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𝑽𝒆𝒓𝒂𝒏𝒐 𝒆𝒏 𝒄𝒂𝒓𝒃𝒐𝒏𝒄𝒊𝒍𝒍𝒐

🌻Usuario: Tori_Lovegood

🌻Fandom: Boku no Hero academia

🌻Tema: Día de playa

🌻Palabras totales: 5.029

🌻Los gráficos fueron realizados por el Diseñador Shinoa, KillYee, de la Editorial DailyAnimeSite.

Dejó caer su maleta en el suelo de su habitación, mirando con aburrimiento el lugar. Sus padres siempre alquilaban la misma casa de verano para poder disfrutar de la playa. Pero a él le aburría, demasiado.

Envió un mensaje a Todoroki, avisándole que ya habían llegado, y salió a la terraza. Hacía calor, pero al estar frente al mar era menos insoportable. Vio a las personas que disfrutaban del verano, y aprovechó que sus padres se estaban acomodando para sacar sus pinturas; los había convencido para poder llevarse algunas de sus cosas para practicar.

Empezaría la universidad el curso siguiente y se acabarían los días en los que podía pasarse pintando todo el rato. Una vez estuvo listo comenzó a trabajar, mirando de vez en cuando el paisaje que estaba plasmando, tratando de no cometer errores.

-Hanta, vamos a bajar a playa. ¿Ya estás pintando? -escuchó la voz de su madre y suspiró, dejando el pincel a un lado.

-¿No queréis bajar vosotros solos? Yo estoy bien aquí.

-Vamos Hanta, tiene que darte el sol, pareces un vampiro. No vas a quedarte aquí solo mientras nosotros estamos en el mar.

El pelinegro murmuró una reclamación, sabiendo en el fondo que su madre tenía razón. Se levantó, y se puso un bañador bajando al mar con sus padres. Estaba demasiado soleado para su gusto, pero tanto su madre como su padre omitieron cualquier queja que saliese de su boca, acomodando sus toallas en un lugar despejado.

Ambos sacaron un libro y comenzaron a leer, disfrutando del sol y de la ligera brisa que hacía en el lugar. Podría haber llevado sus materiales allí, pero no había tenido esa idea; y al advertir que seguramente sería ignorado un buen rato, se levantó y decidió caminar por la orilla.

Su aburrimiento era demasiado, intentando en vano buscar algún lugar más para pintar en el tiempo que estarían allí. Estaba tan concentrado, que no se dio cuenta de cuánto se había alejado de donde estaban sus padres. Pronto se encontraba en una zona con menos gente, y cansado de andar se sentó bajo la sombra de algunas palmeras.

-Es una buena vista, ¿no? -una voz le hizo girarse, topándose con un chico que estaba sonriéndole.

Tenía un bañador amarillo y naranja, junto a unas gafas de sol del mismo tono sobre su cabello. Le sonreía como si fuesen amigos, y sin pedir permiso se sentó a su lado. Entonces Sero notó lo que llevaba en la mano, un cuaderno de dibujo y unos carboncillos.

-Mi hermano es muy pesado, he tenido que alejarme de donde estaba mi familia para dibujar tranquilo. No esperaba encontrarme con alguien, siempre estoy solo aquí.

-Bueno... Mis padres me ignoran, y decidí pasear -le observó de reojo, viendo cómo empezaba a dibujar.

Nunca había visto a alguien crear bocetos de un paisaje tan rápido. No era tan sofisticado como sus pinturas y pinceles, pero tampoco parecía estar quedando feo. El desconocido hacía trazos rápidos sobre el papel, con un pulso casi perfecto. Ignoraba a Sero al igual que a un fantasma, solamente atento al dibujo que se estaba formando en el folio.

-¿No es genial? Es el lugar más tranquilo para hacer mis bocetos. Tengo mucha suerte de que no venga tanta gente por aquí- de pronto volvió a hablarle, mostrando su cuaderno con una sonrisa como si fuesen amigos, y Sero asintió.

