Capítulo 13. Un sueño o ¿pesadilla?
Decir que ese beso en la mejilla no se sintió una maravilla, seria mentirme a mí misma, porque es todo lo contrario, cuando Raúl planto sus labios en mi mejilla me dejo paralizada, mi corazón latía desbocado porque en ese instante sentí más de mil emociones juntas.
«Aún puedo sentir sus suaves y tibios labios sobre mi mejilla»
Meneo la cabeza de un lado a otro sin borrar mi sonrisa de mi rostro.
Aún puedo sentir él martilleó que mi corazón crea.
Cuando regresé a la casa iban a dar la 1:30 pm y cuando abrí la puerta encontré a mi abuelita acomodando la sabana, lo cual significaba que estaba a punto de ir a dormir y mi hermano, bueno él ya estaba coml en su quinto sueño, ya solo me tocaba cambiarle de ropa.
Una vez que lo cambie, procure no despertarlo y me situé a un costado de él no sin antes revisar que todo estuviera en su debido lugar.
Suelto un leve suspiro y tallo débilmente mis ojos.
No hace mucho que desperté, no he podido dormir debido a que mi conciencia no desea reconciliarse con mis sueños hoy.
Tallo débilmente mis ojos y centro mi vista en el objeto que está a mi lado.
Sin hacer mucho ruido tomo el reloj que está a un costado del respaldo de mi cama y reviso la hora, me sorprendo al ver dicha hora. Son las 4 de la madrugada y es la hora en la que no he podido conciliar el sueño, motivo, es muy sencillo no dejo de pensar en el chico de las gardenias y en su enigmática y pícara sonrisa, pero sobre todo no dejo de pensar en esos lindos labios que besaron mi piel.
Es como si en mi mente se pulsara el botón de repetir y en ella se reprodujera una y otra vez la misma película. Pues exactamente eso está haciendo, mi mente no deja de repetir una y otra vez el momento en el que Raúl Lebrent del Carmen decido plantar sus lindos labios en mi mejilla.
Su gesto me tomo desprevenida y causo en mí una sensación extraña y confusa porque ningún desconocido se había atrevido a darme un beso, así como Raúl lo acababa de hacer.
Admito que de los cuatro chicos que fueron mis novios -si se le pueden llamar así a las personas que fueron algo mío durante casi dos semanas o un mes incluyendo este último que hizo pedazos mi corazón- solo dos de ellos solían darme besos en las mejillas.
Sin embargo, cuando ellos me besaban en las mejillas muy en el fondo de mi ser esos besos no los sentía tan bonitos como sentí el de Raúl, esos besos no hacían latir mi corazón ni mucho menos causaban algo en mí. Por supuesto que no. En cambio el chico de las gardenias y los iris oscuros hizo latir mi corazón al tiempo que necia en mi estómago una sensación extraña.
Muy a mi pesar sé que no debía sentir cosas por él, no cuando mi corazón no ha sanado del todo y mucho menos ha juntado sus piezas, pero ahora ya no hay vuelta atrás, me permití sentir de nuevo y eso es algo inevitable.
Sé que no debí hacerlo.
Que no debí mirarlo.
Que no debí poner mis ojos en él.
Y mucho menos dejar que mis sentimientos ganen.
Pero ya es muy tarde.
Siento cosas por él que no debería sentir y mi corazón, mi corazón comienza a latir por su presencia.
Centro mi vista en el techo, dejo de pensar en todo, necesito ahuyentar mis pensamientos para poder conciliar el sueño. Necesito que mi mente se calle solo por estos momentos.
Pasan varios minutos y mi vista sigue fija en el techo, detallando las curvas que este tiene y una que otra mancha que hay en la pared debido a que mi abuelita suele matar los zancudos con un trapo y bueno termina manchando la pared.
El lado de mi cama parece museo de arte, aparte de que la decore con el nombre de mi contante favorito, no hay una sola parte que no esté manchada a causa de los insectos.
Tallo mis ojos y suelto un bostezo.
