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Capítulo 20

Capítulo 20

No sé qué hacía allí, plantado como un pasmarote. La puerta del portal parecía estar riéndose en mi cara. Me debatía internamente entre entrar o quedarme fuera. ¿Le parecería muy precipitado? ¿La asustaría? Sabe Dios que no quería darle razones para que pensara que lo que estaba comenzando a surgir entre nosotros, esa ola que nos arrastraba allá donde fuéramos, estaba mal o que íbamos demasiado rápido.

Yo solo quería estar con Venus.

—¿Maxwell? —su voz teñida de sorpresa me hizo dar un respingo—. ¿Qué haces aquí? No hemos quedado, ¿verdad?

Una Venus con la frente sudorosa se acercó a mí a paso lento. Llevaba unas mayas de correr que torneaban sus piernas, una camiseta de tirantes azul y una sudadera atada a la cintura. Varios mechones se le salían de la cola de caballo medio deshecha.

Acorté la poca distancia que nos separaba y, sin poder contenerme, le di un beso casto en los labios. Si su rostro ya estaba de por si sonrosado por el esfuerzo —a saber cuántos kilómetros habría recorrido—, cuando me separé sus mejillas habían adquirido un rojo intenso de lo más mono.

Irresistible.

—No hemos quedado, pero he pensado que podríamos salir por primera vez. —Me metí las manos en los bolsillo—. Ya sabes, tener nuestra primera cita oficial. Sé que hoy es tu día libre y como hemos empezado las clases hace nada tampoco tenemos trabajos, o eso creo. No sé. —Me di la vuelta totalmente avergonzado—. ¿Sabes? Ha sido una tontería. Seguro que tienes mejores cosas que hacer. No sé por qué no te he llamado o...

Pero Venus acalló toda esa verborrea con un beso. No pude resistirme a pegarla contra la pared y besarla con ganas. La sentí jadear cuando le di mordisquitos en el labio inferior; su jadeo me provocó un gruñido que salió desde lo más profundo de mi garganta como un rugido gutural. Sentir sus dedos en mi nuca me hizo desear pegarla más a mí, devorarla.

—¿Has venido hasta aquí solo para verme? —preguntó entre jadeos cuando nos separamos. Tenía los labios hinchados gracias a nuestra sesión de besos. No pude evitar frotárselos embelesado. Me tenía cautivado.

Visto así podía parecer hasta un gesto romántico. ¿Lo había sido?

—Tenía ganas de estar contigo.

Una sonrisa curvó su boca.

—¿No te pareció suficiente las casi cuatro horas que estuve ayer en tu casa?

El día anterior se nos había echado el tiempo encima. Después de besarnos nos habíamos quedado hablando hasta que por casualidad nos dimos cuenta de lo tarde que era. No entendía cómo mis padres no nos habían interrumpido antes.

—Nunca es suficiente si se trata de ti.

Se escabulló de mis brazos. Se puso a hurgar en la riñonera que llevaba a un lado y que acababa de ver.

—¿Qué has pensado? Estoy libre todo el día.

Me acerqué por detrás y le dejé un pequeño beso en el cuello, allí donde su pulso latía desbocado.

—¿Qué te parece si vamos a comer fuera? Yo invito.

—Mmm... solo si me dejas invitarte al postre.

Me relamí del gusto. Estaba pensando en la de cosas que podría hacerle de postre, como besarla y acariciar su cuerpo hasta que gritara mi nombre.

Será mejor que no vayas por ese camino. Ve despacio, vaquero, me recordó mi mente. No podía pensar de aquella manera, no cuando Venus no solo compartía el nombre de la diosa romana de la belleza y la fertilidad según la mitología. No era un hombre de piedra.

Deslicé los brazos desde atrás por su cintura.

—Trato hecho. —Le di un último beso en la nuca antes de dejar que se apartara—. ¿Quieres que te espere en el portal?

