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Capítulo Final - Parte 3/Final.

¿Venís?
Capítulo Final, Parte final - Llegó la hora de pagar.
Escrito por Mioniii.

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   Rápidamente me paro y lo miro a los ojos. Enojado, sintiendo toda la furia salir por mis poros.

— ¿Por qué los trajiste? —dije enojado.

— Para que me defiendan.

— ¿De quien te van a defender unos guardias culiaos sin poderes?

Digo y los dejo completamente paralizados.

— Iván no nos podemos mover. —exclaman los dos desesperados.

En ese momento me di cuenta que eran adornitos los culia'os, siempre lo fueron.

— ¿Qué pena, no? —digo irónicamente con una sonrisa.

El hecho de que el Martin no me había dicho nada me daba el permiso de hacer lo que había querido hacer desde hace mucho tiempo. Podía sentir el miedo de Iván, tragando saliva.

Me tiro arriba de él y comienzo a pegarle combos, destrozándole la cara, con toda la rabia que había en mi cuerpo.

— ¡ESTO POR TODAS LAS PERSONAS QUE MATARON! —grito con todas mis fuerzas golpeándolos.

De repente una fuerza me tira hacia atrás.

— Pará Manu. —era el Martin.

< Argentino culia'o, por qué en el mejor momento. >

— Acordate que tiene que estar vivo para la sorpresa. —dice con una sonrisa mirándome a los ojos.

Me sentía en las nubes al entender porqué el Martin me había parado. Rápidamente me paro del suelo y le digo al Iván.

— Ahora te puedo responder qué tenía aquí, saco el teléfono de mi bolsillo. En estos últimos días hemos estado buscando pruebas para incriminarlos y contarle a todo el mundo que están haciendo, lo que arruina completamente su plan y los pone a todos ustedes maricones en la carcel, qué... —me fijo en el teléfono. — Está en un 99% porciento de subido, a 1% de que todo su plan e incluso vida se acabe.

"Video exitosamente subido"

   Rápidamente miro la pantalla y se la muestro.

— Listo, ya no hay nada más que hacer. —le digo con la misma sonrisa que siempre hacía cuando decía que estaba ganando.

   Finalmente le tiro el celular en toda la cara y el grita en dolor.

— Llegó la hora de pagar.

   Recojo el celular porque 1. Era un buen celular y 2. No tenía uno porque el mío lo dejé en el bus y le hago una señal al Martin para que nos vayamos. Salimos de ahí casi saltando de la emoción, todo había concluido, ya no había que correr de nadie.

   Saltamos la reja que estaba en la cancha y salimos de la academia.

— Listo boludo, ya no hay nada más, somos libres. —comenta emocionado.

— Si weón. —respondo soltando un suspiro de alivio.

   Ahora si podíamos estar en una nube, sin nada que nos pudiera bajar de ella, o eso creíamos...

   De repente un auto viene apurado y para en frente de nosotros. Se abre la puerta y era mi papá...

— ¿Antonio? —pregunto confundido.

— Súbanse al auto, hay que salir de aquí.

   Miro al Martin asustado, intento sacar opciones de si subirnos o no.

— Vamos, Manu. Ya no tienen nada que perder. —me dice el Martin y asiento.

   Nos subimos al auto y el Martin cierra la puerta, luego este empieza a avanzar.

— Antonio, ¿Que haci' aquí?

— Emm, ví su vídeo, de hecho todo el mundo lo vió. —responde mirando al espejo.

— ¿Todo el mundo? O sea, obvio no todo el mundo, pero ¿La gente lo vio?

— Sep, y bueno, al fin no hay nada que me retenga, estoy por fin libre, por eso vine a buscarlos.

   Suelto un suspiro de alivio porque juraba que nos iba a matar, aunque había un problema, no sabía donde estábamos yendo y parecía que en vez de buscar ciudad estábamos adentrándonos cada vez más al bosque.

— Antonio, ¿Donde estamos yendo? —pregunto yo confundido.

   Luego el auto comienza a subir una especie de subida larga.

— Fuera de aquí... —responde nervioso.

   Llegamos al fin de la subida y adelante parecía el camino terminar, como a una especie de acantilado.

— Antonio, al frente el camino termina. —digo nervioso.

— Lo sé, lo sé. —comenta pareciendo ignorarme.

— Entonces para po' —ordeno confundido.

— No saben lo que hicieron, la enfermedad es mucho más grande de lo que se piensa, la enfermedad es solo una parte de como va a ser finalmente, hay muchas más personas envueltas, solo expusieron a Iván y a unos cuantos tipos, por lo tanto su video fue casi inservible.

   Mis nervios comienzan a aumentar, era obvio, una enfermedad no era tan fácil de crear, era OBVIO.

— Me dijeron que esta era mi última misión y por fin sería libre, asi qué lo siento mucho. —dice acelerando.

— Weón para, SOY TU HIJO. —exclamo.

— No, de hecho no. Un hijo no tiene poderes. Un hijo es NORMAL. —finaliza.

   Después de decir eso salta del auto con un chaleco para no pegarse, obvio no iba a matarse el con nosotros.

Lo que más me dolió de todo eso no fue la traición o el hecho de que iba a morir, fue el hecho de que mi último recuerdo de el sería que me dijo que no me consideraba su hijo.

— ¡Salgamos! —grito.

Intentando salir nos dimos cuenta de que el auto tenía seguro de niño, lo que significaba que no podíamos salir a menos de que apretáramos el botón que estaba en la puerta del conductor, el cuál ya estaríamos muy tarde para apretarlo y sería mucho más fácil salir por la puerta del antonio, que no lograríamos tampoco debido a la velocidad y cercanía.

   En ese momento también nos damos cuenta que ya era muy tarde para salir, tomo la mano del Martin y lo miro a los ojos, luego cerrándolos. Sabiendo que íbamos a morir inminentemente.

   < Pensar que si me hubieran interesado los autos de chico podría haber quizás parado el auto. >

    El auto cae por el acantilado junto a nosotros, matándonos casi, casi, al instante.

FIN DE LIBRO.

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