Capítulo 6
Capítulo 6
Pese a que el sábado me acosté tardísimo, el domingo me levanté antes de las nueve de la mañana. Tenía muchas cosas que hacer, tanto para la universidad como para mi propio trabajo personal. No era la clase de persona que se pasaba los domingos sin hacer nada de nada; prefería ser productivo y sentirme bien conmigo mismo. Además, todavía me quedaba preparar el vídeo que subiría en mi canal el lunes, ese que tanto me había gustado grabar.
Me di una ducha rápida, desayuné mientras estaba metido en mis redes y veía las notificaciones, y me puse a estudiar. No me gustaba descuidar los estudios. Prefería sacar buenas notas y llevar todos los trabajos al día.
En eso estaba, sumido en los apuntes de Liderazgo, cuando recibí un vídeo que no me gustó nada. En él se veía a Venus bailando como si estuviera escalando un árbol —de verdad, no había exagerado cuando dijo que se le daba muy mal bailar— y un claro mensaje que decía «Perdedora». Apreté los dientes con fuerza. Quien lo había subido a las redes se había encargado de etiquetarla también seguido de mensajes ofensivos. Lo peor eran los comentarios que había:
«Menuda antisocial.»
«Por favor, llamad a la policía. Se está cometiendo un delito.»
«¿Cómo tiene las agallas de salir a la calle después de esto?»
«#VergüenzaAjena.»
Los comentarios eran cada vez peores. La estaban humillando y no tenía ni idea de por qué. ¿Qué podría haberles hecho una chica tan maja como Venus para querer meterse con ella?
No me lo pensé dos veces; le escribí un mensaje a través de Instagram.
«¿Has visto esto?». Le envié el enlace al post de Carter Knight, el capitán del equipo de fútbol masculino de la universidad.
Su respuesta me llegó casi una hora después. Había terminado de hacer unos apuntes y estaba sumido en la edición del vídeo que subiría el día siguiente cuando me llegó una notificación. En cuanto vi que era ella, la abrí de inmediato.
«¡Madre del amor hermoso!», leí. Me hizo gracia la expresión que había usado —¿quién a día de hoy la utilizaba?—. «Voy a matar a Carter. Ese tío es de lo peor».
«No entiendo por qué la ha tomado contigo.»
«Siempre ha habido rivalidad entre los equipos masculinos y femeninos. A los chicos se les tiene en mayor estigma mientras que a las chicas apenas nos dan ayudas. Para que te hagas una idea, sé que los profesores de los jugadores les echan un cable para aprobar sin esfuerzo mientras que nosotras debemos trabajar muy duro para tener no solo la media que la institución nos exige, sino que también tenemos que darlo todo en el campo.»
¿Por qué había olvidado que Venus estaba en el equipo oficial de la universidad?
«No me parece justo.»
«Bienvenido a la realidad. En el mundo real si eres mujer estás sujeto a un montón de desigualdades. Sé que es casi imposible que pueda dedicarme de lleno al fútbol, ya que el salario es mucho más inferior que el de los chicos.»
Estaba alucinando. ¿Iba en serio? Sin darse cuenta, Venus me había dado una idea brillante para un futuro vídeo. La apunté a todo correr en mi cuaderno dedicado exclusivamente a mi trabajo como creador de contenido.
«Estoy flipando con lo que me cuentas.»
«En un mundo donde el fútbol aún sigue siendo un juego de niños no es de extrañar. Apenas televisan los partidos, ¿sabes? En las noticias, además, no mencionan ningún logro femenino a no ser que hagamos algo extraordinario. Encima, de salir, nos señalan como objetos. Es asqueroso cada vez que una deportista sale en las noticias y en vez de poner un logro señalan lo sexy que es. Este país es muy sexista. Me tiene harta todo esto.»
La pasión y la rabia eran palpables en su mensaje. Vaya, no sabía que se sintiera así, pero me alegraba que lo compartiera conmigo.
«¿Por eso os lleváis tan mal ambos equipos?»
«Si por mí fuera, nos llevaríamos genial. Son ellos los que se pasan el rato alardeando de lo buenos que son. Ojalá pudiéramos jugar un partido las chicas contra los chicos y demostrarles así lo buenas que somos también. Los tíos juegan que te cagas, no voy a quitarles el mérito, pero nosotras también. Tenemos una portera que no deja pasar ni un solo balón y las defensas son duras de roer.»
«Se nota que te caen bien.»
«Son mi segunda familia detrás de mamá, Maddie y Kevin.»
No se me pasó el detalle de que no hubiese mencionado a su padre. ¿Se habría muerto haría un tiempo atrás? No quise presionarla. Si de algo me había dado cuenta era que le costaba abrirse a los demás. Algo en mi interior me dijo que ya habría tiempo de indagar, que lo dejara correr por ahora.
«¿Sabes? Es la primera vez que hablamos de esta manera.»
«Es raro, ¿no te parece? ¿En qué momento hemos empezado?», respondió. Adjunto al mensaje envió un emoji sonriente.