—No creerás que voy a dejarte fuera con el frío que hace, ¿verdad? —Me hizo un gesto para que caminara a su lado y en cuanto abrió la primera puerta del portal la seguí. Me mordí el labio inferior cuando se quitó la chaqueta de la cadera, dejándome así la vista de su bien definido culo—. Destiny seguro que está encerrada en su habitación pasando a limpio los apuntes de la semana —me explicó en cuanto llegamos al ascensor. Puso los ojos en blanco—. A veces creo que se pasa de perfeccionista. Apenas hemos dado clase esta semana.

De repente caí en la cuenta de algo.

—¿Le has contado lo nuestro? —Vale, así dicho sonaba como si estuviera mal nuestra relación. Me aclaré la garganta y hablé de nuevo al ver la expresión de su rostro—. No tienes que ocultarlo, no es un secreto. Solo quiero saber si voy a tener que soportar un interrogatorio de mejor amiga.

Esbozó una sonrisa malvada.

—Lo sabe —admitió sin borrar la mueca. Me dio un par de palmaditas en los hombros—. No haberme besado con tanta intensidad. Lo siento, pero en cuanto me vio los labios y lo exaltada que estaba sumó dos y dos.

Vale, está bien, cuando la llevé a su casa el día anterior no pude resistirme a besarla de nuevo. Estaba tan guapa y era tan tentadora cuando se mordía el labio inferior que no pude evitarlo. Además, no tenía planeado verla antes del lunes. Había sido un plan de última hora.

Todo el trayecto en el ascensor me lo pasé observándola en silencio. En un momento dado, sacó una pequeña botella de agua y le dio un buen sorbo. El sujetador deportivo se le transparentaba gracias a la humedad de su piel. Fue todo un milagro que mis ojos no se fueran a sus pechos bien definidos, que fuera capaz de mantener la mente en blanco y mantenerle la mirada, como si me desafiara.

En cuanto llegamos a su piso y salimos de esa caja enana, pude respirar tranquilo. No me gustaba estar en un espacio tan cerrado, menos con la mujer que despertaba tanto en mi interior. Me daba miedo no poder mantener el control y abalanzarme sobre ella.

—¡Des, ya estoy en casa! —chilló a modo de saludo en cuanto abrió la puerta—. Espero que no estés desnuda, porque tenemos un invitado. Quien avisa no es traidor. —Al ver mi mirada de socorro, soltó unas cuantas carcajadas y más bajito susurró—: Tranquilo, solo estoy bromeando.

Menos mal.

El apartamento era pequeño, sencillo y bonito. De estilo abierto, tenía una cocina preciosa de suelos laminados grises y paredes blancas muy luminosas. Una isla de granito adornaba el centro del espacio. El salpicadero estaba adornado con azulejos grises y la encimera era de un color tierra llamativo. La cocina daba a un comedor en el que cabrían fácilmente seis personas, con una mesa de madera clara y sillas a juego. Había muchos armarios y sitios de almacenamiento y todo estaba decorado con gusto.

La sala de estar seguía el mismo patrón que la cocina y el comedor: suelos laminados grises y paredes blancas. Había una televisión empotrada, una mesa de té de cristal en el centro y un sofá azul grisáceo. Por si fuera poco, había una gran librería repleta de libros en una de las paredes y cada estante y estantería estaban repletos de fotografías familiares y de ellas dos. En una de ellas reconocí a la hermana mayor de Venus, Madison Woods. No se parecían en nada, normal al no compartir ADN, pero ¿qué más daba eso? Lo importante eran los sentimientos, no solo la sangre.

—Bonito apartamento.

—Gracias. ¿Puedes descalzarte? Des ha estado limpiando cuando me he ido.

—Por supuesto.

Me quité las botas bajas y las dejé junto a sus deportivas.

Venus me guió hasta la sala. Me dijo que esperara ahí mientras iba a su habitación. Frente a mí había dos puertas cerradas a cal y canto; se metió en la de la derecha y salió un minuto después con un par de zapatillas de casa. Se me escapó una risita al ver lo minúsculas que eran.

