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Capítulo 52


Narra Dinah:

Desperté gracias a los rayos del sol que atravesaban la ventana pegando directamente en mi rostro haciéndome hacer una mueca de disgusto, debería ser más o menos mediodía, o eso creo.

Me incorporé lentamente en la cama, el cuerpo me dolía completo, sonreí al ver a la persona que estaba acostada a mi lado, era hermosa. Me incliné para dejar una serie de besos sobre la piel oscura de su espada, esa piel que me había estado volviendo loca las últimas semanas, pero estaba mal. Ella no reaccionó, debe estar cansada de la noche anterior... fue ajetreada.

Me levanté tratando de no despertarla, se veía preciosa descansando. Tomé mi celular y con una simple bata para dormir salí en busca de la habitación del hijo que debía estar al cuidado de su "nana", apenas crucé la puerta mi pequeño corrió hacia mis brazos emocionado. No lo culpo, yo también extraño, han pasado casi veinticuatro horas desde la última vez que lo vi, pero es que tenía un asunto que atender. El asunto que está durmiendo en esos momentos en mi cama.

- ¡Hola mi amor! – le dije cargándolo y dejando besitos sobre sus mejillas, sus bracitos envolvía mi cuello, su calidez me recordaba la de su Padre, y entonces venia de nuevo ese ardor en mi pecho.

Culpabilidad.

Ese sentimiento que reinaba en mi por estar fallando a mi esposo, por estar siendo infiel. Él lo sabía, creo que lo supo desde el primer momento, me conocía demasiado bien, no se atrevía a preguntarme directamente al principio, cuando notó que las cosas estaban extrañas, cosa que aproveché y continué con el engaño, pero eso cambió, sabía que la estaba lastimando, que poco a poco lo estaba matando con mi silencio.

- El ha estado un poco inquieto – me dijo Alondra, su "nana" con una sonrisa algo apenada.

- Entiendo – le conteste sintiendo la culpabilidad ahogarme por dentro - ¿quieres hablar con papá? – le pregunte a mi pequeño haciendo voz de bebé.

- Si ¡papá! – contestó el. Aun no hablaba mucho, la mayoría las cosas solían ser indescifrables, pero al menos sabía decir mama y papa.

Tome mi teléfono para buscar el número de mi esposo Alejandro, apenas lo desbloque me di cuenta de que tenían más de 20 llamadas perdidas y un sin número de mensajes no leídos de su parte. Y ahí estaba de nuevo a ese maldito remordimiento de estar traicionando la confianza del hombre con el que decidí unir mi vida, del hombre que amo. Ni siquiera leí los textos, inmediatamente marque para enlazar la llamada.

- Hola mi amor – saludé después de apenas el primer tono, el atendió de inmediato, creo que estaba esperando que me comunicara – estás en altavoz, Alejandrito te está escuchando – avisé para que no comenzará con el interminable interrogatorio y las muchas acusaciones como era normal en los últimos días.

- Hola junior ¿Cómo estas amor? ¿Extrañas a papá? – dijo el de manera amable, pero podía notar la tensión en su voz. Mi hijo le contestaba con balbuceos en ese idioma que sólo el entendía – Dinah necesito hablar contigo, puedes dejar Alejandrito con Alondra – dijo serio después de la fugaz "charla" con el pequeñín.

- Dame un momento – me excusé dejando a mi hijo en el piso y saliendo de la habitación. No quería que nadie escuchara lo que estaba por venir – listo, ¿Cómo estas? – pregunté tratando de sonar normal, intentando desviar el tema.

- ¿Cómo estoy? Te he estado llamando desde ayer, intenté comunicarme contigo a tu trabajo y me dijeron que te fuiste temprano, Alondra me dijo que estuvo cuidando a la júnior las últimas 24 horas ¿dónde demonios estabas? – preguntó con desesperación mientras yo cerraba los ojos con fuerza. Ya le había mentido en un par de ocasiones, pero ya no tenía fuerzas para seguir haciendolo, ya no lo quería ser. Ya no quería serle infiel.

- Lo siento... - fue lo único que dije.

- ¿Lo siento? ¿Eso sí único que vas a decir? Que estás escuchando a la basura seis años juntos y cuatro de matrimonio ¿con quién demonios estabas? – preguntaba con dolor en la voz. Me dolía escucharlo así – Dinah, voy a viajar allá – dijo al no obtener respuesta – tú y mi hijo van a regresar conmigo y estaremos como lo que somos: una familia – finalizó antes de colgar.

