Prologo
En algún lugar del océano.
1580
Marvelous se equilibró brevemente en la proa del galeón que se hundía, arqueó el cuerpo demacrado, lleno de cicatrices, y lanzándose de cabeza hacia abajo se zambulló en el mar oscuro y zarandeado por el viento. Batiendo furiosamente los brazos y las piernas, luchó por escapar de la estela de succión que produjo el Negra María al hundirse. No miró atrás más que una sola vez, para alegrarse en silencio al ver cómo aquel barco del demonio desaparecía bajo la superficie del agua, llevándose consigo a su brutal amo de Famille y a toda su tripulación.
Entonces se rió.
Se rió hasta que le dolieron los músculos y estuvo a punto de ahogarse.
Luego, bruscamente, se volvió hacia la fragata de Londres, cuyos cañones aún humeaban, y se echó a nadar hacia ella como alma que lleva el diablo.
—Se está hundiendo, capitán Gavan—informó el contramaestre Geki, bajando el catalejo y sonriendo al capitán.
—¡Pues menos mal! —gruñó Gavan—. Otro malnacido de Famille que no volverá a meterse con las embarcaciones de Londres. Su primer error ha sido enfrentarse con nosotros; el segundo, creerse que iba a poder hundir a lo más granado de Su Majestad la Reina. ¿Algún superviviente, señor Geki?
Geki volvió a alzar el catalejo para escrutar el desplomarse de las crestas blancas surcadas por un viento cada vez más fuerte.
—No parece que haya ninguno, señor.
Gavan asintió.
—Mejor así. Larguémonos de aquí; va a haber tormenta. Pon rumbo a Londres: tenemos que reparar los destrozos que nos ha hecho el Negra María.
—Bien; muy bien, señor.
Geki le dio una última pasada al mar a través del catalejo, lo bajó un instante y volvió a llevárselo al ojo.
—¿Qué es, señor Geki? ¿Veis algo?
—Sí, capitán. Parece la cabeza de un hombre entre el vaivén de las olas. —Geki le pasó el catalejo a Gavan, que lo apuntó en la dirección que éste le señalaba—. ¿Lo veis?
—Sí. Ganas me dan de dejar que se ahogue ese malnacido, pero yo no soy un salvaje. Arriad un bote y traédmelo a bordo.
—Parece que está casi fiambre, mi capitán —observó Geki contemplando a aquel hombre medio ahogado desmadejado sobre la cubierta—. Mirad cómo tiene la espalda el pobre diablo. Quienquiera que sea, no lo han mimado mucho en el Negra María. No es más que un muchacho. No creo ni siquiera que sea de Famille, con ese pelo cobrizo.
—Llevadlo abajo y que el médico de a bordo se ocupe de él. Y, por el amor de Dios, que le den de comer. Se le transparentan todas las costillas. Hasta que oigamos su historia, no estará de más que lo tratemos en lo posible como es debido.
Marvelous se sacudió, se volvió de costado y escupió parte del agua de mar que había tragado. Luego se recostó de espaldas y alzó la vista hacia aquellos voltersense que lo habían rescatado del mar. A pesar de que estaba muy debilitado y completamente exhausto, sonrió con auténtica alegría. Eran los primeros habitantes de Londres que veía en cinco años, y la visión casi le desbordaba de puro alivio.
—¿Habláis español? —le preguntó el capitán Gavan.
Aunque le escocía la garganta de la copiosa agua de mar que había tragado mientras nadaba a la desesperada, Marvelous respondió sin dudarlo:
—Lo hablo perfectamente, señor. Me llamo Marvelous. Mi padre era Sir Alexander. Hace cinco años fue enviado por la reina de expedición al Nuevo Mundo. Nuestro barco, el Estrella del sur, fue atacado y hundido por el Negra María, y yo fui el único superviviente. Mi madre, mi padre, mi hermana y su esposo… murieron… murieron todos.
El capitán parecía incrédulo:
—¡El Estrella del sur! Dios mío, recuerdo muy bien aquel suceso. No se volvió a saber del barco, y se dio por hecho que todos los tripulantes y pasajeros habían muerto. ¿Dónde habéis pasado vos estos últimos cinco años?
—En el mismísimo infierno —dijo Marvelous, haciendo esfuerzos por levantarse. Un marinero se apresuró a adelantarse para ayudarle—. No he puesto un pie fuera del Negra María en cinco años.
Me han matado de hambre, me han azotado, me han humillado y me han tratado literalmente como a un esclavo. Tuve que crecer deprisa cuando me arrojaron de la inocencia y la confianza juveniles a las entrañas del infierno, a la edad de diecisiete años.
El capitán Gavan sacudió la cabeza con conmiseración.
—Gracias a Dios que nos cruzamos en el camino del Negra María cuando lo hicimos. Ahora sois libre, Marvelous. Estoy seguro de que la reina os restituirá toda la fortuna y las posesiones de vuestra familia tan pronto como tenga noticia de que estáis vivo.
—Eso imagino —dijo apagadamente Marvelous.
—Yo soy el capitán Gavan de la Marina Real. El doctor de a bordo os echará un vistazo de inmediato. Para cuando lleguemos a Londres estaréis hecho un auténtico lobo de mar. Sois joven, os recuperaréis. Dentro de nada estaréis entre los de vuestra clase llevando una vida privilegiada.
Macilento y con la mirada vacía, Marvelous contempló a Gavan. Nadie más que él mismo llegaría de verdad a saber con qué intensidad había sufrido a manos de aquellos hombres de Famille. Podían imaginárselo, pero no lo sabrían jamás, a menos que lo hubieran experimentado por sí mismos. Nunca podría ya volver a vivir aquella vida absurda a la que estaba acostumbrado antes de sus años de cautiverio. Tenía el alma abrasada de odio, su corazón clamaba venganza. La muerte cruel de su familia y el subsiguiente cautiverio le habían marcado de forma indeleble.
—Usaré mi fortuna para vengar la muerte de mi familia —dijo, con una voz tan cargada de amenaza que Gavan se estremeció y apartó la mirada—. De hoy en adelante, ningún hijo de Famille, sea hombre, mujer o niño, estará a salvo de mí. Obtendré el permiso de la reina, aparejaré un barco y los perseguiré hasta los confines del mar como a los animales que son.
—Admiro vuestra ambición, señor Marvelous, pero ¿no sois demasiado joven para capitanear vuestro propio barco? ¿Tendréis la habilidad necesaria para controlar a los hombres?
En los ojos negros de Marvelous centelleó la vehemencia de su fervor vengativo:
—En los cinco años que he pasado cautivo en alta mar he aprendido todo lo que hay que saber de navegación y de barcos. Del mismo modo que aprendí a odiar a los de Forks. Con eso creo yo que estoy más que capacitado para enfrentarme con ellos. Nada me detendrá, capitán. —Levantó el puño hacia la oscuridad, amenazando al cielo—. Juro por lodos los muertos de mi familia que seré despiadado y firme en mi venganza hacia los hijos de Famille. Los perseguiré implacablemente y sin cuartel. Y que Dios me ayude
Se que estarán pensando tengo dos historias sin terminar y ahora vengo con otra
¿Que puedo decir? Cuando la inspiración llega agarrarla y no la sueltes por nada del mundo
Es la primera vez que hago una historia de los Gokaiger lo cual me encanta llevo tiempos queriendo hacer una pero no pensaba en una que me gustará lo suficiente
Y si en esta historia el pueblo de Ahim serán los malos pero todo tiene un porque ya verán
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