Capítulo 15
Capítulo 15
¿Por qué se me aceleraba tanto en corazón cuando hablaba con él? ¿Por qué me ruborizaba cada vez que escuchaba esa voz sensual y masculina? ¿Qué me estaba pasando? No entendía que me sintiera como una niña pequeña, patosa e inexperta cuando Maxwell me hablaba. Nunca antes me había sentido así.
Me imaginaba cómo sería sentirme arropada por sus brazos, sentir la calidez de su cuerpo fibroso, sus caricias en la piel; soñaba despierta con sus labios y me preguntaba a qué sabrían, si serían tan adictivos como parecían.
Me estaba volviendo loca porque no quería pensar así, porque hacerlo sería confiar y la confianza hay que ganársela. Me daba miedo lanzarme a la piscina, dar ese salto de fe que sabía que tendría que dar de querer abrirme, romper las barreras del muro que había construido con los años. No estaba lista, no lo estaba.
Pero lo que más temía era estar perdiendo la oportunidad de mi vida.
—Tenemos que hablar, tesoro.
Conocía muy bien bien a mi madre y cuando decía eso siempre se trataba de algo importante. Acababa de salir de la ducha, con el pelo húmedo, cuando me abordó. Con un gesto de la mano me indicó que fuera hacia la sala de estar, cosa que hice sin rechistar. Fuera lo que fuera lo que tendría que decirme, era importante.
—¿Qué pasa, mamá? —le pregunté nada más sentarme en el sofá, sin poder contenerme. Había cruzado las piernas la una sobre la otra y la que estaba encima se balanceada en un tic nervioso.
Sentada frente a mí, me clavó esa cálida mirada de color esmeralda. Su pelo rubio estaba cortado a la altura de los hombros, los suaves rizos cayendo en hondas. Era mayor y las personas siempre la confundían con mi abuela cuando en realidad era mi madre, aunque no fuera la biológica. Pese a los signos que la edad habían dejado en su rostro, era una mujer preciosa.
Apartó la mirada unos segundos hasta que volvió a posarla sobre mí. Jugueteó inquieta con un hilo suelto que había en su jersey.
—Me he estado viendo con alguien estos últimos meses.
Me quedé muda, sin palabras. ¿Que había estado haciendo qué? ¿Con quién?
—¡Eso es fantásticos! —exclamé cuando salí de mi estado de asombro. Me tiré a sus brazos—. ¡Me alegro mucho por ti!
Pero había algo más, me lo dijo la manera en la que rehuía mi mirada, como si temiera que lo que fuera a decir fuera tan malo como para enfadarme. Jamás podría enfadarme con ella, no cuando había hecho tantas cosas por mí, cuando me había dado tanto.
Me había rescatado.
—Anda, desembucha. Sé que hay algo más. No me hagas preguntártelo —rogué.
Como era costumbre en ella, frotó su nariz contra la mía, en un claro gesto que lo decía todo: «Te quiero».
—Quiero mudarme a Wilmington contigo. He estado mirando pisos y he encontrado uno que es precioso.
Abrí los ojos de par en par. ¡¿Que había pensado qué?!
—¿Qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué?
Mamá se rió de mi reacción. Me cogió las manos y les dio un gran apretón.
—Quiero estar más cerca de ti, apoyarte. —Me dio un gran abrazo y un beso en la mejilla—. Además, el hombre que he conocido vive allí y... he pensado... que sería buena idea. Jamás había conocido a alguien así. Es guapo, amable y muy atento. No le importa que tenga tres hijos preciosos y una familia formada.
La manera en la que le brillaban los ojos, cómo se le habían sonrosado las mejillas, me dio a entender lo mucho que le gustaba aquel hombre misterioso y solo con eso supe que lo aceptaría en mi vida sin con ello mamá era feliz y sonreía como lo estaba haciendo. En todos los años que llevaba viviendo bajo su mismo techo, no la había visto tan enamorada; ni siquiera había salido con nadie desde que había llegado a su vida. Se merecía encontrar a esa persona que hiciera vibrar su corazón.
Tal y como Maxwell hacía con el mío.
—Me iré a Carolina del Norte tras las Navidades. Ya está decidido, tesoro —sentenció.
Aquello iba a ser un gran cambio. Mamá llevaba viviendo en Nueva York desde hacía más de diez años, cuando nos mudamos debido a las carreras artísticas de mis hermanos. Allí habíamos echado raíces y era en donde me había criado y crecido, donde había conocido a Des, donde había encontrado mi hogar tras muchos años de abandono.
Le tomé las manos entre las mías y jugué con sus dedos con aire distraído.
—Si necesitas cualquier cosa, solo tienes que pedírmela. Incluso podría ayudarte con la mudanza si quieres o a redecorar la casa.
