
Capítulo 12. Tomate andante
Porque eso es Raúl para mí, una fantasía, una ilusión que mi mente no termina de procesar del todo.
Raúl es ese deseo, esa aventura que siempre anhelee tener y por muy absurdo que suene se está cumpliendo, si, se está cumpliendo eso que siempre añore en mi interior.
Raúl tiene un enigma que causa en mí un no sé qué, que vuelve todo mi ser vulnerable.
Pasan varios minutos y ninguno de los dos desea romper el momento, pero Raúl toma la iniciativa y habla finalmente no sin antes tomar una exhalación.
-Solcito. -musita Raúl.
-¿Ugh? -respondo en automático.
Lo oigo suspirar.
-Cuéntame una historia. -pide en medio de un susurro.
-¿Eh? -espeto confundida. Frunzo el ceño y lo miro atenta.
-¿Que si me puedes contar una historia? Por favor. -comenta Raúl apenado, en un tono bajo que ante mi odio es audible y logro escuchar perfecto sus palabras.
-¿Una historia? ¿Sobre qué? -pronunció con tranquilidad.
Raúl capta mi tono de vos y enseguida prosigue.
-Sí. Una historia, la que tú quieras. Pero cuéntame una. -murmura en una voz dulce y suplicante.
Suelto un suspiro y sonrió por lo que me está pidiendo.
-De acuerdo. -declaró y lo señalo con la gardenia que tengo las manos-. Pero de una vez te advierto que no soy buena narrando historias.
«Dios, soy un desastre para este tipo de cosas»
-Aunque me digas esa advertencia no harás que cambie de opinión. -declara Raúl con determinación en ese tono coqueto que suele portar-. Adelante te escucho.
En sus iris puedo apreciar ese brillo extraño que reluce en medio de la oscuridad.
Mirar esos iris tan preciosos hacen que la respiración se me corte y se me olvide de cómo se respira.
«Mirarlos es como mirar a través de la noche»
Admitir que Raúl me tiene hipnotizada seria como admitir que metí la pata al haber aceptado ser novia del hermano del chico que me gustaba. Ahora debo pagar las consecuencias de mis actos.
Toda acción o decisión tarde o temprano tiene sus consecuencias.
Y sí admito mi error. Pero también admito que el chico de las gardenias-si ahora ese será su nuevo seudónimo- me tiene peligrosamente hipnotizada y siendo sincera, temo, temo que su encanto provoque en mí cosas que todavía no logro reparar del todo.
Tomo una exhalación profunda y suelto despacio el aire retenido.
-Okay. Sobre aviso no hay engaño. -expreso con una ceja elevada y Raúl solo asiente con una sonrisa ladina-. Esta historia o mejor dicho mal día si así se le puede llamar. Sucedió hace varios años, fue en la época en la que asistía a la secundaria.
Suelto un suspiro y hago una pausa para ver si Raúl me está prestando atención y afectivamente lo está haciendo. Regreso mi vista al frente mientras jugueteo con la flor que tengo en mano y continuo, pero la voz de Raúl interrumpe mi discurso.
-¡Guao! Aguarda un momento. Oírte decir "fue en la época cuando yo asistía a la secundaria" me pareció que sonaste un poco vieja y un tanto antigua. Sin ofender. -dice poniendo sus manos al frente en forma de alejamiento.
Lo miro incrédula entornando mis ojos en él.
Me acaba de decir vieja. A su manera, pero me lo dijo y no solo eso, también me dijo antigua.
Esto es el colmo.
Frunzo el ceño.
Este que se piensa.
No soy tan vieja. Solo tengo quince años.
Sin mostrarle emoción alguna, solo le dedico una mirada helada al tiempo que meneo la cabeza de un lado a otro.
Recuerda Belén, no tienes del porque enojarte él te dijo que lo hizo sin ofender.
Tomo una exhalación profunda.
-De acuerdo voy a ignorar el hecho de que me dijiste vieja y antigua y aceptare con gusto el "sin ofender" -exclamo haciendo comillas con mis dedos en las últimas palabras.
Lo veo tallar su rostro en una forma de frustración para después posar sus preciosos iris en mí.
-Tranquilízate por favor. No te enojes. -expresa, Raúl un tanto asustado y melódico-. Perdón si te llegue a ofender, en serio lo siento. -expresa y continúa hablando-. Pero hay que admitir que eres un año mayor que yo.
Suelto un bufido y vuelco los ojos.
Raúl en cambio me regala una de sus típicas sonrisas seductoras.
-¡Chus calla! -comento un tanto divertida y añado en un tono serio-. Sí sigues diciendo esas cosas ya no seguiré contando la historia.