-Es bonito, pero está un poco sucio, ¿no? -el chico rubio parpadeó confundido, mirando su dibujo otra vez. Al notarlo, Sero trató de explicarle de manera más explícita-. Sería mejor utilizar otros materiales.

-Bueno... A mí me gusta el carboncillo, o simplemente un lápiz. Así puedo borrar lo que quiera, de todas formas suelo dejar siempre todo como un boceto.

Sero asintió sin estar demasiado convencido, atento a cómo dibujaba por un rato más. Era mejor que observar a la gente que pasaba por donde estaban sentados, o las olas del mar que disfrutaban algunas personas en el agua. Kaminari llevaba ya varios bocetos que para Hanta eran algo apresurados, pero que por la sonrisa que tenía el chico parecían ser perfectos.

-¿Piensas estudiar arte? -preguntó tras un rato.

-Sí, tengo que aprender varias técnicas antes del curso que viene... No domino todas las que me gustarían.

-¿Incluido pintar sobre un lienzo? -Hanta no pudo evitar reír de la situación del chico, y este arrugó la nariz.

-Es que es difícil y aburrido, además no tengo a nadie que me enseñe.

El pelinegro observó la expresión del chico, y miró sus dibujos. Nunca había visto algo así, y no sabía siquiera si él mismo podría replicarlo si lo intentase. Estaba sucio, mucho, pero tenía su encanto en el fondo.

-¿Y si te enseño? Yo podría mostrarte cómo pintar en un lienzo, y tú me enseñas la técnica del carboncillo. Voy a estar aquí atrapado varias semanas, y me gustaría hacer algo aparte de... disfrutar del mar -notó que el chico parecía dudar un segundo, pero luego extendió la mano.

-Kaminari Denki, si vas a enseñarme mejor que sepas mi nombre.

-Sero Hanta -estrechó su mano con una sonrisa. Al menos ya tenía algo interesante que hacer en ese lugar.

Se quedaron un rato más hablando antes de ir hacia donde seguramente seguían los padres de Sero. Ninguno de los dos tenía a nadie con quien pasar esas semanas de vacaciones, y Hanta agradeció haberse topado con Kaminari.

Al principio se sorprendió por lo parecidos que eran, excepto para el arte. A los dos les gustaban los mismos juegos, más o menos la misma comida, y al hablar de sus amigos descubrieron que tenían a una en común. Además, Denki parecía ser tan activo y bromista como él, y se distrajo durante toda la mañana a su lado.

-Mis viejos dicen que no podemos encerrarnos en casa todo el día. Pensé que al menos algunos de mis amigos vendrían, pero no estarán aquí hasta dentro de una semana y media -Kaminari empezó a quejarse, hablando sobre que sus compañeros ahora debían estar pasándolo en grande y descansado.

-Los míos no van a venir aquí, están disfrutando de sus vacaciones como les da la gana, a diferencia de mí.

-Entonces, intentemos disfrutar mientras estemos atrapados en la playa -Denki sonrió y, parando de caminar, dejó su cuaderno el carboncillo y las gafas en el suelo para ir al agua.

Sero no tardó demasiado en seguirle tras quitarse su camiseta. Kaminari ya se había adentrado a una zona algo profunda, pero no pasó mucho hasta que le alcanzó, notando que el chico casi no hacía pie. Él, en cambio, no tuvo problema en descansar, sumergiendo su cabeza para poder mojar su pelo y no sentir tanto calor.

Decidieron nadar un rato a esa altura, para no ser molestados por los niños, e incluso acabaron haciendo una carrera que el pelinegro ganó gracias a que estaba más acostumbrado a las largas distancias. Después de todo había sido su único entretenimiento cuando iba con sus padres a la playa.

-Tengo hambre, ¿vamos a por algo de comer? -Denki se hartó tras un rato de estar en el agua, y Hanta estuvo de acuerdo al notar que empezaba a tener arrugas en los dedos.

