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Un reecuentro doloroso.

Taehyung bajó del escenario con cuidado, recibiendo la bata que le ofrecieron para poder cubrir su cuerpo y agradeció en un susurro mientras se la colocaba para después recibir una botella de agua.

—Increíble cómo siempre. —Le felicitó Alex, su mánager, acompañándolo hasta la habitación que utilizaba para arreglarse. —Recuerda que debes dar un show privado, no tardes.

El peliclaro maldijo entredientes, pues había olvidado ese detalle, sin embargo no dijo nada, no era su decisión y esa persona era muy importante si había conseguido un espectáculo privado. Cosa que no acostumbraba a hacer. Así que solo dejó escapar un suspiro cansado y asintió con la cabeza.

La vida era injusta, Taehyung lo había aprendido el día que despertó en aquel hospital cuatro años atrás, la suerte definitivamente no estaba de su lado y fue cómo si el universo entero le hubiese dado la espalda. Cuando sus padres murieron al igual que su abuela, quedó completamente solo, era inexperto, nunca había visto de sí mismo y ni siquiera había terminado la universidad aún.

Nadie fue a visitarlo al hospital, nadie preguntó si se encontraba bien, ni siquiera Hoseok pareció preguntarse por el. Y él no buscó a nadie, se las arregló para valerse por sí mismo, y a duras penas se fue levantado del hueco en el que había caído. No fue para nada fácil, había días en los que quería tirar la toalla, cerrar los ojos y no despertar, dejarse caer de nuevo.

Un día en el que no aguantaba más, no tenía dinero y su alacena estaba completamente vacía, hizo algo que se juró no haría nunca y fue a su casa, a buscarle, a él, a Jungkook.

Pero fue un fracaso tal y como esperó, nunca le había agradado a sus padres, estos solo le miraron con asco al igual que siempre habían hecho cuando lo vieron frente a la puerta y cuando pidió ver a Jungkook se lo negaron, las palabras que dijeron aquel día dejaron una marca en su corazón, y Taehyung tiempo después las entendió.

«Aléjate de Jungkook Taehyung, el está trabajando por ser alguien en la vida, deja de buscarle y trata de hacer algo por ti mismo, la gente no estará siempre para resolver tus problemas. Le diremos qué viniste, y si le interesa, te llamara.»

Y obviamente nunca le llamó, ni siquiera recibió un simple mensaje, y allí lo supo, los padres de Jungkook tenían razón, nadie estaba para él y él debía hacer las cosas por sí mismo. Vinieron días peores, nada parecía mejorar pero ya no tenía ganas de rendirse, saldría adelante, lo haría solo y se demostraría a sí mismo que podía.

Con el pasar del tiempo comenzó a ver a Jungkook en la televisión, portadas de revistas, periódicos, etc. El se estaba convirtiendo en alguien exitoso e importante, y él se sintió silenciosamente orgulloso, allí entendió que había sido lo mejor dejarle ser, no ser un obstáculo en su camino.

Un día vagaba por la noche pensando en algo que hacer, había sido despedido de otro empleo y no tenía el dinero suficiente para mantenerse al menos un par de días, y cuando estaba perdiendo las esperanzas Alex apareció cómo un ángel para brindarle una mano, el trabajo que le ofreció había hecho que Taehyung se mostrara indignado al instante.

«Eres hermoso Taehyung, a las personas le encantan los chicos hermosos cómo tú.»

Bailarín exótico. Jamás en su vida le hubiese pasado por la cabeza, pero Alex le hizo entender, que era la solución a todos sus problemas, nunca se había sentido bonito, mucho menos pensó que era posible ganar tanto dinero solo por mostrar su cuerpo y bailar para la gente un par de veces a la semana. Entonces aprendió pole dance en seis meses y al parecer tenía un talento nato para ello.

«De hoy en adelante eres Venus, no más Taehyung. Allá arriba, en ese escenario, puedes ser quien quieras, allá arriba tú pasado no existe.»

Y Taehyung se refugió en esas palabras, se aferró a ellas con su vida y surgió de entre las sombras que lo habían arropado durante aquellos meses. Después de su primera presentación no quedó nada del Taehyung ingenuo e inocente, su cabello rubio fue reemplazado por una peluca lila y sus sentimientos solo salían cuando estaba sobre el escenario, cuando bailaba, nada dolía, cuando bailaba no pensaba, no habían heridas, no había pasado, no había corazón roto.