Lo veo flaquear unos segundos y en sus ojos puedo ver el arrepentimiento.
«A Pobrecito.» Pienso para mis adentros.
Me rio o me sigo haciendo la enojada con él.
Dios que dilema los míos.
Meneo la cabeza de un lado a otro.
-Te prometo que ya no te diré más cosas. -dice él alzando su mano izquierda y simulando una promesa-. Pero anda no seas mala y continua con la historia. Sí.
Le doy un asentamiento de cabeza al tiempo que se asoma de mis labios una sonrisa traviesa.
-Bueno. Como decía esto sucedió en la secundaria, en tercer año. Recuerdo que era un viernes, ese día para mí todo iba de mal en peor desde que me levante. -hago una pausa, tomo aliento y continuo-. Por suerte llegué temprano ese día, como era de costumbre, al llegar me encuentro a la prefecta la cual me aborda y comienza a revisarme desde el uniforme en como lo porto hasta el cabello y las uñas si las traigo, solo para cerciorarse si cumplía con el reglamento escolar.
Suelto un bufido al recordar eso mientras tallo el puente de mi nariz.
-Oye sí. Nunca terminaré de entender él ¿ Por qué hacen eso en las escuelas? -espeta Raúl-. ¿Qué chiste tiene hacer eso?
Hago un encogimiento de hombros en respuesta de que no tengo la mínima idea.
-Me imagino que es uno de los requisitos importantes que la SEP pide a los alumnos y los maestros para ver si no portan alguna arma de fuego, droga, etc. No lo sé muy bien. -expreso en una sonrisa ladina -. Ahora que lo dices, jamás había cruzado por mi mente esa pregunta.
Raúl sonríe con satisfacción.
-Ya vez. Yo hago que tu mente siembre preguntas y entre ellas dudas de las mismas. -dice Raúl coqueto mientras me guiña un ojo.
Mi cuerpo se estremece ante su comentario.
«Si supieras que haces más que eso.» Pienso para mis adentros.
Mentalmente vuelco los ojos.
-Aja. Si como digas...
Estoy a nada de añadir un comentario más cuando Raúl por segunda vez en la noche vuelve a interrumpirme.
-Puedes seguir con la historia, ya no habrá más interrupciones, lindura.
Dios. Porque su voz tenía que ser tan seductora y dulce a la vez.
-Como decía. Una vez que la prefecta comprobó que portaba bien el uniforme me dijo que podía entrar. Cuando iba pasando por los pasillos de primero y segundo año los cuales eran largos y angostos. Y te preguntarás ¿Porque tenía que realizar toda esa caminata? -comento mientras Raúl me da un asentimiento de cabeza y añado-. A pues verás. Para llegar a mi salón tenía que cruzar por ley el pasillo de todos los salones, ya que el mío era el último, si, el último... Bueno al pasar por el pasillo principal me encuentro con un grupo de chicas las cuales tenían una especie de odio hacia mis amigas y a mí, al pasar por su lado las ignore y seguí mi camino como toda persona que no quiere problema alguno, pero en la vida no siempre salen bien las cosas. Ellas comenzaron a decirme unas cuantas palabras para nada agradables mientras caminaba, llego un momento en donde colmaron mi paciencia y mi boca floja salió a la luz y no pude quedarme callada, les respondí de la misma forma que ellas lo hicieron obvio nunca deje de lado mi tono pacífico, las deje sin palabras y me fui enojada hasta que llegue al salón de clases.
Hago una pausa para tomar un poco de aire.
-Ese es otro dato interesante, otra pregunta más ¿por qué en las escuelas siempre debe existir un grupo de chicas o chicos que sean pesados con sus compañeros y que se crean mejores que ellos? -comenta Raúl mientras frunce el ceño y añade-. Lo digo porque en mi escuela también había grupos así y créeme, aunque soy chico siempre me preguntaba eso.
Qué frunza el ceño mientras piensa, sin duda lo hace ver lindo.
Cálmate María Belén.
Suelto un suspiro y meneo la cabeza.
-Tienes razón, pensé que esos grupos solo existían en las películas y en otras escuelas, ya sabes de gran prestigio, pero ya vimos que no. Lo único bueno de todo es que solo me molestaron una vez de ahí hasta la fecha nunca las he vuelto a ver.
Lo que fue Dayana, Sandra, Karen y Carmen siempre me cayeron mal desde que las conocí.
Su forma de tratar a las personas como si fueran poca cosa, nunca me gusto.
