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Capítulo 51


Advertencia: Capitulo con contenido adulto (muy explícito y sucio)

Si eres sensible a este tipo de relato te recomiendo que te saltes el capítulo, no te vas a perder nada de la trama.



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Narra Camila:

- Shhh – me interrumpió tomándome de las caderas y dándome la vuelta sin mucho esfuerzo, colocándome en la misma posición que ella estaba minutos atrás - ¿Se te olvida que tú también eres mía? – dijo en ese tono ronco de voz que me volvía loca.

Me mordí el labio, definitivamente era suya y dejaría que hiciera lo que quisiera....

- Eres hermosa... - la escuché decir al momento que acariciaba mi trasero muy suavemente con sus manos abiertas, reconociendo las zonas, explorando mis rincones sensibles. Una de sus piernas estaba sobre las mías y sobre mi brazo impidiéndome los movimientos, estaba totalmente sometida y parecía encantarle... a mi también. Podía sentir su cadera pegada a la mía dando leves empujones y el dildo apretado entre las dos.

- Soy tuya – dije con el rostro contra las sabanas, meneándome un poco para sentir más, para incitarla a pecar y que utilizara mi cuerpo a placer. Uno de sus dedos comenzó a juguetear, apenas rozando la piel de mi sensible e hinchado sexo que esperaba ansioso por ella... paseaba de arriba abajo con facilidad gracias a lo mojada que me encontraba, haciéndome estremecer y reprimir algunos gemidos. Me estaba torturando.

- Solo mía... - murmuró adentrando su dedo en mí de un solo golpe y sacándolo a los pocos instantes después de estarlo moviendo desesperadamente dentro de mí.

- ¡Ahh! – me quejé de placer ante la deliciosa sensación que eso me causó.

Voy a "vengar" todos los años que no te tuve conmigo – amenazó logrando excitarme aún más, deseaba que me hiciera lo que quisiera, estaba segura que iba a disfrutar, quería cumplir sus más perversas fantasías. Mi cuerpo estaba disponible para ella, en una posición tan entregada que me dejaba a su merced, ella estaba sacando provecho de eso y se encargaba de maltratar un poco mis piernas para después separarlas dejando totalmente expuesto mi sexo y mi trasero para su vista, la escuché gemir, debe estar deleitándose con ese espectáculo, mi entrepierna palpita con fuerza de saber que me desea – umhh, no te imaginas todo lo que haré contigo –sus manos masajeaban todo lo que alcanzaban clavando sus uñas sin contemplación, sabía que esto no sería tierno, ni romántico, pero lo deseaba más que nada... sentí su húmeda lengua lamiendo a placer mis nalgas, como si de su helado favorito se tratara, saboreando cada centímetro de piel, mordiendo la carne, causándome un placentero dolor, mojándome cada vez más y más, haciendo que necesitara sentirla dentro de mí con desesperación. Sentirla dentro de mí.

- Me encanta umhh... por favor hazme tuya oumhh - dije entre gemidos. Sus dedos buscaban nuevamente mi entrada y yo moría por sentirla dentro – por favor... por favor – supliqué para que acabara con mi sufrimiento. No obtuve respuesta, sus manos separaron mi trasero y la punta de su lengua comenzó a pasear y humedecer la parte interna de mis nalgas, calentando todo a su paso, llevándome a un lugar lleno de lujuria, que placer es sentirla devorarme de esa manera, saboreándome con sus labios, castigándome con sus dientes, me siento en el cielo y en el jodido infierno a la vez, estoy segura esto debe ser un pecado – ¡Ahhhh! – grité cuando sentí su lengua, su deliciosa lengua chocando una y otra vez en movimientos continuos contra la parte más prohibida de mi cuerpo. Sus manos continuaban apretando y separando mi trasero y su boca no descansaba de probar cada rincón, haciendo que mi sexo se humedeciera cada vez más, podría apagar un incendio con lo empapada que me encontraba.

- Estas tan mojada... Voy a acabar contigo – dijo de forma obscena separándose de mi parte trasera y colocándose de rodillas detrás de mí, envolviendo mi cabello en su mano para levantarme de la posición en la que estaba hasta sentir sus firmes pechos chocando contra mi espalda – deliciosa... – murmuró tocando mis senos con fuerza, oprimiéndolos y liberándolos con un ritmo rápido que me cortaba la respiración y nublaban mis pensamientos ¿Por qué me pone tan caliente que ella tenga el control...? Su boca atacaba mi cuello sin piedad, dejando un montón de marcas – estas jodidamente buena – murmuraba mientras mordía mi oído y empujaba sus caderas contra mí, haciéndome sentir el dildo en la línea que dividía mi trasero, en un par de movimientos colocó sus rodillas entre mis piernas haciendo que me sentara sobre ella - ¿Eres mía? – preguntaba con una voz muy ronca atrapando mis pezones entre sus dedos, estirándolos, liberándolos al mismo ritmo que sus caderas empujaban.

- Soy tuya... - y eso bastó para sentir el dildo entrar en mí de un solo golpe – ¡ahhh! – gemí de placer acompañado con un poco de dolor. Era increíblemente placentero sentir todo su cuerpo contra el mío, sus manos apretándome contra ella y aquel artefacto estimulando mi interior.

- ¿Te gusta? – preguntaba al momento que me embestía con fuerza y hasta el fondo para luego salir completamente de mí y repetir la acción un par de veces más para luego solo moverse en círculos con el dildo completamente hundido en mi cuerpo - ¿ te gusta?

- S-si ah-ah me encanta – apenas y podía hablar, todos mis sentidos se encontraban nublados para dar solo paso a mis bajos instintos y la pasión. Una de sus manos bajó hasta mi sexo y comenzó a estimular mi abultado clítoris de manera desenfrenada, no podía más, iba a terminar, era demasiado, me temblaban las piernas. Sus embestidas tocaban mi punto "g" mientras sus dedos masajeaban deliciosamente mi clítoris, su lengua atacando mi cuello y su mano libre apretando mis senos. Era demasiado para una mortal como yo. Estaba segura en ese momento que Lauren era el infierno en persona y yo una simple pecadora dispuesta a cumplir una lujuriosa condena – voy a venirme – le avisé para que no se detuviera, pero como si quisiera hacerme sufrir hizo exactamente eso – no pares Lauren, por favor...

- Quiero ser la primera – dijo con un gemido muy grave que me erizó la piel, se escuchaba totalmente perdida en deseo – dime que soy la primera – exigió al momento que colocaba el dildo entre mi trasero, presionando, tratando de entrar.

- No, Lauren... yo nunca lo he hecho por... – ni siquiera terminé de hablar cuando ella comenzó a empujar más fuerte, haciéndome bufar. Definitivamente iba ser la primera.

- Me encantas Camila, eres mía y voy a hacerte lo que me venga en gana... - decía entre gruñidos mientras estimulaba mi clítoris con la misma intensidad que antes y continuaba empujando, cada vez más fuerte para lograr penetrarme por aquel lugar tan prohibido. El orgasmo que había pausado instantes atrás volvía a tomar fuerza.

- Umhhh – gemí al sentir aquel juguete sexual adentrarse lentamente en mí, era una sensación diferente, pero extremadamente placentera. Sus dedos recorrían mi sexo hasta encontrar mi entrada. No podía creer todo lo que estaba haciendo, yo era una muñeca de trapo a su merced y disposición, ella estaba dispuesta a acabar conmigo completamente – Ohh, ummjh – los gemidos no se detenían en mi boca, era una locura lo excitada que estaba de hacer cosas tan prohibidas.

- Te encanta... - afirmó al momento de hundir completamente el dildo en mí trasero, comenzando a moverse en mi interior, sus dedos tampoco tenían piedad y chocaban una y otra vez con el punto más sensible de mi cuerpo, causando sonidos sexuales completamente excitantes.

- S-s-si amhh – contestaba para animarla a no detenerse, me encantaban sus embestidas suaves y los movimientos de sus dedos dentro de mí. Estaba perdiendo mi entrada al cielo al experimentar tanto placer, estoy segura esto debe ser prohibido... Creí que me desmayaría cuando su pulgar volvió a masajear mi clítoris, haciéndome casi llorar de gozo. Era mi fin, ella quería matarme y yo estaba a punto de morir y saldar cuentas con el diablo, ni siquiera podía concentrarme de tantas sensaciones que me invadían.

- Muévete... muévete, así... umhh – murmuraba ella haciéndome cabalgar sobre sus piernas, aumentando todas las sensaciones – córrete Camila, vamos bebé córrete – y como si fuera su esclava obedecí, no podía aguantar más. Un infierno se desató en mi cuerpo, haciéndome gritar como nunca antes, mojando las piernas de la mujer que amo, la que me estaba llevando a la locura infinita.

- Ahhhh ah – gemía tan fuerte que me daba pena, pero no podía controlarme, diferentes orgasmos me atacaron a la vez, avanzando en diferentes sentidos, chocando entre ellos, haciéndome poner los ojos en blanco. Que jodidamente placentero y exquisito era sentir esas explosiones dentro de mí, todo se volvió blanco y un pitido inundo mis oídos... - ¡Dios ummh! – gemí por última vez dejándome caer sobre la cama. Las fuerzas se me habían ido, estaba completamente mareada y mi cuerpo aun sufría de espasmos que me causaban placer. Sentí como Lauren sacaba lentamente el dildo de mi cuerpo. Yo no podía expresar palabras, era inaudito lo que había pasado, un poco de dolor comenzó a invadirme cuando los estragos de los orgasmos comenzaron a irse.

- ¿Estas bien? – Lauren subió por mi espalda dejando un camino de besos suaves que me reconfortaban. Mi piel estaba totalmente sudada, mi cuerpo aun ardía por el calor provocado por el encuentro sexual que acababa de experimentar.

- Nunca me he sentido mejor – dije formando una sonrisa cansada en mis labios. Este había sido uno de los mejores orgasmos de mi vida.






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Pobre Camila. 

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