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Capítulo 25

Narra Camila:

- ¿Sigues triste? – me preguntó Lisandro subiendo a mi cama.

Aun no conseguía adoptarlo, pero a diferencia del pasado ahora lo llevaba conmigo a casa durante el día, todo el tiempo posible antes de que tuviera que regresar con su estúpido padre.

Si los de Servicios Sociales supieran que hago esto me metería en muchos problemas, pues no tengo derechos legales sobre él y en lo que a la justicia comprende el que yo este con él puede ser considerado secuestro o cosas peores, pero ese pequeño era lo que me había mantenido a flote después de haber perdido a mi hijo menor, Lisandro era el mayor.

- Un poquito – le contesté limpiando mis lágrimas.

Hace un par de días atrás había ido al estudio de Lauren para hablar, estaba harta de todo el mal entendido, ofensas y rencores, lo único que quería era sentirme mejor pedirle el perdón que no había pedido por ser joven y estúpida y con suerte eso me haría sentir mejor.

No había tenido contacto con ella desde hace dos meses, desde ese triste día que pasé en el hospital, tontamente esperé que ella estuviera ahí para tomar mi mano en ese doloroso momento, pero no fue así. Ni siquiera se comunicó los siguientes días, ni semanas, y mi confundida mente no sabía porque, tiempo después Dinah había corroborado lo que un día me advirtió sobre las malas intenciones de la ojiverde y entonces todo cobró sentido, había cumplido su objetivo. Aunque Dinah también me contó que al parecer no la estaba pasando muy bien, creo que nunca imaginó que en sus planes se involucraría la muerte de alguien... de mi hijo.

- ¿Qué puedo hacer para que te sientas mejor? – me preguntó inocentemente Lisandro, vi su carita de tristeza y culpabilidad y no pude evitar verme reflejada en el preguntando a mi madre si su intento de suicidio era mi culpa y si podía hacer algo para hacerla feliz.

- Me puedes dar un abrazo... - le dije sonriendo y abriendo las sabanas para que entrara conmigo, lo había tenido toda la mañana, él estaba viendo caricaturas en la T.V. mientras decidí recostarme un rato, lo que significaba que quería llorar a solas, pero lo último que quería era preocupar al pequeño hombrecito, pues sabía que me quería igual que yo a el – escúchame Lisandro, puede que haya estado triste un tiempo, y probablemente lo estaré durante algún tiempo, pero quiero que sepas que no siempre será así, voy a volver a sonreír tanto como lo hacía antes, vamos a ir a jugar al parque y comeremos chatarra ahí – bromee dando un golpecito con mi dedo en su nariz, sintiendo su pequeño cuerpo abrazarse a mi cuello – lo importante de los malos momentos es no quedarse estancados en ellos, siempre debemos "caminar hacia el futuro" – dije la última frase con el tono chistoso que estaban utilizando en esa película animada que vimos días atrás haciéndolo reír, esa película me hizo llorar a mares, pues el protagonista quería ser adoptado, definitivamente tenía un gran mensaje emocional. Pero verlo emocionado porque tal vez eso pasara a él me hacia feliz.

Es mi angelito.

- Yo hablé con mi mama – comentó el y de inmediato me puse un poco seria, su madre había fallecido de un cáncer jamás tratado a causa de que eran demasiado pobres para pagar atención médica, fue después de su muerte que Lisandro quedó a cargo de su padre, el cual nunca había tenido contacto con él.

- ¿Ah sí? – pregunté.

- Si, anoche cuando recé le dije que cuidara a tu bebe en el cielo, ella le va cantar todas las noches como lo hacía conmigo y le va curar las rodillas cuando se raspe por las caídas, vas a ver que va estar muy bien – dijo de manera inocente y simplemente no supe como retener las lágrimas. Lo abrace muy fuerte y me permití llorar un rato sintiendo sus manitas sobre mi cabello – shh, shh... - decía a forma de consuelo.

- Muchas gracias Lisandro – le dije sincera, yo no creía en el cielo o el infierno, pero las palabras del pequeño por alguna razón me tranquilizaron mucho.

- Camila me tengo que ir con papa – me dijo con carita de preocupación y aunque lo quería tener a mi lado todo el tiempo por nada del mundo quería causar que el imbécil ese le pusiera un dedo encima.

- Esta bien, ve por tus cosas y nos vamos – contesté levantándome de la cama y Lisandro fue por la pequeña mochila que le había regalado con un par de cuadernos, colores, lápices y todo lo que pensé podía gustarle. Él era todo un nerd.

Lo lleve hasta su barrio, uno que quedaba cerca de la zona industrial, está de más decir que no era el lugar más bonito para vivir, pero no todas las personas pueden acceder a viviendas más cómodas, lo dejé en una esquina para que su padre no fuera a vernos y con la mejor sonrisa le dije adiós después de darle un besito en la mejilla.

Decidí pasar a J&C ya que estaba por la zona, estuve un mes sin ir a trabajar hasta que me sentí mejor, pero aun no era algo que hiciera a diario, aunque ya no estaba deprimida como los primeros días me gustaba tener algún tiempo libre para salir a correr o pasear por ahí con Lisandro.

- Buenas tardes José – salude al nuevo guardia de la entrada.

- Buenas tardes señorita ¿A que debemos el honor? – bromeó conmigo por mi repetida inasistencia a la empresa.

- Vengo a despedir a algunos guardias – contesté de la misma manera logrando que José hiciera una chistosa mueca de susto abriéndome la puerta.

La verdad es que me sentía bastante bien, a pesar de haber llorado sentía menos peso encima, tal vez fue porque fui a hablar con Lauren o porque la mama de Lisandro estaba cuidando a mi bebe, no lo sé, pero simplemente me sentía bien.

- ¡Mila! – me saludó Dinah una vez que entre al almacén donde teníamos "las oficinas", y po oficinas me refiero a escritorios acomodados por el lugar sin orden en específico, en realidad teníamos un horrible orden y no seguíamos muchas reglas de "una empresa seria", pero funcionaba perfectamente y nos llevábamos todos muy bien, y para mí eso era lo importante.

- ¡Hola! – contesté amablemente.

- Mmm te ves diferente ¿Qué hiciste? – Me preguntó entrecerrando los ojos – fuiste a ver a Jauregui ¿Verdad? – fruncí el ceño ¿Por qué estaba pensando eso?

- Pues si... - respondí algo indecisa.

- Y caíste de nuevo...

- ¡No! Yo solo fui a decirle lo que ya te había dicho a ti – le expliqué.

Ciertamente cuando Dinah me dijo sobre la "venganza" de la ojiverde sentí mucha tristeza de saber que la chica que un día tanto amé quería destruirme. Tal vez yo me equivoque, pero jamás hice las cosas con la finalidad de dañarla, yo solo quería volver a verla y saber que estaba bien, no estaba planeando tener una "aventura" ni nada de lo que ella pensó, pero claro, después todo se salió de control. Ella y sus malditos ojos verdes.

- ¿Y qué te dijo? – preguntó curiosa.

- No gran cosa, cuando llegué parecía acabar de tener sexo con su estúpida secretaria – comenté con enojo. Tenía alguna esperanza de que ella se arrepintiera de lo que había pasado, lejos de eso solo me confirmó que en efecto había planeado hacerme daño y además se acostaba con Carolina como si nada. De seguro la extrañó el tiempo que estuvo con sus padres. Si, Dinah me tenía al tanto de todo lo que le contaba Normani, pero creo que no fue cierto eso de que estaba muy triste y esa mierda – de cualquier manera me disculpé y la verdad me siento mejor.

- ¿En serio estaba con la secretaria? Wow, hablaré con Normani para ver que me puede decir al respecto... - sugirió y recordé lo que me había dicho Lauren.

- Ella no se veía muy contenta cuando le dije que sabía todo, de inmediato supo que Mani te había dicho todo – le comenté y ella solo dijo un "ohhh" tal vez se acabaría nuestra fuente de información, pero que más daba ya no las quería. Que se quede con la Carolina esa.

- Oye Logan te ha dejado un montón de mensajes – me dijo cambiando el tema, buscando en su escritorio y entregándome una fila de papeles con los mensajes que él había dejado a la secretaria.

Logan también la pasó muy mal por lo del bebe, en eso compartíamos sentimientos, pero él los externaba de manera diferente, con más furia, supe que amenazó a Lauren más de una vez y no entiendo porque, si ni siquiera yo la culpo de lo que pasó, en mi corazón sé que jamás hubiera deseado eso, me gusta pensar que mi Lauren de 17 años sigue ahí, esa que no le hacía daño a nadie.

- Él quiere intentarlo de nuevo... - le dije a mi amiga.

- ¿Quiere volver contigo? – preguntó levantando una ceja.

- Quiere volver a intentar tener un bebe...



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