Capítulo 21
"La venganza es tan eficaz para apagar pasiones como el agua de mar para calmar la sed"
Walter Wecker.
Narrador:
- Camila cálmate – Lauren trataba de desenvolver los brazos de la morena de su propio torso, pero tanto la subida de fuerza de su ex novia por la adrenalina del momento, tanto su debilidad por la enfermedad que un atacaba su cuerpo le hacían imposible la tarea.
- ¡No, suéltame! Tú me odias, tú me odias... - Camila estaba sumida en la ansiedad, la frase que la ojiverde le había dedicado el día anterior entre los delirios causados por su fiebre se repetía en su cabeza una y otra vez "En este momento no te odio, en este momento no...", "te lo mereces, te lo mereces...."
- Camila por favor... respira ¡vamos! – la fotógrafa trataba de hacer que la morena la viera a los ojos.
En el pasado ella había tenido que lidiar con varias situaciones parecidas, sabía que el grado del ataque que estaba sufriendo la empresaria solo podía ser consecuencia de una serie de hechos durante los últimos días o semanas que habían causado angustia y nervios en subida hasta desencadenar en un muy fuerte ataque de ansiedad, uno bastante preocupante de hecho, pues la morena había perdido el control de su cuerpo y de sus acciones... Y Lauren sabía que tenía mucho que ver en eso.
La ojiverde buscaba que Camila la mirara, antes podía lograr calmarla dejando caricias en su cabeza, hablándole suavemente y sobre todo dejando que se perdiera en sus ojos verdes. Pero ahora nada de eso parecía tener efecto.
- ¡Déjame! – La morena se removía para que Lauren no la tocara – tú me odias... me odias... - Ella creía, más bien estaba segura de que Dinah tenía razón respecto a que la fotógrafa había actuado por despecho todo este tiempo, le bastaba darse cuenta como no le había importado verla entrar en pánico, al contrario había seguido exponenciando los nervios en su interior atacándola mientras le dedicaba una mirada oscura, llena de odio y enojo.
- No Camz... yo no te odio – contestó la ojiverde sintiendo como sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas al ver el estado tan alterado de su ex novia.
¿Por qué le dolía verla así? Ella había querido que Camila sufriera, quería verla humillada, llorando, había querido destruirla ¿entonces porque le afectaba tanto?
- Me duele – sollozaba la morena apretando fuertemente su vientre, clavando las uñas en sus costillas – tengo que ir al hospital – dijo tratando de levantarse, pero sus piernas fallaron en el intento volviendo a caer de rodillas al suelo.
Lauren sabía que la única forma de que Camila se calmara era mediante la aplicación de un sedante, pero ella aún se sentía mareada, imposibilitada para conducir, lo último que quería era tener un accidente automovilístico.
- Camila, no me siento bien... Voy a llamar un Doctor para que venga aquí y te entienda – le comentó tratando abrazarla para reconfortarla, pero la morena la evitaba, haciendo que su corazón ardiera con dolor ante los rechazos.
- Tu no entiendes nada... - murmuraba la empresaria – ¡tú me odias...! – gritó sintiendo su vientre acalambrarse cada vez más. Ella lo sabía, su Dr. Se lo había advertido, debía haberse mantenido calmada, pero calma era lo último que existía su vida desde que volvió a ver a Lauren.
- No, no te odio Camila, por favor respira – contestó la otra acongojada por los sentimientos que la invadían.
¿Se arrepentía? ¿Por qué ver directamente el sufrimiento de la persona a la que según aborrecía le afectaba tanto? ¿Por qué no lo disfrutaba como ella pensó que lo haría? Muchas preguntas pasaban por la mente de Lauren, pero no encontraba respuestas coherentes.
- ¡Tu no entiendes nada! Necesito ir al hospital – dijo nuevamente poniéndose de pie, esta vez con éxito, recargando su espalda contra la pared más cercana tratando de calmarse, tratando de ver a través de la oscuridad que su cerebro imaginaba, sentía que el interior de su cuerpo estaba colapsando tanto como su mente y sus pensamientos creaban los peores escenarios.
- No puedo...
- ¡Estoy embarazada! – gritó con impaciencia.
Lauren pensó que no había escuchado bien ¿era una broma? Tal vez era algo que debió ser causado por la ansiedad, porque Camila no podía estar embarazada ¡No podía!
- ¿Qué dijiste? – No tuvo respuesta - ¿Qué mierda fue lo que dijiste? – preguntó con ira acorralándola y dejando caer un golpe contra la pared cerca del rostro de Camila.
- Voy a tener un hijo – contestó aterrada la morena por la pesada mirada de la ojiverde sobre ella.
¿Embarazada? La sangre de Lauren ardía.
Le dolía, claro que le dolía, su ex novia iba a tener un hijo que no llevaba su sangre, un hijo que significaba la unión eterna entre sus padres, una mezcla de sus genes. Ahora entendía todo, las miradas de Camila al verla interactuar con los niños, sus preguntas acerca de si quería ser madre, ¡por eso se iba a casar! Logan él era el padre de ese niño, ese hombre al que ahora estaba aborreciendo era quien siempre iba a tener un lazo que lo uniera a la morena.
