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Capítulo 32

Capítulo 32

—¡Vamos, Venus! —grité a todo pulmón cuando la susodicha le robó el balón a su contrincante.

—¡Turner tiene el balón! —bramó el comentarista desde la caseta, a unos metros de distancia.

Cuando metió gol, fui el único que no pude levantarme, pero ello no me quitó que aplaudiera con fervor. Habían pasado unas semanas tras lo ocurrido en la universidad y aún no me había recuperado del todo. Si bien ya no necesitaba la maldita escayola, hacer ciertos movimientos bruscos me costaba horrores.

—¡Menudo golazo de nuestra capitana!

Todos estaban eufóricos. Como para no: iban ganando tres a uno y apenas les quedaba partido.

—¡Venga, nena, demuéstrales lo empoderada que eres! —exclamó a grito pelado Destiny. Portaba con orgullo el cartel que la había ayudado a hacer, donde se leía en letras brillantes «Golden Scorpions», los nombres de cada jugadora y sus respectivos dorsales.

Mientras se desataba el desenlace del juego, le hice a mi jugadora estrella un par de fotos en las que aparecía de manera casual: apoyando a una compañera, dando instrucciones o simplemente calculando la jugada. Las mejores fotos son las que se hacen de manera imprevista, pues es ahí dónde ves cómo es en realidad una persona y estaba claro que Venus era una líder nata.

Cuando el segundo periodo terminó, el marcador estaba cuatro a dos. ¡Habían ganado la final de la liga! Venus me había dicho que nunca antes había ocurrido, que lo máximo a lo que habían llegado había sido a jugar la final. No sabéis lo orgulloso que me sentí de ellas.

Vi cómo se abrazaban mutuamente, la gran piña que eran. Su entrenadora, una mujer fuerte y decidida, saltaba de alegría junto a sus chicas.

Todos los que animábamos a las Golden Scorpions explotamos en un gran y potente chillido de júbilo seguido de una oleada de enérgicos aplausos. ¡Las chicas habían hecho historia!

Destiny, Jordan, Connor, la familia de Venus —que había ido a apoyarla— y yo fuimos hacia la entrada de los vestuarios para recibirla. Cuando llegó, sus ojos estaban llenos de vida. Emanaba felicidad y euforia por cada poro de su piel. Abrazó a su madre y a sus hermanos con fuerza; su madre la llenó de besos y sus hermanos no dejaron de repetirle lo orgullosos que estaban de su pequeña abejita. Cuando por fin salió de su agarre, se acercó a mí. Hice lo mismo, apoyándome en el bastón médico —si bien podía caminar con normalidad, me habían obligado a usarlo hasta que me recuperara por completo, pues aún me dolían los puntos que me habían puesto—.

—Hemos ganado —musitó sin creérselo.

La rodeé con mis brazos haciendo malabares con el dichoso bastón.

—Sabía que lo lograrías. Tenía fe en mí.

—Me miras con muy buenos ojos.

Como ya era habitual en ella, frotó su nariz contra la mía en ese gesto dulce que me había conquistado. Con el pulgar, le acaricié los labios antes de devorarlos. Se aferró a mí por completo y se dejó llevar. Con sus manos enroscadas en el cuello y las mías en sus caderas, la apretaba contra mi cuerpo mientras que nuestras bocas se buscaban la una a la otra y se movían en un baile sensual.

Un carraspeo nos hizo separarnos de golpe.

Tragué saliva al ver cómo Kevin, su hermano mayor, nos miraba con la ceja alzada. No me gustó nada ver que me fulminaba con la mirada y una parte de mí evocó la conversación que mantuve con él hacía varios meses atrás.

—No quiero que mi abejita sufra —me había dicho—. No se merece que la hagan más daño.

—Sabe cuidarse ella sola. No creo que debas preocuparte.

Se había acercado tanto que tuve que retroceder, intimidado. Estaba acostumbrado a sus sonrisas cálidas, muy similares a las de Venus; por eso me sorprendió muchísimo la forma en la que me fulminó con la mirada. Había colocado las manos en mis hombros, muy cerca del cuello. No obstante, no perdí el valor, ni de asomo; es más, había levantado la cabeza con orgullo y lo había encarado. Si pensaba que podría amedrentarme lo tenía claro.