Poco a poco puedo sentir como el sueño comienza a nacer de nuevo en mí.
Sin darme cuenta caigo rendida en el limbo de la inconsciencia.
El viento sopla a mi alrededor y sus fuertes olas colándose por todas y cada una de las extremidades de mi ser, creando sensaciones extrañas en mí. El frío aire resuena y levemente puedo sentir como este choca en mi rostro causando que mi cuerpo se estremezca con su toque, pese a que aún mantengo los ojos cerrados, puedo escuchar en la lejanía, el sonido que los animales producen, el ruido que hacen las hojas con el movimiento que crea el aire, puedo escuchar a lo lejos el sonido que produce el agua cuando la dejan caer, como si fuera una cascada.
Frunzo el ceño.
¿Una cascada? En mi comunidad no hay ni existe una cascada.
Tan solo ese cuestionamiento fue suficiente para que abriera de golpe los ojos.
Al principio me cuesta acostumbrarme a la poca iluminación que hay, pero poco a poco voy adaptándome.
Con la poca y escasa luz trato de observar minuciosamente cada detalle de lo que hay a mi costado, al instante la respiración se me corta, la lengua se me congela y quedo estática en mi lugar al darme cuenta de que me encuentro rodeada por un inmenso y frondoso bosque, sus árboles gigantes no dejan filtrar la luz y eso solo hace que el bosque se vuelva aún mas aterrador y un tanto siniestro.
Un escalofrío recorre mi débil cuerpo haciéndolo temblar y no precisamente del frío.
Detrás de mí escucho pisadas las cuales hacen crujir las ramas y las hojas secas que se encuentran en el suelo, las pisadas se vuelven fuertes y cada vez más concisas, por instinto abrazo mi cuerpo como un acto de protección.
Cierro los ojos y no hago ningún movimiento en falso.
Contengo la respiración.
Sea lo que sea que venga, no servirá de nada que me abrace así misma.
Aprieto muy fuerte mis ojos y retengo las ganas de querer sollozar.
Las pisadas se acercan, puedo escuchar con más claridad el crujir de las ramas y de las hojas al mismo tiempo.
¡Se está acercando!
Otro escalofrío recorre mi cuerpo.
El crujir de sus pisadas deja de escucharse y sin abrir los ojos puedo sentir su presencia detrás de mí, su respiración rozando mi mejilla.
Mi cuerpo se estremece cuando se acerca a mi rostro, sin embargo, no hago nada por abrir los ojos.
Me rehusó hacerlo.
-Abre los ojos Belén, de nada sirve que los cierres, ten en cuenta algo y es que adónde sea que vayas, eres y serás mi presa, tarde o temprano vendré por ti y serás mía. Me escuchaste. Solo mía.
Niego abrazando mi cuerpo con fuerza.
Siento mi respiración acelerada.
Quiero llorar, pero debo ser fuerte, no debo demostrarle debilidad.
Los latidos de corazón retumban ferozmente.
Debo resistir a su presencia.
No puedo más, necesito salir de aquí.
En un arranque de desespero e impotencia abro los ojos, al instante quedo impactada, quedo en shock cuando lo veo ahí, enfrente de mí mirandome con esos ojos tan intensos como la sangre y sonriéndome con total diversión. Como puedo me levanto y por instinto retrocedo mientras doy media vuelta y corro sin pensarlo dos veces.
Corro todo lo que puedo adentrándome por completo en la profundidad del bosque, no me detengo en ningún momento, las hojas bajo mis pies crujen y la tierra se siente helada, me siento cansada, mi respiración más agitada de lo normal, la cabeza me palpita más sin embargo no me detengo, sigo corriendo mi objetivo es perderlo de vista, cuando creo que lo he perdido y me he alejado lo suficiente de él, es cuando me permito tomar un respiro, le permito a mis pulmones tomar aire y sin dejar de mirar a todos lados me son tengo de un árbol.
Mis brazos se encuentran rasguñados y el vestido que porto se ha desagarrado a causa de las ramas, ha dejado de ser verde para convertirse en un color café, el color de la tierra.