Mi etapa estudiantil mientras estuve en la secundaria fue un martirio con esas chicas, a mí solo lograron molestarme una vez de ahí en fuera ya no hubo una segunda vez.
Ellas por su lado y yo por el mío.
-Exacto Solcito. Sin embargo, como dices tú nunca más te volvieron a molestar.
Le doy un asentimiento de cabeza, dándole la razón.
-¡Correcto! Ahora puedo seguir con el relato.
-Por supuesto que si lindura.
Asiento mientras le regalo una de mis genuinas sonrisas.
Creo que el apodo de lindura ya no me molesta del todo.
-Cómo te decía. Mi día mejoro un poco después de eso, las clases mañaneras pasaron tranquilas y la campana del recreo sonaba fuerte y clara anunciando que era hora de comer, con mis amigas salimos corriendo a la cooperativa, cuando llegamos nos encontramos con una escena para nada agradable, en la cooperativa todos estaban expectantes viendo cómo se llevaba a cabo la pelea entre alumnos de segundo año, cuando quisimos regresar al salón, el subdirector en ese momento hizo acto de presencia y se llevó a todos los que estaban ahí en la propaganda a la dirección, incluyendo a mis amigas y a mi obvio sin tener culpa alguna, ya en la dirección lo que hicimos fue quejarnos con el subdirector, le explicamos que nosotras no participamos en dicha pelea, que no formamos parte de ello y ya lo único que hizo el sub fue dejarnos ir mientras le ponía reportes y citatorios a los revoltosos que formaron parte de la pelea.
Tallo el puente de mi nariz al recordar dicho suceso.
-Lo bueno que tanto tú como tus amigas se salvaron de un reporte o de un castigo. Pobre de los revoltosos que armaron la propaganda. -exclama entre risas.
-De todas formas, el sub, no tenía un que, un porque o un motivo específico del ponernos un reporte si en realidad no hicimos nada. -comento-. Aparte ¿De qué carajos te ríes Lebrent?
Frunzo el ceño y lo miro atenta.
-Me rio porque también en mi escuela armaban propagandas, como le dices tú. -dice al tiempo que suelta un suspiro y me dedica una mirada llena de intensidad-. Por cierto, no te lo he dicho, pero que bien suena mi apellido en tus labios.
Me regala una sonrisa coqueta al tiempo que sus iris no dejan de mirar mi rostro.
Siento como la pena comienza a subir por todo mi rostro y se posiciona en un punto exacto, mis mejillas. Agradezco que sea de noche y no de día porque si no Raúl estaría satisfecho con lo que ha provocado.
Poco a poco puedo sentir como la fragancia de Raúl va invadiendo todo mi alrededor hasta que me envuelve en una nube y sin darme cuenta Raúl ha eliminado la distancia que nos separaba. Ahora puedo sentir como nuestros brazos se rozan levemente, el calor que emana su cuerpo es reconfortante y la fragancia tan dulce que desprende es en hechizante.
Tomo una exhalación profunda, calmo mi respiración y haciendo uso del valor que aún tengo me aclaro la garganta.
-Bueno. Pues no te acostumbres tanto Raúl. -comento al tiempo que le guiño un ojo.
No sé dónde me salió la valentía para hacer y decirle eso, pero se lo dije.
-Lo tendré en cuenta Solcito. -comenta sin dejar de lado su toque coqueto y añade-. Ya sé lo que me dirás. Y sí ya puedes terminar de contarme la historia.
Cuantas veces me lo ha dicho, tres, cuatro, cinco, que va, ya perdí la cuenta.
Vuelco los ojos y solo le doy un asentamiento de cabeza.
Sonrió internamente.
-Después de que nos dejó ir, regresamos a la cooperativa a buscar nuestro desayuno, pasaron varios minutos la campana sonó, anunciando que el recreo llego a su fin y con ello las clases de la tarde le daban comienzo. Recuerdo que esa vez nos tocaba la materia de español,
era una clase aburrida que a mis compañeros no les gustaba, no por la materia, sino que en realidad era por la maestra quién no sabía impartir esa materia. -comento y agrego en un tono divertido-. Aquí viene lo peor. Ese día todos mis compañeros se estaban durmiendo, literal, entonces de un momento a otro se me cae el lápiz y la libreta. Y para no levantarme pase la mitad de mi cuerpo por una abertura que tienen las bancas. Ya sabes lo normal, la flojera. Bueno Pues por ahí lo pase ocasionando que quedara atravesada en ella, estire mi cuerpo lo más que pude y cuando estaba a punto de agarrar mis útiles, saz, que me caigo con todo y banca, provocando que mis compañeros se les quitase el sueño incluso hasta espante a la maestra de español, por mi parte no logre contener mi risa traicionera. Fin de mi desastrosa historia.
