

-¡Ay! Ese tu padre, que feos modo tiene. -refuta meneando la cabeza de un lado a otro.

-Pues sí, pero que se le va a ser. Ya nada. -informo encogiéndome de hombros para después cruzarlos.

Ella asiente.

-Oye, por cierto, que paso siempre con este niño. -articula mi abuelita sin mencionar su nombre y Aunque no lo diga sé muy bien de quien me habla. Una sonrisa se asoma en mis labios y es que desde que salí echa un fuego de la casa de Evelyn y la plática con mi papá ni tiempo he tenido de pensar en el chico de las gardenias.

-Mmm... Pues no pasó nada interesante, solo que... -explico dirigiendo mi mirada a la casa de Evelyn en donde se escucha música a todo volumen en el corredor, al parecer siguen con la fiesta porque las risas resuenan a lo lejos y las botellas de cervezas cayendo al suelo.

-¿Solo qué? Cuéntame, no me puedes dejar con la duda. -insiste mi abuelita, suelto un suspiro y entorno la mirada un segundo entre ella y la casa de Evelyn, para terminar mi atención en esta última.

-Solo que Raúl me invito de comer, -confieso sin dejar de mirar a las personas que están riendo y tomando ¿acaso no les molesta la música alta?


-Y me imagino que no aceptaste ¿verdad? -cuestiona preocupada ante mi silencio y yo solo puedo asentir.

-Obvio que denegué su ofrecimiento, dije que ya había comido, pero pues ya no pude negarme cuando me ofreció galletas y me refresco -la miro y no puedo evitar darle una sonrisa traviesa, ella enarca una ceja y añado enseguida antes de que me diga algo-, después de eso llego benjamín y bueno nos pusimos a platicar los tres.

Mentira, pero es mejor omitir cierta parte de la historia, porque si se entera que jugué un juego pesado en donde podríamos salir las timados y heridos, seguro me pega una regañisa y no, mejor hay que evitar eso y no volver a jugarlo.

-Hay Belén, fue un milagro que tu papá no te vio si no ahorita estaría endiablado. -informa entre angustiada y enojada.

-Tranquila, no se dio cuenta o eso creo yo -digo y añado un tanto nerviosa-, aunque eso sí, me preocupa algo y es que él venía con mi tío Isaac.

-Esperemos que él no diga nada, porque si le dice algo, quien va a escuchar a tu papá luego. -comenta, cerrando la puerta del baño. Asiento y me recargo de la pared del baño.

-Sí, oye abuelita, ¿Qué aquel no es carbón? -cuestiono y ella se asoma al tiempo que señalo a la persona que se ha levantado de la mesa para cambiarle de canción a la bocina, ahora han puesto una de Ozuna llamada aventura, lo sé porque este de Mark la pone a la hora del receso.

-Mmm... No lo sé, para mí que anda detrás de Maya. -declara mirando a las personas que están en el corredor -Nada más deja que se entere tu tía Alicia, es capaz de armar bronca ahí.

-Pues haya ellos, que quieren meterse en problemas. -replico y me encojo de hombros dando media vuelta y avanzar hacia la casa de nuevo, con mi abuelita pisándome casi los talones. Ingresamos a la casa en contándonos con mi papa dormido de nuevo en la mecedora, decidimos no hacer mucho ruido para no despertarlo, mi abuelita se va a cambiar a mi hermano de ropa mientras yo me voy al cuarto a ver la voz México, solo porque sale Juan mi artista favorito.

Ingreso al cuarto y lo primero que hago es prender la tele, para mi mala suerte, el programa ya ha comenzado. No sé en qué momento me quede tan concentrada mirando la tele, que los minutos se han ido y mi cuerpo ha entrado en un estado de inconsciencia hasta que siento como me mecen, como si la corriente de un rio me jalara, así lo siento.

-Belén, despiértate, haya fuera te están esperando. -espeta una vos en la lejanía, es como si fuera un susurro.

-Mmm... Déjame, ven otro día mejor. -solo logro articular esas palabras.

-Nada déjame. Te están hablando. -vuelven a decir mientras mecen mi cuerpo de nuevo y yo solo deseo quedarme aquí en este rio que dilata silencio y paz-, que no oyes, que haya fuera te está esperando Raúl o esta sorda. Despierta.

Debo admitir que escuchar la sola mención de su nombre ha hecho que regresara de donde sea que estuviera porque me levante como rayo de la cama a la vez que logro enfocar la vista, sin querer me quede dormida viendo el programa, hasta eso ya ni lo termine de ver.

Rayos. Ya no vi a mi amor.

