Capítulo 14
Capítulo 14
—Jo, no os tendríais que haber molestado —exclamé en cuanto rasgué el papel de regalo. Me habían regalado una cámara nueva, esa para la que había estado ahorrando aquellos últimos meses.
Mamá me dio un fuerte achuchón, tan cariñosa como siempre.
—Te lo mereces, amorcito. Te has esforzado mucho y tu padre y yo hemos pensado que no estaría mal como regalo.
—Pero ya me habéis comprado muchas cosas.
—Todo merece la pena solo con ver ese brillo en tus ojos.
—Tu madre tiene razón —añadió papá, sentado en el suelo con las piernas cruzadas.
Era la mañana de Navidad. Elise y yo habíamos corrido escaleras abajo nada más levantarnos, más ansiosos que cuando éramos unos críos pequeños y aún creíamos en Santa Klaus. Una de las imágenes más entrañables era ver el árbol iluminado lleno de regalos envueltos meticulosamente.
Empecé a trastear con mis nuevas adquisiciones, sin saber qué estrenar primero. Elise soltó un gritito al abrir mi regalo: aquellas entradas para el concierto al que tanto quería ir. Me había pasado la noche en vela para ser de los primeros en comprarlas y así tener asientos de primera, pero haría lo que fuera por ver esa sonrisa siempre. Sus mechones rubios bailaron cuando meneó la cabeza en mi dirección, con los ojos vidriosos de la emoción.
—¡Me encanta, me encanta, me encanta! —chilló como una niña pequeña a la que le habían regalado un poni. Elise se me tiró encima y no nos caímos de milagro—. Eres el mejor.
Le di un beso en la mejilla.
—Lo sé, pero está bien que me lo recuerdes de vez en cuando.
Miró las entradas totalmente ilusionada.
—¡Voy a ver a mi cantante favorita! —gritó—. Te han debido de costar una fortuna. —Arrugó el morro—. Por favor, dime que no te has gastado mucho dinero en mí.
Le pellizqué las mejillas con cariño.
—Todo lo vale si estás así de feliz. Me alegra que te haya gustado. No veas lo difícil que ha sido disimular cada vez que te quejabas de que te parecía injusto que Sia hiciera un tour, pero que no vendría aquí e intentar que no te enteraras de que habían añadido nuestra ciudad a la lista.
Menuda odisea. Me había enterado el mes anterior y, desde que había conseguido las entradas, me había comportado como todo un ninja, a la espera de que algo saliera mal de mi plan. Llamadlo estrella o suerte. Elise no se había enterado de nada.
—¡Gracias, gracias, gracias! —Y volvió a darme un abrazo de esos que casi no te dejan ni respirar.
Me pasé la mañana enredando en la nueva cámara, haciendo vídeos de prueba y haciéndoles un hueco a mis nuevas adquisiciones: un par de libros, ropa nueva, una libreta que usaría para apuntar mis videos, la cámara... Me encantaba todo lo que me habían regalado, si bien los libros habían sido un autorregalo.
Después de comer, me metí por primera en mis redes sociales. Instagram estaba lleno de vídeos al puro estilo postureo donde se enseñaban lo que habían recibido por Navidad. Sinceramente, ese tipo de cosas no me gustaban. Sí, a veces podía enseñar qué había comprado, pero solo si me gustaba. No me iba ese rollo de influencer postu.
Vi storie tras storie hasta que me llegó el de Venus. ¿Acaso creíais que no la seguía, pequeños inocentes? Lo hacía desde hacía mucho tiempo. Había subido una fotografía de lo que parecía un árbol gigantesco decorado con adornos preciosos y brillantes, junto a él unos críos abriendo los regalos y, en medio, ella, sonriendo a la cámara. Junto a la imagen se leía: «Lo mejor de estas fiestas». Había varias parejas en la foto y una mujer mayor que, supuse, sería su abuela.
Me pareció tan enternecedora que me fue imposible no reaccionar. Muy pocas veces podía saber qué estaba sintiendo aquella mujer —aunque a veces lo intuyera—. Ese brillo en los ojos, esa sonrisa de oreja a oreja encantadora, la tranquilidad que reflejaba... Estaba en su salsa.
Mis ojos se fueron a su boca por instinto, esos labios pintados de un rosa suave que me gritaban que los besara.
Y es que había algo en ella que me atraía como si fuera un imán. Me gustaba su risa, su sonrisa, su forma de ser; me sentía a gusto en su compañía. Venus era todo un misterio, una mujer que guardaba tanto en su interior que me invitaba a descubrirlos todos, a saber cada pequeña nimiedad y cada secreto que se ocultaba en su ser.
Estuve tan absorto en mí mismo que estuve a punto de no ver su mensaje. Decía:
«¿Qué tal las fiestas?»
No pude evitar que una sonrisa tirara de mis labios.
«Muy merecidas, aunque no son vacaciones si tenemos que estudiar o eso es lo que pienso.»
Me envió el emoji que ponía los ojos en blanco.
«Para mí es un pequeño descanso. Hacía meses que no tenía tanto tiempo libre.», respondió.