Suelto el aire retenido y vuelvo a tomar otra exhalación.
Miro atenta a Raúl sin perder detalle alguno de su precioso rostro y lo encuentro que encuentro me hace sentir extraña y feliz pues él aún sigue mirándome y es que la manera en que me mira, es confusa, es como si intentara grabar en su mente hasta los más pequeños gestos que tiene mi rostro, pero de un momento a otro lo veo ladear su cabeza para después ver como se le dibuja una hermosa y fascinante sonrisa en su rosto. Sonrisa que luego se convierte en carcajadas, en unas fuertes y sonoras carcajadas. Por un momento logra desestabilizarme y dejar aún mas confundida pero después me uno a él y ambos comenzamos a reír.
¡Dios! Qué es lo que este chico está causando en mí.
Sus ojos me hipnotizan.
Su sonrisa me cautiva.
Sus carcajadas me causan alegría
Y su rostro, su rostro me...
Siento en mi interior un mar de emociones, las cuales sé revolucionan a mil por hora. Es como si se hubiesen puesto de acuerdo para hacerme sentir dichosa y ser testigo de presenciar este enigmático momento.
Las carcajadas cesan y poco a poco escucho como Raúl se aclara la voz.
-No puedo creer que te pasara todo eso y lo peor de todo en un solo día. -comenta sorprendido.
-Mi vida es todo un drama. Ese día solo faltaba que me miara un perro los pies. -exclamo meneando la cabeza sin dejar de sonreír.
-Solo eso te faltaba lindura. Pero lo que si medio más risa fue lo de la banca. Lo siento, pero es que no lo supero. -espeta entre risas incontenibles.
-Carajos eso fue lo peor, créeme que fue lo peor, Raúl. -exclamo riendo.
-Me lo imagino Solcito.
-Así es chico de las gardenias.
-¿Chico de las gardenias? Y eso ¿Por qué? -pregunta Raúl confuso.
-Sip. A partir de ahora te diré así y eso se debe a esto. -comento mientras le muestro la gardenia que me regalo, sin dejar de sonreír.
-¡Oh! No pues si tiene lógica tu apodo. -exclama Raúl entre sorprendido y divertido-. Suena bien. Me gusta lindura.
-Lo sé. Lo sé. Pero es eso o decirte Rillyt. -expreso en un tono coqueto y perverso-. Es un apodo único. También me gusta.
Sé que no le gusta ese apodo, lo comprobé cuando Amaya le dijo así y rápido su rostro se descompuso y en efecto acabo de recalcarlo más en estos momentos. Su rostro dejó de ser divertido, sus mejillas se tornan rojizas peor que las mías, parece un tomate andante.
¡Un tomate andante!
Hay que admitirlo quien carajos le pone a su hijo de catorce años como apodo Rillyt en pleno siglo veintiuno, sí, solamente Amaya.
Lo veo soltar un suspiro para luego rascar su nuca.
-Dime como más te guste a ti decirme, Solcito. -expresa, Raúl coqueto sin dejar de lado el sonrojo de rostro.
-Bueno me parece algo justo. -comento en una sonrisa ladina.
Raúl asiente en acuerdo.
-Por cierto. Se me olvido decirte algo hace un rato. -espeta, Raúl de repente.
Lo miro atenta, expectante ante su respuesta.
-Si ¿Dime? -respondo un tanto confusa.
-Lo que pasa es que mi mamá irá a un baile y se va a llevar a mi hermano y de paso a mí. -comenta Raúl.
-Aja y cuál es el problema en sí. -ladeo mi cabeza y lo miro.
-Lo que pasa es que antes de venir le dije a mi mamá que no me demoraría mucho. -comenta en casi un susurro y añade-. Pero no te preocupes si me demoro ella vendrá hablarme.
-Va. No te preocupes chico de las gardenias. -comento mientras le regalo una sonrisa.
A cambió Raúl también sonríe. Dios es una sonrisa tan encantadora.
Verlo sonríe me desarma hasta el alma.
Los minutos transcurren y las pláticas, las risas y bromas entre nosotros no cesan en ningún momento, en cambio se vuelven más amenas, más agradables.
El tiempo y las pláticas con Raúl se vuelven un complemento único.
Entre la semi oscuridad y el silencio que hemos creado, ambos estamos observando el cielo nocturno que hoy nos honra con una preciosa luna y un cielo colmado de estrellas.