Me señaló con el dedo.

—Como vea que llora por tu culpa, pienso remover cielo y tierra para reventarte las pelotas. Nadie se mete con la niña de mis ojos.

Chasqueé la lengua. Discrepaba. Su niña era muy capaz de hacerle frente a cualquier adversidad, incluso sería capaz de enfrentarse al mismísimo Lucifer y salir inmune. Venus era imbatible.

—Te prometo que me encargaré de acompañarla en todos los momentos de su vida —confesé con la certeza de que mis palabras iban muy en serio—, tanto en los buenos como en los malos. Pienso estar ahí para cuando necesite un abrazo o un hombro en el que llorar. La quiero —confesé. Sentía los ojos húmedos y es que pronto me di cuenta de que una lágrima de emoción descendía por mi mejilla—. La quiero —repetí con mayor ímpetu—. No voy a ser quien obstaculice su camino; es más, si así te quedas más tranquilo, te prometo que haré lo que sea por apoyarla. ¿Sabías que juntos hemos conseguido llamar la atención de muchas mujeres también interesadas en el fútbol? No es por fardar, pero la he estado ayudando en el manejo de sus redes sociales y...

—Lo sé todo, youtuber. Sé quién eres, cuál es tu canal, tus redes y todo el contendido que subes. Te tengo fichado, chaval.

Vale, me había quedado sin palabras. ¿Por qué no me gustaba nada ese brillo macabro que se había instalado en sus ojos ni la sonrisa lobuna que tiraba sus labios hacia arriba?

Tenía el corazón en un puño. Aquel fue el primer día que temí por mi vida. No sé cómo logré convencerle que solo era un chico normal con un trabajo que amaba de verdad.

Solo sé que habíamos pactado una pequeña tregua —siempre y cuando no fuera el causante de su dolor, claro—. Sabía que si alguna vez Venus estaba mal por mi culpa, ese hombre me haría la vida imposible; aunque admitía que me caía muy bien. Solo hacía falta ver lo mucho que quería a su hermana pequeña, lo especial que era a sus ojos.

Venus se sonrojó al ver que todos nos miraban con las cejas arqueadas.

—Será mejor que... me vaya... a los vestuarios —balbuceó.

Salió de allí como alma que lleva el diablo.

Su hermano se acercó a mí con una expresión que no pude descifrar. Nos alejó del pequeño grupo. Cuando se paró junto a las gradas, lo miré con interés. ¿Iba a soltarme de nuevo la charla que mantuvimos anteriormente? ¿No era excesivo?

—No te creas que no he visto lo que ha hecho.

Vale, no entendía nada. Sus palabras me habían dejado totalmente desconcertado.

—¿Quién?

Me miró como si fuera tonto.

—¿Quién va a ser? ¡Venus! —repuso con obviedad.

—No entiendo...

Suspiró.

—Mira, he visto cuando ha hecho esto.

Y sin más dilación restregó su nariz contra la mía, de la misma forma que su hermanita lo había hecho apenas unos minutos atrás. Di un paso hacia atrás. Estaba alucinando.

—¿Qué haces, tío? Ya sé que soy atractivo, pero no hace falta que te lances así a mis brazos. Tengo novia y tienes mujer e hijo, te lo recuerdo. No me va ese rollo —solté con un tono burlón.

Sonrió ampliamente. Se le escapó una sonora carcajada. Me dio un par de palmaditas.

—Me caes muy bien, Maxwell.

—Eso ya lo sabía. —Me crucé de brazos—. ¿A qué ha venido eso?

Sonrió con maldad.

—¿Te refieres a esto? —Repitió el gesto.

—No mola. Cuando lo hace Venus me parece jodidamente adorable, pero cuando lo haces tú es incómodo. Deja de hacerlo.

—Gracias por decírmelo. Ahora ya sé cómo molestarte. —Me guiñó un ojo.

Puse los ojos en blanco.

—¿Quieres ir al grano?