Todo a mi alrededor está sumido en completa oscuridad, solo se logra percibir el sonido del viento que sopla haciendo que los árboles y las hojas se mesan mientras los búhos junto con otros animales crean sonidos aterradores.
Un escalofrío vuelve a recorrer mi piel.
Estoy a punto de dar un paso para seguir corriendo, cuando siento su respiración detrás de mí.
Vuelvo a quedarme estática en mi lugar, siento que mi vida ha llegado a su final, puedo sentirlo.
Esta vez no cerraré mis ojos, no lo haré.
—Si me vas a asesinar hazlo de una vez por todas. —de claro sin voltearme a mirarlo—. Adelante hazlo, pero si me vas a quitar la vida, por lo mínimo que sea mirando a mi verdugo.
Pesé a que estoy despaldas puedo sentir como sonríe.
—Es una propuesta muy tentadora. —dice con la voz rasposa mientras que con uno de sus dedos toca y recorre la piel de mi cuello—. Sin embargo, no quiero terminar mi juego, no aún.
Quiero voltearme a verlo, pero él me aprisiona contra el árbol y sin esperarlo, él planta un beso en mi cuello. Esa parte de mi cuerpo que está a su completa merced.
—No te desesperes. Nos volveremos a ver, tarde o temprano. —declara al tiempo que me suelta y se aleja de mí.
En ese momento despierto con la respiración aclarada y el corazón martillando.
Limpio mis mejillas con mi blusa y volteo a los lados solo para cerciorarme que estoy en mi cama dentro de las cuatro paredes que conforman mi cuarto.
Suelto un suspiro mientras toco mi pecho tratando de calmar mi respiración.
-Relájate Belén fue solo un sueño. -me digo a mi misma tratando de convencerme de que así es.
Tomo el reloj y me sorprendo de solo ver la hora, al parecer con lo de la pesadilla me venció el sueño y pude dormir un poco más.
Al ser tan temprano todos están dormidos, son las 6:30 de la mañana todavía está un poco oscuro, así que me levanto de y con sumo cuidado de no despertar a mi hermano o a mi abuelita salgo del cuarto y camino hacia la puerta no sin antes mirar la flor que reposa en la mesita donde se encuentra la virgen.
Necesito salir al patio.
Necesito poner mi mente paz.
Necesito sacar de mi mente esa pesadilla.
Necesito con urgencia tomar un poco de aire fresco.
Anoche que regrese, mi abuelita me miro interrogante cuando entre con una flor en las manos más no dijo nada, en cambio yo, solo me dispuse a buscar un vaso con agua, pero poner la flor que me regalo Raúl.
Sonrió sin dejar de ocultar mi alegría.
Lo primero que me recibe al salir al patio es el frío clima de la mañana, sentir ese aire mañanero es una sensación de calidez que recorre por todo mi cuerpo, sin duda me hace sentir tan bien en estos momentos.
El resplandor comienza a nacer y el sol comienza a surgir de entre las nubes. De mostrando así que pese a todo siempre habrá un nuevo amanecer, un nuevo y un nuevo comienzo para todo ser humano. Por ende, cuando la tormenta llegue a su fin es necesario que siempre deba salir el resplandor antes de salir el sol.
Lo que significa que siempre habrá una chispa luz al final del túnel.
Suelto un suspiro.
Cierro mis ojos y tomo una inhalación profunda de algo llamado calma, lleno mis pulmones de esa dosis tan relajante.
Sigo con los ojos cerrados, me permito disfrutar del clima, relajo mi cuerpo y alejo de mi mente esa horrible pesadilla, me mantengo así por unos minutos más, hasta que mi momento de tranquilidad se ve interrumpido.
Abro los ojos de golpe y frunzo el ceño.
Suelto el aire retenido.
Tallo el puente de mi nariz cuando escucho de nuevo ese rechinido que me es familiar.
Sonrió sin poder evitarlo.
Mi mente evoca imágenes de Raúl peleándose con la puerta estando aún en toalla.