-¿Qué paso? -cuestiono tallando mis ojos, para después mirar a mi abuelita.

-Nada, solo te quedaste dormida con la tele hablando sola. -informa meneando su cabeza -, a y que haya fuera esta este niño, dice que trajo unas cosas, ve a verlo.

-Voy. -mascullo, ella se da media vuelta y yo rápido cambio la falda por un pantalón y tomo un suéter porque la noche estará fría y salgo de la casa, para ir a su encuentro.

Dios, voy a volver a verlo. Voy a poder aspirar esa esquita fragancia que me cautiva cada que estamos juntos.

Hoy es nuestra cita.

Cita.

Guao, al fin le podemos poner oficialmente un título a todos esos momentos casuales en los que nos hemos visto.

Tengo que admitir que realmente estoy nerviosa y a la vez estoy a la espera ¿de algo? No lo sé todavía.

Exhalo y suelto el aire retenido, Avanzo hasta el portón por donde sale la camioneta y lo veo ahí, con ese porte de chico bueno y a las ves de chico malo, se ve tan lindo, jamás terminare de acostumbrarme a él, su presencia es algo que hasta el día de hoy no deja de ponerme nerviosa y un poco ansiosa.

Jesús, tengo que ser un poco más discreta si no me volverá a descubrir y ya no quiero más momentos bochornosos.

-Buenas noches, Chico de las gardenias. -comento metiendo las manos en las bolsas traseras de mi pantalón.

-Buenas noches, solcito. -responde sonriéndome haciendo que los hoyitos de su mejilla se noten.

-¿Sucede algo? Mi abuelita me dijo que me hablabas. -espeto, curiosa y extrañada.

-No, en realidad cuando saliste corriendo, mi tía ya no pudo darte esto. -informa ensañándome una cubeta pequeña la cual creo que contiene mole o barbacoa, no lo sé muy bien, pero también noto otra cosa y es que trae en su hombro derecho una mochila, ¿será acaso las cosas para la cita?

-Claro. Perdón, salí corriendo y olvidé ese detalle. -sonrió apenada. -No te preocupes solcito, es entendible. -dice y me extiende la cubeta, en seguida la tomo y Dios, esta cosa está caliente, pero es soportable.

-Gracias por traerla, te lo agradezco mucho.

-No hay de que, solcito y bueno, pasando a otro tema. -musita mientras se talla una de sus mejillas - ¿Estas preparada para nuestra cita?

Al parecer él tiene más nervios que yo.

Que cosita tan más linda.

-Sí, estoy lista y preparada. -informo sonriente.

-De acuerdo, entonces te espero en el mismo lugar de siempre, solcito.

-Sí, adelántate si gustas, mientras yo voy a dejar lo que trajiste.

Él no dice nada más, solo asiente y se va al tiempo que yo doy media vuelta e ingreso a la casa a darle a mi abuelita lo que Raúl ha traído. Entro y lo primero que encuentro es a mi abuelita haciéndose un café, ya ha prendido la luz.

-Abuelita, toma lo mando Amaya, es barbacoa. -le extiendo la cubeta y ella la toma. -Está bien. Dile que muchas gracias. -es lo único que ella dice y prosigue a terminar de hacer su café.

Asiento.

-Bueno, yo ahorita vengo, Raúl me está esperando. -mascullo en voz baja para que mi papá no escuche.

-Sí, pero ve con cuidado, por favor. -espeta en un tono de confidencialidad.

Sonriente vuelvo asentir, doy media vuelta y salgo de la casa, avanzó hasta llegar a los escalones y el corazón se me acelera cuando lo veo otra vez ahí, de pie a la horilla de los escalones esperando por mí, lo detallo y no cabe duda de que el color vino y el negro le quedan muy bien, lo supe cuando lo vi vestido con esa camiseta de color vino y esa bermuda de color verde militar en casa de Evelyn.

La respiración se me acelera y el pecho se me contrae con cada latido que suelta mi corazón.

-Buenas noches de nuevo, solcito. -murmura con voz hipnótica mientras se acerca hasta donde estoy al tiempo que yo avanzo para llegar a su encuentro, al instante puedo vislumbrar el exquisito olor de su perfume, aunque esta vez viene combinada con un aroma que no logro distinguir.

-Buenas noches de nuevo, chico de las gardenias. -expreso en voz suave, casi en un susurro.

-¿Sabías que hoy te encuentras muy linda, solcito? ¿no te lo había dicho? -comenta mostrando esa sonrisa pícara que suele usar siempre.