—¡No seas malo! No tengo tu talla, bobo. —Me dio un manotazo juguetón—. Voy a avisar a Destiny que estás aquí y a ducharme. Dudo que me haya escuchado. Cuando se pone en modo empollona no hay quien la saque de ese estado. —Puso los ojos en blanco.

Sonreí de lado.

—O puedo meterme contigo en la ducha.

Me tiró un cojín a la cara.

—¡Maxwell, eres un pervertido!

Me encogí de hombros.

—Es lo que hay. —Me señalé de arriba abajo—. Viene con el pack.

Se metió en la otra habitación, intercambió un par de palabras ininteligibles y se metió en la suya. Poco después de cerrarla, escuché el ruido de la ducha.

Los primeros minutos de espera fueron aburridos. Como no sabía muy bien qué hacer, mi vena cotilla se puso a observar las fotografías que tenía más a mano: había una en la que aparecían Venus y Destiny en la graduación escolar; otra en la que aquella rubita estaba con sus padres; y otra de Venus con su familia. Lo poco que atisbé me dio una idea de lo muy unidas que no solo estaban la una a la otra, sino a sus familias también.

No pude seguir cotilleando, puesto que la puerta de la izquierda se abrió de golpe y de allí salió Destiny. ¿Por qué no me gustaba cómo estaba sonriendo? ¿Por qué me miraba así? Esa sonrisa me estaba poniendo los vellos de la nuca de punta.

Se sentó en uno de los dos sillones y se me quedó mirando fijamente. Me removí inquieto. Si había algo que odiaba era que me miraran de esa manera tan intensa y no dijeran nada. Lo detestaba, me ponía muy nervioso.

—¿Quieres algo? —acabé soltando sin poder permanecer más tiempo con la boca cerrada.

Sí, había sido un borde. Sí, sentía ser un grosero.

La sonrisita del diablo permanecía intacta en sus labios.

—Así que estás saliendo con mi mejor amiga.

Vale, me iba a soltar el discurso de «Ni se te ocurra hacerle daño a mi amiga o te haré la vida imposible». No tenía pensado hacerlo, ni de lejos. No era la clase de hombre que dañaba las cosas en una relación o humillaba a su pareja.

—Sí, aunque no llevamos ni un solo día juntos.

Se inclinó hacia delante sin perder la conexión.

—Mira, Venus es mi amiga desde los nueve años. No quiero que sufra, que la expongas solo por hacerte el guay en tus redes, que te burles de ella si se tropieza y lo subas a tus redes. Bastante daño le han hecho ya en su vida como para que ahora vengas tú a entrometerte.

No me dejé amedrentar.

—¿Celosa?

Arqueó una ceja, muy segura de sí misma.

—Para nada. Venus siempre ha sido mi mejor amiga. He estado ahí en cada tropiezo, cuando las chicas se metían con ella porque prefería jugar al fútbol que a las muñecas, cuando pasó por su etapa de paella humana y no se veía bonita, cuando se encierra en sí misma y no quiere hablar con nadie...

—Has sido su apoyo todos estos años. Sé que te asusta que pase por lo mismo que ha pasado en su infancia, que se encierre en sí misma de nuevo.

Un brillo centelleó en sus ojos.

—Te lo ha contado, te ha contado su pasado. —No era una acusación, pero yo la sentí así.

Moví la cabeza enérgicamente.

—En Año Nuevo —admití—. La llevé a la habitación del hotel que ocupaba y al desatarse la tormenta, se puso malísima. Se asustó tanto que no pude dejarla marchar. No ha pasado nada entre nosotros —dije a todo correr en cuanto vi que abría la boca para, seguramente, soltar algún comentario—, solo dormimos juntos. Sin embargo, de madrugada Venus tuvo una pesadilla y yo no sabía qué hacer... y al final acabó contándomelo todo.

—¿Llamó a su hermano?

—Ajá.

Una sonrisa dulce se dibujó en sus labios. Se echó el pelo hacia atrás para que no la molestara.

—Están muy unidos. Cuando tiene una pesadilla, siempre acude a él. Es su superhéroe. Me encanta la relación que tienen. Ojalá haber tenido un hermano que me defendiera y me quisiera como lo hace él.