-Tengo que pedirles dinero a mis padres, si quieres nos vemos en algún sitio.

-Mejor, también tengo que pedir dinero.

Salieron del agua y decidieron encontrarse en una hamburguesería que estaba al final de la playa. Sero fue hacia donde sus padres estaban tomando el sol y después de un tiempo buscándoles los encontró, todavía con sus libros. Se acercó a ellos y se agachó junto a su padre, dándole unos toques en el hombro

-Papá, ¿me das dinero? Voy a ir a comer. -El mayor enarcó una ceja, dejando de leer para atender a su hijo, igual que su esposa.

-¿Comer? ¿A dónde irás solo?

-¿No comes con nosotros cariño? -su madre le miró curiosa, y Sero negó.

-He hecho un amigo, hemos nadado un rato y he quedado en verme con él en una hamburguesería ahora.

Eso pareció alegrar a su madre, que de inmediato indicó a su esposo que le diese algo de dinero para que no hiciese esperar mucho a su amigo. El hombre sacó su cartera, y en cuanto lo tuvo en mano Hanta les dio las gracias a sus padres, yendo directamente hacia el local. En la puerta ya estaba Kaminari, que hablaba animadamente con un chico de deslumbrante cabello pelirrojo.

Se acercó un poco más y Denki reparó en su presencia, saludándole y diciéndole con una seña que fuese a donde estaban. El chico de cabello rojo le observaba, pero el pelinegro no le tomó demasiada importancia. A diferencia de ellos no tenía bañador, sino el uniforme de la hamburguesería.

-Sero, este es mi bro, Kirishima Eijirou; trabaja aquí en verano.

-¡Un placer, viejo! -Kirishima le tendió a Sero la mano y este la estrechó, fijándose en la gran sonrisa que tenía el chico en el rostro-. Bien, os llevaré a vuestra mesa.

Los guio al interior del lugar y se sentaron en una de las esquinas, en la que mejor les llegaba el aire. Sero agradeció esto, el calor empezaba a sentirse cada vez peor. Kirishima les dejó la carta, y cuando se retiró Hanta le preguntó a su nuevo amigo.

-¿De qué os conocéis?

-Un amigo y yo nos pasábamos por aquí todos los días; tiene un humor espantoso, pero tienen una hamburguesa que pica mucho, y eso le calma por momentos así que veníamos siempre. Kirishima y él acabaron sintiendo algo y se hicieron pareja, por lo que nosotros nos convertimos en amigos.

-¿Y tu amigo no ha venido este año? -Denki negó.

-Como en marzo entramos en la universidad está haciendo un curso, tiene planeado venir en algún momento para ver a Kirishima y pasar unos días juntos. Bakugo no quiere admitirlo, pero en el fondo es un cursi.

Hanta supuso que Bakugo era el nombre de ese chico, y sonrió levemente ante lo dicho por Denki. Se mantuvieron hablando de ese joven hasta que llegó su comida; en cuando Sero probó la hamburguesa comprendió por qué Kaminari iba siempre allí, estaba demasiado buena para poder creerlo.

Comieron con tranquilidad para disfrutar la comida todo lo posible, sin dejar de lado la conversación que mantenían. Podían sacar un tema tras otro de manera natural, e incluso cuando las hamburguesas se habían acabado estuvieron charlando por un rato más en el local.

Sero estaba tan concentrado que dio un respingo cuando un mensaje llegó a su teléfono. Era de sus padres, indicándole que tras comer algo estaban regresando para pasar las horas de más calor en su casa.

-Mis padres han vuelto a nuestra residencia, podemos ir si quieres. Tengo mis pinturas allí.

-Está bien, avisaré a mis padres.

Hanta esperó a que le dieran permiso y pagaron la cuenta, yendo hacia el complejo en el que se estaban quedando. El pelinegro no llevaba llaves por lo que tocaron el timbre, y esperaron a que la madre del chico abriese. No tuvieron que hacerlo demasiado hasta que la mujer les abrió.