Claro que me lo dijo, pero me gusta seguirle la corriente.

-No, no me lo habías dicho. -replico sonriente sintiendo el calor apoderarse de mis mejillas. No sé lo que estamos haciendo, pero esto me agrada, ha hecho que el ambiente se vuelva menos tenso.

-¡Oh! Que mal anfitrión soy, discúlpame por no haberlo dicho antes. -responde dando un leve golpe a su frente, sin perder su humor divertido.

-No hay del porque disculparse. Un error lo cometemos todos. -digo divertida y lo invito a tomar asiento en los escalones, él acepta gustos y yo lo sigo.

-Tienes toda la razón, lindura, por cierto, te acuerdas que te pregunte sobre algo hace rato en la casa. -dice poniéndose serio mientras se descuelga la mochila del hombro.

-Sí. -informo dudosa ahora con la curiosidad palpada en mi sistema.

-Bueno... Te traje algo. -exclama y a continuación seca de su mochila aquel objeto que huele tan hermoso que hasta se combinaba con su perfume cuando llego.

Trajo gardenias.

Él me extiende el pequeño ramo de flores y las acepto y así sin más sonrió, si sonrió de felicidad, alegría porque por dentro siento las ganas de querer soltar una lagrima de emoción.

-¿Le volviste a robar las gardenias a mi tía? -comento y lo miro divertida, sin perder detalle de su rostro.

-No, en realidad hice algo mucho mejor. -responde pícaro haciendo que se marquen sus hoyuelos.

-Así y ¿Qué fue eso? -indago en un tono de voz picara.

-¿Deseas saber, solcito? -pregunta en un tono seductor mientras se acerca a mi rostro para después bajar la mirada a mis labios, casi puedo sentir el rose de su aliento sobre ellos.

-Sí. Me gustaría saber. -jadeo en un susurro, sin poder evitar que humedezca mis labios. Raúl nota mi acción y sonríe con altanería, si sonríe por su hallazgo al tiempo que sé ha leja de mi cuerpo, causando que su esencia se quede en mi ropa.

-De acuerdo, lo que hice y le dije que, si podía cortarle unas cuantas gardenias, que las quería para alagar a una niña muy linda, entonces tu tía me dijo corta las que quieras y eso hice. -cometa pasándose las manos por su cabello haciendo que este se altere. Tomo una respiración para calmar los latidos de mi corazón junto a mis pensamientos desenfrenados.

María. Cálmate. Tú no eres así, contrólate, por favor.

-Eso es muy lindo, gracias en verdad a precio el gesto. -expreso al tiempo que mis instintos traicionan mi razón y de la nada planto un corto beso en su cáchate mientras se tensa ante mi toque.

La piel de sus caches es suave, es como tocar un terciopelo. Con que así se siente.

-Perdón. Disculpa mi imprudencia. -espeto, sonrojada mientras toco los pétalos de una de las gardenias, de reojo puedo ver como suelta una respiración. Al parecer lo tomo de sorpresa mi acto, eso me pasa por atrevida.

-No tienes del porque pedir perdón, solcito, yo quería verte feliz y si tu forma de expresarlo es de esta forma, adelante eso significa que he logrado hacerte feliz. -afirma apenado, mostrándome esos tiernos hoyuelos que me gustan, ¿acaso lo he apenado? -, a y otra cosa, también he traído algo más.

-¿Si? ¿a ver que más trajiste? -musito curiosa y lo veo sonreír satisfecho por mi pregunta mientras comienza a sacar lo que traía en su mochila.

-Traje cheetos, galletas y esa cosa que me dijiste... Esa que tiene un nombre raro.

-¿Qué cosa? -cuestiono al ver su ceño frustrado al no recordar algo.

-Esa cosa que es como una tablita y adentro lleva chocolate, es como las cajetas, aunque esas son redondas, pero estas son largas y no me acuerdo como se llaman. -explica y me hace un dibujo al aire de cómo es dicha cosa, pero la verdad su explicación me confunde mucho.

-Mmm... Siendo sincera no sé de qué me hablas. -respondo entornando una mueca.

-No te preocupes, solcito, mira para que te des una idea, a ver si tú recuerdas el nombre, es esto... -dice y me muestra otro paquete de galletas un poco más largo y un tanto ancho que el otro.

Sonrió porque sé lo que son, pero también sonrió porque él le puso atención a todo lo que le dije.

-¡Ah! Ya sé que son. Se llaman Pan cremas o mejor conocidas como Cremax. -respondo al tiempo que él chasquea sus dedos y me extiende el paquete de galletas.