No me pasó desapercibida la sombra que cruzó su rostro durante unos segundos, tampoco cómo aquel brillo que tanto la caracterizaba se mitigaba un poco durante apenas unos segundos.

—Piensa que te has ganado un amigo de verdad —declaré. Le di un apretón ligero en los hombros, una manera de mostrarle lo verdaderas que eran mis palabras—. Seré como un hermano mayor si quieres, un hermano que hará trizas a quien ose hacerte llorar. Nadie merece tus lágrimas.

Una pequeña sonrisa curvó sus labios.

—No me extraña que te haya elegido a ti. Sabes decir las palabras justas para camelarte a la gente.

—No voy a hacerle daño; no pienso exponerla de esa manera si no quiere. Puedes estar segura de ello.

Hizo un leve asentimiento de cabeza.

—Está bien. Acepto que salgas con mi mejor amiga, pero que sepas que te tendré bien vigilado —me amenazó achinando los ojos en lo que supuse que pensaría que sería una mirada fulminante—. Me da igual que empieces a tratarme como una hermana; como se te ocurra hacerla llorar, me convertiré en tu peor pesadilla.

Era muy consciente de que iba muy en serio y sabe Dios que no quería ver el lado vengativo de Destiny. Sabía por experiencia que las chicas buenas eran las que tenían un lado más detonante.

Esbocé una amplia sonrisa.

—Creo que tú y yo nos vamos a llevar fenomenal.

Si bien apenas la conocía, algo en ella me decía que era de fiar. Era de las pocas personas en las que Venus confiaba ciegamente, que quería con toda su alma. Quién me iba a decir unos meses después que descubriría el gran secreto que ocultaba.

Nuestra primera cita fue perfectamente imperfecta. De entrada, todos los restaurantes a los que quisimos ir —todos en los que probamos suerte— estaban completos y, al final, acabamos comiendo unos perritos calientes de un puesto. Después, ella quiso invitarme al postre, tal y como habíamos acordado, pero ni siquiera pudimos encontrar una cafetería decente.

Y, por si fuera poco, cuando estábamos dando un paseo por Long leaf park se puso a llover con ganas. Entre carcajadas hicimos una carrera hasta el soportal más cercano y allí, pese al frío y a que nos estábamos arriesgando a pescar un buen resfriado, la besé hasta saciarme.

Cuando llegamos a su piso, me invitó a subir. Después de darse una buena ducha y de dejarme a mí hacer lo mismo, me reuní con Destiny y Venus en el salón. Me había prestado un pantalón deportivo y una sudadera de cuando su hermano se quedaba a pasar unos días allí.

—Así que dices que las stories son lo más importante de Instagram —comentó la castaña enredando en sus redes.

—Son lo más importante. No solo basta con subir posts, hay que interactuar con los seguidores.

Resopló.

Uf, no sé si podré administrarme bien. ¿Qué me recomiendas subir?

Crují mis nudillos y froté las manos, listo para trabajar. Nos habíamos acomodado en el suelo, entre los cojines y envueltos en una gran manta. Habíamos pedido comida china y hacía un buen rato que habíamos terminado cuando había sacado mi teléfono para meterme en mis redes unos instantes.

—Puedes hacer encuestas, cuestionarios sobre el fútbol, poner una caja de preguntas y responderles... A los seguidores les gusta saber cosas sobre ti, te lo digo por experiencia. También puedes mostrar un poco de tus entrenamientos, aunque te recomiendo que quedaría mejor grabarlo en un vídeo de Instagram TV.

Venus se rascó la cabeza totalmente fuera de lugar. Era adorable. Miró a su amiga igual de desconcertada y en cuanto ambas clavaron sus ojos en mí no pude evitar que se me escapara una risita.

—No sé nada de edición de vídeos y no tengo tiempo ni ganas de aprenderlo.

Le di un pellizco en la nariz.

—Por suerte para ti, estoy aquí. He estado pensando...

—Ah, que tú piensas algunas veces —soltó mordaz Destiny.

La miré.