Porque sobre el escenario, nada duele.

Sobre el escenario solo era Venus.

Sobre el escenario no extrañaba a Jungkook.

Entró a la habitación y sentó frente al gran espejo, la maquilladora entró detrás de él y le quitó la peluca lila para arreglarla un poco con sus manos antes de volver a colocársela correctamente.

—Tienes una sesión de fotos mañana. ¿Ya te dijeron? —Preguntó la chica mientras arreglaba su maquillaje, agregando un poco más de iluminador a las zonas que lo necesitaban.

Taehyung frunció un poco el ceño y negó levemente con la cabeza. Era consciente de que su mánager trataba de conseguir que debutara en el mundo del modelaje, pero hasta el momento no le había dado ninguna noticia respecto a eso.

—Si, sí. Alex estuvo vendiendo tú imagen, y una marca de ropa quiere que luzcas algunas de sus prendas para el catálogo de invierno. —Taehyung se quedó pasmado ante las palabras de la chica. —Lamento darte la noticia así, de seguro Alex quería ser más especial. Finge sorpresa cuando te lo cuente.

Asintió tontamente con la cabeza mientras aún analizaba las palabras de Jennie y dejó que terminara de hacer su trabajo en silencio, decidiendo que tendría que dejar su emoción para después. Terminaron de maquillarle, ponerle más brillos, perfume y luego le indicaron lo que debía usar, no era más que un simple vestido de látex en color lila que combinaba con su cabello y zapatos de tacón del mismo color.

—Tae, esta es tu noche, esta persona es muy importante. —Habló Alex entrando a la habitación con la vista pegada a su celular. —Sí le gustas, puede traerte muchos beneficios.

—De acuerdo, lo tengo. —Respondió con una sonrisa segura y cuando terminaron de subir el cierre de su vestido le colocaron un liguero en el muslo y caminó detrás de su mánager hasta la habitación privada.

La entrada trasera del pequeño lugar daba directamente a un pequeño escenario que solo era un pequeño cuadro con un caño en medio.

—El hombre ya está esperando. Suerte. —Le despidió Alex con una palmada en su hombro y la música empezó a sonar.

Or nah de Slomo llenó sus sentidos y cerró los ojos tomando una gran bocanada de aire antes de subir los pequeños escalones y correr la cortina que dividía el lugar, se sentía seguro, sabía perfectamente lo que debía hacer, lo había hecho por años, sabía manejarlo mejor que nadie y esta no sería la excepción.

Pero cuando le vio allí sentado frente al escenario, encorvado con los antebrazos sobre los muslos y los dedos entrelazados, tan imponente cómo lucía en las revistas y en la televisión, sus defensas flaquearon y estuvo a punto de entrar en pánico.

Vaciló un instante, pero en ese momento él no era Taehyung, era Venus, y Venus no conocía al chico frente a el, Venus no conocía a Jeon Jungkook.

Le dedicó su mejor sonrisa, el pelinegro le miraba con los labios entreabiertos y ojos brillantes en algo que no podía descifrar, hizo su trabajo, se desconectó del mundo y solo se concentró en lo que debía hacer, rozó sus piernas juntas al caminar, sujetó la barra y dio un par de vueltas alrededor sin apartar la vista del chico, podía sentir aquel nudo en su pecho pero lo ignoró, aferró sus brazos y piernas al caño y giró hasta caer al suelo, sus rodillas se apoyaron en el suelo del escenario y echó su cabeza hacia atrás pasando sus manos a través de su torso. Los ojos de Jungkook estaban fijos en sus movimientos, de cerca era más difícil creer que aquel chico era Kim Taehyung.

O al menos la imagen de lo que quedaba de él.

El peliclaro apoyo sus rodillas y palmas en el suelo, moviendo su cuerpo con una sensualidad que estaba generándole un problema a Jungkook, sus ojos se encontraron y el mayor se vio absorbido por aquella mirada, Taehyung se desplazaba por el pequeño escenario con suavidad y sus esbeltas piernas no podían verse mejor con aquel condenado vestido. Las manos del menor fueron a la parte trasera de su propio vestido y Jungkook perdió el aliento en un jadeo, la canción era sensual y lo envolvía de manera hipnotizante, lentamente el vestido resbaló acariciando su cuerpo hasta caer al suelo y el pelinegro se acomodó mejor en su asiento.

