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Capítulo 61

Narrador:

- Hola suegro – saludó Camila sintiendo el mismo temor de años atrás al ver a Mike, el padre de Lauren.

La morena jamás había sido la persona favorita del hombre por infinidad de razones, aunando el hecho de que destrozó el corazón de la ojiverde al serle infiel suponía que seguía sin lograr ganar su respeto o confianza.

- Camila... - saludó espesamente Mike.

- Papa... - se quejó la ojiverde al ver la actitud de su padre - ¿puedes comportarte? – pidió con dulzura. Su padre había sido uno de los que la había apoyado en su idea de regresar con Camila, pero no parecía muy contento de tenerla nuevamente en su casa, de hecho jamás había parecido muy feliz por eso, era algo a lo que ambas estaban acostumbradas.

- ¡Mike! – Clara entró a la sala con Lisandro de la mano – no seas molesto con Camilita – lo reprendió. La madre de Lauren no había colaborado mucho en la idea de la ojiverde de volver con Camila, pero en cuanto vio al pequeño Lisandro su corazón se derritió completamente por el niño, logrando así también aceptar el hecho de que la morena hubiese regresado a su vida era para bien.

- ¡La abuela me va hacer galletas de verdad! – gritó el pequeño emocionado.

- Camila siempre te hace galletas en casa – aclaró Lauren, tratando de darle merito a su chica.

- Ella las compra, luego las pone en un plato y te dice que las hizo ella – aclaró llevándose una mano a la frente. A veces el niño no entendida como era que Lauren no se daba cuenta de cosas tan obvias.

- ¿Ah sí? – preguntó la ojiverde con una ceja levantada.

- Lauren... sabes perfectamente que no se cocinar – contestó la morena apenada, sintiendo la pesada mirada de Mike sobre ella.

- Da igual, no puedes comer galletas porque ya es tarde para eso, tienes que dormir y descansar del viaje – la ojiverde se dirigió a Lisandro.

- Pero no tengo sueño – se quejó el niño haciendo un puchero, esperando convencer a su nueva abuela con ese gesto de hacer las galletas.

- Ya escuchaste a Lauren, nada de galletas. Es mi última palabra – Camila apoyó a su chica, no quería tener que lidiar con el pequeño hiperactivo debido al azúcar a esas horas de la noche.

- Abuela... - Lisandro miró a Clara con la cara más tierna que podía. Sabía que utilizando esas técnicas podía lograr que los adultos lo dejaran ver 5 minutos más televisión o que le contaran un cuento.

- Claro que te haré tus galletas mi amor, te pareces tanto a Lauren cuando era pequeña, hasta tienes sus ojitos – dijo la madre de la ojiverde con tono consentidor.

- ¿Verdad que son iguales? – preguntó el pequeño emocionado. A él le encantaba el color de los ojos de su nueva mama y una de las cosas que más quería era tener ese mismo rasgo.

- Mama... - dijo Lauren a forma de reproche, Lisandro tenia ojos cafés.

- Lisandro comerá sus galletas ¿ok? – intervino Mike. El también había caído completamente rendido ante el encanto del pequeño, además le encantaba que le dijera abuelo – y veremos películas, nosotros lo cuidaremos, ustedes pueden ir a dormir, él se quedara en el antiguó cuarto de Chris, ya lo acondicionamos perfecto para cuando venga a visitarnos este muchachote – añadió cargando a su "nieto" en brazos sin ningún esfuerzo – hace mucho que no tenemos un niño en casa, déjenos disfrutarlo...

- Creo que no pasara nada porque duerma tarde hoy, de cualquier manera mañana es sábado y no tiene que levantarse temprano – dijo Camila tratando de mejorar su trato con el padre de la ojiverde.

- Como sea... - aceptó Lauren encogiéndose de hombros, estaba fastidiada del viaje y de discutir por cosas tan pequeñas, ella quería que sus padres tuvieran una buena relación con su hijo y parecía que todo iba bien – iremos a tomar una ducha y después a dormir, fueron muchas horas de viaje, solo asegúrense de que no duerma demasiado tarde – finalizó antes de tomar la mano de Camila y salir de la sala observando la carita de Lisandro, parecía muy emocionado y feliz, le encantaba verlo así, le encantaba tener una familia, le encantaba tener a la morena a su lado.