—Así que eres impaciente, eh, influencer... —¡Venga ya! ¿En serio estaba jugando conmigo?—. Ese gesto es la manera que tiene mamá de decirnos «Te quiero» sin palabras y se ha convertido en nuestra manera de expresarlo también. Eres el primer chico al que se lo hace. Sí que debes ser importante para ella.

Me quedé de piedra. Y es que si decía la verdad Venus me había dicho que me quería mucho antes, cuando la acompañé a uno de los entrenamientos de los Wild Lions. ¿Cómo había podido ser tan ciego? De verdad que me estaba sintiendo como un imbécil por no haber sabido entender lo que quería decirme sin la necesidad de expresarlo en palabras.

—¿Lo dices en serio? Mira que como sea una broma, es de muy mal gusto...

—Va muy en serio. Eres la primera persona fuera de su familia con quien la veo compartir el gesto.—Se encogió de hombros—. Te quiere de verdad. Te has convertido, sin quererlo, en una parte fundamental. Espero que sepas apreciarla como se merece. Es especial.

—Lo es. La quiero con todo mi ser, ¿sabes? —Por el rabillo del ojo vi que salía de los vestuarios. Buscó a alguien con la mirada y cuando nuestros ojos se encontraron en la distancia, sentí que me daba un vuelto el corazón, que las palmas de las manos me sudaban y ese hormigueo cálido que se extendió por todo mi cuerpo. No titubeé.—. Es la mujer más maravillosa que he conocido.

—El siguiente en exponer es el señor Bristow —me llamó la señora Lorraine.

Me levanté, cogí el papel en el que me había apuntado las ideas principales que quería decir durante mi presentación y avancé hacia la parte delantera de la clase. El lugar estaba a unos metros por encima del nivel del suelo. Además, la profesora se había sentado en una de las filas de en medio como oyente. Aquel día los protagonistas éramos los alumnos.

Cuando me volví a los pocos compañeros que tenía —de cincuenta alumnos que éramos en las clases genéricas, solo quince se habían apuntado a esas optativas—, tragué saliva e intenté que nadie notara lo nervioso que estaba. Abrí mi presentación. Mientras el documento se cargaba, pensé en que no debía preocuparme por nada, que ya todo estaba hecho. Había dado mi cien por cien en aquel trabajo, había descubierto que ese ámbito de mi carrera me apasionaba y, por supuesto, me había enamorado de mi protagonista.

—Como modelo, he elegido a una de mis compañeras de clase. Se llama Venus Turner y pocos saben que es la capitana del equipo de fútbol femenino, equipo que ha ganado la liga nacional de fútbol por primera vez en la historia de la universidad —empecé a hablar con seguridad. En la primera diapositiva había una fotografía en grande de ella. La había pillado de improviso y su sonrisa era sincera, de esas que le marcan el hoyuelo que le salía en la mejilla derecha. Pasé a la siguiente, expliqué por encima los apartados que tenía aquella presentación y pasé a su biografía—. Nacida aquí, en Wilmington, el diez de agosto, vivía hasta hace un par meses con su madre adoptiva en Nueva York. Ahora, ambas se han instalado aquí. Sus padres biológicos fueron asesinados cuando tenía tres años. Desde los tres hasta los seis ha estado yendo de casa de acogida tras otra hasta acabar en manos de su madre, la que la adoptó nada más conocerla. Desde bien pequeña se ha interesado en el fútbol hasta convertirse en una de las jugadoras universitarias más prometedoras del país.

Hablé sobre sus intereses, su trabajo con los Wild Lions, lo responsable que era. Recalqué que compaginaba la carrera con su trabajo como jugadora. Mientras, pasé diapositiva tras diapositiva hasta llegar a parte que interesaba de verdad: sus redes.

—Como podéis comprobar, al empezar el trabajo su cuenta no tenía muchos seguidores. Apenas llegaba a los dos mil. Interactuaba lo justo, subía fotografías de vez en cuando, pero su cuenta no estaba enfocada a su carrera profesional. —Pasé a la siguiente, donde se mostraba una captura de su perfil en Instagram del día anterior—. Ahora, unos meses después, podéis ver lo mucho que ha cambiado. No solo ha sufrido un lavado de cara, también he modificado su biografía, he añadido algunas secciones de destacadas e incluso hemos grabado algunos vídeos muy interesantes sobre fútbol. No solo eso, su perfil ha crecido mucho; podéis ver con vuestros propios ojos que ya cuenta con más de diez mil seguidores, sus stories tienen muchas reacciones diarias y cada vez más personas se sienten interesadas por su perfil.