Unas simples bragas lilas y el liguero en su muslo era lo único que le cubrían, dejando su piel levemente bronceada expuesta, tan brillante y sedosa qué Jungkook sentía la punta de sus dedos picar por la ansiedad de querer tocarle.

Sobre ese escenario Taehyung lucía imponente, inalcanzable, y era tan hermoso que no se sentía real, era una especie de Dios, algo fuera del mundo real. Taehyung era indestructible sobre el escenario.

Le observó girar alrededor del caño, los músculos de todo su cuerpo tensándose ante el esfuerzo pero parecía tan ligero cómo una pluma, de vez en cuando el cabello lila le cubría los ojos y el brillo en todo su cuerpo era cómo un magnetismo que no le permitía apartar su mirada. Cuando la segunda canción terminó, Taehyung estaba recostado sobre el suelo con la espalda arqueada y una pierna levemente flexionada.

Jungkook estaba embelesado y no pudo evitar arrastrarse más cerca sintiendo la incomodidad en sus pantalones, pero ahora tenía cosas más importantes en mente, el peliclaro se incorporó, sentandose en el borde del escenario y cruzando sus piernas para verle como si pudiera leer sus intenciones, le examinaba de arriba abajo más no parecía dispuesto a decir algo.

—Hola, Tae. —Le saludó de la manera más tonta con una pequeña sonrisa adornando sus labios, el chico alzó una ceja.

—Jeon Jungkook. —Le erizó la piel escuchar su voz profunda después de tanto tiempo pero no había nada familiar en su voz, es cómo si hubiese pronunciado el nombre de un desconocido.

—D-Dios Tae... No sabes cuanto he luchado por encontrarte, jamás esperé encontrarte aquí y yo... —Estaba hablando demasiado rápido y Taehyung le respondió.

—Primero: no soy "Tae", soy Venus. Y segundo: No vuelvas a buscarme, Jeon. —Su voz era tan cortante cómo una hojilla nueva y no reaccionó hasta que le vio comenzar a levantarse y tomó su brazo para frenarle.

— ¿Por qué estas aquí? —No estaba reprochándole nada, Jungkook solo quería saber qué había pasado, cómo había llegado allí.

El peliclaro se zafó de su agarre con brusquedad, cómo si tratase de la mismísima peste. —Eso no es asunto tuyo, paga y déjame ir.

—Taehyung... —El mencionado apretó los dientes y cerró los ojos.

—No te conozco Jungkook, y tú no me conoces, así que deja de joderme la puta paciencia y vete a vacacionar en tu yate con putas. —El pelinegro abrió los ojos con sorpresa y buscó casi con desespero algo que decir en su mente. 

—Fuiste lo más importante para mi, te prometí que volveríamos a vernos, nunca pensé que sucedería así pero las cosas que tienen que suceder, suceden, y aquí estamos. Te he buscado por dos años, no sabes lo mucho que te he extrañado, ahora que nos hemos reencontrado no puedes decir que no nos conocemos. —Jungkook esperó ablandarle con aquellas palabras pero pareció ser todo lo contrario, Taehyung empuñó sus manos y le miró con rencor, un rencor que había estado conteniendo todos aquellos años.

—Fui a tu casa. Tuve unos años de mierda. Tus padres me dijeron que te dejara en paz, que estabas trabajando por hacerte una vida. —El veneno estaba inyectado en la voz del peliclaro, Jungkook estaba estupefacto. —Dijeron que te avisarían que fui y que si te interesaba, llamarías. ¿Adivina qué? Nunca llamaste. Aprendí a ser alguien yo mismo, a pesar de toda la mierda y aquí estoy. Ya no te necesito Jungkook, desaparece de nuevo y sigue viviendo tu vida perfecta señor CEO.

Le observó levantarse, estaba rígido en su asiento y cuando Taehyung bajó del escenario para salir por la puerta principal del lugar le alcanzó con rapidez tomándole del brazo una vez más, este le dedicó una mirada qué decía "¿Y ahora qué?" pero Jungkook podía ver un reflejo de nostalgia más allá.