-Tú debes ser el nuevo amigo de Hanta, ¿no? Soy Umeko Sero -le sonrió de manera amable, y les dejó pasar-. Hanta cariño, tu padre y yo vamos a estar en el salón por si necesitáis algo, luego os subiremos unos refrescos.

-Está bien mamá -guio a Kaminari al piso de arriba, abriendo la primera puerta a la derecha, que daba a su cuarto. Su lienzo estaba en el interior junto a las pinturas, con lo poco que le había dado tiempo a pintar antes de que le interrumpieran esa mañana.

Notó lo impresionado que parecía estar el rubio con la cantidad de pintura que tenía, y se sentó en la cama mientras Kaminari disfrutaba analizando cada bote y tonalidad que poseía Sero.

-No pensé que hubiese tantas... ¿Cómo has conseguido traerte todo esto sin que tus padres se diesen cuenta?

-Bueno, me dieron permiso. Tengo una maleta para poder meter todo dentro, y me lo traje porque íbamos a estar demasiado tiempo. ¿Quieres empezar?

Denki asintió emocionado, y preparó todo. Hacía demasiado calor para pintar en el exterior, por lo que llevó dos taburetes a la habitación junto a un plato de fruta, y le dio su caballete al otro chico para que fuese más fácil. Tardó un poco en estar listo, pero pronto ya estaba preparado para enseñarle.

-Empezaremos con algo simple, creo que siempre comenzamos con esto.

-Pintar fruta -el rubio habló antes de que Sero tuviese tiempo de hacerlo, y este le dio la razón.

Denki aprendía rápido, sin duda; Sero estuvo toda la tarde enseñándole algunas técnicas simples, y tan solo hicieron una pausa cuando el padre del pelinegro entró con galletas y zumos para que descansasen un poco.

Al final de la tarde, el rubio había conseguido realizar algo bastante decente con su lienzo, y decidieron practicar un poco con carboncillo antes de que Denki tuviese que irse. Para Sero no fue demasiado difícil tampoco pintar una cosa aceptable con el modelo que estaban usando, aunque estaba mucho peor que el de Kaminari.

-Tenemos tiempo de mejorar los dos -Denki sonrió divertido al ver el dibujo de su amigo, y le ayudó a limpiar y recoger todo antes de despedirse. Por suerte la casa de vacaciones en la que estaba no se encontraba muy lejos de allí.

-¡Eres un tramposo, Kaminari! -Sero dejó por un momento de nadar, viendo como el otro se adelantaba.

Habían pasado varias semanas desde que se conocieron, y todos los días los pasaban juntos. Nadaban y estaban en la playa por las mañanas, comían y después iban a casa de Sero a pintar, ya que el hermano de Kaminari se les hacía insoportable a los dos cuando se encontraban en la del rubio.

Esa mañana habían hecho una apuesta, quien llegase el último a unas rocas que había al final de la playa, le pagaría la comida al otro. Llevaban unos días sin ir a la hamburguesería y la echaban de menos, además les gustaba hacer carreras. Pero Kaminari no estaba jugando limpio, y mientras Sero llevaba la delantera le tomó del pie, logrando que se parase para adelantarle.

El pelinegro gruñó y no dudó en acercarse lo más rápido que pudo a su amigo, hundiéndole y adelantándole nuevamente. En cuanto llegó subió a las rocas, recuperando el aire mientras veía cómo Kaminari se acercaba, tosiendo cuando también salió, pero con una sonrisa.

-Eres un tramposo, Han.

-Eso te pasa por empujarme, Denks -utilizó el apodo que le había dado hace unos días, y ayudó al rubio a subir a donde se encontraba.

En esas semanas se volvieron tan cercanos que ya no le importaba quedarse en ese sitio por más días, agradecía que sus padres lo habían costeado por bastante tiempo. Miró a Kaminari y le vio con los ojos cerrados, disfrutando del sol y del sonido de las olas golpeando contra las rocas.