Pasé a la siguiente diapositiva. En ella se mostraba el perfil de Venus en Twitter.

—He de confesar que aquí tuve que empezar desde cero. Juntos hemos creado hilos interesantísimos sobre fútbol: trucos, jugadas maestras, grandes jugadoras de la historia...; twits sobre anécdotas que le han pasado como jugadora, sobre cómo se siente y frases inspiradoras que ha leído o que han dicho las personas que la inspiran. Gracias a su actividad interacción, ha logrado en unos meses más de cinco mil seguidores.

»Me siento muy orgulloso de que gracias a mi ayuda su perfil en redes sea mucho más atractivo que antes. He grabado un par de partidos que he editado y subido a su canal en Instagram y estoy planeando entrevistarla.

Hablé y hablé hasta que terminé el monólogo queme había estado preparando durante toda la semana. Cuando callé, nuestra profesora habló:

—Tu trabajo es muy interesante. Has conseguido visibilizar no solo su cuenta; por lo que tengo entendido, la semana pasada se puso en contacto con ella una empresa muy importante de ropa deportiva.

Sonreí con orgullo. Era cierto. Venus estaba brillando con luz propia como el diamante que era y las grandes marcas ya la habían empezado a notar.

Una compañera levantó la mano.

—¿Por qué has elegido entre todas las jugadoras a Venus? —preguntó en cuanto la señora Lorraine le dio la palabra.

Bien, estaba preparado para responder a esa pregunta.

—La he elegido porque es la capitana del equipo...

—Eso es mentira —farfulló por lo bajo Crystal. Uf, cómo se notaba que sentía envidia de todo lo que con esfuerzo, sudor y lágrimas estaba consiguiendo la persona a la que había despreciado durante tanto tiempo—. Se la está tirando, por eso la ha elegido. —Se quedó unos segundos en silencio hasta que vio que todos, incluida la profesora, la mirábamos—. ¿Qué? Todo el mundo lo sabe. Solo es una enchufada.

—Señorita Wilson, no es su turno —la recriminó—. Si no habla con más respeto, tendré que suspenderla.

Abrió los ojos de par en par.

—¿Va en serio? Pero si ni siquiera está en esta clase.

—Es de muy mal gusto hablar a las espaldas de los demás, más si se le va a criticar. Las mujeres deberíamos unirnos, no ponernos más trabas. Y, ahora, señor Bristow, puede continuar. ¿Tenéis más preguntas?

Mentalmente, le di un gran aplauso. Había acallado a esa pesada.

—¿Por qué no te has ido a lo fácil y haber ayudado a un chico?

Me remangué las mangas de la camisa que llevaba.

—Considero que las mujeres lo tienen más difícil para destacar, sobre todo en los deportes. Sufren constantemente contra el machismo y la desigualdad, tienen que aguantar comentarios fuera de lugar y se las juzga constantemente. Las Golden Scorpions merecen ser reconocidas, como todas las deportista y mujeres trabajadoras. Por desgracia, si te sales de lo que dicta la sociedad, te conviertes en una paria.

»Quería que mi trabajo sirviera, que la persona a la que se lo hiciera lo mereciera y lograra visibilizarse. Esta chica que tenemos aquí —dije señalando la imagen final que había de Venus, una en la que aparecía luciendo con orgullo el uniforme oficial del equipo y que se encontraba reunida con una de sus compañeras— merece que el mundo hable de ella. No lo digo como su pareja, sino como profesional. Si alguna vez habéis visto un partido, debéis haberos dado cuenta de que ha nacido para jugar en las grandes divisiones del país.

—Es muy interesante y cierto lo que ha dicho.

Cuando me senté de nuevo, supe que había dado en el clavo al haber elegido a mi modelo para el proyecto. De nuevo, mi instinto no me había fallado.