—Tae... Y-Yo, nunca me avisaron, te lo juro qué te habría llamado, sabes que lo habría hecho... No sé por todo lo que pasaste, pero te amo Tae, dame una oportunidad, déjame intentar recuperarte...

El peliclaro examinó la expresión de Jungkook, su mirada suplicante, la angustia se reflejaba en sus facciones y hacía que su corazón se estrujara en su pecho, pero el había aprendido a ignorar a su corazón hacía mucho tiempo, el viejo Taehyung le habría aceptado sin pensar, le habría abrazado y se hubiese fundido en ese delicioso aroma que desprendía, pero no era el mismo, había cambiado y en cambio a todo lo que pensó, una risa amarga brotó de sus labios.

—La vida real no funciona así Jungkook, no puedes venir y solucionarlo todo con chasquear tus dedos, yo no necesito a nadie. —Jungkook jadeó dejando caer la cabeza un instante antes de volver a mirarle.

—Nunca creí que fuera así... —Una vez más Taehyung le interrumpió.

—La vida no es un maldito cuento de hadas. Yo tuve que aprenderlo por las malas, ahora hazlo tú. —Se soltó del agarre del contrario sintiendo frío allí donde había estado su mano cálida. —Adiós, señor Jeon.

Y salió de la habitación dando un portazo, dejando a Jungkook allí con el corazón en la mano y los sentimientos a flor de piel, el nudo en su garganta era tan fuerte que no pudo contener las lágrimas que se deslizaron por sus mejillas, las limpió con rudeza y un par de minutos después Jimin entró a la habitación, envolviéndolo en un abrazo apenas le vio.

—L-Lo perdí Jimin... Creí que lo había encontrado, pero lo perdí... —Sollozó en el hombro de su amigo, por un momento olvidó donde estaba y qué día era, en ese momento solo quería hundirse en la misera que sentía y no salir nunca más.

No supo cómo ni en que momento pero ya se encontraba en su auto, Jimin conducía y le dedicaba miradas comprensivas cada tanto, no sabía que hora era pero el cielo aún estaba oscuro y la ciudad lucía deprimente a través de sus ojos vidriosos, probablemente nunca se había sentido así de mal y nunca imaginó que la razón fuese Taehyung.

Aunque sabía que el peliclaro tenía razón. Lo había dejado solo, cuando pudo buscarlo, no lo hizo, pero cuando estaba en la universidad tenía un solo objetivo en mente; graduarse, y sus padres se encargaron de no dejarle apartar la vista del camino. Nunca se lo dijeron, nunca si quiera tuvieron la decencia de informarle que Taehyung lo había buscado, que Taehyung lo había necesitado.

No le importó la hora, tomó su celular y marcó el número de su madre sin pensarlo, lo puso en su oreja y pudo escuchar su propia respiración ahogada, cuatro tonos después, la mujer contestó.

— ¿Jungkookie? Cariño, ¿Estas viendo la hora? ¿Estás fuera del país? ¿Pasó algo? —La mujer sonaba preocupada pero eso solo aumentó la molestia del pelinegro.

—P-Por qué...  ¿Por qué nunca me lo dijeron? —La voz de Jungkook salió pastosa debido a las lágrimas en claro tono de reclamo. — ¿Por qué nunca me dijeron que Taehyung había ido a buscarme?

Solo silencio se oyó a través de la linea y Jungkook supo que su mamá pensaría que estaba loco, que estaba haciendo un drama por una estupidez pero ellos no sabían el problema que aquello había causado, no sabían lo que habría evitado si le hubiesen comentado.

Jungkook ¿Estás llorando? —La confusión bailó en el tono de voz de su madre.

—Mamá... Solo, responde.

Y lo que diría a continuación solo destrozaría más a Jungkook.

—Los padres de Taehyung murieron en un accidente hace cuatro años, él también estuvo allí y estuvo en coma por tres meses, vagaba por la calle Jungkook, era un vagabundo... T-Tú padre y yo solo... No queríamos que él arruinara tu futuro. —Jungkook cerró los ojos con fuerza y sintió la mirada interrogante de Jimin sobre él. —Él solo quería aprovecharse de ti, cómo siempre, él...

—Púdranse. —Interrumpió el pelinegro y colgó.

— ¿Todo bien? —Preguntó Jimin con una mano en su hombro.