-¿Tus amigos vendrán hoy? -rompió el silencio con esa pregunta, y el chico asintió.

-A Toshi le gusta venir aquí porque hay una cala donde se forman buenas olas, y Neito vive cerca.

Sero trató de recordar quién era quién, según él Shinsou Hitoshi era el chico de pelo morado que le gustaba el surf, Monoma Neito era su pareja y se habían conocido porque el primero iba mucho a surfear por la zona en la que vivía. Kaminari tenía tantos amigos que a veces le resultaba difícil recordarlos.

-¿Iremos a verles?

-Si quieres podemos. Hace tiempo que no hago surf, estaría bien volver a probarlo; alquilamos unas tablas y vamos esta tarde.

-¿No practicaremos? -Sero arqueó una ceja, aunque no le importaba dejar de lado por una tarde la pintura si podían hacer algo divertido.

-Puedo llevar mi cuaderno, el surf es divertido, pero siempre hay que esperar a que llegue una buena ola, así que podemos pintar mientras tanto.

El otro estuvo de acuerdo con la idea, y después de pasar un rato más en las rocas bajaron y nadaron hasta la orilla. Kaminari tomó su mochila, que llevaba a todas partes desde hacía unos días para conservar mejor su cuaderno; tras secarse un poco y ponerse sus camisetas caminaron hacia la hamburguesería.

Saludaron a Kirishima y Bakugo, que llegó el día anterior, y entraron en el local. Se habrían quedado con la pareja, pero ya que no se habían visto en bastante tiempo era mejor dejarles a su aire, y comer por su cuenta.

Pidieron, y mientras esperaban a que la comida llegase hablaron sobre el surf. Ambos lo habían practicado alguna vez, y acordaron alquilar dos tablas en un local que había cerca para no tener que turnarse.

Una vez llegó la comida, Sero notó que Denki se encontraba dibujando algo en su cuaderno mientras empezaba a comer, y arqueó una ceja extrañado. El rubio dibujaba todo lo posible, ya se había percatado de ello, pero siempre cuando él estaba cansado y se tumbaba en su toalla. Era en ese momento que su amigo aprovechaba para dibujar. Nunca a la hora del almuerzo.

-¿Algo interesante?

-Mucho, tranquilo es solo un boceto, lo acabaré más tarde.

Efectivamente, tras unos cuantos trazos más dejó el cuaderno de lado, empezando a comer su hamburguesa y a hablar con su amigo de nuevo. Sero quería saber qué había dibujado, pero Kaminari no quiso contarle nada, solamente mencionado que era genial.

Fue él quien pagó la cuenta porque, al fin y al cabo había perdido la carrera, y escribió a Shinsou para preguntarle si estaba ya en la playa. El chico le contestó que iría una vez el sol bajase un poco, y que le avisaría.

Se quedaron en el local tomando un granizado y miraban de vez en cuando a Eijirou y Bakugo, que tras un rato, y seguramente varias súplicas del pelirrojo, se unieron a ellos. A Katsuki pareció caerle bien Sero, porque le insultó en un tono que Kaminari y Kirishima identificaron como positivo.

El pelinegro no lo comprendió cuando se lo explicaron, pero asintió tratando de parecer convincente. De repente, empezó a sonar el teléfono de Denki, y en la pantalla apareció el nombre de Shinsou.

-Creo que ya estará en la cala, nos vemos chicos -se despidieron de la pareja, y caminaron hasta donde les esperaba el pelimorado, que ya tenía su tabla de surf en la mano.

Kaminari aceleró un poco el paso para llegar antes y Sero le siguió, viendo que medían lo mismo. Pensaba que sería un pelín más bajito, con la piel menos pálida y sin ojeras; ¿ese chico acaso dormía algo?

-Tú debes ser Sero... Kaminari me habló de ti, ¿sabes hacer surf?