Al acabar la clase, la señora Lorraine me indicó que me acerca a su mesa. Esperó a que todos se hubiesen marchado ya antes de hablar.

—Quiero decirle que me ha impresionado su trabajo. Ha redactado un buen informe, ha cumplido con cada objetivo impuesto y, además, los ha superado, y su presentación ha sido excepcional.

—Muchas gracias, señora. Me ha resultado un proyecto sumamente interesante. He descubierto que me gusta manejar las redes sociales de otras personas a parte de las mías —admití.

Una sonrisa de oreja a oreja se instaló en sus labios.

—En ese caso, tengo algo que proponerte.

—¡Eso es fantástico! —casi chilló Venus nada más contarle la noticia.

Estábamos en el campus de la universidad, sobre una manta en el césped mullido. Por fin habíamos acabado los exámenes finales y habíamos aprovechado para organizar una pequeña cita.

—Sigo sin creérmelo.

Y es que me habían propuesto para manejar las redes sociales del equipo femenino de fútbol. Creían que sería el indicado y que mi experiencia ayudaría a las chicas a destacar. Me iban a pagar un buen sueldo por algo que me apasionaba y si, una vez me graduara el año siguiente, si el proyecto funcionaba y quería continuar, me aumentarían el sueldo.

Me abrazó con todas sus fuerzas.

—No me extraña que quieran tenerte en el equipo. ¡Has hecho un gran trabajo conmigo! No sabes lo agradecida que estoy por que me ayudaras con las mías.

Apoyé las manos en sus caderas, la senté sobre mí a horcajadas y le di un beso en la punta de la nariz.

—Hablando de ti, ¿has pensado ya si vas a aceptar la propuesta de esa marca?

Le brillaron los ojos. Todavía le parecía increíble que alguien como ella, que no había tenido mucha suerte, estuviera viviendo tantas emociones positivas en los últimos meses.

—Quiero aceptarla, voy a aceptarla —dijo con ímpetu. Había determinación en sus ojos—. Es una gran oportunidad. ¡Quieren que sea una de sus embajadoras! No solo eso. —Se mordisqueó el labio con indecisión. La miré interrogante. Durante unos segundos rehuyó mi mirada—. Al mediodía, cuando estaba en el descanso, me ha llamado Gideon Reed, mi tutor, a su despacho. No sabes quién estaba con él. ¡Había un seleccionador que quería verme! ¡A mí! —Su emoción la hacía hablar atropelladamente. Me costó un poco entenderla.

—¡Eso es estupendo! ¿Quieren ficharte?

Movió la cabeza con energía.

Ujum. Me ha ofrecido un contrato para cuando me gradúe el año que viene.

No pude evitarlo, me levanté de un salto, la tomé en brazos y di vueltas. Su risa contagiosa provocó la mía. Estaba tan feliz.

La besé, la besé sin cesar, amándola con cada gesto.

—Estoy tan orgulloso de ti, mi jugadora favorita.

Juntó nuestras frentes y, como ya era habitual en ella, rozó nuestras narices con cariño.

—Y yo de ti.

A principios de curso no podía pensar en todo lo que cambiaría mi vida en unos pocos meses. No podía pensar que hallaría el amor en la chica menos esperada. Pero de eso se trata la vida, de oportunidades, de sorpresas y, sobre todo, de vivir cada segundo siendo uno mismo.

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Nota de autora:

¡Feliz lunes, Moni Lovers!

¿Qué tal estáis? No me puedo creer que solo os quede el epílogo. ¡Si parece que fue ayer cuando empecé a subirla a Wattpad! ¿Qué os ha parecido el capítulo? Repasemos:

1. El partido de la final de la liga.

2. ¡Las Golden Scorpions ganan!

3. Vemos un poco de la conversación que tuvo con Kevin.

4. ¡Por fin descubrimos qué significa para Venus frotar la nariz contra la de Maxwell. ¿Lo sabíais?

5. La exposición.

6. La propuesta de la señora Lorraine.

7. ¡Venus es una triunfadora!

8. ¿No estáis enamoradas de esta parejita?

Espero que el capítulo final os haya gustado. ¡Nos vemos en el epílogo! Os quiero. Un beso enorme.

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