Era un asunto que ya habíamos hablado en muchas ocasiones, nuestros trabajos nos separaban. Y en este punto no sabía cuál era la mejor decisión. Lo amo y quiero estar con él, no quiero mudarme de SLP, aquí está mi vida, aquí está mi trabajo soñado, pero por otro lado la culpabilidad de mata y solo quiero hacer lo necesario para solucionar la gran equivocación que he cometido.

Todas las personas pueden confundirse de cierta manera cuando están en una relación, sin embargo eso no le da derecho a nadie a ser infiel. Yo lo fui y nada es justificable. Ni porque estés borracho, ni porque te sientas solo o abandonado, ni por nada. Simplemente no puedo jugar con los sentimientos de las personas como si fueran juguetes.

Hacer llegar a esa persona que amo al límite de sus fuerzas donde la única culpable soy yo misma. Lastimándolo a él e ilusionando a ella, porque simplemente ella no se lo merecía, he llegado odiarme misma, me siento mal, porque los veo sufriendo a ambos por un acto totalmente egoísta que yo misma decidí hacer. Sé que Alejandro se siente devastado desde hace mucho tiempo, ni siquiera sé si el me perdone, para el todo parece sospechoso. Se encuentra en el límite, lo que es muy comprensible porque a nadie le gusta que jueguen con sus sentimientos, anhelos y sueños. Solo quiero sacar lo mejor de mí misma y recompensar los sentimientos heridos que él tiene.

Soy una la infiel extremadamente arrepentida. Tuve que cometer el error para darme cuenta de lo dañino que esto puede ser no solo para él, sino que para mí misma. Es causarle mucho dolor a ambos por un error que pude evitar, pero si ya lo hice... y amo a Alejandro, de eso no hay duda, solo me queda recompensar ese daño hasta que sane, y eso es lo que quiero tratar de hacer.

Por eso pasé todo el día de ayer con ella, por eso la tuve entre mis brazos toda la noche, porque es la despedida, el adiós que aún no le digo que ocurrirá, y no sé si tenga las fuerzas para decírselo de frente, para romper su corazón otra vez... soy muy cobarde.

- Hola – contesté una llamada de Mila que entraba a mi celular, solo esperaba que mi voz no sonara tan mal.

- ¿Dónde estás? – Me preguntó – llamé a la oficina porque no podré trabajar hoy y me dicen que no estás ahí ¿está todo bien? ¿Alejandrito está bien? – parecía preocupada.

- Solo me sentí un poco mal, pero creo que pueden sobrevivir un día sin nosotras ¿Porque no iras a trabajar? – le dije tratando de cambiar el tema, ella me conocía demasiado bien, y por nada del mundo quería que se enterara de que estuve siéndole infiel a su hermano.

- ¿Segura que estas bien? – Contesté con un "aja" – bueno, yo estoy con Lauren – dijo algo emocionada – vamos a ir por Lisandro al orfanato, estoy algo nerviosa – explicó y podía notarlo en su voz.

- ¿Con Lauren? ¡Wow! – Me sorprendió la información – creí que solo irían a comer – le comenté recordando como la ojiverde la había sacado de la empresa, el mismo día que yo me escapé con Normani a escondidas.

- Bueno, eso hicimos... - comentó de manera picara y no necesitaba más explicaciones, seguramente habían pasado horas teniendo sexo, solían tener maratones nocturnos que no me dejaban dormir cuando compartía departamento con Camila en la universidad.

- Me da gusto que estés con ella, ojala puedan comportarse como adultas y no seguir con sus estupideces – la reprendí, solo quería que fuera feliz y sabía que eso solo podía lograrlo al lado de Lauren – supongo que te veo mañana entonces y espero escuchar que paso con lujo de detalles – le dije con un tono más amable.

- Si, te lo prometo... estoy muy feliz Dinah – me confesó y sonreí, adoraba escucharla de esa manera – pero ya hablaremos luego, ella me está esperando... adiós, besos a mi sobrino – se despidió sin ni siquiera esperar respuesta de mi parte.

- Hey... - escuché que alguien me llamaba, demasiado en tan pocos minutos – buenos días – dijo Normani abrazándome por la cintura - ¿Por qué no estás en la cama? – preguntó aun adormilada.

- Estaba haciendo unas llamadas – dije omitiendo el asunto de dichas llamadas - ¿Quieres desayunar conmigo? – le ofrecí mirando a sus espaldas, no quería que mi hijo me viera con ella, era pequeño, pero nunca se sabe.

- Quiero desayunar contigo todos los días... - dijo en mi oído.

Eso nunca iba a pasar...

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