-Un poco, hace tiempo no practico -estrecharon sus manos, y fueron a alquilar unas tablas mientras Hitoshi les esperaba.

Al pelinegro le dio un escalofrío, sentía que le miraba fijamente mientras Denki hablaba emocionado al notar que hacía un día genial para practicar. No había demasiada gente y las olas eran de un tamaño perfecto para aquellos que no fueran profesionales, como ellos.

-Oye, ¿me estás escuchando? -volvió en sí cuando ya era su turno, y sin darle tiempo a responder a su amigo pidieron las tablas, y caminaron hacia la arena. Kaminari soltó su mochila en el suelo y una vez tuvieron solamente el bañador fueron al agua, donde ya estaba Shinsou esperando una ola.

-¿Neito vendrá? -Denki entabló una conversación mientras aguardaban, y el joven negó.

-Tenía cosas que hacer, pero creo que vendrá a la fiesta.

Siguieron hablando; Kaminari comentó feliz que a Sero también le gustaba el arte como a él, y que por eso se habían hecho amigos. Hanta no podía saber si Shinsou le odiaba, era indiferente, o tenía cualquier otro sentimiento hacia él. Asentía a lo que decía Denki, pero permanecía en silencio.

Pronto llegó una ola, y mantuvieron esa dinámica por un rato más. Sero todavía no había tenido la oportunidad de hablar con Shinsou, hasta que cuando estaban disfrutando de una buena ola Kaminari se cayó. El chico tosió al sacó su cara del agua y nadó hacia su tabla, agarrándose de ella.

-¿Estás bien Denks? -Sero le preguntó cuando llegó a su lado, y el chico asintió tranquilo.

-Sí, pero creo que tomaré un descanso, seguid vosotros. -El pelinegro iba a decirle que por favor no le dejase solo con Hitoshi, mas Kaminari no le hizo caso. Para cuando se dio cuenta ya había nadado hacia la orilla, dejándole con el pelimorado.

-No se te da mal el surf -se sorprendió al escucharle, tragando saliva.

-Mi padre me enseñó hace tiempo, aunque no sabía si podría mantenerme en la tabla de nuevo -Shinsou hizo un movimiento afirmativo, y le sonrió de lado.

-Te mantienes mejor de lo que lo hacen otros, es algo bueno. A Kaminari le gusta mucho hablar... Yo prefiero esperar las olas sin tanta cháchara.

Sero estuvo de acuerdo, aliviado por saber que el joven no le odiaba, simplemente no era tan alegre como Kaminari y él. Sin embargo, Shinsou resultó ser más simpático de lo que había pensado al principio de la tarde, de vez en cuando cruzaban un par de frases, y el resto del tiempo se mantenían en un cómodo silencio.

Sero miraba de vez en cuando a Denki, que parecía estar contento, observándoles a veces y dibujando en su cuaderno. No pararon hasta que Shinsou vio que su novio había llegado a la cala, y estaba sentado mientras Kaminari le hablaba.

-Será mejor que salgamos, antes de que ocurra algo.

Hanta no lo comprendió muy bien, pero según recordaba Monoma tenía un carácter algo extraño, así que siguió a Hitoshi fuera del agua y se reunieron con los otros dos chicos. Kaminari le estaba contando a Neito de sus clases de pintura, mientras este aprovechó que Shinsou y Sero se acercaban para cortar la conversación.

-¿Vendréis a la fiesta que harán esta noche? -Shinsou intentó cambiar de tema, dejando su tabla en la arena-. Es en un local cercano a la playa principal, todos los años hacen una fiesta temática hacia más de la mitad del verano.

-¡Sí! La del año pasado fue genial, tendrías que haber estado Han -Denki empezó a relatar lo buena que había sido, y Monoma miró a su novio con los ojos entrecerrados.

-Seguro, estaremos allí... Pero será mejor que nos preparemos, no podemos ir en bañador -Sero notó la mirada que Hitoshi le daba, y viendo la expresión de Monoma decidió que era hora de irse.