Se le escapó una carcajada al verme tan entusiasmada con la idea. Y es que si bien me gustaba vivir aventuras fuera de casa, también había añorado la calidez de mi familia. Para mí que se mudara tan cerca era poder acudir a ella más a menudo, decirle adiós a las videollamadas y hola a verla más tiempo en persona. Las relaciones a distancia no eran lo mismo; no se podía abrazar a un ser querido cuando se está a miles de kilómetros de separación.
—Por supuesto. —Me dio un fuerte abrazo y me estampo un sonoro beso en la mejilla.
—¡Pero qué ganas que tengo de que vivamos tan cerca!
Sonreí de oreja a oreja. Yo también las tenía.
Año Nuevo era todo un evento en Nueva York. Era tradición familiar que mamá y yo fuéramos a Times Square y comiésemos las uvas allí mientras disfrutábamos de la música y del ambiente. Destiny y sus padres se nos habían unido desde hacía unos años.
Pensar que aquella sería probablemente la última Nochevieja que celebraríamos en Nueva York me entristecía, aunque una parte de mí me gritaba que seguramente no sería así. Maddie y Kevin tenían sus vidas allí; ya habría otras ocasiones de regresar.
Habíamos cenado todos juntos: mamá, Maddie y su marido Eric, Kevin y su mujer Hayley, mis sobrinos y, como era costumbre desde hacía unos años, la familia biológica de mi hermana mayor. Cómo olvidar el gran revuelo que hubo cuando tenía ocho años. Olivia, aquella mujer despampanante que, como mamá, no dejaba de embellecer con el tiempo, apareció en nuestras vidas así, de sopetón. Recuerdo que quería recuperar a su hija a toda costa y que incluso le amenazó a mamá con llevarla a los tribunales. Al final, todo salió bien y madre e hija hicieron las paces. Aunque a mamá le costó más tiempo confiar en ella.
Ahora era tradición cenar ambas familias juntas y mi madre había encontrado en Olivia una amiga fiel. La de sorpresas que te da la vida.
—Venus, ¡qué guapa que estás! —me saludó Olivia entusiasta. Me dio dos besos en la mejilla y un fuerte achuchón.
Confieso que me ha costado fiarme de ella tras todo el alboroto que causó en nuestra familia, pero puedo decir que ya la consideraba parte de la familia.
—Para guapa, tú. ¿Te has visto? Qué bien te sienta el paso del tiempo —exclamé con su misma vehemencia.
—Eres igual de zalamera que tu madre.
Saludé a William, su marido, y a sus dos hijos. Tengo que admitir que Maddie se parece más a Christina —mi madre— que a Olivia, aunque tiene rasgos propios de esa despampanante mujer que compartía con mi hermana mayor, como la forma de los ojos y la nariz.
Maddie se llevaba bien con sus medio hermanos, aunque su relación no era tan estrecha como la que tenía con Kevin y conmigo. Habíamos crecido juntos y eso se notaba en la complicidad que habíamos desarrollado, como cuando empecé a fijarme en los chicos y acudía a ella o nos pasábamos noches en vela los tres viendo una maratón de películas de miedo en Halloween.
Maddie saludó a su madre con una beso en la mejilla y Olivia la estrechó entre sus brazos con amor. Pronto, Eric también se unió a la escena y mis sobrinos.
La cena fue una mezcla de barullo y conversaciones entremezcladas. Me gustaba la paz que se respiraba en Wilmington, pero no podía compararse con la energía que se respiraba en casa.
—Aún no puedo creerme que vayas a irte hasta Carolina del Norte —comentó en una ocasión Maddie.
Olivia, que estaba sentada al lado, escuchaba atentamente.
—¿Cuándo tienes previsto marcharte? —preguntó mientras se servían una buena ración de ensalada.
—Si todo sale bien, debería estar instalada para mediados de enero.
—Voy a echarte mucho de menos, tía Chris.
Una sonrisa se instaló en mi boca cuando vi el puchero que hizo mi hermana mayor con los labios.
Mi madre le revolvió el pelo con cariño y frotó su nariz contra la de ella.
—Yo también, tesoro, pero no quiero perderme ni un solo partido más de esta estrella del fútbol. —Me pellizcó la nariz—. Además, de que el hombre con el que estoy saliendo es de allí.
Maddie, Olivia y yo le lanzamos tal mirada llena de picardía que se puso roja hasta las raíces.
—Tengo muchas ganas de conocerlo.
—Ya somos dos, hermana. ¿Por qué eres tan reservada? Sabes que lo vamos a adorar.
A mi lado, mamá se encogió en el sitio.