«Oye, últimamente hablamos mucho.», le escribí un tiempo después.
«Sí, ¿no te parece raro? Pero no quiero parar.»
Su confesión me dejó con la vista puesta en esas últimas palabras que había escrito, sin poder despegarla. Me había quedado en blanco, o eso creía. Sin pensarlo, empecé a redactar un mensaje y, antes de procesarlo del todo, lo envié.
«¿Te parece bien si nos damos los números de teléfono? Va a ser lo más cómodo si vamos a trabajar juntos, ¿no crees?»
¿Cómo se me ocurría pedirle su teléfono? Seguro que pensaba que estaba loco. Aunque cuando recibí su respuesta, se me dibujó una gran sonrisa.
«Claro. Este es.», y adjunto había escrito su número.
Me quedé mirando la pantalla como un bobo, hasta que caí en la cuenta que la había dejado en visto. Sin siquiera procesarlo, la agregué a mis contactos y marqué los dígitos.
Contestó al segundo tono.
—No tenías por qué llamarme.
—¿Cómo sabías que era yo?
—Fácil: mucha casualidad me parecía recibir una llamada justo después de haberte dado mi número.
Buen punto.
Escuché mucho jaleo al otro lado de la línea: gritos infantiles, conversaciones amortiguadas y mucho bullicio.
—¿Te pillo en mal momento?
—Para nada —respondió, aunque hizo una breve pausa—. Espera un momento. ¡Gab, deja eso! Clara, ¿puedes echarle un vistazo, por favor? Luke, ¿podrías dejar los videojuegos durante al menos una hora y hacer otra cosa como, no sé, leer ese libro que sé que tienes que leer para el colegio?
—Eres un muermo —escuché al otro lado.
—¿Qué has dicho? —inquirió sacando a relucir su carácter.
—Nada, que ahora mismo me pongo.
Sonreí. Era muy propio de Venus.
Volvió a dirigirse a mí.
—Perdona, pero estar rodeada de críos es lo que tiene.
—¡Eh, que no soy una niña! —Esa debía ser Clara, fuese quien fuese.
—Para mí lo eres. Lo siento, preciosa, pero es lo que hay.
Me encantaba ver ese lado que no conocía. Sin quererlo, me estaba mostrando una parte de sí misma que de otra forma no habría podido conocer.
—¿Son tus hermanos?
—Mis sobrinos —me corrigió—. De mis hermanos soy la única que queda por tener hijos, aunque todavía no me lo planteo. En el futuro me encantaría, pero no ahora. Todavía me queda mucho por explorar y vivir.
Estaba embelesado, hipnotizado. Quería conocer más.
—Cuéntame más de ti. —pedí—. Parece que tienes una vida emocionante.
Hizo un ruidito de lo más mono con la boca y, sin poder evitarlo, pensé en sus labios, en su sabor, en lo deliciosa que estaría.
—No lo es tanto —su voz me trajo de nuevo a la realidad desde mis fantasías más oscuras.
Chasqueé la lengua.
—Permíteme que lo dude. Juegas al fútbol, eres la capitana, la hermana menor de una familia de artistas y me la juego a que muchas más cosas. Me pareces una mujer muy interesante y esa carisma es la que va a hacer que le saquemos todo el partido a tus redes sociales. Ya verás cómo en unos meses el público te adora, cómo las personas se fijarán por fin en ti y en lo que haces. Ya es hora de que se os dé a las chicas la oportunidad de brillar.
Un pequeño silencio siguió a mi verborrea. En más de una ocasión estuve a punto preguntarle: «¿Estás ahí»; el sonido desacompasado de su respiración era lo único que escuchaba, hasta que por fin habló de nuevo con apenas un hilo de voz:
—¿Tú crees que todo esto valdrá la pena? ¿Y si hago que te suspendan?
—No lo creo. ¿Creerías que te habría elegido de ser así? Mira, Venus, me pareces una mujer muy simpática. Lo que pasa es que te cuesta abrirte a los demás porque hay algo ahí dentro de ti que no te lo permite. Desconozco lo que puede ser, pero te juro que voy a hacer lo que sea por descubrirlo. Me da igual que no quieras hacerlo; tarde o temprano confiarás en mí.
—¿Cómo estás tan seguro? ¿Qué te hace pensar que acabaré confiando en ti?
Sonreí de manera inclinada mirando a la pared e imaginándomela a mi lado.
—Acabarás cayendo bajo mis encantos, cielo, ya lo verás. Maxwell Bristow es de confianza.
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Nota de autora:
¡Feliz lunes, Moni Lovers!
¿Qué tal estáis? Tengo que deciros que el capítulo del viernes os lo voy a dar un poco antes, pero no os voy a decir cuando.
¿Qué os ha parecido el capítulo? Repasemos:
1. Mañana de Navidad.
2. Reacción ante los regalos.
3. Maxwell habla con Venus.
4. ¡Cada vez Maxwell está más pillado por Venus!
Espero que el capítulo os haya gustado. ¡Nos vemos! Os quiero. Un besito.
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