—Solo cuando mi única neurona no ha decidido irse de vacaciones. —Hice una breve pausa mientras ambas terminaban de reírse. A continuación, seguí con mi explicación—. He pensado que estos días podría seguirte a todas partes y ser el que te ayudara a administrar tus cuentas. Ya sabes, ver tus entrenamientos y el trabajo que haces como entrenadora. Además, podría llevar mi cámara y hacerte una sesión de fotos.

Adoraba todo el tema de las redes sociales. De poder, me dedicaría en exclusiva a ellas. Ojalá en el futuro pudiera ser el administrador de una gran cuenta y que me pagaran por ello. Mientras tanto, tendría que bastarme mi trabajo en la revista y las ganancias que sacaba de las redes, que no eran pocas. Las ganancias dependían de las visitas que tuviera mi canal de YouTube, de si ese mes había usado ropa de alguno de mis patrocinadores y si había promocionado algún producto.

—¡Me gusta la idea!

—Te aviso que Venus no es nada fotogénica. —La morena le dio un golpe en el hombro—. Auch. No he dicho nada que no sea cierto. No he visto persona que salga tan mal en las fotos que no seas tú. O cierras los ojos o sales con los ojos rojos o una mueca rara.

Cómo me gustaba ser espectador de esa pequeña riña entre ellas.

—Perdona si el Todopoderoso me no me ha obsequiado con ese don —escupió con sarcasmo.

Reí con ganas.

—No os preocupéis por eso. No veáis la de maravillas que se pueden hacer con Photoshop. Puedo cambiarte el color del pelo, hacerte más alta y ponerte más pecho.

Venus arrugó el morro.

—Solo quiero ser yo misma, no una versión falsa de mí. ¿Es tanto pedir?

Cómo sabía que diría algo así.

—Hecho entonces. Apunto nada de retocar a la modelo.

—¿Yo puedo tener una sesión de fotos también? —Destiny juntó las manos, puso ojitos e hizo un puchero adorable—. Anda, por fa. Di que sí. Seré buena.

Vaya par tan diferente que eran. Mientras que a aquella rubita le interesaba mucho la moda y el maquillaje, a la otra no tanto. Sin embargo, se complementaban; lo que la una no tenía lo aportaba la otra. Las había visto en clase ayudándose mutuamente o dando su punto de vista en los debates que surgían.

Sonreí.

—¿Cómo negarme a esa carita?

—¡Yupi! Eres el mejor.

Puse los ojos en blanco. Sí, claro.

Continuamos charlando animadamente hasta que se hizo un poco tarde, momento en el que me despedí de ambas. Venus se tiró a mis brazos cuando me acompañó a la puerta.

—Gracias por venir y por la cita no tan perfecta. Me lo he pasado muy bien.

Solo con ver el brillo de felicidad en sus ojos supe que había valido la pena todo y habría cruzado el mismísimo infierno si con eso su luz no se extinguía nunca.

Me metí las manos en los bolsillos.

—Yo también me lo he pasado muy bien.

Se instaló un pequeño silencio incómodo en el que ninguno supo qué decir. Al final opté por lo clásico y le di un beso casto en los labios.

—Te veo mañana. Descansa.

—Tú también.

Antes de que pudiera irme, me dio un beso en la mejilla y se alejó de mí. Cuando las puertas del ascensor se cerraron, mi corazón brincaba de alegría.

Venus se estaba convirtiendo en mi persona favorita.

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Nota de autora:

¡Feliz viernes, Moni Lovers!

¿Qué tal se ha portado la semana con vosotros? La mía ha sido rara. ¿Qué os ha parecido el capítulo? Repasemos:

1. Maxwell va a ver a Venus.

2. El beso.

3. Maxwell y Venus son unos intensitos.

4. El interrogatorio de Destiny.

5. Maxwell se gana a Destiny.

6. La primera cita no tan perfecta.

7. La pequeña riña entre Destiny y Venus.

8. Maxwell siendo un amor.

Espero que el capítulo os haya gustado. ¡Nos vemos el lunes! Un beso enorme.

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