—Es precioso, ¿Verdad? —comenta Raúl sin dejar de mirar las estrellas.
—¿El qué? —cuestiono dejando de mirar el cielo para después mirarlo a él.
—El cielo, la luna y las estrellas... —responde él con una sonrisa ladina.
—Sí. Son realmente preciosos. —respondo para después posar mi vista en el cielo nocturno.
—Como tú, solcito. —dice Raúl entornando su mirada en mí.
Pese a la oscuridad puedo distinguir dos cosas, una de ellas es que mis mejillas se han tornado rojizas y dos es que los iris de Raúl ahora tienen un brillo intenso más que el de la propia luna. Es precioso.
Sus ojos son un enigma, como si fueran un laberinto. Ellos me trasmiten algo que no logro distinguir. Es como si quisieran revelarme un secreto, pero que al mismo tiempo no pueden hacerlo.
Suelto un suspiro.
Quizás son solo ideas mías y realmente los ojos de Raúl no trasmiten eso. Debo dejar de sacar ideas.
Estoy a punto de responderle cuando una voz lejana me interrumpe a la vez que comienza con su típico chiflido.
Es ella.
-¡Rillyt! -grita Amaya a lo lejos.
Raúl y yo nos miramos mutuamente y por un momento olvidamos a su mamá, pero esta vuelve a chiflar.
-Es mi mamá. Ahora si debo irme. -comenta él en un tono triste.
-Claro, no te preocupes anda ve. -lo animo con una sonrisa ladina.
Raúl asiente.
-Gracias Solcito, por contarme esa historia. -dice al tiempo que se levanta y limpia su bermuda.
-No hay de que, gracias a ti por escuchar el desastre de anécdota. -comento entre risas.
Raúl menea su cabeza de lado a lado al tiempo que se le dibuja una sonrisa traviesa.
-Aun así, gracias. -dice con esa voz masculina que hace que mi cuerpo tiemble y añade-. Debo irme. Nos vemos luego lindura.
Le doy un asentamiento de cabeza.
Él comienza a dar leves pasos, es como si quisiera prolongar la despedida y siento una necesidad en mi interior de decirle algo antes de que se vaya.
-Ve con cuidado y diviértete mucho en el baile.
Él detiene sus pasos y seguirá para mirarme.
Lo veo sonreír mientras que el brillo de sus ojos se vuelve aún más hermoso que antes.
-Gracias solcito, pero no creo divertirme los bailes no son lo mío. Solo voy por acompañar a mi mamá. -responde para después guiñarme un ojo coqueto.
En respuesta solo meneo la cabeza sin borra la perezosa sonrisa que se ha formado en mis labios.
Sin darme cuenta de cómo y en qué momento, Raúl me toma desprevenida, me sostiene de los hombros me mira atento y sin percatarme planta un suave y tibio beso en mis mejillas acaloradas.
¡Jesús bendito!
¡Madre de Dios!
¡Tengo sus labios en mis mejillas!
-Que tengas linda noche Solcito. -dice Raúl retirándose de mí.
No digo nada solo le doy un asentimiento de cabeza.
Las palabras se han quedado estancadas en mi garganta.
Estoy en shock.
Cuando lo veo que empieza a alejarse de mí para dirigirse a su casa. Recupero todas mis fuerzas y hablo.
-Igualmente que tengas una linda noche chico de las gardenias.
Raúl meda un asentimiento de cabeza y sonríe para después perderse entre la oscuridad.
Esa oscuridad que hoy es testigo de lo que ha pasado entre Raúl y yo.
Por instinto toco mi mejilla y mis emociones me traicionan y termino sonriendo como una tonta a la que le han declarado su amor. Sé que no es el caso, pero así se siente...
Suelto un suspiro.
Regreso a mi realidad y así como él también se fue, yo vuelvo a casa.
No creo poder consolidar el sueño después de esto.
Como carajos se consigue dormir después de que te han dado un beso en la mejilla, es algo absurdo, pero para mí es un momento bonito.
NOTA DE AUTORA: ¡Hey mis amores! ¿Como han estado? Sí, he vuelto, sí después de casi otro mes, en fin espero se encuentren muy bien. Demoré mucho en actualizar, lo se, pero aquí esta, arriba las porras...
Por cierto recuerden que aquí estoy para lo que me necesiten, para platicar o fansgirlear de cualquier cosa.
Ahora bien, díganme que tal les parece el avance que va teniendo la historia.
¿Que les parece como Belén y Raúl se van relacionando?
Tienen alguna teoría de lo que se viene más adelante. Los leo.
Besos de primavera....🌹🧡
Azucena.....🧡
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