Capítulo 57
Narra Camila:
- No, empiecen ustedes, quiero llegar de sorpresa ¿ok? – me apreció un poco extraño su pedido, pero accedí antes de colgar.
- Bien, aquí te espero – finalicé.
- ¿Con quién hablas? – Lauren llegó a mis espaldas hablando cerca de mi oído, haciéndome dar un brinquito de la sorpresa.
- ¡Me asustaste! – dije exaltada, Normani solamente reía de nosotras – estaba hablando con Dinah – me limité a responder, evitando decirles que venía para acá.
- ¿Cómo esta ella? – preguntó Normani con curiosidad.
- ¿Cómo esta Alejandro? – preguntó Lauren inmediatamente después con tono acusador sin dejarme tiempo de contestar la respuesta de su socia, entonces comprendí que había algo raro.
- Los dos están bien, voy a ver a Lisandro en lo que llegan nuestras ordenes – dije antes de levantarme de la mesa e ir con mi pequeño solo para asegurarme de que él estaba bien.
Pasé un rato con en el área de juegos mientras también le daba algunos vistazos a la ojiverde, se veía hermosa y me dedicaba sonrisas coquetas al darse cuenta que la observaba, logrando hacer que me ruborizara como adolecente. Cuando vi al mesero acercarse a ellas dejé nuevamente a Lisandro con los demás niños y tomé asiento al lado de Lauren.
- ¡Dios! Hace cuanto no comía una hamburguesa – dijo casi en un gemido que me recordaba nuestra falta de intimidad sexual las últimas semanas. Nos habíamos tomado muy en serio lo de dar un descanso a nuestro cuerpo, pues la última vez había sido bastante... intensa.
- Te ves hermosa comiendo – le dije observando a Normani rodar los ojos. Si, probablemente era muy cursi al decir eso, pero era el amor que tenía por Lauren el que hablaba por mí, ella dejó un beso en mi mejilla y no podría estar más feliz, me sentía completa con ella a mi lado.
- Parece que llegué a tiempo – escuché la voz de Dinah haciendo un gran escándalo como de costumbre y tomando lugar al lado de Normani. Lauren prácticamente se atragantó al verla – Hola Normani... - saludó a la de piel oscura muy de cerca. Realmente no sabía lo que pasaba y me frustraba desconocerlo, pues al parecer era la única en la mesa que no estaba al tanto.
Todo parecía bastante tenso, incluso la cara de Dinah parecía tener dolor, pero no había lago que se lo causara, al menos no físicamente. Lauren observaba la escena con cuidado, no sabía realmente que pasaba, pero mil ideas pasaban por mi cabeza.
- Hola Dinah... - respondió Normani casi en un susurro.
Narrador:
Las miradas incomodas que había sobre la mesa dejaban un ambiente inmensamente tenso. Camila ignorante de toda la situación comenzaba a mostrar desespero al no saber lo que pasaba, una molestia la invadía pues se presentía engañada por su mejor amiga y su novia, o al menos sentía que algo le ocultaban.
- ¿Cómo estas Dinah? – fue Lauren la que acabó con el silencio.
- Bien ¿y tú? – respondió amablemente la rubia, aunque su principal interés no era el bienestar de la ojiverde, sino más bien quería saber cómo estaba la que un día fue su compañera del instituto, no encontraba la manera de poder tener un momento a solas con ella antes de que decidiera irse, pues presentía que esa sería la actitud de la de piel oscura después de la forma en la que había actuado días atrás.
- Muy bien... - respondió con incomodidad la fotógrafa, estaba al tanto de toda la situación, su socia se lo había contado y no sabía realmente como actuar, solo quería poder apoyar a su mejor amiga.
- ¿Me pueden decir que pasa aquí? – preguntó Camila con desespero en la voz – ustedes están actuando muy raro y yo no soy diota...
- Mejor me voy... - dijo secamente Normani tomando sus cosas y levantándose de la mesa.
- No, si alguien tiene que irse no eres tú – reclamó Lauren tratando de detenerla. Camila observaba la escena contrariada, no entendía el enfado con el que hablaba la ojiverde - ¿Por qué no te vas con tu esposo?
- ¡Oye! No le hables así ¿Qué mierda está pasando? – la morena intervino defendiendo a la rubia, parecía estar cada mes más enfadada.
- Pues pasa que tu amiga es una... - intentó hablar la fotógrafa, pero fue interrumpida de golpe.
- ¡Cállate! – gritó Dinah llamando la atención de los presentes. Lauren no quería controlarse, sabía que Normani estaba sufriendo y aunque probablemente ella misma se lo había buscado pensaba que la manera en que había hecho las cosas la rubia era la más dolorosa y cobarde que pudo haber elegido.