- ¿Desde cuándo lo sabes? – Cuestionó con rabia - ¡Desde cuando! – Repitió al no tener contestación – como puedes ser tan vil de haberle sido infiel a tu novio cuando ya sabias que estabas embarazada ¿qué clase de mujer hace eso? - gritó dejando otro par de golpes que atemorizan van más y más a Camila debido al estado en el que se encontraba.
- Detente por favor... - suplicaba.
- ¡No! ¿Cómo pudiste hacer eso? ¿Qué clase de persona eres? ¡Eres una puta! – le decía viéndola con asco.
Si Camila no hubiera estado tan afectada por la ansiedad le hubiera dado un montón de argumentos razonables y civilizados acerca de que una mujer no deja de ser mujer por el hecho de estar embarazada, eso no hace que una persona deje de tener sentimientos, tampoco le obliga a ser un buen ejemplo de moralidad a la sociedad. Un hijo es la extensión del cuerpo, una continuación de la vida, no un obstáculo en el camino, ni una excusa de fracaso, y jamás puede ser considerado un error. Ciertamente el menos culpable de toda la situación era él bebe que crecía en sus entrañas.
- Por favor, detente... por favor – pedía sintiendo el caliente aliento de Lauren sobre su rostro, sus ojos mirándola con desprecio.
- ¡No! No me voy a detener – la ojiverde estaba cegada en rabia. Había recibido la noticia en mal momento, en donde ambas mujeres estaban siendo presas de sus mayores debilidades.
- Lauren... por favor - habló Camila acariciando su vientre, logrando que la fotógrafa prestar atención a eso.
La sangre se le fue los pies al darse cuenta de que toda la situación no podía ser beneficiosa para el bebé que esperaba su ex novia. Un sentimiento de culpa la invadió de inmediato, su respiración se agitó ante el pensamiento de causarle daño a alguien inocente.
Sin pronunciar palabra y tomando las fuerzas que le quedaban cargó a Camila en sus brazos hasta ponerla en el asiento del copiloto de su challenger. No le importo sentirse enferma, tampoco dejar las puertas de su casa abierta, menos el hecho de que ambas estaban en pijama.
- Todo va estar bien Camila – le dijo mientras conducía y con su mano libre tocaba el vientre de la morena.
Iba a una velocidad moderada por el miedo que le causaba la poca coordinación que la fiebre le daba, pero la precaución duró poco ya que cuando vio el pantalón de su ex novia manchado de ese líquido rojo entre las piernas aceleró incluso brincó un par de altos.
- No, por favor, no... - murmuraba Camila – por favor Dios, déjame tenerlo en mi vida, por favor – rogaba al cielo mientras veía sus dedos manchados de sangre. La morena nunca había sido una gran creyente debido a las malas experiencias que la religión le había dado con respecto a su sexualidad, pero necesitaba poner su fe en algo o en alguien, necesitaba creer que había un poder más grande que ella que pudiera ayudarle en ese momento de desesperación.
Finalmente llegaron a un hospital, que no era el más lujoso, tampoco el peor, pero si el que estaba más cerca. Rápidamente Camila fue evaluada por los paramédicos de urgencias y diagnosticada como un caso de gravedad con prioridad.
Las enfermeras no dejaron que Lauren pasara con ella, pues no era su familiar, tampoco su pareja ni su amiga... No eran nada.
En la sala de espera llamó a Dinah pues era el único contacto que guardaba en su agenda, evitó darle detalles del porque la morena se encontraba tan grave. La rubia se lo había advertido, debió haberse detenido a tiempo y ahora la conciencia la carcomia. Los minutos pasaban demasiado lentos haciendo más grande la culpa que invadía al ojiverde.
"Si tan solo no lo hubiera hecho", "Si ella me lo hubiera dicho"... Hubiera, hubiera... Hubiera. Lauren pensaba en si haber sabido la verdad le habría detenido en sus planes de venganza, o la habían incitado a hacer algo peor. No lo sabía. Lo único de lo que estaba segura es que el arrepentimiento se estaba apoderando de su cuerpo, porque su odio y su rencor habían ido a parar en alguien que no merecía nada de eso.
- ¿Dónde está? ¿Qué fue lo que paso? – Dinah había tardado 15 minutos exactos en llegar con su hijo en brazos.
- Dinah... - la ojiverde no se atrevía a hablar.
- ¡Dime que paso! – exigió la mejor amiga de Camila.
- Nosotras estábamos peleando, ella tuvo un ataque de ansiedad y de camino al hospital comenzó a sangrar – explicó señalando su propio pantalón, evitando mirar a los ojos a la rubia.
Dinah ni siquiera contestó y se dirigió a buscar a las enfermeras que al igual que a Lauren le negaron información hasta que les mostro algunos documentos de la morena que lograron hacerla pasar a aquel pequeño cuarto donde Camila estaba acostada en una camilla totalmente angustiada por la salud de su hijo. Los doctores la miraban con pena, pues sabían que ya no había nada que hacer.
Lauren pudo escuchar un grito desgarrador inundando todo el departamento de urgencias...
Camila había perdido a su bebe...
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