-Ándale eso mero. Que tonto soy. -responde meneando la cabeza sin borrar esa linda sonrisa.

-No lo eres, simplemente no recordabas cómo se llamaban. Es entendible. -digo, poniendo mi atención hacia la casa de mis tíos, la cual por cierto está muy silenciosa más de lo normal y eso raro. Frunzo el ceño y de reojo veo a Raúl.

-Eso si es verdad. -expresa Raúl en un suspiro de frustración debido a que no puede abrir las Cremax. Sonrío divertida.

-Por cierto, ¿no crees que los vigilantes están muy silenciosos hoy? -cuestiono dejando las gardenias en mis piernas para después quitarle el paquete de galletas que no puede abrir.

-¿En qué aspecto te refieres, lindura? En los días que he estado aquí siempre están silenciosos. Creo que ya es costumbre de ellos. -indica entre sonriente y divertido al ver que pude abrir las galletas.

-Sí, pero en esas ocasiones había silencio normal, de ese silencio que hasta se escuchan los grillitos de fondo, pero hoy al parecer no hay nada de eso. -explico y él asiente al instante en el que puedo deslumbrar una idea cruzar por su mente, porque ahora me está mirando como si pensara en algo atrevido.

-¿Será que están mirando lo que hacemos?

-Es lo más seguro. -informo robándole una galleta para después degustarla.

-Bueno, entonces démos le algo de lo que tengan que hablar. -indica en un tono divertido.

-¿Algo como qué? -cuestiono mirándolo con el ceño fruncido.

-Ya verás solo no te muevas. -expresa acercándose a mi cuerpo, en sus ojos puedo ver la diversión y no sé si podré seguirle el juego en este momento.

-Rau... -intento hablar, pero él calla mi voz levantando su mano en el aire en modo de alto ahí cuando el transito hace los chequeos.

-Chus, calla solcito, quiero comprobar algo. -susurra cerca de mis labios, su rostro a centímetros del mío, si hiciéramos un movimiento más estaríamos tocando nuestros labios, el simple hecho de ese pensamiento hace que mis regordetas mejillas se acaloren.

-¿Comprobar qué? -musito en una voz baja, como si la fuerza de mis palabras se hubiese escapado de mi sistema, sin embargo, lo que me deja aún más confundida es la extraña, pero cálida sensación que produce el toque de los dedos de Raúl en la comisura de mis labios, debo admitir que mi corazón ha dejado de latir en este instante.

-Acabo de comprobar que realmente si tenías migajas de las galletas en tus labios y también acabo de comprobar que no te soy indiferente, no del todo. -dice alejándose de mi cuerpo, mientras me regala una sonrisa ladina.

-Tonto. -es lo único que puedo expresar después de quedar en silencio ante sus palabras llenas de razón.

-Sí, pero solo de ti, lindura. -espeta guiñándome un coqueto ojo, sonrió para oculta mi pena, la cual a estas alturas debe parecer un tomate. Sin darme cuenta hice un mal movimiento cuando Raúl se acercó a mí, porque mis gardenias se han caído de mis piernas y ahora reposan en el segundo escalón.

Rillyt nota en donde esta dirigida mi atención porque enseguida él se agacha a recogerla para después dármelas de nuevo.

-Descuida. No les paso nada a tus gardenias. -murmura con tranquilidad, extendiéndomelas.

-Eso es bueno. -digo, echándole una ojeada a las flores y un recuerdo pasa por mi mente-. Por cierto, sabias que ellas tienen un lindo significado, pero al mismo tiempo interesante.

-No, no lo sabía, ¿Cuál es? -pregunta con interés y en mi interior se agita algo llamado emoción al saber que le interesa esto.

-Primero que nada, la gardenia forma parte de la familia de los jazmines, si, por eso su aroma están intenso y peculiar, así mismo la gardenia es aquel símbolo que une la paz y el amor, pero que también simboliza el espiritualismo interior de las personas que se sienten atraídas por su esencia y a la vez se relacionan con la dimensión espiritual y todo aquello que tenga que ver con energía y atracción.

-Guau, realmente no sabía que eso representaban las gardenias. Sinceramente es un lindo significado para tan lindas flores, solcito. -comenta poniendo un dedo en sus cachetes.

-Así es, por lo tanto, siéntete alagado de que te haya nombrado como el chico de las gardenias. -exclamo sonriente sin perder contacto visual con sus ojos.

-Pues déjame decirte que me siento muy alagado al tener ese apodo viniendo de ti, solcito. -mustia con galantería, por lo que asiento en acuerdo a sus palabras, pero sin que yo pueda evitarlo me rompo la mirada cuando desvió mi atención hacia equis punto.