Hanta se dedicó en el camino de vuelta a comentar con Kaminari sobre la fiesta de la que les habían hablado. No se había dado cuenta de lo mucho que hablaba Denki, pero a él le gustaba; ambos eran prácticamente igual de habladores después de todo.

-¿Nos veremos luego en el local directamente? -Una vez llegaron al lugar donde se separaban, Denki le preguntó.

-Sí, creo que sabré llegar -se despidieron y Hanta se quedó un momento quieto viendo cómo se iba, antes de caminar a su casa.

Pensaba que el lugar estaría abarrotado de gente, pero, en cambio, todos los asistentes parecían estar bastante relajados. Había una pista de baile y todo estaba decorado con cosas hawaianas, inclusive muchas de las personas tenían collares de flores.

-¡Han! Llegas tarde, creí que tardarías menos -Kaminari se acercó a su amigo, dándole un collar y tomando un sorbo de su bebida-. Vamos a conseguirte algo de beber y luego si quieres bailamos, la música que ponen es genial.

Le arrastró hacia la barra, y pidió algo que Sero no sabía qué era. En unos minutos tenía un vaso de colores rojos y naranjas en su mano, y se encontraba en la pista de baile escuchando la música que ponía el DJ, mientras todos bailaban. Kaminari había terminado ya lo que estaba tomando, con las manos libres para moverse libremente.

Hanta se dio prisa en terminar su bebida, y bailó también con su amigo. Algunos que ya eran mayores de edad estaban bebiendo alcohol; mientras, ellos se dedicaron a pedir zumos de frutas, y a seguir bailando. Seguramente no se había divertido tanto con otro; Todoroki no era aficionado a las fiestas, y Mina le dejaba solo, pero con Kaminari se lo pasaba demasiado bien.

-Me duele todo... -acabó por sentarse a pesar de las réplicas de Kaminari, bostezando un poco.

-Vamos Han, la noche es joven. No me creo que ya estés cansado, las chicas guapas apenas están llegando -el rubio se sentó a su lado, mirando a su alrededor.

-Ve a bailar con ellas entonces, yo me quedo mirándolas desde aquí -pensaba que Denki se levantaría; sin embargo se quedó a su lado y pidió dos zumos, escuchando la canción que estaban poniendo.

-¿No estaban llegando muchas chicas? -una vez tuvo su bebida en mano, Sero le preguntó divertido.

-Da igual, las miraré desde aquí también -Denki removió la suya con la pajita, dándole un pequeño codazo. No se lo dijo, pero a Hanta le alegró que Kaminari se mantuviese junto a él. A provechó entonces ese momento para tocar un tema del que había querido hablar esos días.

-¿Qué haremos cuando nos vayamos? -La pregunta pilló a Kaminari desprevenido, pero Sero continuó-. No me gustaría que fuese una amistad solo de un verano, quiero seguir siendo amigos durante lo que resta de curso, y luego en la universidad si vamos a la misma.

-No tienes que ponerte tan cursi para pedirme el número. Dame tu móvil lo apuntaré ahora para que no se me olvide.

Sero se lo tendió, y pronto tenía guardado el contacto de Kaminari en su teléfono. Sonrió y dio otro sorbo a su bebida, más tranquilo ahora que sabía que continuarían su amistad. No hablaron mucho a partir de ese momento, pero ninguno estaba incómodo.

Sero seguía bostezando, y cuando notaron que ya había algunos adultos de más salieron de allí. Hacía una pequeña brisa esa noche, y al salir Kaminari sintió una corriente recorrer su cuerpo.

-Mis padres me dijeron que nos iríamos en dos días -Sero asintió, sabía que se iban a ir algún día de la semana siguiente-. ¿Nos vemos donde nos conocimos? La mañana que me marche a las doce, quiero darte algo.

-¿Darme algo? -Sero enarcó una ceja sin comprender, pero Kaminari le sonrió de manera misteriosa.