- Tu padre sigue dándome tanto miedo – dijo Camila una vez que entraron a la oscura habitación de Lauren.

- Solo te está molestando, él te quiere – le sonrió para tratar de hacerla sentir mejor encendiendo la luz, pero la morena no la veía a ella, observaba con cuidado las paredes del cuarto.

El dormitorio de Lauren seguía igual que cuando iban al instituto, fotografías de ambas estaban por todos lados, en ellas se miraban con el mismo amor del presente, pero las chicas que aparecían en las imágenes parecían más ingenuas, inocentes e ignorantes de los golpes que puede dar la vida.

Mientras observaba con detalle se daba cuenta que tal vez haber pasado todo ese tiempo alejadas había sido lo mejor, aprendieron por su cuenta a sobrellevar las dificultades, a salir adelante sin la otra, algo que en algún momento Camila creyó sería imposible, pero lo había logrado, sin Lauren había podido seguir adelante, aunque por momentos la extrañaba, aunque por momentos maldijo haber cometido el error de dejarla había avanzado, había aprendido por su cuenta, había madurado y vivido un sinfín de experiencias que tal vez no hubiera sido capaz al lado de la ojiverde, y la mujer que amaba con todas sus fuerzas también lo había hecho, se había convertido en una mujer segura, madura, sofisticada, dejando atrás a aquella niña ingenua que apenas conocía una pequeñísima parte del mundo.

Ahora comprendía que el tiempo les había ayudado a enfrentar sus demonios por separado, a superar sus obstáculos personales por cuenta propia, a darse cuenta de que podían vivir sin la otra... pero ninguna de las dos estaba dispuesta a tomar esa opción, se querían, se amaban y no porque se necesitaran para vivir, sino porque realmente se complementaban, porque los días eran más bellos al lado de la otra. Estaban juntas por decisión propia y no por un amor necesitado, se amaban por convicción y no por desesperación.

- ¿Sabes? Nunca hicimos el amor en tu cuarto – pronunció Camila avanzando lentamente hasta la ojiverde.

- ¿Por eso estabas tan callada? ¿Siempre estás pensando en sexo? – bromeó la fotógrafa dejando que la morena envolviera su cintura en sus brazos.

- No, siempre estoy pensando en hacerte el amor... - murmuró conectando con sus labios lentamente, sintiendo la calidez y la humedad de la boca de Lauren, pidiendo permiso suavemente para hundir su lengua en ella y probar su sabor – te amo tanto...

- Yo también te amo Camz – aceptó la otra sintiendo el amor llenar su pecho. Se sentía realmente feliz a su lado, no quería cambiar ni un solo minuto de su pasado, estaba contenta de que las cosas resultaran así, al fin y al cabo la tenía, tenía el amor de su vida a su lado, no le importaba más el ayer, ni los errores cometidos.

- Ven... - dijo Camila estirándola hasta estamparla contra la puerta, la habitación no tenía seguro y creía que esa era la mejor forma de evitar que alguien las sorprendiera.

- Todos siguen despiertos... - habló Lauren sintiendo las manos de la morena desabotonar su pantalón para después bajarlo lentamente y ponerse de rodillas frente a ella.

- Solo no hagas ruido, sé que te encanta gritar mi nombre, pero por hoy puedes susurrarlo... - respondió traviesamente Camila mostrando una sonrisa pícara antes de pasear su nariz sobre las bragas de la ojiverde, olfateando el delicioso aroma de su chica.

- E-está bien – aceptó finalmente dejándose llevar por las sensaciones. Dejándose llevar por el amor que le tenía, por las aventuras que nunca dejaban de vivir, porque no se cansaba de experimentar a su lado, no se aburría de ver sus ojos todo el tiempo o sentir sus caricias sobre su cuerpo, ni de escuchar sus "te amo" o sus gemidos al hacer el amor.

Lauren solo estaba segura de una cosa, Camila era la mujer de su vida, siempre lo había sido, la única que la había hecho sentir un inmenso amor que era totalmente correspondido.


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6/7

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