¿Será prudente preguntarle en este momento que significa realmente solcito?

Frunzo el ceño con gran duda plasma en mi sistema ante mi pensamiento, regreso mi atención a él y nuestras miradas colisiona, pero fallo en oculta mis gestos porque el en seguida nota.

-¿Qué? ¿Ocurre algo? ¿dije algo que te hizo sentir incomoda? Si es así dímelo, por favor.

-No, para nada, solo que... -dejo la frase suspendida en el aire.

-¿Solo que solcito? -repite la oración para que le diga lo que he pensado.

-Tengo una duda y es con respecto al seudónimo con el que me llamas.

-Sí, dime ¿Qué paso con eso?

—Veras... Tengo una gran curiosidad por algo.

—Si. Anda te escucho —pronuncia curioso.

—¿Qué significa Solcito? —cuestiono apenada, casi en un susurro, sintiendo como cae un mecho de cabello en mi rostro, haciendo que este oculte mi sonrojo.

—Creí que jamás lo preguntarías, estaba pensando seriamente en que mi apodo no supo implementar la duda en ti. —responde con una sonrisa ladina.

—Pues creíste mal, menso. —contraatacó.

—De acuerdo. La palabra Solcito realmente significa Sol o solecito solo que yo modifique la palabra para que esta sonara linda de acuerdo a tu esencia, porque para mi eres un sol, si, eres aquel sol que ilumina mis noches y resplandece mis mañanas, eres como el cosmo que hace brillar mi constelación y que a su vez pone a temblar mi corazón. —confiesa acercándose mientras posa su atención en mi rostro.

Su perfume llena mi sistema, su cercanía me pone en alerta y su silencio me pone nerviosa, sin embargo, él sonríe para después retirar un mechón de cabello de mi rostro.

Sus palabras me dejan en un estado en donde mi sistema parece agua, en donde mi corazón late más fuerte de lo normal y en donde mis instintos piden que reaccione ante su confesión, pero al parecer las palabras se han esfumado de mi cerebro.

No puedo terminar de creer que Raúl me ve de esa forma, pero lo que llamo más mi atención fue menciona que yo pongo a temblar su corazón.

Al parecer no soy la única que siente cosas aquí.

-Gracias, que lindas lindas palabras. -musito sintiendo mis pensamientos alterados, causando que la vos se me vuelva entre cortada debido a las ganas de querer soltar una lagrima, pero optó por hacer algo mejor, así que, sin pensarlo dos veces, vuelvo a plantar un segundo beso en su mejilla izquierda por segunda vez en la noche.

Sus mejillas se sonrojaron y a partir de ahí empezamos a tener platicas sin sentido alguna, entre risas y bromas, dando conclusiones coherentes del porque debe no debe ser así, estar a su lado me hace sentir bien, me hace sentir diferente.

Los minutos se pasan rápido a su lado, la tensión incomoda en el ambiente se fue y todo a nuestro alrededor deja de importancia cuando tengo de atención aquella sonrisa que sin duda mi mente la ha grabado.

Así que ya no se puede ocultar más, lo inevitable siempre es inevitable aunque uno se resista a ciertos sentimientos. Por lo que es necesario admitir que el chico de las gardenias ha conquistado mi corazón, sí,ese el cual le jure nunca más sentir, pero este fue necio, se aferro a sentir y ahora ambos hemos destruido la promesa.

NOTA DE AUTORA: Holix mis solcitos! ¿Como han estado? Esperó que muy bien, bueno como verán al fin he podido actualizar, lamento si no lo hice antes, lo que pasa es que tengo un familiar muy cercano a mi enfermo y estos días hemos estado dando vueltas con mi familia para apresurar la operación. Por el motivo de no actualizar.

Y pasando a otros temas. Amo esta parejita, quisiera meterlos en una cajita de cristal y mantenerlos ahí siempre, pero weno. ^^

Otra cosa. Quiero que en los comentarios dejen mucho amor acerca de este capítulo. Muero por leer sus opiniones, reacciones y teorías.

¿Qué les pareció?

¿Sintieron esa chispa extraña entre los personajes? O fui la única.

¿Cual fue su escena fav del todo el capítulo?

Disfruten sus 8,125 palabras y feliz navidad. Tengan un feliz fin de año lleno de salud. Les deseo lo mejor.❤

Gracias Editorial_Daher por tan lindo Banner y también a la persona que lo diseño.❤

Nos leemos pronto, solcitos.

Besos helados.

Azucena.❤

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