Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Epílogo

Epílogo

Unos meses después

—...Y esa es la historia.

Miré a los pocos que tenían acceso a la sala, entre ellos mamá, mis hermanos, nuestra abogada y él. Sobre todo lo miré a él.

Maxwell había insistido en acompañarme y había sido la mejor decisión que había podido tomar. No sabía lo mucho que necesitaba su apoyo. Estar frente al asesino de mis padres, verle a los ojos, los mismos que me habían torturado durante tantos años; estaba siendo uno de los momentos más duros de mi vida. Sin embargo, y pese a lo que pensaba cuando me pidieron que hablara como única testigo, solo sentí alivio. Por fin había cerrado esa etapa de mi pasado que tanto me había atormentado.

Ya no tenía ese peso sobre los hombros.

Un murmullo se extendió por la sala mientras volvía a mi lugar junto a mi familia. Al instante, Maxwell me pasó las manos por los hombros y me atrajo hacia sí. Solo necesitaba ese gesto para sentirme a salvo. Todo iba a salir bien, por fin meterían entre rejas al tipo que había roto mi familia.

Pero todavía no sabía por qué había actuado así. Necesitaba respuestas.

Así que cuando lo declararon culpable me acerqué con las manos temblorosas. Clavé los ojos en los suyos, de color miel.

—¿Por qué? —pregunté con la voz estrangulada.

Mi pecho subía y bajaba con rapidez, el corazón me latía desbocado y los ojos los tenía llenos de lágrimas. Había intentado mantenerme entera, pero no pude evitar que en aquellos instantes un par de lagrimas se deslizaran por mi rostro.

Creía estar lista para decir adiós.

Avery me miró de arriba abajo. Esperé unos minutos en silencio, pero él no dijo nada. Pensaba que se llevaría lo que tanto ansiaba saber consigo, pero cuando ya estaba volviéndome para marcharme escuché:

—Tu padre y yo aspirábamos al mismo puesto en la universidad. Hace dieciocho años trabajábamos juntos en el mismo departamento. Era bueno en todo lo que hacía, tanto que hasta daba asco. Cuando nos enteramos de que buscaban un rector, nos presentamos entre todos los candidatos. Los dos pasamos a la entrevista final. No podía dejar que él me quitara todo: primero a tu madre y, después, el trabajo.

»No tenía pensado hacer nada, pero un día, tras haberme pasado con la bebida, vi mi oportunidad. Mi apartamento estaba muy cerca de donde vivíais. Vi la puerta abierta y entré, simplemente entré. No lo pensé bien, solo me dejé llevar por esa envidia que me corroía por dentro cada vez que pensaba en todo lo que me había arrebatado. Quería que pagara.

»Sabía que tenían una hija, pero mi error fue no buscarte. De haberlo hecho, nadie jamás se habría enterado. ¡Por tu culpa voy a ir a la cárcel y mi carrera está arruinada!

—Fuiste tú quien cometió el crimen, quien pulsó el gatillo —escupí.

—Ni se te ocurra hablarle así —espetó Maxwell poniéndose a mi altura. Como siempre, era mi compañero de lucha—. No sabes todo el daño que has causado.

Entrelazó nuestros dedos y me dio un apretón para mostrarme su apoyo constante.

—Lo único que me gusta de esta situación es que por fin vas a pagar por todo lo que has hecho. —Lo miré una última vez—. Espero que te pudras entre rejas.

Con esas palabras, tiré de Maxwell hacia el pasillo. Allí, me derrumbé por completo. Dejé que sus fuertes brazos me rodearan, enterré la cara en su pecho y saqué todas esas emociones que se habían apoderado de mi pecho durante la sesión: ira, rabia, tristeza, incertidumbre, alivio. Una parte en mi interior se deshinchaba y ya no sentía esa tensión que, sin saberlo, se había convertido en una parte de mí misma.

—Ya está, ya ha pasado —chistó al mismo tiempo que me recorría con los dedos la espalda.

—No me puedo creer que este sea el fin.

Me aferré a sus brazos y lloré hasta que ya no me quedaron lágrimas. Mientras, Maxwell se dedicó a consolarme, a hacerme ver que ya no había nada de lo que preocuparme.

Dos semanas después

—Si no tocas el balón es imposible que llegues a aprender a chutarlo.

Le tiré la pelota, pero Destiny, de nuevo, la esquivó. Llevábamos más de media hora así. Cuando me había sugerido que quería que la enseñara a jugar, no me esperaba que pusiera tan poco empeño. Si ni siquiera iba bien vestida. ¿Quién en su sano juicio se ponía tacones —¡tacones!— para jugar? Puf, era de locos.

—Perdóname por tener traumas infantiles.

Reí al recordar la vez en la que, siendo unas crías, al profesor de Educación Física le pareció una buena idea que jugáramos al fútbol. Digamos que mi amiga se comió un buen balonazo y que desde entonces ha evitado acercarse a uno.

—Eres una exagerada. Eso no es un trauma, querida. —Chasqueé la lengua.

Cuando toqué de nuevo esfera, la manipulé con los pies: di varios toques y regateé.

De repente, Des miró la pantalla de su teléfono, hizo una mueca rara y me miró largo y tendido. De un movimiento rápido, me arrebató la pelota.

—¿Sabes qué? Estoy cansada. ¿Podemos ir a casa? Puedo hacerte un bizcocho de chocolate por tu cumpleaños mientras te duchas.