—No quiero ir muy rápido, ilusionarme, por si luego no sale como espero. El amor no ha sido muy bueno conmigo.
Chasqueé la lengua.
—Discrepo. La vida te ha dado mucho amor. Nos tienes a nosotros tres, que te adoramos.
—Y a mí —añadió Olivia sonriente—, una buena amiga.
—Lo que quiero decir es que el amor no solo se da entre un hombre y una mujer; también te lo damos tus hijos, tus amigos, tu familia. No necesitas que un chico se fije en ti para sentir amor —concluí.
—Venus tiene razón. Puede que no hayas dado todavía con el hombre indicado, o que pienses que ha aparecido tarde, pero la vida te ha rodeado de mucho amor.
—Tenéis razón. ¿Qué habría hecho yo sin vosotros? —Se le cristalizaron los ojos y es que la familia lo era todo para ella.
Tras la cena, acompañamos a los demás hasta la puerta y allí nos quedamos un buen rato más charlando. Cuando se fueron, mamá y yo fuimos a arreglarnos para salir. Me vestí con ese top de lentejuelas verdes y un pantalón negro ajustado. Me calcé unos botines con un poco de tacón y me puse un abrigo encima para no morirme de frío. Combiné el conjunto con un bolso muy mono de tonalidades aguamarinas.
Para cuando salí de mi antigua habitación, mamá ya me estaba esperando en el sofá. Estaba preciosa con esa falda negra, esos zapatos de tacón y ese jersey brillante. Tenía sobre su regazo el abrigo de color burdeos que le había regalado las Navidades pasadas.
—¿Quién es este bombón? —solté nada más verla.
Sus mejillas se tiñeron de un ligero rubor. Se había maquillado, aunque era un maquillaje muy sutil y natural, como el mío.
—Lo dice el otro bombón de la casa. —Me guiñó un ojo.
Cuando llegué a su lado, le tendí una mano, se levantó y me hizo girar sobre mí misma. Me recolocó mejor el peinado con mano experta. Le brillaban los ojos.
Nos reunimos con Destiny y sus padres en el portal —¡éramos vecinas!—. Me quedé sin habla.
—¡Wow! Estáis guapísimas —vociferé en cuanto vi a su madre y a mi amiga. Ambas esbozaron una gran sonrisa.
—Vosotras sí que estáis espectaculares.
Me enganché al brazo de mi mejor amiga y caminamos juntas. Hacía mucho frío y sabía que ese vestidito de brillos que llevaba no le abrigaba en lo absoluto. Hablamos durante el trayecto hasta Times Square, hasta que la muchedumbre se tragó nuestras palabras. Como cada año, había muchísimo ambiente. La gente se arremolinaba contra las vallas, en lo alto de Times Square los músicos se preparaban. Todo estaba listo para darle la bienvenida al año.
—¡Qué emocionante que es esto! —chilló Des por encima de los murmullos.
—Lo es. Me encanta el buen rollo que hay.
Pronto anunciaron los cuartos y, después, empezó la cuenta atrás. Comí mis doce uvas, aunque en la quinta ya me había atragantado. Daba igual, todos los años me pasaba lo mismo y acababa con los carrillos hinchados como una ardilla. Des se rió de mí y, como buena amiga, me sacó una fotografía in fraganti.
—Está va para mi colección personal.
No pude evitar reírme.
—¡Feliz año nuevo! —gritamos en cuanto sonó la última campanada.
En ese mismo instante, el primer grupo empezó a sonar y todo se llenó de buena vibraciones. Felicité a mamá y a los padres de mi amiga, envié un par de mensajes a mis hermanos y me dejé llevar por el buen rollo que se respiraba.
Hasta que choqué con alguien, perdí el equilibrio y caí al suelo.
—Lo siento. No he visto por dónde iba.
Esa voz.
Cuando quedé a la altura de esos ojos azul verdoso, el corazón me dio un vuelco.
Y es que Maxwell se encontraba allí mismo, en pleno Times Square.
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Nota de autora:
¡Feliz jueves, Moni Lovers!
¿Qué tal estáis? Recordad que mañana no hay capítulo.
Quiero dedicar el capítulo de hoy a mi amiga teguisedcg porque hoy es su cumpleaños y es mi regalo. ¡Gracias por apoyarme tanto! Espero que tengas un buen día y que puedas celebrarlo.
Ahora sí, repasemos:
1. Venus se siente confusa.
2. ¡Christina está saliendo con alguien! Pero qué calladito lo tenía.
3. Reunión familia.
4. Olivia es parte de la familia.
5. Año Nuevo en Times Square.
6. ¿Qué hace Maxwell en Nueva York?
Espero que el capítulo os haya gustado. ¡Nos vemos! Os quiero. Un besazo.
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