«No lo sé, pero no quiero parar», escribí con una sonrisa en la cara. ¿Desde cuándo sonreía de aquella manera?
Tardó un rato en responder, tanto que pensé que no lo haría, hasta que cuando iba a continuar con lo que estaba haciendo recibí su respuesta.
«Yo tampoco quiero parar. ¿Qué estás haciendo?»
Volví a sonreírle a la pantalla, contento con que me hubiera contestado y no hubiera ignorado el mensaje.
«Me pillas en medio de la edición del nuevo vídeo que subiré a mi canal. ¿Tú qué hacías?»
«¡Hala, qué guay! Siempre he sentido curiosidad sobre cómo se lo montan los youtubers para crear esas portadas que aparecen en los vídeos y todo el trabajo que hay tras las cámaras. Ojalá un día pueda verlo.»
No sé qué me gustó más, si saber que le gustaba lo que hacía o que estuviera interesada en mí. Solo sé que esa sensación cálida que me recorrió desde la cabeza hasta la punta de los pies no la cambiaría por nada del mundo.
«Claro, solo si te portas bien.», escribí. Le adjunté el emoji del guiño. Después, añadí: «No me has respondido. ¿Qué haces?»
«Estudiar. He salido esta mañana a correr un rato y desde que he llegado no me he despegado del escritorio. No me gusta descuidar los estudios, menos cuando estoy estudiando la carrera de mis sueños. Si no puedo ser futbolista profesional, quiero ser diseñadora de campaña publicitarias. Siempre me ha apasionado el mundo de la publicidad, cómo nos venden los productos.»
Tengo que admitir que, en parte, también aspiraba a algo así, aunque en mi caso me gustaría ser director de Marketing o consultor Estratégico de Publicidad y Relaciones Públicas.
«¿Sales mucho a correr?»
Pero qué pregunta más estúpida acababa de hacerle, por el amor de Dios. Claro que sí que lo hacía, era obvio. Por suerte, si mi pregunta le pareció o no tonta no pareció importarle en lo absoluto, lo que agradecí.
«Todas las mañanas antes ir a la universidad o de entrenar. Me gusta ganar resistencia para que luego no esté reventada a medio partido.»
Tenía todo el sentido del mundo.
«No soy mucho de salir a correr. Me gusta más ir al gimnasio.»
«¿Y matarte a hacer máquinas? Por favor, dime que no eres de esos tíos que se pasan horas en el gimnasio solo para impresionar a las chicas y alardear.»
Miré un momento hacia el techo de mi habitación y me mordí el labio inferior. Ay, qué poco me conocía y cómo me moría por que lo hiciera.
«Hay tantas cosas que no sabes de mí.»
«Tú tampoco sabes casi nada sobre mí y aquí estamos, hablando como si nos conociésemos de toda la vida.»
¿Cuándo habíamos pasado de hablar del idiota de Carter a esto? Solo sé que no me importaba con tal de seguir hablando con ella. ¿Por qué me sentía tan a gusto cuando apenas la conocía?
«Nunca es demasiado tarde para empezar a hacerlo, ¿no te parece?», tecleé. «Incluso, ojo con la locura que pienso decir, podríamos ser amigos.»
Vi cómo escribía y escribía, pero no me enviaba nada. Estuve así durante varios minutos hasta que no pude soportarlo más y le escribí de nuevo.
«¿Tan malo sería?»
Su respuesta no tardó mucho en llegar.
«No es eso.»
«¿Qué es entonces? Puedes fiarte de mí, lo sabes, ¿verdad?»
Tardó un par de minutos en responder.
«Me cuesta confiar en los demás, eso es todo. No es tu culpa, es mía. La vida me lo ha enseñado por las malas. Lo siento.»
«No lo hagas, Venus. Mira, te voy a demostrar que soy un tío legal.»
«¿Ah, sí? ¿Cómo piensas hacerlo?»
Sonreí ante su curiosidad. Así que la pequeña Venus era una chismosa... Interesante.
«Ya lo verás. Voy a demostrarte que Maxwell Bristow no es ningún idiota.», juré. Jamás había dicho nada más en serio.
Antes de volver a centrarme en los estudios, me prometí que haría lo que fuera para que aquella mujer me considerara, al menos, un amigo. Quién iba a decirme lo que eso provocaría.
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Nota de autora:
¡Feliz lunes, Moni Lovers!
¿Cómo estáis? Espero que bien. Aquí en España ha hecho mucho frío. Ha nevado en el 99% del país (salvo en mi ciudad y en otras cuatro más), hemos llegado a temperaturas extremas...
¿Qué os ha parecido el capítulo? Ya sé, un poco cortito. Repasemos:
1. Maxwell siendo productivo.
2. La publicación de Carter.
3. Maxwell y Venus hablan.
4. ¿Quién más nota la tensión que hay entre ellos?
Espero que el capítulo os haya gustado. ¡Nos vemos! Os quiero. Un besito.
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