Meneo la cabeza tratando de apaciguar el fuego que tienen mis mejillas.
El rechinido vuelve hacerse presente captando al fin mi atención.
Mi curiosidad pica por saber si es Raúl otra vez.
-Belén contrólate por favor. -me autoregaño.
Suelto un bufido al tiempo que vuelco los ojos.
Al final la curiosidad domina mis instintos y me veo acercándome al baño, tratando de ocultarme para no ser descubierta.
Me pego a la pared y lentamente asomo la cabeza. Al principio no logro ver nada ni a la persona que causa el ruido, pero después puedo ver que la persona que viene en dirección a la puerta. Es un chico que tiene una estatura menor que la de Raúl, tiene el cabello castaño, su piel es blanca asimilando ser güera y su rostro es de un niño de secundaria, él ha de portar alrededor de unos once a doce años por lo máximo.
Detallando su perfil y analizando, caigo en la conclusión de que él se da un parecido a Raúl, pero solo en el color de piel de ahí en fuera son muy diferentes y es ahí cuando la sorpresa surge en mí.
¡Por supuesto!
¡Cómo no medí cuenta antes!
Este chico de cabello castaño es el hermano de Raúl, si no mal recuerdo se llama Benjamin. Lo sé porque ayer en la noche antes de entrar a la casa, escuche como Amaya le decía a Raúl que fuera por su hermano Benjamín a la casa de su tía Andrea, antes de ir sé al baile a lo cual Raúl solo respondió con una queja frustrada y entre protestas se fue a buscarlo.
Por inercia se escapa de mis labios una risita traviesa.
Que buen hermano es el chico de las gardenias.
Suelto un suspiro.
Regreso mi atención hacia el chico que sigue batallando con la puerta. Lleva veinte minutos peleando con ella y si también llevo veinte minutos viéndolo.
Dios perdóname por ser tan curiosa.
De cierta manera me causa un poco de gracia verlo tan frustrado. Tiene rato que no puede abrir la condenada puerta.
Pasan alrededor de varios minutos hasta que Benjamín decide dejar por la paz la puerta para ir se a juntar los palos, hojas secas y bolsas viejas y yo decido deja de verlo.
Doy media vuelta y camino de regreso a sentarme en mi habitual asiento y sin darme cuenta realizo un mal movimiento provocando un leve y espantoso sonido, el cual gracias a mi ruido llama la atención del chico que está juntando hojas secas.
¡Me ha descubierto! ¡Qué pena!
Para disimular el calor de mis mejillas actuó como si estuviera concentrada recogiendo lo que tire sin saber que él está ahí, pero lo que no sabe él es que lo estoy viendo de reojo.
¡Me va a dar algo!
Primero paso vergüenza con Raúl y ahora paso pena con su hermano, Jesús soy un desastre.
Suelto un suspiro.
De reojo puedo observar como él deja de hacer lo que estaba haciendo para comenzar a caminar hacia donde estoy.
Cierro los ojos por instinto.
-¿Hola? -habla él en un tono de voz carismático.
Abro los ojos, dejo de prestarle atención a lo que estaba haciendo y centro mi vista en el chico que me acaba de hablar.
-Hola. -expreso sorprendida para después regalarle una sonrisa carismática.
Qué incomodo se siente esto.
-¿Qué haces? -cuestiona curioso.
Otro curioso igual que yo
-Amm... Pues en realidad no hago nada, pero como verás estoy recogiendo este tronco que accidentalmente tire.
Le muestro el desastre que hice desde la distancia y él a cambio meda un asentamiento de cabeza.
-¡Oh! Qué bien. -comenta divertido y añade-. Por cierto, ¿Verdad que tú eres la chica con la que mi hermano se escapa en las noches?
Su pregunta me toma desprevenida.
Dios pero que directo salió este niño.
¡Jesús! Siento todo mi rostro en llamas.
Él sonríe divertido y ladea su cabeza justo como su hermano lo hace y entorna su atención en mí.
