Capítulo 4
Narra Lauren:
- Una ensalada de col y agua natural para mí – pedí amablemente al mesero que ya me conocía por visitar frecuentemente el restaurant - ¿Tu que vas a pedir? – me dirigí a Camila que aun buscaba en las opciones del menú.
- Una hamburguesa al carbón con doble carne y tocino extra, con unas patatas fritas y un refresco de piña – pidió con una sonrisa – ¡Ah! y una orden de alitas de pollo a la diabla – parecía que el camarero también se sorprendió tanto como yo de su elección. El cuerpo de la morena parecía exigir una rigurosa dieta, pero tanto el chico que nos atendía y yo nos reservamos los comentarios.
- Bien y... ¿Pudiste ver algo que te gustara? – le comenté a la morena respecto a las fotografías una vez que quedamos solas.
- La verdad es que todas son muy buenas, pero me parecen tan románticas en la playa, con al atardecer cayendo... creo que a Logan le encantaría algo así... – comentó emocionada brindándome una linda sonrisa. "Maldita sonrisa, maldita zorra" pensé con enojo y desvié la mirada por unos segundos.
Nuevamente ojeo el álbum de fotografías, noté como sus ojos brillaban y parecía muy concentrada en eso. Sentí como me invadía ese sentimiento nuevamente... la sangre me hervía de ira. Cuando éramos novias habíamos hablado tantas veces de casarnos, de cómo sería la ceremonia, a quien invitaríamos y tonterías como esas... y ahora ella se casa con él.
Me quede viéndola fijamente con la quijada trabada. Tenía a la dueña de mis desgracias restregándome su felicidad con tanto descaro ¿Es que no puede darse cuenta que esta situación está jodidamente mal? No entendía porque actuaba tan normal.
Trate de recomponerme, respire repetidas veces muy profundo. No podía dejar que ella se diera cuenta de cómo me afectaba, si quería hacerla pagar tenía que controlarme para no abofetearla y gritarle que era una maldita sin corazón.
- ¿Cuándo estará tu prometido aquí? Supongo que le gustaría opinar al respecto – dije y ella volvió su mirada a mí. Acomode mi cabello de lado, era una manía que me costaba controlar, podía repetir el gesto al menos una docena de veces al día.
- Él me dijo que me hiciera cargo, como ya te había dicho está ocupado con cosas de trabajo, está por abrir una nueva sucursal de su empresa... - calló de pronto y note como observaba el movimiento que hice con mi mano para acomodar mi cabellera – ¿Es el anillo que te regalé? – preguntó y me maldije internamente mil veces al darme cuenta de lo que hablaba. Sí. Seguía conservando aquel anillo coronado con una perla. Ella me lo dio cuando me propuso ser su novia, pero desde entonces acostumbraba colocármelo los días que creía necesitaría "suerte", era algo así como un amuleto. Claramente pensé que hoy me haría falta, no todos los días tengo que toparme a quien fue el amor de mi vida en vísperas de casarse con un tipo rico.
- Que bueno que me lo recuerdas – dije quitando la argolla de mi dedo anular – quería devolvértelo, supongo tiene importancia para ti. Si mi memoria no falla te lo había dado tu abuela antes de morir o algo asi – dije colocándolo sobre la mesa, cerca de su alcance. No se me pudo ocurrir otra justificación, me mordí la lengua pensando en idiota que fui al traerlo conmigo.
- Yo te lo di... me gustaría que lo conservaras. Solo me pareció lindo que lo tuvieras puesto – comentó con una sonrisa nostálgica y por un momento quise creer que aquel gesto podía indicar que lo nuestro le había importado al menos un poco, pero no me podía permitir debilitarme con ella, debía tener bien claro que detrás de esa carita de ángel existía una persona capaz de hacerte tocar el cielo para un segundo después azotarte al mismo infierno.
- Nunca lo utilizo... ya te dije, quería devolverlo – contesté fríamente desviando la mirada, me estaba resultando muy difícil verla a los ojos y mentir.
Vi de reojo cuando tomo la argolla y la guardo en su bolso de mano. Después de eso pasamos unos minutos en un incómodo silencio hasta que el mesero llegó con nuestras órdenes, y aun sin decir palabra comenzamos a comer, o al menos eso hice yo, porque al parecer la morena frente a mi había perdido el apetito. No me propuse preguntarle qué pasaba o insinuar que su cambio de humor se debió a que le regresara la joya que ella misma había puesto en mi dedo hace tantos años, si ella quería pasar hambre no lo iba a impedir. Ni siquiera puedo contar los días que yo pasé sin probar bocado producto que la tristeza que ella dejó en mí, en aquella época fueron muchos kilos que perdí, al grado de parar al hospital por descompensación alimenticia y no recuerdo un solo intento de ella por preguntar siquiera cómo me encontraba.
- Entonces... ¿Qué es lo que sigue? Me gustaría una sesión en la playa – comentó rompiendo el silencio cuando faltaba poco para terminar con mi plato. Tome otro bocado de mi ensalada antes de contestar.
- Te mostraré los sitios a los que tengo acceso, si tú tienes algún lugar en mente que pertenezca a alguien que conozcas lo podemos hacer ahí o en caso de que quieras otro lugar en específico nosotros trataremos de conseguirlo... – dije limpiando mi boca con una servilleta y ella se mordió el labio discretamente.
- Me gustaría ver tus locaciones y le comentaré a Logan, él tiene muchos amigos con propiedades en la cosa – contestó y no sé por qué, pero cada que mencionaba a "Logan" me ardía el estómago.