-Es algo que he estado preparando, lo sabrás cuando lo veas.

Caminaron por un rato hablando de un tema completamente diferente, y se despidieron lo más tarde posible, a poco tiempo de que llegase el amanecer.

Pasaron los dos días que quedaban juntos, todo el tiempo posible. Sero no iba a quedarse solo, Shinsou iba a seguir allí, y le dijo que podían hacer surf cuando quisiera. Kirishima también estaría de vacaciones, ahora eran buenos amigos; pero ninguno era como Kaminari. Él era muy diferente a las demás personas que había conocido ese verano.

Estaba esperando a que su amigo llegase, aunque tuvo que aguardar un poco más de lo que creía. Iba a llamarle tras media hora cuando por fin le vio acercándose a un paso rápido, con un pequeño paquete y pareciendo emocionado.

-Perdón tenía que hacer algo, además de ayudar a mis padres a recoger todo, ¡pero aquí lo tengo! -extendió su regalo envuelto en un papel de color naranja suave, y Sero lo tomó para abrirlo, siendo detenido por Kaminari-. Solo puedes verlo cuando me haya ido.

-¿Por qué?

-Solo hazlo... ¿Vale? -Hanta asintió, y dejó el paquete tranquilo. No se le daban bien las despedidas, no sabía nunca qué decir-. Puedes escribirme diciéndome lo mucho que te ha gustado después, ahora tienes mi número. Apuesto a que te encantará, es el mejor regalo que van a hacerte en la vida.

-Estoy seguro de ello -ambos rieron, y Sero no pudo evitar abrazarle.

-Este ha sido el mejor verano Denks, gracias por hacerlo tan divertido para mí.

Kaminari correspondió el abrazo, susurrando algo que Hanta no pudo entender. No le preguntó, fue a hacerlo una vez se separaron, pero se quedó callado. Caminaron juntos hasta donde estaba el coche de los padres de Denki, que estaban terminando de acomodar todas las cosas en el interior.

-Procura escribirme para quedar, quiero seguir aprendiendo antes de entrar a bellas artes. ¿Me prometes que lo harás?

-Te lo prometo -chocaron sus puños, le habría abrazado, pero delante de sus padres Kaminari parecía mantener las distancias.

Se quedó con él hasta que se fueron, y volvió a su casa. No iba a ir a la playa por unas horas, así que abriría el regalo que su amigo le había dejado. Al entrar, vio que su padre le observaba detenidamente, y le indicó que fuese con él al sofá.

-Tu amigo vino hace un rato, dijo que debías abrir eso antes de entrar a tu cuarto.

Rio internamente, aun habiéndose ido Kaminari hacía de las suyas. Abrió el paquete y grande fue su sorpresa al ver el cuaderno que Denki había estado usando todo el verano. Al empezar a ojearlo, notó que no tenía los bocetos que habría esperado. El primero de ellos era de los dos sentados en las palmeras donde se conocieron, seguido de varias cosas que habían hecho durante las semanas que estuvieron juntos.

Todo el cuaderno estaba lleno de los recuerdos del verano, cada uno con carboncillo. El último era de Sero haciendo surf, y venía acompañado de una pequeña firma, y una frase: "Entra a tu cuarto ahora".

Se levantó prácticamente corriendo y fue a su cuarto, pero no esperaba lo que encontró. Esos últimos días Kaminari no había querido enseñarle sus progresos, y ahora lo comprendía. En el lienzo estaba él mismo, concentrado en lo que pintaba y con varias manchas en las manos.

Objetivamente no estaba perfecto, pero a Hanta le pareció el mejor cuadro que había visto en toda su vida. Lo tomó entre sus manos y lo observó detenidamente, notando la misma firma que usó Kaminari en su cuaderno. Rozó sus dedos por encima, sin notar la gran sonrisa que recorría su rostro.

Definitivamente, ese verano en la playa sí había merecido la pena.

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