Por cierto, ahora que recuerdo en donde andará ese.
Frunzo el ceño.
Basta Belén no es momento para pensar en Raúl.
Meneo la cabeza de un lado a otro y regreso mi atención al chico que acaba de cuestionarme.
Arrugo la nariz y suelto un suspiro.
Sé que espera una respuesta.
-Sí, estas en lo correcto, me presento soy María Belén Ruiz de la Fuente. Yo soy esa chica con la que tu hermano platica de noche.
Lo veo entornar sus ojos para después verlo sonreír con alegría.
-¡Si! Lo sabía, lo sabía. Mucho gusto, soy Benjamín el hermano de Raúl. -sus gestos infantiles me demuestran su alegría, misma que se nota a miles de kilómetros- ¡Oh! Rillyt me las va a pagar.
Suelto una risita divertida.
Le dijo a su hermano Rillyt y no Raúl.
Dios este chico es tan infantil y divertido.
Ver a Benjamín tan sonriente, está causando que se me contagie su humor divertido.
Benjamín es de esas personas que cuando tienes un mal día, llegan y te alegran la vida con solo un comentario.
-Y ¿por qué dices que te las va a pagar Raúl? -cuestiono con interés sin borrar el tono divertido de mi vos.
Él deja su baile infantil y me mira atento.
Lo veo pasar saliva para después rascar la parte trasera de su nunca.
Gesto que Raúl también tiene cuando se encuentra nervioso.
Ja. Te atrapé querido Benjamín.
Suelta un suspiro.
-A... por nada, son cosas de hermanos.
Una sonrisa se asoma en mis labios y enarco una ceja más no digo nada solo le doy un asentamiento de cabeza.
«Mm con que cosas de hermanos» pienso para mis adentros.
A otro perro con ese hueso.
Tonta no soy sin embargo, no navegaréen ese tema.
Pero de lo que si estoy segura es que algo ocultan los hermanos Lebrent.
-En fin. Seguro son cosas sin importancia, ahora tengo duda o mejor dicho una pregunta ¿qué piensas hacer con eso que tienes ahí? -pregunto señalando la pila de basura.
Él dirige su mirada hacia donde estoy señalando y regresa su mirada a mí.
-Pues la voy a quemar, mi tía tiene un basurero en todo el patio-exclama sonriente y añade-. Aparte estoy aburrido, no hace mucho que me levante, todos están dormidos y mi hermano, ese aún no se levanta.
Le regalo un asentamiento de cabeza.
Con razón por eso no lo veía por aquí, si todavía sigue durmiendo.
-Bueno, si la vas a quemar ten cuidado y procura no quemarte.
Me regala una sonrisa ladina.
-Tranquila. Aún no la voy a quemar, lo que pasa es que no encuentro los cerillos para prenderla. -suelta una risa y añade al instante-. Pero lo tendré en cuenta, gracias.
-De acuerdo.
-Ahora si me disculpas debo buscar los cerillos.
Le regalo una sonrisa y asiento.
Dicho eso, él da media vuelta e ingresa a su casa, y yo regreso a terminar de hacer lo mío.
NOTA DE AUTORA: Holiii!!! Aque extrañaban actualización de VI, lo se, bueno este capítulo fue un poco extraño escribirlo si les soy sincera jajaja y no se porque, bueno si se pero no les voa decir jaja, en fin, los extrañe muchísimo mis amores.
Como Verán, en este capítulo se narro un poco más sobre los sueños de Belén, que por cierto, que turbios los de ella.
También les comento que mi historia se encuentra en el ranking 1 de Fortaleza, primer ranking más impresionante al igual que estamos a punto de llegar a las 1,000 lecturas. Me siento muy feliz, todo se lo debo a ustedes, gracias infinitas.
❤
Sección de preguntas:
¿Qué les pareció el sueño que tuvo Belén?
¿Les agradó el chico que aparece en este capitulo?
Pd: admiren este hermoso edit que hizo mi amiga Esmeralda2411 muchísimas gracias ❤
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