- ¿Cuánto tienen juntos? – pregunté e inmediatamente me arrepentí, sabía que cualquiera que fuese la respuesta haría que algo en mi interior se revolviera.
- Seis meses – respondió con una sonrisa tímida.
- Ya veo – me limité a decir. Estaba de más comentar que era muy poco tiempo para tomar una decisión tan importante, pero que más daba, era su vida y no me importaba – bueno, creo que podemos regresar al estudio y mostrarte las opciones de las que habíamos hablado – dije al momento que pedía la cuenta y retiraban los platos, el suyo seguía intacto. Ella quiso pagar su parte, a lo que me negué diciéndole que estaba incluido en el servicio de la empresa, lo cual era mentira, simplemente quise pagar. Después de debatir un poco la cuestión terminó por aceptar y salimos de ahí.
De regreso caminamos juntas y en ese incomodo silencio, mi corazón latía como loco y lo odiaba. Odiaba recordar cómo solía tomarla de la mano mientras nos dedicábamos sonrisas tontas ¿Cómo ignorar tantos recuerdos que te golpean con fuerza? Desearía poder olvidar todas esas memorias, pero por otro lado bien dicen que el que olvida los errores cometidos en el pasado vuelve a caer en ellos. Y yo tenía a mi más grande demonio chocando intencionalmente su hombro con el mío...
Cuando llegamos de nuevo a mi oficina me dedique a darle la información de los diversos sitios playeros en los que ya había trabajado antes, le mostraba más fotografías con distintos tonos de luz y diferentes horarios: por la mañana, tarde y noche. Ella volvió a mostrar esa sonrisa que había perdido durante la comida haciéndome maldecirla internamente un par de veces. Me estaba siendo difícil concentrarme en el trabajo y no en lo linda que se veía. La cercanía que teníamos por algunos momentos al mostrarle las imágenes esparcidas sobre aquella gran mesa me permitía oler aquella suave fragancia "Versace" que utilizaba. Me pregunté si lo hizo a propósito, en el pasado siempre le decía cuanto me gustaba que utilizara ese perfume. Sin duda estaba iniciando un juego conmigo, pero no estaba segura de lo que la morena quería llegar a obtener.
Terminamos la "reunión" acordando que ella hablaría con su prometido sobre las opciones, aunque había una que le gustaba en especial, yo reí internamente porque a todos les encantaban las aguas esmeraldas y la blanca arena de Cancún.
- ¿Y cómo te contacto? – preguntó sentándose cómodamente en la silla frente a mi escritorio ¿Qué no tenía planeado irse?
- Bueno, puedes llamar a Carolina, mi secretaria, para arreglar una reunión o enviarme un correo con tus sugerencias – contesté también tomando asiento y tratando de evitar brindarle mis datos personales.
- ¿No tienes un numero de celular? No me gustaría estar tratando ese tipo de cosas con alguien que no estará involucrada en esto... quiero que todo sea perfecto – dijo y la sonrisa cínica en su cara me hizo temblar por un momento. Sin duda tenía al diablo sentado frente a mí.
- No acostumbro dar mi número a los clientes. Pueden ser algo acosadores, sobre todos los que tienen historial de infidelidad... – lancé una indirecta bastante directa y su sonrisa se borró de inmediato. Lauren 1 – Camila 0. "Toma eso maldita".
- Supongo que entonces Carolina se volverá una buena amiga mía, tengo muchas dudas con respecto a esto. Yo no tengo gran conocimiento acerca de tu trabajo como Logan y si tu secretaria será con la que tenga que tratar estos asuntos la estaré llamando muy seguido – comentó con un cierto tono de molestia en la voz y sonreí.
- Ella estará encantada de atenderte... – dije con tono divertido mientras buscaba cualquier cosa en mi computadora para no verla directamente. Me entretenía que ella intentaba conectar nuestras miradas y no lo lograba.
- Supongo entonces que es todo por hoy...
- Así es... - afirmé a su tímido comentario – si quieres puedo acompañarte a la puerta... - le propuse al ver que no se movía del asiento, ella asintió con una ligera sonrisa mientras mordía su carnoso y apetecible labio inferior. Debo de controlar esos pensamientos.
Me levante siguiéndola a la salida de mi oficina y no pude evitar notar lo bien que lucía su trasero en esos apretados pantalones, miles de recuerdos vinieron a mí. Yo había estado tantas veces perdida de deseo besando cada parte de su cuerpo, hasta el más íntimo rincón... ella fue quien me enseñó a hacerle el amor correctamente a una mujer y al menos eso es algo que debo agradecer, porque sin duda soy muy buena en eso.
- Bueno... - dijo ella dando media vuelta antes de llegar a la puerta y no intenté disimular que estaba observando aquel bello atributo, sus mejillas de inmediato se ruborizaron – Entonces te veo luego "Lolo" – se despidió dándome un beso cercano a mi sonrisa. No tuve mucho tiempo para reaccionar, pues entre la impresión de que volviera a llamarme por aquel apodo y un instante después sentir la suavidad de sus labios en el hoyuelo de mi mejilla me había quedado helada.
- Adiós Camila – dije abriendo la puerta, tomando el poco coraje que aún había en mí, indicándole que debía salir. Ella se retiró con esa sonrisa triunfante que me hizo volver a enfadar, pero esta vez conmigo misma. No podía permitirle que causara esas cosas en mí...
No podía permitir que el pasado se volviera a repetir...
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