- Me largo... - anunció Normani alejándose de la mesa, con una Dinah caminando tras ella.
- Mani ¡Espera! – la rubia trataba de alcanzarla, sus tacones hacían difícil la tarea.
- ¿Qué es lo que quieres? ¿Más diversión? – preguntó amargamente la de piel oscura una vez que estuvieron fuera del establecimiento sintiendo el cuerpo de Dinah chocar contra el suyo a sus espaldas.
- Yo solo quiero saber cómo estas – dijo la más alta con lágrimas amenazando salir de sus ojos, le dolía inmensamente volver a repetir la situación de años atrás... Normani desvió la vista, no quería que su voluntad flaquera ante la vulnerabilidad de la otra.
- Estoy bien... - trató de hablar, pero eligió no mentir - ¿Sabes? No. No estoy bien, pero eso no importa, lo estaré. Como te dije en esa carta que dejé en tu escritorio cuando de manera cínica te largaste con él, me doy cuenta de que nunca podré estar contigo y sinceramente ya no lo deseo, creí que eras diferente Dinah, creí que lo que estaba pasando entre nosotras era real, pero ahora comprendo que solo querías pasar un buen rato, arriesgando a tu familia por eso – dijo con dolor en la voz, pero también una valentía que no había expresado antes, había estado esperando tantos años por Dinah, pensándola en la oscuridad de su cuarto, recordándola a solas, amándola en silencio... había perdido tantos años aferrada a una esperanza que no existía y no estaba dispuesta a seguir con eso, una razón había llegado a su vida para luchar y nada tenía que ver con quien fue su primer amor, su amor imposible en el instituto.
- No digas eso por favor – las lágrimas de Dinah ya corrían por sus mejillas, pero la de piel oscura parecía no compadecerse – yo te quiero, te quiero – dijo tomándola de las manos.
- Deja a Alejandro por mi ¡Déjalo! Has una vida conmigo. Demuéstrame que me quieres – pidió Normani con rabia, sabía perfectamente la respuesta a su proposición.
- No puedo... - susurró la rubia sintiendo como las fuerzas se le iban.
- Que seas muy feliz Dinah... - dijo soltándose del flojo agarre de la otra.
Debía irse ahora, debía irse mientras la voluntad estaba de pie, ya tendría todo el tiempo para llorar después en su habitación, acompañada de botellas de vino, de música triste y de imágenes del que un día fue el amor de su vida, pero ya no más... Dinah sentía como le dolía el pecho, esa sensación desgarradora que solo había experimentado un par de veces en su vida, un dolor que Alejandro jamás le había hecho sentir pues era un caballero incapaz de lastimar a una mujer. Lo sabía, él era el hombre perfecto, el hombre ideal... ella lo amaba, pero también la amaba a ella. Presentía que ese hueco que sentía en el corazón duraría toda su vida, y tal vez lo haría. Maldecía al destino, maldecía a Alejandro, se maldecía a si misma...
- ¿Dónde está Normani? – la voz de Lauren interrumpió sus lamentosos pensamientos - ¿Qué le dijiste? – preguntaba a Dinah con rabia contenida, tratando de no exceder su tono, pero odiaba pensar que su amiga estaba sufriendo por ella.
- Ella se fue – dijo entre sollozos la rubia observando como lentamente Camila se acercaba a las espaldas de Lauren con una mueca de confusión... la conocía demasiado bien, sabía que la mirada que portaba la morena no era otra más que de decepción – Mila...
- No. No digas nada – la morena la miraba con incredulidad, dolida por la traición a su hermano, Lauren tuvo que contárselo, no había tenido más opción cuando Normani y la rubia salieron disparadas del restaurant sin dar explicaciones y armando gran escandalo.
- Lo siento mucho – expresó Dinah con arrepentimiento, no quería perder a su amiga... a su hermana. Sabia del amor que su esposo tenía por ella y viceversa, sabía que a la morena podía dolerle igual, incluso más que a el. Alejandro había experimentado lo mismo un sinfín de veces, podía colocarse muy mal y excesivamente protector cuando alguien lastimaba a su hermana.
- Yo también lo siento... - contestó la otra tomando la mano de Lauren para dirigirse nuevamente al restaurante, no quería ver a Dinah, no quería juzgarla, no quería pensar que había jugado con su hermano y con quien creyó era "su amiga", pero lo hacía y le dolía.
- Mila... por favor – pidió una última vez a rubia, pero no obtuvo respuesta y lo entendía. Había jugado con fuego, había jugado con dos personas que nada debían, porque si había una culpable del dolor causado en todos, era solo ella...
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2/7
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