Jungkook quiso responder que no, que nada estaba bien y probablemente no lo estaría en un tiempo, pero no encontraba su propia voz y sus pensamientos lo estaban ahogando, la culpa estaba quemándole desde adentro, y tenía tantas pero tantas ganas de abrazar a Taehyung en ese momento, de disculparse, de pedirle perdón porque le había necesitado y no había estado para él, porque había tenido que luchar solo cuando el pudo haberle acompañado en su dolor.

Taehyung tenía razón, la vida no era un cuento de hadas y Jungkook estaba entendiéndolo ahora.

Porque quería tanto al peliclaro que su dolor se convertía en el propio, cómo si estuviese en su piel, y sabía que debía pensar en alguna manera de hablar con Taehyung, porque por más que el chico dijese que no necesitaba a nadie, Jungkook sabía que no era cierto, aquella imagen, Venus, era solo una máscara para cubrir lo roto que estaba, porque él sabía que su Taehyung seguía allí, detrás de todo eso.

Jimin aparcó el auto frente a los portones de su casa y Jungkook le miró por primera vez desde que se habían subido al auto.

—Gracias, Jim. —Agradeció alargando su mano para abrir la puerta.

— ¿Estás seguro de que no quieres que me quede? —Preguntó su amigo cuando ya tenía un pie fuera del auto y negó con la cabeza en respuesta, por primera vez en su vida, quería estar solo.

Abrió la pequeña puerta junto al gran portón y atravesó el patio delantero hasta llegar a las grandes puertas dobles de la mansión, el clima era frío debido a la hora y todo rastro de alcohol parecía haberse evaporado de su sistema, por alguna razón se sentía tenso a pesar de que había pasado casi todo el día anterior en el spa, su rostro se sentía pegajoso debido a las lágrimas secas y con el paso de los minutos su estado de ánimo solo parecía empeorar.

Por primera vez en su vida, no sonrió al ver a Zach ni le alzó cuando salió a recibirle, por primera vez en su vida no quería dormir, no tenía hambre y no quería hacer nada más que llorar hasta desmayarse.

Y Jungkook descubrió otra cosa que el dinero calmaba.

El dolor.

Él sabía que si quería dejar de sentir aquello, debía recuperar a Taehyung, y lo haría cómo fuese.

.                          .                          .

Esa noche después de mucho tiempo, Taehyung se quebró, lloró con un dolor en el pecho que no sabía que aún conservaba y se preguntó por qué el amor dolía tanto, y por qué el sentimiento seguía siendo tan fuerte después de tanto.

Había visto a Jungkook salir de la habitación privada con su amigo pelirosa y los ojos bañados en lágrimas, su expresión rota le había roto a sí mismo y sintió su alma resquebrajarse al verle tan herido, porque por más que tratara de decir lo contrario, le amaba, y probablemente sería así por siempre.

Estaba en la sala de prácticas de la mansión de Alex, practicando todos los pasos que conocía, sosteniéndose con sus piernas y brazos tan fuerte a la barra que comenzaban a formarse moretones, las canciones iban pasando y el no se detenía, ya estaba sudado y su cabello rubio caía sobre sus ojos dificultándole la vista, su respiración estaba agitada y quitaba las lágrimas que escapaban rebeldes de sus ojos sin poder evitarlo.

Y siguió bailando y girando hasta que sus piernas temblaron.

Porque sobre el escenario nada duele.  

Pero en ese momento el dolor era tan fuerte que amenazaba con romper todas las barreras y Taehyung se prometió a sí mismo que se dejaría romper por completo aquella noche pero que luego volvería a ser el mismo, cómo si nunca le hubiese visto, cómo si su corazón no hubiese vuelto a latir por él cómo la primera vez. Porque tenía miedo, porque por un momento quiso volver a ser el Taehyung de diecisiete años y refugiarse en el calor de su pecho, dejar que le consolara, y fue allí que supo que todos los sentimientos hacia Jungkook, seguían intactos.

Se dejó caer a el suelo, sentándose con las rodillas flexionadas y escondió su rostro entre estas, sollozando con fuerza y odiando la sensación de sentirse tan débil, tan dependiente, porque en ese momento solo quería que Jungkook estuviese allí para envolverle con sus brazos y hacerle olvidar todo,que le abrazara tan fuerte cómo para unir las piezas de su corazón roto.

Y solo deseaba una cura mágica para quitar todo tipo de dolor.

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