Vale, eso me olía a chamusquina. La miré con los los ojos entrecerrados.

—Ahora me dirás que no habéis montado una fiesta sorpresa, ¿verdad?

Mi mejor amiga intento parecer tranquila, pero la forma en la que rehuyó mis ojos me dio a entender que había dado en el clavo.

—Tonterías. —Le restó importancia con un gesto de la mano—. Son solo imaginaciones tuyas.

La alcancé en un par de zancadas y me puse a caminar en dirección a nuestra apartamento.

—Venga, te prometo que me haré la sorprendida. Puedo poner esta cara. —Me llevé las manos a la cara y simulé sorpresa—. ¿Qué te parece?

—Que te vendría muy bien unas clases de interpretación. Eres malísima, amiga mía. No vas a convencer a nuestros invitados de...

Pero calló al darse cuenta de que había mordido el anzuelo. Sonreí victoriosa.

—Así que sí hay una fiesta sorpresa. Gracias, Des, por tus servicios.

Soltó un gruñido exasperado.

—Eres insoportable.

Reí a carcajada limpia. La seguí como un perrito faldero.

—Venga, no te enfades. Seré buena y me haré la sorprendida.

Puse mi mejor cara de niña buena en un intento por convencerla. Al final, se limitó a asentir con la cabeza y a seguir caminando.

—Con razón hemos dado un buen rodeo —dije intentando picarla un poco más. Estaba segura de que una de las cabezas pensantes de la fiesta sorpresa había sido ella. Le encantaba hacer ese tipo de cosas.

—Cierra la boca y practica esas expresiones, señorita.

Cuando llegamos a casa unos minutos después, todo estaba a oscuras aunque pronto Des encendió la luz y una muchedumbre gritó:

—¡Sorpresa! ¡Feliz cumpleaños!

He de decir que el grito que pegué fue real. Vi a mamá, a Gideon, a mis hermanos, a mis sobrinos, a Jordan, a Connor y a Maxwell. Sonreí como una boba al verlo con un gorrito ridículo en la cabeza, como todos, y un collar de flores al cuello. En cuanto los latidos de mi corazón volvieron a su ritmo natural, me acerqué a todos con lágrimas en los ojos. Puede que ya supiera que habría una fiesta sorpresa, pero ello no quitaba que me enterneciera el hecho de que se hubiesen tomado la molestia solo por mí.

Miré la decoración ilusionada. Todo estaba hecho al detalle: los vasos de plástico con el número 8 pintado en azul —mi dorsal—, las pequeñas sombrillas que los adornaban, los platos con forma de balón de fútbol, las guirnaldas con banderines colgados del techo y dos grandes globos de helio con el número de años que cumplía.

Me encantaba.

Pero, sobre todo, me gustaba que estuviesen allí, que pudiera celebrar un día tan especial con ellos.

—Es demasiado —musité con la voz entrecortada.

Maxwell me rodeó con sus brazos y enterró la nariz en mi cuello.

—Nada es demasiado si con ello veo esta sonrisita de felicidad.

La tarde transcurrió con rapidez. Me cantaron el «Cumpleaños feliz», bailé con mi familia y me lo pasé en grande. Cuando ya la noche estaba bien entrada, los invitados se fueron... todos menos Maxwell. Le lanzó una miradita a Des que no logré descifrar.

—¿Te importa si te la robo?

—Toda tuya, pero tráemela de una pieza.

No necesitó más para arrastrarme hasta mi habitación. Una vez allí, cerró la puerta y se abalanzó sobre mí. Me besó con ganas, me pegó a su cuerpo y me mostró cuánto me quería con caricias y gestos. Con delicadeza, me dejó sobre la cama. Me abrió las piernas, se situó encima y, sin dejar de besarme, me volvió loca.

Sus dedos me recorrieron la piel expuesta, sus labios me dieron mordisquitos en los míos. Poco a poco fue descendiendo hasta enterrarse en mi cuello, donde me lamió de manera muy sensual.

—No sabes lo difícil que ha sido controlarme al verte con este pantaloncito —susurró con la voz ronca. Su aliento me hizo cosquillas. Me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo—. Pero ahora que por fin estamos solos, puedo hacer lo que me plazca.

Arqueé una ceja.

—¿Ah, sí?

Se echó a un lado. Me miró y yo hice lo mismo, hipnotizada por la intensidad que irradiaban sus ojos. Enredé los dedos en su pelo, maravillada.

Y es que había encontrado en él algo con lo que jamás habría podido soñar. Me había apoyado, me había visto en mis peores momentos y, aún así, no se había ido. Cuando lo conocí, creía que mi vida siempre estaría llena de tinieblas y oscuridad, pero había logrado ser la luz que habitaba en mi interior y devolverme, así, la chispa que necesitaba.

—Te quiero —susurré—. Gracias por estar a mi lado.

—Siempre.





FIN

...................................................................................................................................

Nota de autora:

¡Feliz martes, Moni Lovers!

¿Qué tal estáis? ¿Qué os ha parecido el final de Venus. Luz y oscuridad? ¿Qué os ha parecido la novela? Repasemos lo ocurrido en el epílogo:

1. El juicio.

2. ¡Por fin descubrimos la razón del asesinato!

3. La fiesta sorpresa no tan sorpresa.

Espero que la novela os haya gustado. Gracias por leerla. ¡Nos vemos en la de Destiny! Estad atentos a Wattpad. Os quiero. Un besote.

Mis redes:

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro