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Capítulo 41

Narrador:

Una lista sacada de internet.

Una lista de las cosas que necesitaba un pequeño de cuatro años guiaba a Lauren sobre que comprar en aquella tienda departamental para Lisandro. El proceso de adopción estaba por concluir y aunque ya tenía lista la habitación para el niño, aún le faltaban cosas indispensables: ropa, objetos de limpieza personal, calzado, entre muchas otras que indicaba esa larga lista.

La ojiverde estaba de pie frente a la sección de platos y vasos. Según internet, la mejor opción era un vaso con tapa y agarraderas, pero había tantos diferentes, y al mismo tiempo parecidos que no sabía que escoger. Tenía que asegurarse de que el producto estuviera libre de plomo, libre de BPA, colorantes dañinos y muchas otras características para asegurarse de que el producto fuese saludable.

- Sin duda Camila debe saber de estas cosas – pensó la fotógrafa leyendo la etiqueta de un vasito con una imagen de un power ranger. La morena era dueña de una empresa que hacia productos para niños, era de suponerse que debía conocer a la perfección acerca del tema.

- Tal vez deberíamos decirle que nos ayude – dijo Lisandro igual de concentrado tratando de leer la etiqueta que estaba colocada al revés en un plato que le había agradado. El aun no sabía leer.

- Tal vez... - murmuró Lauren al darse cuenta de que había hablado en voz alta – o podemos preguntarle a una de las chicas que trabajan aquí – sugirió la ojiverde mirando a una de las empleadas. Una muy guapa.

- No – dijo simplemente el pequeño, causando que la fotógrafa riera bajito. Se había dado cuenta durante el tiempo que convivían que a Lisandro no le gustaba mucho que se acercara a las mujeres, excepto a Camila.

- ¡Hola! – ambos escucharon un entusiasta saludo. La ojiverde conocía bien esa voz, escuchaba casi a diario.

- ¡Hola Carolina! – respondió Lauren amablemente al saludo de su secretaria. La relación con ella se había enfriado muchísimo desde que Camila había regresado a la vida de la fotógrafa, ya no solían compartir las sesiones de sexo en la oficina, tampoco los almuerzos juntas, así como también habían detenido los constantes coqueteos, incluso a veces parecían estar un poco incomodas – hey Isaac –saludó también al pequeño hijo de la rubia - ¿Qué hacen aquí?

- Mi a jefa no se ha aparecido en la oficina en todo el dia, así que decidí escapar un rato para comprar las cosas de mi hijo – bromeó Carolina.

- Tu jefa es una idiota – respondió la ojiverde sabiendo que la jefa era ella. El pequeño Lisandro se cubrió la boca al escuchar la palabra "idiota", definitivamente Lauren no era muy cuidadosa con su vocabulario.

- Un poco, pero es bastante linda, eso lo compensa – explicó la secretaría con un guiño, sintiéndose más libre en un ambiente fuera de lo laboral para hablar de esa manera.

La ojiverde la presentó con Lisandro, y al niño parecía agradarle bastante, considerando que no se entusiasmaba mucho con las nuevas mujeres en la vida de la fotógrafa. La rubia se ofreció a ayudar a escoger las cosas que Lisandro podía necesitar al ver lo perdidos que estaban al respecto, ella le indicó que necesitaría más cosas de las que la lista que había encontrado Lauren en internet. Carolina tenía la experiencia real de lo que necesitaba un hijo, además, los pequeños eran de la misma edad.

Estuvieron cerca de 2 horas de compras, a ninguna le importaba el tiempo o el trabajo, después de todo la ojiverde era la jefa. Los pequeños niños parecieron hacerse amigos de inmediato, lo cual alegraba bastante a Lauren pues Lisandro no era muy bueno socializando con otros pequeños de su edad, le entusiasmaba que pudiera recuperar la niñez que parecía haber extraviado.

Las adultas entre bromas continuaban las compras, y viendo sonreír a su secretaria recordaba a la fotógrafa cuanto le gustaban esos ojos azules. También recordaba todas las veces que habían tenido sexo, y como conocía tan bien su cuerpo, cuerpo que ahora estaba cubierto por una de sus habituales faldas ceñidas al cuerpo y una camisa blanca de botones que invitaba a romperla y ver lo que había debajo de ella.

- ¿Quieren ir a comer con nosotros? – invitó la ojiverde a Carolina y a su hijo una vez que salieron de la tienda departamental. Los pensamientos que había tenido todo el rato solo la entusiasmaban a continuar pasando el rato, retomar un poco de eso que habían perdido.

- ¡Sí! – aceptó el pequeño Isaac en nombre de su Madre, haciendo reír a todos.

Los cuatro fueron a comer a un restaurant elegida por el hijo de Carolina, uno que era del agrado de los pequeños, donde había juegos en los que entretenerse mientras Lauren y su secretaria se ponían al día respecto sus asuntos personales. La ojiverde trató de evitar decir muchos detalles respecto Camila, pues sentía que su acompañante podría darle algún regaño, era obvio que la morena y ella no se llevaban nada bien, además de que estaba fastidiada de hablar del tema una y otra vez, siempre llegaba a las mismas conclusiones y a la misma confusión.

Los coqueteos siguieron, parecía ser que las dos extrañaban hacer aquel pequeño juego al que estaban acostumbradas. Quién sabe, tal vez aquellos encuentros calientes en la oficina podrían volver a darse. Lauren estaba soltera y tal vez sería una buena manera de alejar su mente de Camila, de tan solo recordar su nombre sentía como el corazón

Al terminar de comer, y los pequeños de jugar ambas mujeres se despidieron y quedaron de verse al siguiente día del trabajo despues de darse un caluroso abrazo. Desde que la fotógrafa pasaba sus días con Lisandro era mucho menos el tiempo que invertía en la oficina, había empleado a dos fotógrafos excelentes que cubrieran parte de su trabajo y el de Normani, para que ambas pudieran tener más tiempo libre y no enfocarse al 100% en el trabajo.

- ¿A dónde vamos? – preguntó Lisandro una vez que subieron al challenger.

- Vamos a casa a dejar tus cosas nuevas y por la noche regresaras a la casa hogar... esta es la última semana que pasaras ahí – explicó la ojiverde.

- Lo sé – contestó el pequeño emocionado, pero con algo de nostalgia en la voz – oye Lauren – dijo a modo de pregunta, la fotógrafa hizo un ademan para que continuara hablando - ¿crees que podamos visitar a Camila?

- No lo sé Lisandro – dijo ella contemplando las opciones.

En otro momento le hubiera dado gusto que el pequeño pidiera eso, pero las cosas habían cambiado. Los planes que Lauren tuvo en un principio sobre convivir los tres juntos habían cambiado mucho. Ya no quería tener a Camila cerca, pero no quería que las consecuencias de esa decisión afectaran a Lisandro, el quería mucho a la morena, incluso la veía como una madre, mientras a ella la miraba más como una amiga.

En silencio terminaron el camino a casa de la ojiverde, parecía que el pequeño podía comprender todo y prefería no hablar más. La fotógrafa pensaba acerca de que sería lo mejor, para ella y para Lisandro.

Acercarse a la morena implicaba muchas cosas, los días habían pasado desde la última vez que tuvieron esa charla por mensajes, y si Camila había intentado comunicarse nuevamente con ella no se había enterado pues no había repuesto su celular. Se sentía más cómoda sin tener noticias de su ex novia.

- ¿Ya viste quien está ahí? – preguntó Lisandro emocionado tratando de quitarse el cinturón de seguridad una vez que estacionaron frente a la casa de la ojiverde.

Lauren no contestó. Bajó del automóvil para liberar al pequeño y que pudiera salir para seguramente ir a saludar a la inesperada visita que estaba sentada en el pórtico frente a la entrada.

- ¡Camila! – Lisandro corrió a sus brazos despavorido.

La ojiverde bajaba algunas de las bolsas con la ropa del pequeño, tratando de actuar lo más normal posible, como si el corazón no le latiera a mil por hora, como si no le temblaran las rodillas o se le hiciera un nudo en la garganta. No. No quería que Camila se diera cuenta de cuanto le afectaba verla.

Observaba la escena mientras se acercaba poco a poco, después de todo algún día tenía que entrar a su propia casa, no podía huir de ahí. Podía ver como la morena le hacía cumplidos a Lisandro de lo bien que se veía, también se decían cuanto se extrañaban y cuando estuvo más cerca pudo notar como los ojos de Camila estaban llorosos, así como esas manchas ligeramente moradas debajo de ellos, símbolo de que no estaba durmiendo bien.

- ¡Camila vino! Lauren – anunció el pequeño emocionado una vez que la ojiverde llegó hasta la entrada.

Quería evitar el contacto visual con ella, no quería ver si sus ojos reflejaban tristeza o no, tampoco quería saber porque estaba ahí, no quería mirar lo bien que lucía en su atuendo, pero cuando la escuchó decir su nombre con Lisandro en brazos no puedo evitarlo.

- Hola Lauren ¿podemos hablar? – dijo Camila encontrándose finalmente con ese verde que le encantaba.

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